El Hombre y el Descubrimiento del Mundo Oculto. I

V.B. Anglada


Vicente.- Bajo el título genérico de conversaciones esotéricas vamos a iniciar hoy una serie de disertaciones que tienen por objeto abarcar todo el contenido esotérico, o sea, profundo, dinámico, que existe más allá de aquello que pueden percibir los sentidos y aun el entendimiento razonable para llegar a las zonas más profundas en donde parece ser que existe algo supremo, divino, con lo cual debemos establecer contacto.

El temario que pensaba disertar hoy tiene que ver con todos aquellos efectos que tienen lugar en el éter y que pasan comúnmente desapercibidos por nuestros sentidos, es decir, todo aquel contenido vital que tiene que ver con todo cuanto ocurre en la naturaleza, incluidos los acontecimientos del mundo de los hombres, los adelantos científicos, las más elevadas concepciones filosóficas y todo cuanto constituye el arquetipo de conocimiento que debe realizar el ser humano, porque, evidentemente, nuestro espacio es multidimensional, esto significa que no existe un vacío en el cosmos, y que cuando existe un vacío entre nosotros forzosamente este vacío debe estar lleno de una substancia, de un elemento, o de unas vidas, con las cuales no podemos corrientemente establecer contacto debido a que nuestras células cerebrales no han llegado todavía a un estado de perfección que les permita ser conscientes de estas dimensiones.

Se nos dice, según la gran ley hermética, de que nuestro Universo es septenario, de que existen para nuestro Universo siete dimensiones, siete dimensiones de las cuales solamente conocemos tres, que corresponden a nuestro mundo físico. Es decir, que cuando la ciencia empieza a reconocer hoy día el cuerpo etérico o el cuerpo bioplásmico debido a los últimos avances científicos, es que empieza ya a descorrerse en lo que toca a la ciencia esta área profunda que llamamos cuarta dimensión. ¿Qué es la cuarta dimensión? Yo diría que es el espacio que nos permite ser conscientes de otras vidas y de otras criaturas que viven en el éter y que no podemos ver debido a que nuestro cerebro no está todavía ampliamente capacitado para ello.

