Los Egregores: Segunda Parte (2/2)
V.B. Anglada
Bien, si tenemos un poco de visión del mundo oculto, y el clarividente entrenado trata de hacerlo constantemente, me refiero concretamente al investigador esotérico, lo más interesante es distinguir entre los varios tipos de formas psíquicas que se presentan en nuestro campo conceptual cuando empezamos a descubrir algo más que valores objetivos del ambiente, es decir, no sólo vemos egregores que son los que hemos construido, sino formas análogas que son cascarones astrales, y les voy a decir lo que es un cascarón astral, aunque Uds. ya lo habrán escuchado en otras conversaciones: un cascarón astral es la forma psíquica de una persona fallecida o de un animal fallecido que está siendo vivificado por una entidad dévica de categoría siempre inferior, capaz de dotarlo de vida y de movimiento y que produce la sensación de que es un ser real.
Ahí está una de las diferenciaciones, y una de las grandes pruebas en el sendero iniciático, cuando el Maestro sitúa ante la visión del discípulo dos formas exactamente iguales, dice: “¿Cuál es la real y cual es la ilusoria?” Es muy difícil la prueba y no todos llegan a éxito, por cuanto los devas que trafican, por decirlo así, con los cascarones de las personas fallecidas y que se presentan en las reuniones espiritistas diciendo que son tal cosa y que no son tal cosa, sino que son la representación objetiva de algo que está fuera del espacio-tiempo ya. Es decir que cuando se habla, por ejemplo, de los fantasmas de los castillos y de las formas psíquicas de entidades que están vagando como almas en pena, démonos cuenta que existen leyes dentro del universo que impiden que el alma quede sujeta al dominio de sus cuerpos inferiores y que lo que se ve habitualmente es el cascarón, la envoltura que tuvo aquella persona en vida y que se está paseando habitualmente por los lugares sombríos, singularmente pantanosos en casas que llaman que hay duendes y todas estas cosas.
Es tan natural de verlos que no se dan cuenta de que no existe aquella persona, sino que existe una entidad que está vivificando con su vida dévica aquel conjunto de células todavía vivas por el impulso que le da el propio deva, porque son maestros consumados en el arte de la superchería. De ahí que cuando se dice que hemos tenido una visita de San Antonio o San Pablo, por no decir la Virgen María o todas estas cosas, la persona debe pensar qué será esto. Dense cuenta de una cosa muy natural, y creo que estarán ustedes de acuerdo conmigo, cuando hablamos de la Virgen , los milagros de la Virgen de Fátima o de la Virgen de Lourdes, porque son los más conocidos en el mundo occidental, en el mundo católico, ¿qué estamos diciendo exactamente?
Bien, en el momento en que un grupo de personas enfocan su atención hacia un punto determinado están creando un egregor, este egregor tiene el poder de concentrar materialmente todo el poder de los éteres cristalizados, constituyendo una forma que puede ser la de la Virgen , la del Santo, de Cristo, como decíamos antes, o de una persona influyente con carisma, después hablaremos de lo que es el carisma porque es muy interesante, por sus repercusiones psicológicas, para darnos cuenta que una pequeña imagen de madera sin valor alguno, se la ha dotando de fuerza milagrosa capaz de crear técnicamente efectos sobrenaturales.
Habría mucho que discutir sobre lo que hay que entender por sobrenatural. Para mí la regla siempre es ciencia pura, una expectación típica comprendida realmente y no existe el milagro. ¿Cómo se produce entonces el milagro que produce satisfacción? Pues muy simplemente, han creado un egregor de tal potencia radioactiva que ha atraído la atención de algún ángel superior, de algún deva de categoría superior a la humana, y puede a través de este ente creado por un ser humano llegar a muchos fieles, a muchas personas que necesitan esta ayuda, son por así decirlo, las ilusiones positivas que existen en el ambiente, porque la imagen de Cristo ha curado a personas por su fe, pero ¿ha curado Cristo o la imagen de Cristo? Porque la imagen de Cristo tiene un gran poder, debido a que contiene el poder que le confieren los millones de seres humanos que están pensando en Cristo con devoción y amor, entonces, los devas que acuden en huestes a cooperar en la creación o en la construcción de esta forma, están preparando el tabernáculo, por decirlo de alguna manera, para que cualquier entidad superior angélica o arcangélica pueda utilizarla para bendecir a la humanidad.
