Las Leyes de Evolución del Hombre. I

V.B. Anglada


Conversaciones inéditas de VBA

El arquetipo evolutivo y la analogía del mismo. La Ley de Karma, el Tiempo y la Leyde Reencarnación. Importancia del esfuerzo. Herramientas de evolución del hombre.La lucha del Guardián del Umbral y el Ángel de la Presencia en el hombre. Larepercusión del bien o del mal en cada hombre.


Conversaciones inéditas de VBA

Vicente. —... interesante, por cuanto se trata de resolver el problema de la finalidad de los seres humanos. Al hablar de leyes espirituales, y son múltiples, puesto que arrancan de una sola ley universal de vida, vamos a hablar, principalmente, de dos grandes leyes, siguiendo el principio, digamos, divino, que rige todo el proceso, y haciendo algunas escalas en el camino, deteniéndonos ante ciertos hechos y ciertas circunstancias comunes a todos los seres humanos, y cuya finalidad es la integración completa del ser, resolviendo eso que técnicamente llamamos evolución.

Quisiera tratar, primero, exactamente, qué es evolución. Todos tenemos una idea de lo que es evolución, la evolución es el paso que va desde el deseo de progreso inmediato, desde el punto donde estamos situados, hasta la meta asequible a nuestra razón y a nuestro entendimiento, y al esfuerzo que hay que realizar partiendo de este cero de posibilidades hasta un cien por cien de posibilidades absolutas por las cuales y para las cuales ha sido programado el ser humano por la Divinidad. La evolución, por tanto, tiende siempre hacia un arquetipo, hacia algo superior a nuestra manifestación inmediata, y este proceso, este incentivo, este paso hacia esta posibilidad, hacia ese arquetipo, no se refiere únicamente al ser humano, sino que abarca en su dilatada esfera de expresión todo el Esquema planetario, y todos los Sistemas cósmicos que podemos percibir a través de los sentidos, mirando el cielo estrellado, o hurgando en las reconditeces de la razón más profunda. Evolucionan, por tanto, los reinos de la naturaleza, evolucionan las razas, evolucionan los átomos, las células, buscando siempre una superación de perspectivas actuales, y ahondando y profundizando cada vez más y más en este incesante proceso de descorrer los velos del tiempo, buscando la causa suprema como es la eternidad, de nuestra procedencia y de nuestro origen.

Las razas evolucionan según diseños arquetípicos marcadas por cada subraza. Los colores evolucionan también según el diseño de una luz blanca, hacia la cual parece ser que tienden todos los colores de la naturaleza. En la escala, o en la gama de sonidos de la naturaleza, también en número de siete, se busca una nota única de la cual proceden todas las notas de la naturaleza, teniendo en cuenta que cada elemento vivo dentro de la naturaleza está emitiendo una nota, que esta nota tiende a purificarse y a hacerse cada vez más sutil y al mismo tiempo más sublime. Todos (los elementos) buscando la armonía de funciones integrales reflejados en el arquetipo de un sonido, de un color o de un estado de conciencia.

Cuando avizoramos las perspectivas de un estado de paz, de silencio, de recogimiento, cuando la mente cansada del tormento de pensar ha llegado a un punto de silencio expectante dentro del cual y por el cual ha sido consciente de una realidad interior, puede decirse que en el ser humano ha empezado automáticamente el proceso consciente de la búsqueda de su propio arquetipo, siendo ese arquetipo, de aquel momento en adelante, el que va a regir el proceso vital de su existencia, en el plano físico, en el orden emocional, y en el nivel mental, buscando aquello que está más allá de la esfera de los tres mundos. Aquello que está más allá de las posibilidades inmediatas, aquello que está más allá de la luz del entendimiento normal o corriente, del que utilizamos constantemente en nuestra vida de relación social.

