El Modelo Cosmofractal. III
Varios/Otros
MUÑECAS RUSAS
En este esquema se grafica el comportamiento básico del Universo concebido como un gran fractal, por cuanto en él se puede observar que: cada cuerpo físico de la naturaleza constituye una partícula elemental, dada en un nivel de organización de escala determinada; y así tal partícula elemental interactúa con otras partículas elementales (cuerpos físicos) de la misma escala, para conformar en su conjunto un nuevo cuerpo físico, que constituye por sí mismo una nueva partícula elemental dada en un nivel de organización de escala más grande; y a su vez tal cuerpo físico interactúa con otras partículas elementales (cuerpos físicos) de su misma escala, para conformar en su conjunto un nuevo cuerpo físico, que constituye por sí mismo una nueva partícula elemental dada en un nivel de organización de escala aún más grande; y así sucesivamente.
Dicho de otro modo cada cuerpo físico constituye una partícula elemental, dada en un nivel de organización de escala determinada; y así tal partícula elemental es el sistema que resulta por la interacción que realizan otras partículas elementales (cuerpos físicos), que pertenecen a un nivel de organización de escala más pequeña; y a su vez una de estas partículas elementales es el sistema que resulta por la interacción que realizan otras partículas elementales (cuerpos físicos), que pertenecen a un nivel de organización de escala aún más pequeña; y así sucesivamente.
En congruencia con la noción general que se tiene de un fractal, la estructura del gran Cosmofractal debería estar conformada por algún tipo de patrón básico, que se repite con grado variable de semejanza en una variedad infinita de tamaños, para conformar así un sistema que posee infinitos niveles de organización de infinitas escalas distintas.
De acuerdo al comportamiento orgánico y complejo que evidencia poseer el gran Cosmofractal, puede ocurrir que: 1) exista solo un tipo de patrón básico que puede deformarse y reaparecer de forma ordenada o bien caótica, en los sucesivos niveles de organización de diferente escala que componen el gran Cosmofractal; 2) existan dos o más tipos de patrones básicos distintos que pueden deformarse y reaparecer de forma ordenada o bien caótica, en los sucesivos niveles de organización de diferente escala que componen el gran Cosmofractal; 3) exista un número infinito de patrones básicos distintos que pueden deformarse y reaparecer de forma ordenada o bien caótica, en los sucesivos niveles de organización de escala distinta que componen el gran Cosmofractal.
En definitiva pueden existir múltiples posibilidades de comportamiento del gran Cosmofractal, tanto en lo que se refiere al patrón básico que lo conforma, como a la manera en la cual este puede deformarse y reaparecer en los sucesivos niveles de organización. Dicho todo esto es importante recordar que este texto lidia con el “fractal supremo” que contiene todos los sucesos físicos que existen, producto de lo cual se debe tener una elevada perspectiva y contemplar como sumamente lógico que el gran Cosmofractal, tenga una complejidad significativamente mayor, que la complejidad mostrada por los fractales conocidos actualmente por el hombre; los cuales de por si son difíciles de abordar, ya que sus magnitudes infinitas sacuden de raíz los parámetros mecanicistas, finitos, y tridimensionales, sobre los cuales se acostumbra a mover cómodamente la mente del hombre.
En este primer capítulo se expuso un modelo del Universo denominado Principio de la Cosmofractalidad, que estipula que el Universo es un gran fractal físico denominado Cosmofractal; de este modo el gran Cosmofractal es básicamente un sistema dinámico, que se encuentra constituido por una cantidad infinita de partículas elementales, las cuales se reproducen de forma orgánica y compleja en infinitos niveles de organización de infinitas escalas distintas, para conformar así una gran red continua que brinda a la naturaleza, la propiedad de ser un sistema autorreferencial, autoproducido, y autojustificado.
Existe un término científico llamado Autopoiésis que demuestra la propiedad básica que poseen todos los sistemas vivos, de producirse a sí mismos mediante una red estructural de procesos autorreferenciados. Por cuanto un árbol, un animal, o cualquier sistema vivo existe en una determinada escala, y en razón de ello estos son sistemas autopoiéticos de escala molecular; de manera que todos los sistemas vivos poseen la propiedad autopoiética de autogenerarse por medio de unas partículas elementales, es decir las moléculas, que se organizan en redes circulares y cerradas sobre sí mismas de producción, donde tales moléculas generan retroactivamente con sus interacciones la misma red que las creo; manteniendo con ello un flujo constante de materia y energía dentro del sistema.