Bien, esto pasa en Lourdes, pasa en Fátima y pasa en todo momento y en todo lugar, y lo vemos también en las personas que decíamos tienen carisma, pero ¿qué es carisma?, ¿qué es el efecto carismático? Una serie de personas piensan sobre otra en cualquier dirección, sobre aquella persona, y automáticamente a su alrededor, en su aura magnética, están creando una ilusión o un egregor que no es aquella persona, pero que posee poder porque el poder siempre es creado, siempre es creación.
¿Cómo se explica, por ejemplo, que un cantante de moda tenga carisma? ¿Es que tiene carisma porque posee un gran poder magnético espiritual? ¿O es que tiene carisma porque un grupo indeterminado pero siempre numeroso de personas lo están ensalzando y crean a su alrededor un egregor magnético que le acompaña por todas partes? Así, un artista mediocre tiene carisma, un político mediocre tiene carisma, y todo aquel que maneja poder en política, en economía, en ciencia, en arte, en religión, tiene carisma. ¿Tiene carisma por los valores humanos o tiene carisma porque hay millones de fieles con la idea de representación objetiva de realidades subjetivas?
Existen en todos momentos y en todas partes, grupos de personas cuya mente no rebasa la medida de la inteligencia esotérica, no puede llegar; y como se encuentra solitaria porque no se ha creado todavía en el vínculo de unión entre su pequeña alma mortal y su alma superior inmortal, esta soledad es de miedo y le obliga a juntarse con otras almas que tienen miedo; y cuántas más almas tienen miedo, más proliferan las religiones organizadas, dense cuenta de este detalle. ¿Qué significa esto? Significa que el individuo en unidad o como grupo, se ha sentido impregnado de los efectos carismáticos de cualquier egregor que puede estar cifrado en una religión, en una doctrina o en un cantante de moda; los efectos son diferentes, la causa la misma, porque las personas que han seguido a Elvis Presley o que siguen a cualquier cantante de moda, están haciendo lo mismo que hace un fiel que reza a una imagen; y están creando un egregor sobre aquella imagen que le da un poder carismático, un poder curativo, un poder sobrenatural y no obstante, no existe nada de esto.
¿O es que vamos a confundir, volviendo a lo mismo, entre imagen ficticia del Cristo y el propio Cristo? Entonces, la imagen de Cristo es para las personas solitarias, las personas que tienen miedo, las personas que no pueden afrontar todavía su situación kármica porque carecen de poder, carecen de voluntad, o quizás no tienen amor en sus corazones. Entonces, dense cuenta que el camino que va del hombre a Dios es solitario, pero interno; no necesita de la ayuda de la masa para lograr un objetivo de perfección que es la finalidad del hombre aquí en la Tierra.
Es decir, existen tantos problemas, existen tantas situaciones, acontecimientos y efectos en el ambiente que, lógicamente, el hombre situado en un punto fijo quizás perderá de vista la perspectiva real, está siempre buscando el apoyo de algo o de alguien, estableciendo lo que en técnica militar se llama el contacto de codo; cuantos más contactos de codo menos miedo, menos inseguridad, pero siempre más dolor porque nos estamos atando, estamos revolviendo el camino, estamos retrocediendo y, en lugar de ir a las fuentes universales de conciencia divina vamos de cara a la tradición y, por así decirlo, estamos abrazando de nuevo a los egregores que fueron construidos hace millones de años.
Hay que insistir sobre esto, no porque el tiempo tenga una importancia tan trascendente en la vida del discípulo, ya que el discípulo trata de ver el fin desde el principio y no tiene prisa, sino porque existe una Ley Universal de Economía de Fuerzas a la cual debe sujetarse no sólo el aspirante espiritual, el discípulo, el iniciado, o el adepto, sino que se adaptan a este principio los propios Logos Creadores, los Señores de los Universos y de las Galaxias, porque el principio siempre es lo mismo; varía la extensión, la profundidad, pero no la ley.
Entonces, hay que aceptar lógicamente que en todos los universos de no importa qué esquema cósmico, habrá dificultades también, porque según se nos dice esotéricamente, existe dificultad cuando existe objetividad. Es decir, que el karma para ser reconocido debe ser objetivo. ¿Cómo sabría yo de mi Ser interno de la Luz , si previamente no hubiese establecido contacto directo con la sombra, que es el cuerpo y que son los vehículos inferiores? Es así; dense cuenta de que una conversación esotérica debe ser ante todo una conversación psicológica y científica.