Los planos del Universo tienen que ver con todo este conglomerado, y si tenemos que hablar desde un punto de vista netamente esotérico, como es el tema que nos ocupa, debemos empezar a reconocer la verdad fundamental de que nuestro Universo septenario tiene en cada una de sus dimensiones, o de sus planos de actividad, un arquetipo que debe ser realizado. En el plano físico parece ser que la tendencia del arquetipo es la belleza. Debemos educar, desarrollar y ampliar en nosotros cada vez más este arquetipo de belleza que es el que permite una perfecta ecuación de los valores internos a través del cuerpo físico. Si vamos al mundo emocional, parece ser que debemos llenar el éter de este plano con bondad. La belleza física más la bondad del mundo emocional debe sacar como consecuencia la otra dimensión que es la verdad, la verdad de la mente, de todo el contenido filosófico de la humanidad y de todas las humanidades hasta converger en esta presente Subraza de la 5ª Raza. Entonces, como hemos dicho siempre, hay una tendencia absoluta hacia la realización de los arquetipos, y ustedes preguntarán, ¿qué tienen que ver los arquetipos y las dimensiones con este espacio multidimensional? Precisamente porque a medida que nos vamos sutilizando, es decir, que entre los átomos que constituyen nuestra estructura psicológica existe más distancia, empezamos ya a ser etéreos, porque la dimensión no tiene más que ver que hay más espacios vacíos, vacíos de aquello que no podemos percibir, aunque lleno de aquello que todavía no es perceptible por nuestra razón ni por nuestros sentidos. Por ejemplo, el éter está galvanizado por ciertas vidas que condicionan la mente y el corazón de los hombres. Son sustancias vivas cuya primera opción puede ser también posible desde un punto de vista científico con la teoría de los elementos químicos, si analizamos un cuerpo físico a través de un aparato de gran potencia radioeléctrica vemos que entre un átomo y otro átomo existe una distancia comparable casi de un kilómetro de distancia en proporción de lo que nosotros comprendemos por distancia, entonces, si el cuerpo físico visto de esta manera entre cada dos átomos hay esta distancia, hay que suponer que al aumentar las dimensiones del espacio la distancia es mayor, lo cual equivale a una alta frecuencia vibratoria que hace que exista sutilidad. Esta sutilidad es la conquista de las dimensiones, aquello que debe revelar cada dimensión, hasta el punto de que si somos capaces de percibir, aunque sólo sea en cierta medida este aspecto multidimensional del éter, somos conscientes de otras criaturas conscientes que allí viven y tienen su morada. Por ejemplo, son reconocidos dentro de los elementos unas criaturas vivas conscientes a las que la ciencia esotérica asigna el nombre de elementales, a otras potencias que también cohabitan en el éter se les denomina ángeles o devas, y son perceptibles para las personas que poseen una alta sensibilidad psíquica o que tienen poderes mentales extremadamente organizados. No se trata de algo al azar, yo estoy seguro de que alguna vez al menos cada uno de ustedes ha experimentado la presencia de una entidad cerca de ustedes que no es física y que tampoco es —según la teoría de los desencarnados— una entidad que ha dejado el cuerpo sino que son criaturas vivas que tienen sus propias condiciones en aquel plano, que tienen su propia conciencia y que colaboran con el ser humano en la realización de aquellos arquetipos que han sido anteriormente mencionados. Naturalmente, esto presupone una capacidad de percepción que no está al alcance de la mayoría. Tampoco vamos a creer que una persona que esté dotada de esta facultad de ver lo que existe en los éteres va a ser más espiritual, se trata de cierto poder que el hombre debe tener algún día plenamente conquistado, que le dé la seguridad de que allí existe una vida, una permanencia de vida y una realización constante desde el mundo espiritual. Por tanto, la sutilidad a la cual me he referido, esta distancia que separa los cuerpos a medida que avanzan las dimensiones del espacio y que nos da sutilidad, nos habla también del sentido de gravedad que existe en todos los planos. ¿Por qué el plano físico es el más pesado? Porque la distancia entre átomos no es tan fuerte, no es tan profunda, no es tan inmensa como en el caso de un plano ádico, por ejemplo, en el cual existen millones de kilómetros entre un átomo y otro átomo; y ustedes dirán, ¿cómo puede ser probado esto? Sencillamente, solamente al pasar a la cuarta dimensión somos capaces de percibir lo que existe más allá de los cuerpos opacos, por ejemplo, esta pared, puedo ver lo que existe al otro lado. ¿Por qué?, porque estoy utilizando una dimensión en la cual el vacío es tan grande que me permite penetrar a través de un cuerpo opaco, porque es la ley de la afinidad química más sutil que opera en aquel plano, y si ya ahora empieza la ciencia a ocuparse de la cuarta dimensión y a aceptar como válida la teoría de los esposos Kirlian —científicos de la Unión Soviética—, acerca del cuerpo etérico o del periespíritu o bien del cuerpo bioplásmico, es que realmente existe ya una posibilidad de que progresivamente vayamos educando este sentido fino de valores que tiene que hacernos conscientes de todas las dimensiones del espacio.

Ustedes se preguntarán, ¿qué misterio se realiza cuando estoy hablando y ustedes están escuchando, y cómo se propagan las ondas auditivas y parlantes a través del éter para que puedan afectar la sensibilidad de los oídos tal como salen de la boca? Entonces, hay una substancia viva en el éter, y esta substancia viva es la que permite precisamente la relación. A medida que la relación se hace más sutil, cuando la persona está penetrando en zonas de alta sutilidad entonces es consciente de unas formas de vida realmente extraordinarias. Se nos dice, esotéricamente, que el éter es la sangre de los dioses, esta es una afirmación que merece nuestra atención más inmediata porque también se dice que cuando la sangre circula por dentro del cuerpo no es sólida ni líquida, sino que es gaseosa, solamente en contacto con el aire la sangre toma el aspecto líquido hasta que se solidifica. Son cosas que nos hacen pensar que realmente aquellos grandes Rishis de la antigüedad cuando dijeron que el éter es la sangre de los dioses tenían su razón, porque ellos veían que lo que permite la relación de los mundos, lo que permite la relación entre los planos, entre los reinos de la naturaleza y entre las distintas dimensiones del espacio es simplemente éter, éter en sucesivas modificaciones que van de lo más físico a lo más elevado. De esta manera, todo cuanto se precisa entonces es ser consciente de estas dimensiones, y el hombre de la Nueva Era tendrá que trabajar con la quinta dimensión del espacio, la cuarta tiene que estar rebasada ampliamente cuando empiece a actuar la 6ª Subraza de la 7ª Raza, a fin de que exista la posibilidad de establecer contacto con criaturas de un origen desconocido, pero que parece ser tienen que ver con la evolución espiritual del ser humano, me refiero concretamente a los ángeles.

