Orgullo y vanidad.

Varios/Otros


Movimiento espiritista y doctrina de los espíritus.

Llegué antes de lo previsto, había representantes de todo el país y de una institución de Buenos Aires a las cuales estaban adheridas los demás centros. Me sentía entusiasmado, iría a reencontrarme con mi mundo nuevamente. En la puerta de entrada se encontraba el presidente de esa institución junto a otros representantes. Los saludé amablemente a todos y me quedé con ellos para oír lo que hablaban.

–¿Quién eres? –preguntó el presidente.

–Me llamo David, vengo en representación del centro espírita de Lobería –contesté.

–¿Eres presidente de alguna institución en Córdoba?

–No, sólo vengo de parte de ellos –volví a contestar.

–Vete adentro, no puedes estar aquí, sólo los presidentes –respondió de mala gana.

Esa fue la primera impresión que tuve, la de los títulos. Nadie de los que estaban allí hizo ningún comentario, como dando a entender que concordaban.

Al entrar, me saludó una joven muy simpática quien se ofreció a mostrarme la institución. Con mucho gusto accedí.

–David, este es el salón principal en el cual también se hacen los casamientos y a través de médiums, se elige el nombre del niño o niña que va a nacer en algunos de nuestros miembros del grupo.

–Un momento, no entendí bien, ¿qué casamientos? –pregunté.

–No oíste bien, usamos este salón gratuitamente para casamientos de los “socios” y cuando una compañera queda embarazada, hacemos una reunión mediúmnica para saber el nombre que se le va a poner al futuro bebé.

–¿Una reunión sólo para poner un nombre? ¿Ayudan a otras personas? –pregunté.

–Es una forma de que el futuro espíritu se sienta mas cómodo con el nombre que tendrá en la tierra –fue su argumento.

–Estudié algo de la doctrina de los espíritus, en el cual claramente hablan de la diferencia con los templos. No existen rituales exteriores, ni casamientos, ni altares, ni jerarquías, ni cuadros colgados ¡y menos aún poner el nombre a un futuro bebé! La mediumnidad es para ayudar en los trabajos de obsesión, y orientar a personas desesperadas, entre otras cosas.

–Creo que ya te mostré todo, ahora siéntate donde quieras.

No podía creer lo que me decía ni la actitud en la puerta, ¿en dónde estaba? ¿Cómo pudieron desvirtuar las enseñanzas espirituales de esta manera? Mi abu era directora de varias instituciones y eso lo sabía porque me había enterado por otras personas, no por ella, cuya humildad y servicio a los demás era de admirar, tratando a todos con amor y paciencia. Además había fundado el grupo cuyo nombre llevaba la del cantante y compositor brasilero, y nunca dijo ser “presidenta”, era una compañera más, amiga de todos, dando siempre una palabra de aliento y esperanza.

Volví a salir afuera y estaban todos fumando. Podían hacerlo si querían, pero, ¿”un “presidente”? ¿Aquél que más responsabilidad tenía de dar el ejemplo? ¿El que dirigía una institución? ¿El que decía que el cuerpo era el templo del alma y había que cuidarlo? Que renunciara entonces si no era capaz de demostrarlo. Ante mi asombro e incredulidad, vi otro señor sentado y me acerqué.

–¿De dónde eres? –preguntó.

–De Córdoba –respondí.

–¿A qué institución perteneces? No te había visto antes.

–Llegué de Brasil hace unos años y no sabía que había instituciones aquí –contesté.

–Puedes venir a la nuestra, nos juntamos los sábados por la tarde, de 18hs a 20hs –dijo.

–Me encantaría, ¿hacen la reunión de vibraciones ese día? –pregunté.

–No se que es eso, nos juntamos para estudiar las enseñanzas de la codificación –contestó.

