Qué es el drama?.
Varios/Otros
El drama humano o conflicto interior, que puede, antes o después, llegar a verse reflejado en la realidad externa, tal y como es característico en la propia idiosincrasia de esta dimensión de la 3D de separación de la materia, encuentra su punto de origen en la herida emocional de nacimiento que, según las canalizaciones, viene originada por el efecto creado en el ser desde su mismo nacimiento espiritual en el que se produjo su separación con la Fuente Universal de Vida, Dios, como ser libre, consciente y con capacidad de cocrear junto con el mismo Dios, herida que, de este modo, todo ser humano encarnado posee y ostenta, viéndose puesta de relieve y magnificada en una dimensión como la Tierra donde la intensidad de la energía procedente de la Fuente se ve reducida con respecto a planos más evolucionados, por lo que este factor no suaviza ni solapa la existencia de este hecho y sus respectivos síntomas, sino que, muy por el contrario, más bien propicia su manifestación y, así, poder proceder a su respectivo tratamiento.
El concepto de drama, enfocado desde el punto de vista de estos procesos o estados de existencia desde su origen, como así se ha puntualizado, resulta mucho más minucioso que si se considerara los conflictos o bloqueos que se puedan atribuir a actitudes virulentas de victimismo, violencia u otros brotes de desajuste emocional de cierta consideración, que aunque provienen de la misma herida interior, han desembocado en estados acrecentados de desequilibrio por la propia acción desmedida o desbocada del ego en pleno ejercicio de la dualidad.
También se matiza que, aunque será abordado en otro apartado, no se tratará en este capítulo la influencia que ciertos entes espirituales no ascendidos pueden causar en el ser humano en cuanto a repercusiones relativas a la agonía, pena, contrariedad, obsesión y dolor emocional, sino que el tema del drama será desarrollado en los párrafos concernientes a esta respuesta atendiendo a su origen de inicio y, a su vez, a los mecanismos activos en el fuero interno humano que lo generan y lo establecen.
Se podría, en este momento, intentar perfilar más, si cabe, la visión acerca de lo que se ha venido a llamar drama haciendo uso de las propias informaciones y enseñanzas que los mensajes aportan en sus contenidos, emparejándolo, solo a priori como punto de arranque de esta argumentación, con emociones como la insatisfacción, la desilusión, la frustración, la impotencia, la resignación y con el reguero de trazos, gestos y reacciones que dejan estas tras de sí.
Una vez más y recapitulando, se hilvana, acto seguido, lo anterior con la aseveración de que estos aspectos emocionales convergen como consecuencia de la compensación acarreada por el conocido juego de los opuestos en dualidad. Son opuestos que han podido ser causados, a su vez, por sus respectivos opuestos u homólogos. Si uno existe, el otro, de por sí, existe en la misma magnitud. Si uno se da, de la misma manera se puede manifestar el otro a modo de compensación y equilibrio por los efectos que causó el primero, y, además, en la misma magnitud.
Por tanto, después de este razonamiento se asientan las bases para ampliar aún más la percepción y el conocimiento que se podía tener sobre esta cuestión.
El drama, por tanto, es un efecto que genera, por definición, el desempeño de la dualidad y de la respectiva malla o ilusión virtual, ficticia y efímera establecida por la actividad de la mente y el ego como modo de percepción y vida.
Así pues, se plantea como innecesario tener que llegar a una situación de gran desencanto para entender que el estado previo de euforia que lo precede, amparado y fundado en proyecciones de futuro, desafíos y retos, está ya, desde su mismo inicio, circunscrito dentro del espacio donde funciona y se despliega el drama de la 3D.
Lo que se está procurando explicar es que, si el dolor, la tristeza, la pena, la angustia, la ansiedad y la rabia constituyen una de las caras de la moneda que muestra por su otro lado la expectación, la euforia, la ilusión y el deseo, considerados opuestos a los anteriores, los mecanismos que desencadenan los procesos de drama no pueden incluir solamente la cara que ofrece el resultado amargo de esta trama.
Primero, porque la desazón tiene como fiel predecesor a su opuesto, el entusiasmo que anhela y aguarda con expectación e inquietud, y, en segundo lugar, porque parece claro señalar como elemento generador de toda esta dinámica a todo este conglomerado en su totalidad, en este caso a la moneda entera y no solo a una de sus caras, cuando una cara está asida siempre a la otra, adoleciendo de todo sentido sin su propio reverso, y, por tanto, representando ambas la misma cosa.
Además, desde una visión de unicidad, ya se muestra caduco y obsoleto a todas luces realizar cualquier distinción de los opuestos, con independencia de que, además, sea cierto que la utilización habitual de estos pueda conllevar la emisión de juicios, siempre contraproducentes e inmersos en la rueda del Karma, que, por otra parte, son inherentes e innatos a todo movimiento y apunte que sea emprendido por la mente y el ego.
Los opuestos son vistos ya como una misma cosa cuando se consigue la percepción de integración y unidad. Son lo mismo. Juegan sus respectivos roles en un mismo proceso, siempre característico y repetitivo, el cual, por supuesto, no está, ni mucho menos, exento de considerables dosis de desasosiego, intranquilidad, ansia, ajetreo, forcejeo y agitación, como así ponen simplemente de manifiesto las secuelas que conlleva este nivel de vida y conciencia, a las cuales, por otro lado, comúnmente se las reconoce como drama, aunque no suele ocurrir de la misma manera con la totalidad de las redes y mecanismos que realmente causan este tipo de experiencias.
Como corolario, un opuesto siempre está, aunque de manera más o menos reconocible, en su respectivo antagónico, y viceversa.
Por todo ello, el drama forma parte intrínseca, ineludiblemente, del propio tejido de la dualidad. Siempre que el enfoque y la perspectiva estén asentados en la dualidad de la 3D, el drama va a surgir como el escenario perfecto donde se instauren y participen visión, actitudes, pensamientos, emociones, decisiones, reacciones, sensaciones, palabras y actuaciones.
La vía de salida para desengancharse y liberar el drama, por tanto, quedaría básicamente reducida, según se ha venido estipulando, a la salida de la misma dualidad y a trascender todos sus reductos y terminaciones, identificando, como se ha indicado en reiteradas ocasiones, las pautas de operación que establecen y propugnan la mente y el ego, sin desmerecer, en ninguno de los casos, que estos son partes del propio ser que requieren y demandan percepción, atención y amor, y no rechazo y desprecio que, por otro lado, acabarían repercutiendo con sus respectivos agravios y desequilibrios al propio infractor, todo por medio siempre de la decisión personal de acoger la luz y la nueva energía, en el abandono en ellas, con la certeza de que son auténticamente transformadoras de todo aquello con cuanto entran en contacto, que penetran y abarcan.
Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA
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