Desde el momento en que volvemos a los hábitos místicos del pasado y nos aferramos al dogma y a la tradición, automáticamente nos separamos del Reino de Dios. Quisiera que nos diésemos cuenta que cuando hablamos de egregores, siempre que mencionemos la palabra egregor, es en el sentido de algo que el hombre ha creado y que, por tanto, el hombre lo puede destruir. Lo que sí no debemos tolerar es que la máquina que hemos construido nos avasalle hasta el extremo de tecnificarnos y de construir sobre las espaldas de nuestra vida el instrumento de su manifestación o una cabalgadura para lo que significa un egregor en un ambiente social establecido.
Estamos tratando noblemente de buscar el Reino de Dios. ¿Se dan cuenta de lo que significa esta afirmación? Si cuando hablamos de Dios, no en el sentido pragmático, no en un sentido metafísico, no en un sentido filosófico, sino en un sentido muy íntimo porque lo sentimos aletear en nuestro corazón, nos damos cuenta de que todo cuanto hasta aquí hemos adquirido carece de valor; el conocimiento ata por glorioso que sea, porque el hombre debe empezar a enfrentar las situaciones desde el ángulo de vista cósmico, y solamente podrá abarcar la grandiosidad del cosmos cuando su vida individual sea pura, libre y entre la fuerza íntima o el Alma, y el ideal redentor, no existe ya intermediario alguno, sea de la naturaleza que sea; porque si Dios está en nosotros, y en eso están de acuerdo todas las religiones del mundo, ¿por qué necesitamos intermediarios? ¿Es que vamos a salir de la seguridad para volver adentro y perder tiempo, habiendo una Ley de Economía de Fuerzas? ¿O no podremos lanzarnos, proyectarnos, desde la periferia hasta el centro buscando en nosotros esta fuerza inmensa que debe liberarnos?
Bien, esto son palabras, ¿verdad? Pero dense cuenta de algo muy importante, ustedes vienen aquí mes tras mes porque tratan de investigar dentro de su propio corazón las causas de los conflictos que asaetan sus vidas. Todos estamos aquí por algo definido, quizá no nos demos cuenta de ello, pero venimos mes tras mes porque siempre, desde el fondo del corazón, estamos seguros de que existe una realidad más grande que nosotros mismos; pero que, sin embargo, somos nosotros mismos. Bien, cuando la persona llega a este extremo de realidad, cuando ha entrado dentro de aquello que podríamos definir como panteísmo dinámico, cuando todo lo vemos como una creación divina, tratando de revelarse internamente en nosotros, veremos que existe en una senda oscura, desconocida de nuestro ser, una luz de esperanza. Bien, esta luz de esperanza es la que yo quisiera que encontrásemos siempre, no en nuestras pequeñas reuniones mensuales sino en el devenir constante de nuestra vida de relación. Y ahora quiero que sean ustedes los que vayan ampliando con sus preguntas lo que hemos dicho hoy. El próximo mes el tema será muy importante, porque será, por así decirlo, una extensión superior del tema de los egregores, porque vamos a hablar sobre el poder psíquico de los Devas Superiores y cómo influyen en los ambientes sociales del mundo, y cómo el individuo puede establecer contacto con estas fuerzas; porque a menos que el individuo no establezca contacto con las reacciones del éter, el mundo irá siempre en un plan de perdición, en un plan de lucha y de conflicto.
Interlocutor.— ¿La palabra egregor tiene algo que ver con la palabra gregario?
Vicente.— No sé hasta que punto la etimología de la palabra puede tener alguna coincidencia, pero gregario tiene más que ver con el sentido de aproximación hacia el mundo animal en el sentido de rebaño; entonces, es la antitesis de la Ley de Grupo. Entonces, cuando hablamos de un instinto gregario nos referimos a la persona que tiene una atracción hacia el núcleo, buscando la protección de los demás; como decíamos antes, implica siempre soledad en cuanto que "egregor", yo creo que ha sido tomado de la palabra francesa "egregoir", que viene a significar un núcleo de sustancia magnetizada por un deva, sustancia que ha sido siempre, ya de principio, un estado de conciencia humano, un vicio, por ejemplo. Cuando el vicio se ha convertido en un egregor, el trabajo es del hombre para extirparlo; es el paso de no fumar, del beber, de las drogas y todas estas cosas, porque el egregor es algo universal, es algo que estamos construyendo constantemente, lo que decía Spinoza, cuando decía precisamente que la voluntad del hombre es superior a todo, pero que cuando existe un vicio o un hábito, el hábito tiende a ser superior al hombre en uno a diez.