Me puse contento y le dije que asistiría ese mismo sábado. Luego entraron todos, hablaron de la necesidad de unificación del movimiento espiritista y acto seguido nos invitaron a todos para la “noche de gala y cena espiritista” en el salón de casamiento. Apenas terminó la reunión, me retiré confundido. Lo llamé al director de Lobería, no quería que lo llame así, si no por su nombre. Le comenté lo que había ocurrido y tampoco podía creerlo, sin embargo, no le llamó la atención. Nos identificamos inmediatamente y la hermandad tanto con él como con las demás personas del grupo de allá, nunca se quebró hasta el día de hoy.

Personas que sirven a sus semejantes, no importa la creencia que tengan, simplemente ayudan, asisten con platos de comida, van a hospitales, anónimos del resto de las personas, pero no de los amigos espirituales que trabajan en nombre del Cristo.

Le expliqué que asistiría el sábado a una reunión de otra institución y me deseó buena suerte. El ya había estado en Brasil y sabía como trabajaban y servían, por lo que me alentó a no decaer. Permanentemente me enviaban cartas dándome fuerzas y se transformaron en mi familia del corazón y su director, en mi hermano del alma. Con mi Abu también nos escribíamos, dándome preciosas orientaciones ante tanta confusión y soledad que sentía.

Había llegado el día tan esperado, sábado. Como siempre, concurrí antes del horario previsto, para prepararme mentalmente.

Las personas allí se acercaban a saludar, me preguntaban de donde era, porque tenía una tonada extraña según ellos, que era fruto de tantos años fuera del país. Luego nos sentamos y había un joven que sería el expositor, sentado en la mesa llena de libros que había traído, junto al señor que me había invitado y otros mas. Tenía como diez libros y pensé que no aguantaría dos horas sentado. Leyó una parte y luego preguntó si alguien quería agregar algo o comentar sobre el tema. Allí comenzó todo.

–Yo quisiera que me explicara si el espiritismo es ciencia, filosofía o religión –indagó uno de ellos, al joven que había preparado la charla.

–Creo que tiene los tres aspectos –contestó.

–¿El hermano no sabe? –volvió a preguntar con aires de superioridad.

No podía creer que todavía estaban discutiendo sobre este asunto, con tantos necesitados afuera, golpeando puertas en las iglesias, templos, acudiendo a pastores y menos aún la prepotencia de disminuir ese joven que tendría mi edad. No soporté y levanté la mano.

–¿El hermano como se llama? ¿Puede identificarse? –preguntó.

Tuve la tentación de mirarme en un espejo que había en la sala y decirle: “Positivo, soy yo, me identifiqué de inmediato”. Pero contuve mi impulso.

–Si puedo, me llamo David –contesté.

–¿Qué nos puede aportar, joven? –dijo prepotente.

–Considero que este amigo debió haber preparado la clase con mucho empeño y cariño, no para lucirse, si no para aprender como todos los que estamos aquí y no ser cuestionado como si fuera un tribunal de la inquisición. Si usted sabe la respuesta y cree que es la verdad, dígala, porque por lo que a mi respecta, él ya se lo contestó de acuerdo a sus convicciones.

–¿Cómo se atreve hablarme así? –me increpó.

–No vine a discutir, todos estamos aprendiendo, él ya dio su punto de vista, ahora de el suyo, deseo aprender también.

Al sentir estas palabras, creyó sentirse importante y levantándose solemnemente de su asiento, se acomodó el saco del traje y dijo:

–El espiritismo es la ciencia de la filosofía y la filosofía de la religión, por lo tanto tiene tres aspectos –luego se sentó ante la admiración general.

No aguanté y comencé a reírme sin poder parar, mientras otras personas se contagiaban de mi risa y me miraban con simpatía.

El director estaba furioso.

–David, ¿qué le parece gracioso?

–Dijo lo mismo que el joven le contestó, ¿a quién quiere impresionar? –exclamé mientras todos nos reíamos.

–¿Te crees que sabes más? Dame tu respuesta –me increpó.