Al leer con detención los dos párrafos anteriores, puede comprobarse que la forma autopoiética en que se organizan todos los sistemas vivos, también existe en esencia dentro de la organización fractal del sistema Universo que contempla el Modelo de la Cosmofractalidad. Así esta correspondencia es un hecho bastante lógico de esperar, debido a que el Universo se expresa como un sistema muy dinámico y orgánico, y en múltiples aspectos manifiesta un comportamiento substancialmente similar al que poseen los sistemas vivos tradicionales; por cuanto la naturaleza misma como un todo unificado se manifiesta de algún modo como una especie de sistema vivo, y en razón de ello tiene que denotar consecuentemente alguna forma particular de comportamiento autopoiético.
En conclusión la Autopoiésis de los sistemas vivos constituye una considerable evidencia empírica, que complementa y respalda los postulados del Principio de la Cosmofractalidad.
La Complejidad es un célebre campo de investigación de la ciencia contemporánea, que reconoce que una enorme cantidad de fenómenos de la naturaleza -como los seres vivos por ejemplo-, son sistemas Complejos que se configuran como una red de múltiples componentes en constante interacción dinámica.
Dentro de la Complejidad se reconoce que los sistemas Complejos se rigen fundamentalmente en función de tres principios básicos: el Principio de Recursividad, el Principio Dialógico, y el Principio Hologramático. De esta manera los sistemas Complejos manifiestan unas características muy especiales en sus comportamientos, tales como: auto organización; aleatoriedad; una no-linealidad en donde los productos y los efectos, son al mismo tiempo productores y causas de aquello que los produce (recursividad); una organización por fluctuaciones que viene dada por un Principio de Dualidad (dialógica), que determina que los factores opuestos y complementarios interaccionen entre sí de forma dinámica, como por ejemplo orden y caos; una forma de organización fractal en donde el todo está en la parte y la parte está en el todo (hologramática).
En conclusión el paradigma de la Complejidad muestra como los sistemas Complejos se comportan de un modo plenamente correspondiente, con la forma en la cual se comporta el gran sistema Cosmofractal. Por lo tanto la Complejidad junto con la gigantesca cantidad de sistemas Complejos que existen, constituye una relevante evidencia empírica que complementa y respalda el Modelo de la Cosmofractalidad.
Nuestra sociedad está acostumbrada a pensar en la realidad como una maquina finita e inerte en la cual flotan ladrillos aislados de materia, no obstante, esta irreal abstracción esquemática del Universo ha sido una simple anécdota dentro de la historia, que se instauro solo en estos últimos siglos, y de hecho, tanto ayer como hoy nunca ha sido una creencia masificada, ya que por ejemplo la mitad oriental del planeta ha sabido mantenerse permanentemente, dentro de la única Cosmovisión inmutable que ha imperado en toda la historia del hombre, vale decir, la Cosmovisión de un Universo infinito y orgánico en la cual todos los acontecimientos se encuentran interconectados entre sí.
Por cerca de tres siglos el desarrollo de la ciencia acostumbro a proceder en función de un enfoque reductivo y mecanicista, que se limitaba solo al estudio lineal y aislado de las partes que componen un fenómeno determinado. Así la máxima de este paradigma es la visualización de la naturaleza como una especie de máquina inerte, que se compone solo por un agregado funcional de diferentes fenómenos; los cuales se aprecian constitutivamente individuales y separados entre sí, como si se tratase de ladrillos o engranajes de un reloj.
Muy por el contrario el nuevo enfoque de la ciencia contemporánea posee un carácter sistémico y orgánico, que estudia el complejo modo en el cual las partes interrelacionadas, participan en la conformación de un fenómeno unificado. Así la máxima de este nuevo paradigma es la visualización de la naturaleza como una especie de organismo, que se compone por una red sistémica de diferentes fenómenos; los cuales se aprecian constitutivamente conectados entre sí por medio de intrincados procesos dinámicos.
La nueva mentalidad sistémica de la ciencia reconoce que el todo es mucho más que la suma de sus partes, y comprende que las interacciones que establecen entre sí los componentes del todo, involucra una cantidad de información fundamental, que se encarga de definir la identidad de las partes tanto como es definida la identidad del sistema total.
