El rechazo social y el miedo al rechazo.
Varios/Otros
Podría considerarse oportuno exponer a continuación una relación de ejemplos que puedan contribuir a ilustrar y, de esta forma, esclarecer todo aquello que se está recogiendo en esta respuesta-apartado. Estos ejemplos pueden ser seleccionados de algún modo para que los llamados
Trabajadores de la Luz, principalmente, puedan ver reflejados en ellos sus principales pesquisas, relacionadas con lo que se está describiendo como sufrimiento emocional, así como con todas sus caras y tonalidades con los nombres que se les tenga a bien asociar.
De la misma manera, estos ejemplos pueden llegar a encontrar su justa identificación con las vivencias de cualquier tipo de personas ya que, como es sabido, las diferencias entre los mismos seres humanos, generalmente, por la propia naturaleza existencial que les caracteriza, no guardan tanta disparidad y diferencia, sino que más bien se pueden tornar, desde una visión más o menos amplia, profunda y asertiva, semejanzas, parecidos y similitudes.
Estos casos reales pueden coincidir con los que se relacionan y detallan ahora.
* Rechazo social.
La experiencia más o menos intensa o permanente de experimentar y percibir el rechazo por parte de otros resulta, con evidencia, una excitación externa que puede provocar con facilidad una alteración emocional sobresaliente que puede conducir a los estados de sufrimiento.
Estos escenarios en la vida de todo ser humano, por supuesto, pueden aparecer, sin cortapisas, en cualquiera de las vertientes que conciernen a su entorno o en algunos de sus ámbitos (la familia, las amistades, la vecindad, la profesión, etc.).
La cuestión ante este panorama, tan reconocible por otra parte, no debe responder a otros condicionantes que no puedan ser: la forma de ser de la persona que vive estas experiencias, su manera de interactuar consciente o inconscientemente con el medio, sus prioridades o valores, su imagen, etc. Por un motivo u otro, dicha persona no encaja con otros individuos con los que trata o convive, en los que puede llegar a detectar cierta inadaptación, repulsa o menosprecio.
Si esta persona que se encuentra inmersa en estas tesituras sociales pasa por ellas dejándose llevar o arrastrar por la propia inercia de estos momentos y situaciones sin discernir o ahondar en la naturaleza o en el origen de las mismas, posiblemente, se dedique a vivir de forma continuada, como ser doliente, las heridas emocionales que estas fricciones, una y otra vez, le pueden llegar a propiciar, con mayor o menor grado de inconsciencia.
En el caso de los Trabajadores de la Luz, en principio, el entendimiento sobre estos dilemas suele estar avalado por una visión más amplia con respecto a la comprensión acerca de estos procesos, y también se podría añadir que más íntegra por las evoluciones y contrastes realizados sobre las causas y los efectos que de estas situaciones se deducen, así como la propia responsabilidad en cuanto a la atracción de las mismas y las escenas ilusorias que realmente representan, sin caer en enfoques y en acciones que las lleguen en realidad a magnificar, en vez de suavizarlas, disminuirlas o disolverlas.
Por tanto, y centrándonos en el tipo de personas que, de un modo u otro, ha despertado en la actualidad al tiempo de cambio por el que está transcurriendo este planeta y que, por ello, han dado paso a modificaciones y correcciones en su perspectiva, hábitos y conductas de vida, amistades, actividades, prioridades, temas de conversación, enfoques y hasta han manifestado públicamente, por una vía u otra, el conocimiento y la verdad que han alcanzado en sus estados actuales de conciencia, se antoja obvio expresar que estas personas, que se han visto envueltas por estas olas de cambio energético, son susceptibles de notar los efectos de choque que estas variaciones energéticas, de conciencia y de vida producen en ellas y, como consecuencia, en el medio donde interactúan.
Ya son sabidos que estos efectos pueden oscilar desde la repercusión más tenue hasta las consecuencias más difíciles y drásticas, llegando estas a estar representadas o encabezadas, incluso, por personas muy queridas o del entorno más cercano, lo que todavía añade una mayor carga emocional a cualquier desavenencia que se pueda producir.
Pero, con independencia de las formas externas que adopten las situaciones de desencuentro o rechazo que se puedan plantear, la naturaleza del estado de sufrimiento interior que se establece, de manera ipso facta como hecho instantáneo y simultáneo, sigue siendo el tema central que se está esclareciendo en el desarrollo de este apartado y, después de subrayar algunos de los escenarios posibles, se va a intentar no desviar la atención sobre el núcleo principal de esta cuestión.