–No pienso darla, creo que no podemos perder tiempo discutiendo estas cosas, si no hablar de como ayudar a aquellos que están precisando transmisión de energías, de brindar ayuda a los que tienen obsesiones terribles y trabajar unidos, sin querer demostrar que uno es mas importante que el otro.

–¿Obsesión? Ninguno está preparado para eso, no somos perfectos.

–Ni lo seremos, caso contrario no estaríamos aquí. ¿Nunca ayudaron a otras personas? –pregunté.

Hubo un silencio y nadie contestó. Decidí callarme y no hablar mas, había sido suficiente por ese día. Casi no aguanté las dos horas y luego llegó el horario del té con masitas. ¡Cómo extrañaba a mi abu y los compañeros del grupo de Brasil! Pero esta era otra de mis pruebas y debía ampliar la comprensión y cultivar la humildad ante estas nuevas realidades.

Con el tiempo pude asistir a diferentes encuentros y congresos, tanto aquí como en el exterior. De a poco veía como el movimiento espiritista, no sólo en Argentina, como en diversos lugares, iba desvirtuándose. Por supuesto que no todos, pero si una parte importante de los dirigentes.

También llevaba las propuestas de aplicar los cursos de transmisión de energías a gente necesitada, que lo llamaban “pases”, tal como lo había aprendido en Brasil, haciendo las traducciones de los libros, como de los cursos de técnica de oratoria para no cargar con toneladas de libros al dar una charla y hacerla más amena y comprensible; cursos de desarrollo de la mediumnidad, haciendo también la traducción de los mismos, siendo rechazados uno por uno, salvo desde Lobería a quienes se los enviaba y ellos los repartían a otras instituciones cercanas.

Cierto día, me pidieron si podía preparar una clase en la institución al cual pertenecía. Les dije que si, pero no dos horas seguidas, si no haciendo una pausa de quince minutos, ya que está comprobado que se pierde la concentración luego de los 45 minutos y había personas mayores que iban al baño a cada momento. Estuvieron de acuerdo y llegado el día, me presenté para hablar sobre el tema de la obsesión y la necesidad de crear grupos de desobsesión y ayuda, junto a los pases de asistencia espiritual.

Apenas llegué, el director extrañado preguntó en donde estaban los libros. Le contesté que tenía una ayuda memoria y no precisaba, pues los había estudiado.

Comencé hablando del tema y luego de las personas que no tenían donde acudir cuando estaban con persecuciones espirituales y como se trabajaba en Brasil. También de la necesidad de prepararnos y preguntarnos si veníamos únicamente los sábados a sentarnos dos horas a escuchar las mismas cuestiones para luego tomar el té con masitas.

Si era sólo por esto, estábamos perdiendo el tiempo. El director estaba enfurecido y al terminar, muchos se acercaron queriendo saber de estos cursos, pues sentían la necesidad de hacer alguna otra cosa por las demás personas y continuar progresando con nuevos estudios e informaciones. No me dejaron hablar, inmediatamente me llevaron a un cuarto y este director junto a otros se reunieron para hablar sobre “mi comportamiento”. Era la “junta directiva”. Los llamó a todos ellos para proponer mi “suspensión”, nunca habían hecho una cosa así. Mientras discutían entre ellos acaloradamente, estaba orando sin poder creer lo que sucedía. Jazmín apareció en aquel momento, junto a otro instructor espiritual, con quien tenía vínculos del pasado también y el cual había sido médico en la tierra. En medio de ese conflicto, este médico amigo dijo:

–David, ya propusiste los trabajos de desobsesión, ninguno está interesado y menos aún estudiar al respecto. Sin mencionar de la necesidad de la reforma interior. Debes hacerlo tú mismo, como humilde instrumento que somos del Cristo.

–Dr., no tengo a nadie, soy yo solo. Se necesita alguien para incorporar, otro para los pases, un doctrinador, un dirigente y...