Por ejemplo una galaxia posee una identidad propia, que la hace ser mucho más que un simple puñado de estrellas flotando en el cosmos. A su vez un compuesto posee una identidad propia que viene acompañada de propiedades químicas, que son muy diferentes a las propiedades químicas que poseen los elementos de los cuales está hecho.
La ciencia ha estado atravesando durante estas últimas décadas por un agitado proceso de transición, en el cual muchas ideas reduccionistas y mecanicistas aún persisten, en contraposición con el palpable establecimiento del nuevo pensamiento sistémico. Por ejemplo, aún se siguen desarrollando teorías científicas a la vieja usanza, en donde por metodología de trabajo lineal, reductiva, y especulativa, se consigue crear una pequeña cantidad de ecuaciones ocurrentes, que luego de una controversial interpretación, conducen finalmente a la elaboración de imaginativos y extravagantes modelos teóricos; los cuales haciendo honor a sus orígenes especulativos, suelen respaldarse por una escasa o nula cantidad de evidencia empírica, y por tanto poseen igualmente una escasa o nula validez científica; ya que la evidencia real es lo único que puede definir finalmente cuan efectiva y verídica es una teoría.
Como ejemplo de este tipo de teorías se pueden nombrar: la Teoría del Big Bang, que ha sido respaldada por no más de tres evidencias empíricas, las cuales además son sumamente cuestionables en su presentación como pruebas; la Teoría de la Energía Oscura, que básicamente nada real la respalda, y que tristemente se ha utilizado como un comodín para tratar de responder a todo tipo de fenómenos, que escapasen del entendimiento científico; la Teoría de la Materia Oscura, que presenta exactamente las mismas características que la teoría de la energía oscura; etc.
Mención especial tiene la teoría de un Universo finito que posee su límite en una determinada partícula subatómica, puesto que esta mecanicista teoría ha tratado ilusamente de encontrar los ladrillos materiales de un Universo tipo máquina, que sencillamente no es tal. De este modo dicha búsqueda sin sentido se ha transformado durante el último siglo en una maniática caza de brujas, en la cual un día se anuncia a los cuatro vientos que tal partícula es el piso microcósmico de la naturaleza, y al día siguiente se susurra en voz baja que esto era incorrecto, pero alzando nuevamente la voz se vuelve a gritar a los cuatro vientos que se descubrió una nueva partícula más pequeña, que sí tiene que ser la última que existe. Así es como dentro de este engorroso proceso, ha llegado a formarse una especie de zoológico subatómico de partículas elementales, que en la actualidad supera las doscientas.
Buscar los ladrillos de la materia es un retrogrado enfoque mecanicista, que ya no tiene cabida dentro de un pensamiento sistémico, que sabe de toda la exquisita complejidad que posee un Universo orgánico de magnitud infinita.
Cabe mencionar que el estudio de las partículas elementales es fundamental para el desarrollo científico, y que su proceder se justifica por sí mismo, sin la necesidad de mezclar esta fascinante área de estudio con una teoría mil veces aniquilada; la cual de tanto en tanto se levanta de su tumba como el más horrible de los zombis, para intentar engullir de forma animalesca a todo aquel desprevenido que logre atrapar con sus garras.
Ante tantos ridículos que ha vivido la ciencia a lo largo de la historia, por culpa de este aberrante zombi que resulta ser la teoría de un Universo finito con límites bien definidos, un conjunto de científicos que así y todo son partidarios de dicha teoría, ha desarrollado en la actualidad una conveniente y astuta maniobra; la cual consiste en situar su supuesto límite del Universo en un lugar del microcosmos, al que la tecnología no podrá llegar experimentalmente durante mucho tiempo, es decir a la Escala de Planck. Con lo cual estos científicos podrán dormir tranquilos sabiendo que ya estarán bien muertos, para cuando llegue el día en que su creencia pueda ser destruida experimentalmente, tal y como ha sucedido en innumerables ocasiones de la historia.
Un hecho pocas veces mencionado en los libros de divulgación científica, es que las ecuaciones que suelen ser utilizadas para desarrollar modelos teóricos, son en el fondo una especie de composición artística, que utiliza como medio de expresión la matemática. De este modo la matemática, pura y perfecta como solo este sistema puede ser, es utilizada por habilidosos hombres de ciencia para esculpir complejas ecuaciones; las cuales justamente por apuntar a lo más alto de la complejidad y abstracción, tienden muchas veces a escaparse del entendimiento de sus propios artífices; conduciéndolos a cometer con esto muchos errores, tanto en la manufacturación de las propias ecuaciones, como en la manufacturación de los modelos teóricos que de ellas resultan.
