El intercesor y el guardián del umbral.

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Nos ocuparemos ahora de dos grandes fuerzas inteligentes, que representan a la naturaleza superior y a la inferior del hombre. Se los llama el Intercesor y el Guardián del Umbral, y se presentan ante el estudiante como personalidades definidas.

Si estamos familiarizados con la literatura griega, recordaremos el Daimón de Sócrates, y cómo éste asumía, con frecuencia, la actitud de escuchar las indicaciones de aquél. Todos poseemos un Daimón o Intercesor similar, el cual nos incita, constantemente, a que purifiquemos nuestras aspiraciones y nuestra respiración. Los elementales superiores dan consejos similares y es el Intercesor el que nos lleva, si somos dignos, a fases más elevadas de desenvolvimiento.

Este, como ya hemos dicho en otra parte, es un gran momento en la vida del estudiante, en el que el Intercesor aparece revestido con ornamentos resplandecientes. Su aspecto es terrible y la luz es, a veces, tan intensa que uno no puede abrir los ojos.

El Guardián del Umbral, nuestro tenebroso Angel de destrucción, puede también aparecer; posee radiación y belleza; pero es malo y su presencia se presiente más fácilmente.

A medida que el estudiante profundice en su interior, se dará cuenta de estas presencias, que se ciernen constantemente sobre él y le impresionan con sus consejos. Poco a poco, verá que en él existe una inteligencia doble.

Antes de seguir adelante, es necesario que demos una explicación sobre los seres mencionados.

En el transcurso de miríadas de vidas, hemos construído dos formas mentales, compuestas de naturaleza opuesta. La superior ha acumulado átomos de nuestras aspiraciones y acciones más elevadas; la más baja, a su vez, es la forma mental creada por nuestras malas pasiones y deseos.

A estas dos entidades las hemos dotado de fuerzas anímicas y de conocimiento de gran alcance; sin embargo, para que podamos sentir la presencia de nuestro Intimo y no ser impresionados por estos elementos personales del pasado, hemos de desintegrarlos y devolver sus átomos al lugar que les corresponde en la Naturaleza; porque es el Intimo la verdadera expresión de la Realidad en nosotros, y que posee sabiduría más grande que la de nuestra creación personal. El estudiante preguntará, naturalmente, ¿por qué hemos de desintegrar al Intercesor?

He aquí la razón. Mediante magia inconsciente, hemos atraído átomos, sacándolos de las esferas que les corresponden, y los hemos aprisionado en el cuerpo de nuestras creaciones mentales; como esto es contrario a la ley de la Naturaleza, hemos de libertar a tales átomos y devolverlos a sus propios elementos, de la misma manera que queremos nosotros libertad para entrar en nuestros propios mundos del ser.

No obstante, esta desintegración no se produce hasta que hemos alcanzado un cierto grado de desenvolvimiento. Con lo dicho, el estudiante podrá darse cuenta, ahora, de cómo nos impresionan nuestras propias creaciones del cielo y del infierno.

El Intercesor nos ayuda a separar las substancias verdaderas de las falsas; es decir, que lo grosero en nuestros cuerpos es transferido a la envoltura del Enemigo Secreto, y esta substancia extraña anula su fuerza y poder para adherirse de nuevo a nuestros cuerpos mental inferior, astral y físico. Gracias a este proceso, empezamos a atraer a nuestros cuerpos átomos de la llama consumidora, que aprisionan al Enemigo Secreto y le quitarán sus poderes.

El estudiante ha de tener presente que todo esto ocurre dentro del universo que él mismo ha creado.

La concentración, tal como el mundo la conoce, es diferente en los mundos internos.

Cuando proyectamos mentes en la substancia de una cosa, puesto que el pensamiento es penetrante, impedimos que ella se acerque a nuestras mentes; nosotros estamos, también, expuestos a presión similar.

Verdadera concentración es conocer una cosa hasta identificarse con ella, y el verdadero pensamiento es una actividad mucho más allá de la comprensión de nuestro cuerpo mental objetivo.

Cuando nos unimos a una inteligencia, dentro de una cosa, ella se repite mientras estemos concentrados en ella. En la concentración, tratamos, también, de obtener la respuesta de la inteligencia atómica solar dentro de una substancia.

Cuando pensamos en un amigo y le enviamos nuestro amor con visión concentrada, unimos nuestra atmósfera a la suya y responderá a medida que imprimamos nuestros pensamientos sobre la tela de su cuerpo mental. Esta presión trae la respuesta de su ser interno, aunque su mente objetiva sea inconsciente de ello. Su ser interno responderá, si adoptamos el método real de concentración; pues, a medida que esta tela registra el pensamiento, da nacimiento a una masa compuesta de átomos de la misma naturaleza, que ella nos devuelve. Esto es como una formación cristalina. El cristal simiente recoge y construye a su alrededor cristales similares. Esto quiere decir que; lo que enviamos a otros se nos devuelve en abundancia, ya sea para bien o para mal.

Este proceso, que es objetivo, también ocurre interiormente y recibimos nuestra información de esta manera. Este método es muy diferente al que emplean quienes enseñan meditación y concentración, sin conocer estas leyes y métodos, con lo cual dan a sus pupilos poco de verdadero valor. Cuando el yogui se concentra, busca conocimiento y lo recibe.

Otra cosa importante. Si no poseemos el conocimiento de estas prácticas correctas, evocamos constantemente a nuestra personalidad, y nuestro pensamiento estará siempre fijo en ella.

Aparentemente, nos hemos alejado del tema de la práctica de Yoga, pero ha sido al objeto de inculcar en el estudiante la importancia de la pureza de pensamiento y de la aspiración, así como de la limpieza de cuerpo y de vida.

Existen muchas escuelas de Yoga y siete senderos; pero hay muchas sendas que unen al hombre con las cosas ocultas de la Naturaleza, y tres amplios caminos que unirán al hombre con Dios. Estos el estudiante ha de descubrirlos por sí mismo.


Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)

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