–Antes que nada David, no me llames doctor. La propuesta sigue en pie, serás simple instrumento y si no hay más personas físicas, estaremos nosotros quienes supliremos lo necesario para llevar a cabo con éxito esta tarea que tanta falta hace. ¿Aceptas o no?

–Amigo, por amor al Cristo, sólo pido fuerzas para que el orgullo no me haga creer más de lo que soy y actuar como simple instrumento en nombre de nuestro Maestro. Acepto –contesté.

–Muy bien, entonces ya no tienes nada más que hacer aquí por el momento, hiciste tu parte y la experiencia te ha servido. Déjalos discutir entre ellos mismos.

En ese momento interrumpió el director, gritando que esa casa espiritista tenía más de cincuenta años y yo no la iba a modificar. Quise contestarle que todo evoluciona y la doctrina de los espíritus también fue evolucionando, pero me contuve.

–Tiene razón, no soy quien para modificar las estructuras de esta institución, por lo tanto y para evitarle el bochorno de tener que suspenderme frente a los demás, sin ningún argumento válido, salvo su soberbia y vanidad, me retiro.

Las demás personas de la junta directiva no estaban de acuerdo con suspenderme y reconocieron que era orgullo de este director. Al decirle esto, los gritos fueron subiendo de tono, mientras abría la puerta ante la mirada atónita de los miembros de esa institución por el griterío. Luego saludé a todos y me marché.

Llegué a casa, me tiré en la cama y Jazmín apareció.

–Amiga, me cansé del espiritismo –dije.

–¿Del movimiento espiritista, dirigido por personas, o de la doctrina de los espíritus? –preguntó.

–Tienes razón, no lo había pensado de esa forma, hace años vengo luchando para que se hagan tareas de desobsesión y ayuda, pero Federico, el instructor espiritual que había sido médico en la tierra, dijo que no había tiempo para perder.

–Es una lástima, David.

–¿Qué, Jazmín?

–Vemos azorados los desvíos producidos dentro del movimiento espiritista mundial, del cual participaste como oyente en la 1ra reunión de la formación de un Consejo Internacional, no sólo en tu país. Personas con complejos de inferioridad en sus trabajos cotidianos y que al tener un título en alguna institución, llenan estos complejos existenciales y creen que ya tienen comprado un paraíso creyéndose superiores al resto de sus compañeros.

–¿Cuál es la causa? –pregunté.

–Orgullo y vanidad –intervino Federico imprevistamente–. Estamos viendo con preocupación creciente, estos desvíos lamentables que no tienen fronteras. Médiums, oradores, dirigentes, escritores, que se sienten importantes, tanto como los que tienen títulos de presidentes, secretarios o lo que fuera, se creen con derecho absoluto sobre los demás amigos del ideal cristiano.

–Te noto algo triste –dije.

–No sólo yo, todos nosotros que estamos del otro lado. Los celos, las envidias y las competencias por dar conferencias o querer sobresalir en cargos, los desvían de su reforma íntima y luego llegan aquí aturdidos.

–¿Qué pasa cuando parten de la tierra? –pregunté.

–Llegan en lamentables condiciones, dan realmente lástima. Prepotentes, reclamando por sus títulos transitorios, no soportan notar que no son venerados ni recibidos con aplausos como creían en sus fantasías terrestres, y menos aún que se los traten como a enfermos espirituales.

Otros, se enfurecen al ver personas que asistían a sus conferencias como simples oyentes, admirándolos, y ahora están en una posición superior. Reclaman lo que les parece una injusticia con argumentos infantiles. Les explicamos que mientras ellos únicamente hablaban, desdeñando a personas que necesitaban una orientación, esas otras personas actuaban anónimamente, sin hablar de forma masiva pero cultivando el amor por sus semejantes. Por eso no generalizamos, sólo advertimos.

