La experiencia de la muerte. I
Seth
21.00 MIÉRCOLES
(Las sesiones programadas normalmente para el 10 y el 17 de junio no tuvieron lugar para que Jane pudiera descansar. Sin embargo, durante mi visita al dentista hicimos por nuestra cuenta un experimento relacionado con la hipnosis con bastante éxito; anoche le tocaba a Jane su clase de percepción extrasensorial, pero no hubo sesión.)
Buenas noches.
(–Buenas noches, Seth.)
Comenzamos la segunda parte capítulo nueve y lo titularemos: «La experiencia de la muerte.» ¿Qué sucede en el momento de la muerte? Es una pregunta más fácil de formular que de contestar. Esencialmente no existe un momento concreto de la muerte, ni siquiera en caso de accidente repentino. No obstante, intentaré daros una respuesta práctica sobre lo que vosotros creéis respecto a esta pregunta. Lo que la pregunta significa realmente para muchas personas es lo siguiente: ¿Qué pasará cuando yo ya no esté vivo físicamente? ¿Qué sentiré entonces? ¿Seguiré siendo yo mismo? ¿Seguirán impulsándome las mismas emociones que sentí durante la vida? ¿Existen el cielo y el infierno? ¿Vendrán a recibirme dioses o demonios, enemigos o personas queridas? Casi todas estas preguntas quieren decir: cuando esté muerto, ¿seguiré siendo el que soy ahora, recordaré a aquellos que amo ahora?
Contestaré, pues, a las preguntas también en esos términos; pero, antes de hacerlo, hay algunas consideraciones aparentemente poco prácticas relativas a la naturaleza de la vida y la muerte que debemos tratar.
Antes que nada, consideremos el hecho que acabamos de mencionar. No existe un momento separado, indivisible y específico de la muerte. La vida es un estado de transformación, y la muerte forma parte de ese proceso de transformación. Vosotros estáis vivos ahora, sois una consciencia que se conoce a sí misma, chispeante de conocimiento en medio de los restos de células moribundas y células muertas; estáis vivos mientras los átomos y las moléculas de vuestro cuerpo mueren y renacen. Por consiguiente, estáis vivos en medio de pequeñas muertes; porciones de vuestra propia imagen se desmigajan momento a momento para ser luego reemplazadas, y vosotros apenas le dedicáis un pensamiento a ese hecho. Así que, en cierta manera, estáis vivos en medio de vuestra propia muerte; estáis vivos a pesar de las numerosas muertes y renacimientos que ocurren físicamente en vuestros cuerpos, y gracias a ellos.
Si las células no muriesen y no fueran reemplazadas, la imagen física no podría seguir existiendo, así que, en vuestra actual existencia, vuestra consciencia parpadea alrededor de vuestra imagen corporal siempre cambiante.
En cierta manera, vuestra consciencia –tal y como la conocéis vosotros– se podría comparar con una luciérnaga, porque, aunque a vosotros os parece que es continua, no es ése el caso. También parpadea encendiéndose y apagándose, si bien, como dijimos anteriormente, nunca se extingue por completo. Sin embargo, su enfoque no es tan constante como pensáis vosotros. Así que, mientras permanecéis vivos en medio de vuestras numerosas pequeñas muertes, y aunque no os deis cuenta, a menudo estáis «muertos», incluso en medio de la brillante vida de vuestra propia consciencia.
Aquí estoy usando vuestros términos. Por tanto, cuando digo «muerto», lo que quiero decir es apartado por completo de la realidad física. Bien. Diciéndolo de una manera simple, vuestra consciencia no está físicamente viva, físicamente orientada, durante todo el tiempo que está físicamente viva y orientada.
(Cuando pasaba esto a máquina el 22 de junio, me pregunté si habría transcripto correctamente lo que Seth había dictado. Jane y yo decidimos que sí... y verdaderamente tiene sentido.) Esto puede parecer confuso, pero confío en poder aclararlo. Existen pulsaciones de la consciencia, aunque, repito, a veces nos sois conscientes de ellas.