Por tanto, la evolución es la ley máxima de la existencia. Es la ley del ser buscando su proyección en el tiempo, creando y renovándose a través de los distintos arquetipos que la naturaleza ha ofrecido a todo ser viviente para realizar ese milagro de orden en todos los siglos de caos. El hecho mismo de que ustedes estén aquí en silencio expectante tratando de comprender cada vez más y más el impulso que guía su razón y su entendimiento y el poder que renueva todas las cosas y que late en el corazón es una demostración objetiva de que ustedes están buscando y tratando de realizar ese arquetipo de evolución para lo cual hemos sido programados como seres humanos. Y, al hablar de leyes espirituales, partiendo de una sola ley, cual es la ley de evolución, tenemos que decir que, consubstancialmente, con la ley de la evolución como caras de la misma moneda de la evolución, están las leyes del karma y las leyes de renacimiento o reencarnación. Hay que apelar, por tanto, para los profanos, a hurgar en el entendimiento buscando la razón de ser en la búsqueda de los arquetipos, pues un arquetipo de perfección en cualquiera de nosotros no puede ser realizado instantáneamente, sino que debemos proyectarnos en el tiempo, y que es en el tiempo y siguiendo estas leyes antes descritas, como podemos realizar estas sutilidad de conciencia en todos los cuerpos, desde el físico al más elevado, para poder reflejar la gloria de un arquetipo.

Por tanto, a la ley del karma se la denomina con justicia la ley de misericordia, tan diferente de aquella otra ley que da solamente un plazo en la vida del ser humano para realizar un arquetipo rígido, inconmovible, cuando la misericordia del ser que nos engendró de su propia conciencia nos da toda la eternidad, Ahí se basa seguramente la ley del karma, la ley de causa y efecto, pues el karma, por su ley, es aquel aspecto de la conciencia que nos permite situarnos a caballo del tiempo y consumar en el tiempo toda expresión de vida, de conciencia de cualidades dentro de nosotros, buscando una culminación. Esto es muy distinto de paralizarse en el tiempo, pues si bien la ley del karma nos da la posibilidad de realizar en un tiempo eterno las posibilidades de desenvolvimiento de nuestra conciencia, no es menos cierto que no podemos paralizarnos en el camino un sólo momento para no quedar rezagados, y para poder vivir libremente aquel arquetipo cuya misión es reflejar a través de nosotros la Gloria de Dios manifestado. Y, naturalmente, hablando de esta parte de la moneda, o esta cara de la moneda de la evolución, que es la ley del karma, existe la gran ley de renacimiento, la reencarnación, que es la única ley que da un sentido a la vida del creyente, que no ofrece un tormento en el infierno ni un premio en el cielo, sino que te ofrece la eternidad del tiempo para que vayas desarrollando, día tras día, aquellas posibilidades latentes que deben convertirte en un Hijo de Dios.

Estas leyes son las verdaderas leyes de la existencia, es el único poder de la gracia, es aquel poder que renueva todas las cosas, es el agua de vida que tanto precisa el sediento peregrino envuelto en problemas y dificultades. Por un lado tiene el deseo de llegar y por el otro encuentra las dificultades de sus vehículos, de sus moradas transitorias de carne, emoción y de entendimiento. Existe un poder, este poder que hizo exclamar al Pablo de Tarso: “El Reino de Dios puede ser arrebatado por la violencia”, dándonos una idea de que el proceso de evolución del ser humano tras la búsqueda de su arquetipo, podría realizarse con un aceleramiento del proceso, y que solamente aquellos seres humanos que se esfuerzan son los que pueden realmente demostrar el arquetipo para el cual toda la raza humana ha sido programada, pues, todos estamos seguros de que existe esta fuerza en nosotros.

El proceso a seguir, este intento de revelar ese secreto de la vida latente en nuestro corazón, y del cual mana la vida, la conciencia y la integridad, es un proceso típicamente individual que nada, ni nadie, puede ayudarnos en la pesquisa interior, que somos nosotros los artífices de esta obra. Somos nosotros los elementos que movemos el karma, somos nosotros los que dictamos las leyes y los principios que nos atan progresivamente a las leyes de muerte y nacimiento. Por tanto, sabiendo que la causa, la raíz del karma, que el proceso de la vida, y el movimiento de la rueda que da vida al proceso incesante de las vidas y las muerte, es lo que debemos tener en cuenta, porque hay una responsabilidad para el hombre que ha llegado a cierto punto de comprensión. Este punto equis que cada cual debe determinar es el que te ilustra en el sentido del esfuerzo, en la búsqueda de las oportunidades, en el estudio de las leyes soberanas de la vida, en la unción por la Divinidad, y en el esfuerzo que tenemos que realizar para abarcar dentro del estrecho marco de la conciencia actual la posibilidad de una perspectiva absoluta.