Otros tantos, iracundos, no soportan ver personas sencillas, de otras religiones, que con dignidad y honestidad sirvieron a nuestro Maestro en sus convicciones. Piensan que por ser espiritistas, ya es un título con pasaporte a planos más elevados de la vida.

Oía todo atentamente.

–¿Qué les sucede entonces? –pregunté.

–Luego de mostrarles, a través de una pantalla fuídica sus pensamientos más ocultos que tuvieron en la tierra, quedan vencidos, en escenas penosas por las fantasías que tuvieron y aceptan someterse a tratamientos en nuestros hospitales del plano espiritual, como enfermos del orgullo y la vanidad. Después de un tiempo de recuperación, en que lamentan como desperdiciaron la oportunidad y el tiempo que se les fue concedido para evolucionar al amor celestial, meditando sobre sus actitudes, son conducidos a “cursos de humildad”, en nuestros pabellones de la colonia espiritual. Allí son uno más entre la multitud que asisten y se asombran de la simplicidad de los oradores espirituales, que emiten vibraciones coloridas por todo su ser y no se dejan llevar por aplausos ni elogios, los cuales no están permitidos, en su sencillez de palabras.

Con respecto a aquellos que son de diferentes religiones, estos dirigentes se sorprenden por su elevación moral y el amor que profesan, emanando luces elevadas, signo inequívoco de su evolución. Aquí no se los evalúa por sus rótulos. Estos creyentes sinceros, cultivando la fe, el hábito de la oración desinteresada, pidiendo por otras personas más necesitadas, en el silencio de sus cuartos, sin decir nada ni alardear al ver salir de sus desgracias a aquellos semejantes por quienes oraron, dan gracias a Dios, o a aquel en que ellos creen, porque sus pedidos fueron atendidos y la satisfacción los llena de felicidad.

El Codificador de la doctrina de los espíritus, Allan Kardec, inspirado por el Espíritu de Verdad, anunciado por Jesús (*), dijo en su momento: “...(**) veinte grupos de quince a veinte personas obtendrán más y harán más por su permanencia, que una asamblea de trescientas o cuatrocientas”.

(*) Juan, 14:15 a 17 y 26 –Las explicaciones racionales sobre la venida del Espíritu de Verdad, prometido por el Cristo, es una realidad en estos días, explicando lo que fue desvirtuado en su momento, dando nuevas enseñanzas a esta generación. Para su entendimiento, recomendamos la lectura de: “El Evangelio según el Espiritismo”, codificado por Allan Kardec, capítulo VI, ítem 3. (Nota aclaratoria).

(**) “El Libro de los Médiums”, codificado por Allan Kardec, ítem 335. Recomendamos también este libro para el estudio de las facultades mediúmnicas y obsesiones, a aquellos que desconocen la doctrina de los espíritus y tienen percepciones que no le encuentran explicaciones lógicas, para no caer en mistificaciones por parte de personas inescrupulosas.

En la transición terrestre que se vive en estos momentos, estas profecías de nuestro Maestro están cumpliéndose. Por inspiración de los planos superiores, dirigidos por el Espíritu de Verdad, se están formando por todo el planeta, millones de grupitos pequeños, constituidos por adolescentes, jóvenes y adultos, en que sin importar sus creencias, son influenciados desde este otro plano, para formar agrupaciones chicas, que se reúnen para pedir por la paz en el mundo, en una fraternidad que desconocen rivalidades e imposiciones de creencias. Son verdaderas asambleas de Amor, que unidos, contribuyen a oxigenar el ambiente terrestre. Si aquellos que tienen conocimientos de las leyes espirituales, es decir, los espiritistas, no cumplen con su tarea de amor, serán rápidamente reemplazados por otros millones de personas, aún aisladas entre sí, pero no desconocidas desde nuestro plano y asistidas en base a su buena voluntad. Nadie, ni ninguna institución, es imprescindible...



Extracto de LA ERA DEL sexto SENTIDO
Diario de un médium adolescente
Levín, Carlos Marcelo

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