El sufrimiento, pues, surge, al igual que se ha venido comentando hasta ahora, a causa de una resistencia o no aceptación interior, la cual puede ser identificada, en instantes con cierta lucidez, y que, a su vez, está siendo sostenida por una expectativa, ideal o meta que en algún momento fue incorporada e integrada como referencia, la cual sigue teniendo, evidentemente, vigencia en el individuo de una manera consciente o inconscientemente.
Pues bien, se ahonda, así, ahora, en los entresijos de estas realidades con las que los Trabajadores de la Luz, con cierta seguridad, pueden verse identificados, discerniendo cuáles son estas expectativas y referencias de origen que engendran estas fricciones emocionales que llevan al padecimiento.
Describámoslo como un modo de abarcar gran variedad de posibles caras y matices de estas llamadas expectativas y metas que puedan contribuir a dar luz a las distintas expresiones y tonos con los que estos enfoques y pensamientos pueden llegar a propiciar mecanismos de distorsión emocional. Por ejemplo:
- Se establece un marco en el que se considera necesario o se pretende vivir el aprecio o buen trato por parte de los demás, procurando sortear cualquier tipo de conflicto, altercado, desaire, burla o desprecio con ellos.
- Se puede dar por sobrentendido que la familia, como último refugio y bastión con el que se cuenta, va a prestar y a mostrar, si no su apoyo, al menos sí su respeto, sin nunca llegar a pensar que se puedan dar situaciones que puedan considerarse o entenderse como un verdadero desagravio, maltrato o actitud de repudio o rechazo.
- Dar por hecho que en el ámbito laboral cada empleado se va a dedicar solo a su cometido, sin desviarse de su parcela profesional, con una disposición de colaboración hacia los demás compañeros y sin inmiscuirse en el espacio vital y personal del resto de los miembros de la empresa o corporación.
- Asumir que los vecinos y conocidos han de tener comentarios y pensamientos de empatía y una buena imagen sobre uno mismo, acompañado de gestos buenos y cordiales diariamente.
- Esperar que las personas que presentan una misma sintonía y visión de vida aporten lo que se puede llegar a entender como una acorde y justa correspondencia o compensación.
- En definitiva y en resumen, la contemplación de que tiene que existir aceptación, acogida, afecto, entendimiento, etc., por la familia, amigos, seres queridos, vecindario y por la sociedad en su conjunto, bien en lo que se refiere a una visión a nivel global, bien en la pormenorización de los pequeños lances, momentos y detalles cotidianos del día a día.
Se podría expresar también lo hasta ahora indicado como un anhelo interno, que subyace casi de forma continua, inspirado en la posibilidad de verse aceptado y con el beneplácito del resto de individuos, encajando, de un modo u otro, en esa capa social y en el trato con las personas que la constituyen.
Esta relación presenta, por tanto, una serie de expectativas bastante representativas y comunes de referencias asumidas a nivel interno que pueden ser generadoras de dolor emocional cuando estas se vean incumplidas o sin la correspondencia esperada, aunque podrían adjuntarse todos aquellos planteamientos que, igualmente, vinieran a colación.
* Miedo al rechazo.
El particularidad que muestra el miedo en un estado interior de malestar, sufrimiento y conflicto, corroborado por las propias realidades externas que ellos mismos atraen y, a su vez, retroalimentan, es, básicamente, el efecto que aporta la mente de 3D al ir al pasado y recordar situaciones no deseadas que no se quieren volver a pasar, o, urdiendo en estos recuerdos, proyectar posibles escenarios hipotéticos en el futuro que no sean del agrado y del gusto del mismo individuo.
Estos clichés son frutos del funcionamiento temporal de la mente humana de la 3D, volátil entre el pasado y el futuro, sin hallar permanencia en la plenitud del Aquí y del Ahora, estado de asentamiento del Amor.
Por tanto, estos fotogramas mentales, por su propia condición, igualmente son, en sí mismos, juicios, referencias, suposiciones y también expectativas, basadas en la limitación de no tener o de lo que no se tiene, como todo lo que proporciona esta dinámica mental, que, en el proceso ya descrito, activan los correspondientes apegos y resistencias inherentes a dichas expectativas.
Estas proyecciones de la mente que generan miedo emocional pierden toda consistencia, como condicionamientos efímeros e ilusiones que son, cuando todos estos escenarios son enfrentados en primera persona y se abandona todo ir y venir en el tiempo de la mente fuera del presente.
Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA
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