Naturalmente, ustedes verán que no existe ninguna religión en el mundo que trate de establecer contacto con la divinidad, que no haga un culto especial para los devas o para los ángeles o para los espíritus de la naturaleza, como en el caso del vudú, porque todo cuanto hasta aquí entendemos como magia no es sino aquel sentido de incorporación consciente de aquellas entidades para provocar determinados efectos en el mundo físico. La magia, la teurgia y la goecia, magia siempre es manipulación de la energía. La magia blanca es la teurgia, opera con entidades elevadas de esos planos misteriosos de los cuales poco sabemos. La goecia es la magia negra. Todos hemos oído hablar de esto a través del tiempo, no se trata de algo nuevo de ahora. Yo de pequeño había oído a mis padres hablar de estas cosas, pero nunca había sabido yo que esto era algo científico y que no tenía nada que ver con la superstición, sino que existe un poder en los éteres del cual el hombre puede algún día extraer su significado y aprovechar esta potencia para crecer, precisamente, para alcanzar el mundo de los arquetipos. Porque cada dimensión, cada plano, cada reino de la naturaleza, cada raza, tiene la misión de regalar un arquetipo. Este arquetipo parece ser que está agitándose gozosamente en los éteres más sutiles de nuestro Sistema Solar. Esto indica también que existe una responsabilidad para las personas sensibles que pueden establecer contacto con estos mundos de no caer en el vicio —que trae su castigo— de aquellos que sin darse cuenta se han convertido en magos, porque magia —no debe asustar la palabra— es sencillamente una forma de decir manipulación de la energía que se agita en el éter, desde el momento que sabemos que existen entidades, que existen criaturas vivas y conscientes en el éter. Y cuando sabemos nosotros, cuando hablamos de contenido social, cuando hablamos de impresiones subjetivas, cuando hablamos de poderes psíquicos o de efectos parapsicológicos estamos simplemente definiendo esos estados de conciencia de los cuales poco conocemos, pero que sabemos sí, que existen. Entonces, el problema actual, el problema de una humanidad que está agonizando, de una humanidad que está tratando con todo su esfuerzo de salir de este atolladero social en que se halla sumergida, cuando trata de recuperar el prestigio, la paz y la potencia de aquello que tuvieron los primitivos pobladores del planeta, cual era el contacto consciente con los poderes ocultos de la naturaleza, ahora en el siglo XX, a punto de finalizar éste y de empezar una Nueva Era, hay que empezar por tener presente que vamos a tener que ponernos en contacto con estas fuerzas, colaborar con estas fuerzas y hacer de estas fuerzas nuestras aliadas a fin de realizar nuestra evolución más rápidamente. No existe aquello que esotéricamente llamamos iniciación, o sea, el poder de trascender la vida humana para pasar al quinto reino de la naturaleza, o sea, el reino de las almas, el reino de la liberación, sin antes haber establecido contacto consciente con estos misteriosos elementos invisibles. Y, naturalmente, preguntarán ¿cuáles son estos elementos invisibles que no podemos ver pero que a veces hemos sentido? Una señora me decía el otro día que estaba descansando y que sintió como si pasara por su mejilla el ala de un ángel. Naturalmente yo no sé si los ángeles tienen alas, sólo sé que son entidades conscientes, y cuando todas las religiones sin excepción, con distintos nombres establecen un culto definido a los ángeles, a través del incienso, a través de los mantras o a través del sándalo o a través del OM, de lo que sea, estamos tratando (de asegurar un contacto) ya que (esto es necesario) para establecer el arquetipo ideológico de cualquier Iglesia determinada o de cualquier idea filosófica del pasado, (es igualmente necesario) para poder llegar a este punto en el cual podamos materializar por lo menos de una manera que sintamos su presencia, (la de) y estas entidades que vibran en los mundos invisibles, o sea, en los éteres, y entonces empiece el reinado la evolución consciente del hombre.