Es decir que el hábito es superior a la propia voluntad, entonces el hábito —dense cuenta de lo que hemos dicho hasta aquí— es un egregor que hemos creado por el hábito, estableciendo una línea de mínima resistencia con el ambiente circundante; y esta línea de aproximación, este contacto de nuestros hábitos, de nuestros vicios con algún tipo determinado de deva, ha creado una forma que nos mantiene sujetos a su emporio.
Esto lo mismo si se trata de un egregor superior, lo mismo cuando se trata de un egregor inferior u otro de carácter superior. Por ejemplo, la meditación, si ustedes tienen el hábito de meditar a tal hora y en tal sitio, a tal hora y en tal sitio ustedes crearán un egregor, de naturaleza positiva, llega un momento en que este egregor es tan potente como la fuerza de voluntad que lo ha engendrado, y es el egregor que lo invita al hombre a meditar, no vas por un acto de voluntad sino por un acto reflejo creado por un egregor, ¿se dan cuenta? Bien, ya que tal es el proceso, creemos pues buenos vicios o buenas virtudes.
Interlocutor.— Entonces, una de las partes principales en el aspecto del egregor sería el pensamiento, porque claro, el pensamiento es el que le lleva hacia fuera y, claro, entonces el pensamiento es el que le crea, y claro, entonces el pensamiento es el que le crea este egregor; entonces, observamos que el pensamiento, si somos conscientes de lo que vemos, de lo que pensamos, entonces, ese pensamiento es el que tendríamos que trabajar.
Vicente.— Naturalmente, el pensamiento, y cuando hablamos del pensamiento hablamos de una parcela del ser que ayuda a contribuir a la creación de egregores, pero un egregor, egregor, egregor con toda su potencia psíquica es "Kama-Manásico"; es decir, interviene el deseo más la mente.
Es decir, que cuando hablamos del pensamiento hay que ver lo que hay en el trasfondo del pensamiento, ¿hay un deseo o bien hay una intención de base? Un deseo es inconsciente casi la mayoría de las veces, en cambio, la intención suele ser inteligente. Entonces, se crean egregores o se destruyen egregores, pero ¿qué ocurrirá en el momento justo de que el pensamiento del hombre ya no sirva para las ejecuciones creativas del pensador? ¿Dónde están los egregores entonces?
Supongamos que ahora estamos aquí reunidos y que automáticamente la facultad de pensar no desaparece, pero el pensamiento puede desaparecer, y que quedásemos lo que técnicamente llamamos el vacío, ¿qué pasaría? Hay que hacer la experiencia porque si no hacemos la experiencia no sabremos de qué se trata. Pero, si existe una atención, y siempre estoy hablando de esta atención formidable del hombre hacia un objeto, o a un sujeto de interés; cuando la atención ha llegado a un cierto punto la mente desaparece, solamente existe el pensador y el objeto dentro del pensador o el pensador dentro del objeto. No hay tiempo ¿verdad? Porque el tiempo siempre lo estamos tratando en el sentido de distancia. De aquí hasta allí hay tantos kilómetros, tanto tiempo para llegar allí, pero ¿qué pasa cuando el hombre ve aquello directamente o está dentro del objeto con una atención formidable?
La mente prácticamente ha desaparecido y la mente se ha convertido entonces –porque no hay egregores ni buenos ni malos– en un reflejo perfecto de la voluntad de Dios o de la mente de Dios, a través del cual Dios ejercita el poder de sus intenciones, y ustedes lo están demostrando porque cuando están muy atentos el yo desaparece. Queda un silencio, ¿verdad? Queda una quietud, un vacío inmenso; en este vacío inmenso no existen egregores, ¿qué existe entonces? La verdad, la liberación.
Ahora bien, ¿podemos mantener este éxtasis mucho tiempo? ¿Seremos capaces de liberarnos solamente por estos momentos del poder de los egregores buenos y malos? ¿Aquí ya no discutimos la bondad o la calidad buena o mala de los egregores? Estamos discutiendo aquel punto místico en que el hombre está situado en el centro mismo de la vida; ya no es un punto fijo que trata de reducir el movimiento del cosmos y atraerlo a su vida, sino que está viviendo con el propio movimiento del cosmos y, por lo tanto, no crea reacción. Podemos conceptuar el egregor como una reacción, como estamos diciendo y ¿qué pasará cuando no existan reacciones en el espacio? ...
Por Vicente Beltrán Anglada
Barcelona, 10 de enero de 1981
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