Esto es a mi entender lo que debiera guiar nuestros pasos por la Tierra, y buscar incesantemente en el interior una respuesta a todas las interrogantes de nuestra vida, aquella punzante interrogante con tres amplias vertientes que son: “Quién soy, de dónde procedo y a dónde voy”. Tres preguntas que están en la raíz del karma de la humanidad, y que antes de ser realmente descubiertas y antes de que no puedan ser actualizadas, es el combustible que da vuelta incesante a esta vida cuya cara es el nacimiento y otra cara es la muerte. Vean, por favor, la analogía. La evolución como ley de vida es como una moneda, en una cara está la ley de karma y en la otra la ley de evolución. Si vamos siguiendo estas descripciones veremos que la vida, que no es una oposición contra la muerte, sino que es la vida en sí una moneda con dos caras. En una cara está el nacimiento y en la otra la muerte. Unas monedas que van girando incesantemente en tanto el espíritu humano les marque con un incentivo de fuerza y vitalidad. Es así como vamos viviendo en el tiempo tratando de resolver la incógnita de nuestra vida.

Es interesante, también, considerar la evolución con todo el proceso que entraña el vivir y el proceso de la existencia del nacer y del morir como aquel punto de equilibrio que estamos buscando incesantemente. La mayoría de nosotros tenemos una mente muy limitada y no podemos comprender el alcance del porqué la Divinidad nos ha creado, sus motivos, y la amplitud de su entendimiento y de su conciencia dotándonos de vida, de poder y de resolución y lanzándonos a través del tiempo buscándole a Él nuevamente. Pero, el tema no se refiere hoy a las causas místicas profundas del Creador con respecto a su obra, sino que estamos analizando la obra del Creador, cual es la ley de la evolución, diciendo que sale una línea de la Divinidad, se hunde en el tiempo y toma derivaciones. Derivaciones que pueden ser medidas en términos positivos o negativos, en términos de luz o de sombra, y todo este proceso debe llevar a un equilibrio para poder reflejar la humanidad perfecta que es la Divinidad en funciones, porque se busca el Reino de Dios, pero hemos lanzado el Reino de Dios a tal exagerada distancia de nuestras posibilidades actuales que prácticamente el cielo aparece como de bronce y existe la callada como respuesta a nuestras interrogantes.

Pero, si empezamos con el convencimiento de que el Reino de Dios está en nuestro corazón y que estamos enlazados con la Divinidad a través del corazón, el asunto cambia radicalmente de aspecto, nos damos cuenta de que realmente podemos realizar el arquetipo, primero en nosotros, después compartiéndolo con los demás, porque tal es la función del ser humano, buscar el Reino de Dios y revelarlo, o buscar la paz y expandirla. Porque el proceso del ser humano tocado por la gracia, y la gracia siempre es el arquetipo que se revela, no es sino una demostración de que todo ser humano puede realizar ese arquetipo aquí y ahora, si realiza el esfuerzo y no se siente acobardado por la fuerza de las circunstancias. Este es el proceso vital, y este es el esfuerzo que reclama el entendimiento superior.
Esta potencia subjetiva eterna que trata de revelarse a través de cauces concretos, a través de líneas decididas, no buscando la soledad del claustro del monasterio, ni una gruta en las montañas, sino compartiendo esta soledad adquirida por el esfuerzo de la búsqueda, cual es la revelación del arquetipo, y compartiéndolo dentro de un ambiente familiar y social.

Antes creíamos, siguiendo la ruta de la evolución y de esas grandes leyes que la rigen, que la soledad, la potencia de la soledad, era el premio de la búsqueda, y que desde entonces la persona podía vivir en el éxtasis buscando a Dios, conversando con Dios, y estando constantemente en esta íntima y mística comunión, olvidándose que la vida de Dios es participación, y que la única manera de quebrantar las leyes que obligan al ser humano a nacer y a morir, y estar pendiente de la Rueda de Samsâra, esta rueda de muerte y nacimiento, de karma incesante, de acumulación de premios y castigos a través de las edades, solamente podrá ser detenida cuando el hombre sea capaz de compartir con los demás aquel diseño. Aquel arquetipo, aquel fuego, aquella fuerza que ha adquirido en la lucha por la revelación de él mismo.