Se dice también, que en las primitivas edades de la humanidad, seguramente cuando el ser humano todavía estaba en formación, existía una virginidad absoluta en el ser humano que le permitía estar en contacto con los ángeles. Que después, al aumentar la división, cuando el hombre creó la mente y con ella el poder de discernir las cosas estableció una diferenciación, (y) se fue apartando de los ángeles y fue adquiriendo la posibilidad de conciencia y de libre albedrío humano. Esto naturalmente pudo parecer una cosa de maravilla, pero de qué vamos a maravillarnos ahora que poseemos la televisión, los grandes reactores, la telegrafía, las computadoras electrónicas, para algo que nosotros vemos que realmente tiene que ser así, sin contar con la cooperación de estas entidades invisibles en la evolución del ser humano. Se trata de un punto de atención sobre el cual quisiera atraer la atención de ustedes, porque cuando se habla, por ejemplo, hoy día está de moda el diablo, se hacen películas acerca del diablo, pero quisiera también atraer la atención de ustedes hacia aquello que significa el diablo en nosotros. Por ejemplo, una persona por su tendencia natural tiende hacia la divinidad, esto se llama técnicamente evolución, sale de las canteras más profundas de la vida organizada hasta conquistar los elevados arquetipos que se hallan en los planos más elevados de nuestro sistema, entonces todo el trayecto debe ser pesado, medido, calculado y desarrollado según unas normas realmente inmutables que son las leyes que bordean precisamente ese sistema donde estamos inmersos, y que todo esto no es más que tratar de establecer contacto consciente con formas de vida que están agitándose a nuestro alrededor. Tercer punto, si llegamos a establecer este contacto y al propio tiempo somos capaces de vibrar en la misma sintonía, entonces estamos reproduciendo idéntico proceso que aquel que se originó al principio de los tiempos cuando, según los tratados esotéricos, el hombre vivía equilibradamente y en paz con sus hermanos los ángeles, y la maldad y la bondad no es más que aquel aspecto que hay en cada hombre buscando la evolución, el arquetipo superior, y por el otro lado las tendencias de todo aquello que tiene que ir dejando como a través de un cedazo que es el contenido de todo aquello que es peso, que es gravedad. Hemos hablado de gravedad, el sentido de gravedad es lo opuesto a la evolución, es involución, en tanto que la sutilidad es realmente evolución; entonces, el hombre debe perder peso esotéricamente hablando, y solamente puede perder peso cuando entre las moléculas que constituyen sus distintos cuerpos exista cada vez más distancia, cada vez más sutilidad. En esa sutilidad se halla la explicación del porqué Madame Blavatsky había dicho que el espíritu y la materia eran la misma cosa, que la materia es el espíritu que ha descendido a su nivel más bajo de objetividad, y que el espíritu en sí es la materia dignificada hasta el último extremo de sutilidad. Por tanto, todo esto nos amplía el concepto de que existe una corriente evolutiva que tira hacia Dios y otra que tira hacia la materia. No es que aquello sea más malo o más bueno, pero fíjense bien que todo aquello que crea peso en la conciencia o en el cuerpo, que todo esto que tira hacia arriba sutilizando, son los extremos que están siempre en posiciones antagónicas. Esotéricamente, a la parte que pesa se le llama el Guardián del Umbral o el Guardián de los Misterios, el Guardián de la Iniciación, y todo aquello que no tiene peso se le llama el Ángel de la Presencia o el Alma humana, o Dios en nosotros, Cristo en ti esperanza de gloria. Entonces, en medio de esta lucha está crucificado el hombre, de ahí, precisamente, el símbolo de la cruz. El hombre, se nos dice, es un animal más un dios: en el centro de la cruz está el hombre crucificado. El hombre es dentro de la evolución del planeta Tierra la entidad que tiene por objeto redimir los reinos subhumanos y adquirir la conciencia de los reinos superiores, y cuando esto se realiza, cuando la cruz es perfecta, cuando no existe un desequilibrio, entonces se dice que el hombre ha adquirido el poder de liberarse o ha adquirido la liberación. Cuando decimos liberación hay que entender que hemos perdido peso, hemos quedado convertidos casi en la gloria monádica, casi podemos decir que de nosotros a Dios solamente existe una pequeña partícula que nos separa de Su presencia, que es precisamente la partícula que nos permite auto reconocernos y trabajar siempre en un sentido positivo, porque esotéricamente se tiene en cuenta que todo Universo no es sino el cuerpo de una entidad universal que utiliza aquel Universo para expresar su propia vida. Luego Dios, dentro del Universo, es una entidad psicológica como un ser humano, y cuando se nos habla de la Gran Fraternidad Cósmica, dentro de la cual existen todos los mundos, todos los Universos y todas las galaxias, estamos hablando de éter, siendo éter la substancia primordial que nos permite esta auto-relación y esta relación con los demás seres y con los demás mundos del Sistema Solar. Cuando hablamos de éter estamos buscando la causa de todas las cosas, no estamos buscando definir un estado de conciencia o un lugar o un hecho, estamos tratando de la esencia de la vida, de ese supremo impulso que tiene que llevarnos hacia Dios, y naturalmente, si todo el estudio esotérico que podemos tener juntos, y que naturalmente debe surgir de nosotros el diálogo para descubrir lo que está más allá de los sentidos, de la emoción y aun del entendimiento, es cuando seremos conscientes de niveles desconocidos, cuando podemos realizar el arquetipo, cuando haremos la distinción perfecta entre el Guardián del Umbral o demonio tentador, y el Ángel de la Presencia o el ángel guardián, del cual nos hablan todos los tratados místicos y religiosos del mundo sin distinción alguna.

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Conversaciones Esotéricas.
Barcelona, 8 de Marzo 1975
Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G.T.C.) 19 Diciembre 2006

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