Un buen ejemplo que grafica cual es el talón de Aquiles de los modelos teóricos clásicos, lo encontramos en Einstein, ya que incluso este eminente científico reconoció haber cometido numerosos errores en su carrera, incluso garrafales errores, como fue el caso de la constante cosmológica, en donde su estado de confusión lo llevo a modificar ecuaciones burdamente, en un intento desesperado por hacerlas coincidir con las ideas preconcebidas que poseía sobre la realidad.
Otro excelente ejemplo es el caso de las normalizaciones, ya que estas no son más que deficientes ecuaciones de aproximación, que forzosamente tratan de sacar del camino las variables de magnitud infinita que se encuentran en la naturaleza. ¿Es “normal” pensar que solo con ponerse una venda en los ojos, el Universo va a dejar de ser infinito?
Realmente es muy lamentable que algunos científicos bien posicionados en cuanto a tribuna mediática, estén tan segados por su orgullo profesional, que se atreven a vociferar con la mayor de las convicciones que el Universo es de tal o cual manera, por el simple hecho de haber inventado algunas ecuaciones “hermosas” que así lo sugieren en su interpretación.
Las ecuaciones son una herramienta sorprendente cuando caminan en sintonía con el mundo real, de eso no cabe duda. Sin embargo todo termina convertido en un despropósito cuando las ecuaciones reemplazan al mundo real, y cuando el supuesto valor estético que se le atribuye subjetivamente a algunas ecuaciones, se convierte en el único justificativo para validarlas; sin importar que no exista evidencia empírica de respaldo, y sin importar que el Universo sencillamente no sea de la manera descrita.
Este comportamiento de un sector de la ciencia se asemeja peligrosamente a una secta religiosa, ya que algunos “profetas científicos” se creen los guardianes elegidos del conocimiento Universal, y tratan autoritariamente de convencer a la sociedad de que ignore el mundo real, y que crea solo por fe en las “bellas” historias que se le cuentan; sin importar que estas historias sean solo visiones imaginarias que percibe en sus delirios una mente perturbada.
Una buena idea sería proporcionarles a este tipo de personas una espaciosa sala de arte, para que colgaran sus ecuaciones en tamaño gigante, puesto que esta medida beneficiaria a todos: por un lado estos “profetas científicos” alimentarían su desenfrenado afán de reconocimiento; por otro lado los científicos interesados podrían visitar la sala de arte y deleitarse con toda la belleza y simpleza, que quieran encontrar en tales ecuaciones expuestas; y por último el resto de la humanidad podría recobrar su sanidad mental, y con ello estar más receptiva a la incorporación de verdaderas teorías científicas que si tienen un respaldo real y consistente en la naturaleza.
Es de suma importancia recalcar en esta instancia final del primer capítulo, que el Principio de la Cosmofractalidad se desarrolla por medio de una metodología de investigación sistémica y no-lineal, que estudia la matemática como un todo integral, y en función de los comportamientos fundamentales que denota el sistema completo de la matemática, se realiza una interpretación sumamente lógica y elemental de los hechos, que da por resultado un modelo fractal e infinito del Universo.
De esta manera el Modelo de la Cosmofractalidad se fundamenta en el sistema matemático mismo, y producto de ello se imprime directamente de toda la perfección y veracidad que posee este sistema de organización fundamental de la naturaleza, el cual se recordara, configura la morfología del Universo de un modo similar a como un esqueleto configura la morfología de un ser vivo.
Producto de todo lo anterior el Principio de la Cosmofractalidad se respalda consecuentemente por una enorme cantidad de evidencia empírica, todo lo cual le brinda al final de cuentas una enorme validez científica.
Solo queda decir que es misión de cada lector el sacar sus propias conclusiones, respecto a la información proporcionada en este primer capítulo, así como en los capítulos que se expondrán a continuación, y solo queda esperar que cada cual posea la capacidad de pensar por sí mismo; sabiendo reconocer cuando se está en presencia de hechos reales, y por el contrario, cuando se está en presencia de simples especulaciones que son disfrazadas y vendidas como alta ciencia.
Extracto de FRACTAFISIS - EL UNIVERSO INFINITO
DANIEL ANTIANKA
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