Estamos hablando, si ustedes se dan cuenta, en términos sociales. Antes creíamos que el hombre espiritual era el hombre religioso, el hombre que seguía determinado tipo de religión, o que era místico, pero es que los caminos que van al Señor son incontables y son infinitos, porque cada persona tiene un tipo definido de camino que lo lleva a Él. Esto debe ser recordado porque en el fondo de cada uno siempre existe el deseo de atraer y de convencer a los demás, y no nos damos cuenta al hablar de karma que uno de los karmas más poderosos en bien o en mal, porque existe el karma bueno y el karma malo, es el hablar en sentido de atraer, de convencer. Es una forma de retorcer conciencias y pervertir voluntades, y el karma es la ley de misericordia, (porque) cada cual despertará a su momento justo, de la misma manera que siguiendo leyes objetivas nadie muere ni cinco segundos antes ni cinco segundos después de lo que ha marcado la Rueda de Samsâra. Esta rueda que al llegar a cierto punto deja a la persona libre de su cuerpo, simplemente esto: libre de su cuerpo para continuar la evolución en otros estados progresivos de conciencia.

Lo interesante, más que todo, es darnos cuenta de cómo estamos todos unidos y programados por el mismo artífice, por el mismo arquitecto, y que no existen diferencias de origen, ni existen castas, ni existen diferenciaciones. Existe un proceso único que arranca del propósito de vivir y llega a su más alto cumplimiento en las esferas de exaltación y de belleza del más elevado cumplimiento. Por tanto, la única manera de romper el círculo vicioso del karma, la única manera de gobernar nuestro destino, la única forma de poder sustraernos a esta ley que nos obliga a nacer y a morir en el tiempo, es, precisamente, dejar de apegarnos a nada, empezando por el apego a la propia vida, al apego a la familia, al apego a las amistades, ya que todos somos iguales. Todos tenemos el mismo propósito de vivir y de realizar, difieren los motivos, las cualidades, el género de entendimiento, las castas sociales, tan en boga hoy en día, las cuentas en el banco, que diferencia a un ser de otro. El estado social de la humanidad hoy día, igual que hace mil siglos -si me permiten esa expresión- es el mismo: la diferenciación del hombre en castas sociales. Esta es la rueda del karma más potente en el mundo y que más daño ha hecho a la humanidad a través de los siglos. El karma es un espíritu de misericordia, pero no puede parar si no paramos nosotros. La ley es la ley, nosotros estamos sujetos a la ley, pero sabemos que esta ley puede ser gobernada e incluso alterada en sus ciclos cuando nos hemos situado en un estado de desapego o desapasionamiento dentro del cual somos realmente libres y podemos libremente ejercer nuestro derecho como Hijos de Dios. Este es el proceso interesante a más no poder, y que nos capacita para comprender la vida en términos de realización.


Vicente Beltrán Anglada
Barcelona, 1 de Agosto de 1974
Digitalizada por el grupo de transcripciones de conferencias. (G.T.C.) 7 de Mayo de 2008

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1 Comentario de lectores

17/11/2013

Quiero dar las gracias por vuestro esfuerzo, hace una semana que estoy recibiendo vuestro correo, la energía que transmite a las personas que como yo lo leemos cada mañana, sé que son temas necesarios, me gusta porque es uno al día y muy accesible de leer, lo leo en mi teléfono móvil, mil gracias, yo también de una manera muy ligera soy una trabajadora de la luz, de momento conmigo misma, pero seré como vosotros, trabajaré para que más humanos se sientan tan bien como yo con vuestros mensajes, mil y mil gracias.

Corinne desde España.

-.-.-

Hola Corinne!

No creas que es poca cosa trabajar con uno mismo.
Justamente creo y estoy convencido que es el mejor trabajo que podemos hacer por y para todos.

Un abrazo!
Oso de Luz