Considerad esta analogía. Durante un instante, vuestra consciencia está «viva», enfocada en la realidad física. En el instante siguiente está enfocada en un lugar completamente distinto, en un sistema de realidad diferente. Está no viva o «muerta» según vuestra manera de pensar. El siguiente instante está «viva» otra vez, enfocada en vuestra realidad, pero vosotros no sois conscientes de ese instante intermedio en que no estuvo viva. Vuestro sentido de la continuidad, por tanto, está basado totalmente en una pulsación sí y otra no de la consciencia. ¿Os queda esto claro?
(–Sí.– Pausa a las 21.25.)
Recordad que esto es una analogía, así que la palabra «instante» no debería tomarse muy literalmente. Por consiguiente, existe lo que podríamos llamar «el otro lado de la consciencia». Bien. De la misma manera, los átomos y las moléculas existen pero están «muertos» o inactivos en vuestro sistema, y luego vivos o activos, pero vosotros no podéis percibir el instante en el que no existen. Teniendo en cuenta que vuestros cuerpos y todo vuestro universo están compuestos de átomos y moléculas, os estoy diciendo que la estructura total existe de esta manera. En otras palabras, se enciende y se apaga con un cierto ritmo, igual que, digamos, el ritmo de la respiración.
Hay ritmos globales, y dentro de ellos una infinidad de variaciones individuales, casi como un metabolismo cósmico. Lo que vosotros llamáis muerte es sencillamente la inserción de una duración más larga de esa pulsación de la que no sois conscientes, una larga pausa en esa otra dimensión, por así decirlo.
La muerte del tejido físico es simplemente una parte del proceso de vida tal como lo conocéis en vuestro sistema, una parte del proceso de transformación. Y, como ya sabéis, nueva vida brotará de esos tejidos.
La consciencia humana no depende de los tejidos, pero no existe materia física que haya llegado al estado de ser sin intervención de una porción de consciencia. Por ejemplo, cuando vuestra consciencia individual ha dejado el cuerpo, en una manera que pronto explicaré, la consciencia simple de átomos y moléculas permanece y no queda anulada.
Podéis tomar un descanso y luego continuaremos.
(–¿Tienes título para la primera parte del libro?)
No lo tengo todavía. El título que os he dado es para el capítulo nueve. Como nos estamos metiendo en materias específicas, titularé los capítulos individualmente.
(21.40. Jane salió del trance con facilidad. Continuamos a las 21.57.)
En vuestra situación presente, consideráis arbitrariamente que dependéis de una imagen física dada: os identificáis a vosotros mismos con vuestro cuerpo.
Como hemos dicho antes, partes de ese cuerpo mueren a lo largo de vuestra vida, y el cuerpo que tenéis ahora no contiene ni una partícula de materia física de las que tenía, digamos, hace diez años. Así que vuestro cuerpo es ahora completamente diferente de como era hace diez años. El cuerpo que teníais hace diez años, queridos lectores, está muerto. Sin embargo, no cabe duda de que vosotros no os sentís muertos, y sois capaces de leer este libro con esos ojos que están completamente compuestos de materia nueva.
Ese proceso sucede tan suavemente que no os dais cuenta. Las pulsaciones que hemos mencionado son tan cortas que vuestra consciencia las pasa por alto alegremente, pero vuestra percepción física no parece ser capaz de salvar el vacío cuando ocurre el ritmo de pulsación más largo. Y ése es el tiempo que vosotros percibís como la muerte. Lo que es necesario que conozcáis, por tanto, es lo que pasa cuando vuestra consciencia está separada de la realidad física, y cuando momentáneamente parece que no tiene una imagen que ponerse.
En la práctica, no hay una sola respuesta, ya que cada uno de vosotros es un individuo distinto. Hablando en general, por supuesto que existe una respuesta que abarca los principales aspectos de esta experiencia, pero el tipo de muerte tiene mucho que ver con la experiencia por la que pasa la consciencia. También influye el desarrollo de la consciencia en sí misma, y el conjunto de sus métodos característicos para manejar la experiencia.
Vuestras creencias respecto a la naturaleza de la realidad alterarán en gran medida vuestras experiencias, ya que las interpretaréis de acuerdo con vuestros conocimientos, al igual que ahora interpretáis la vida diaria de acuerdo con vuestras creencias de lo que es o no posible. Vuestra consciencia puede abandonar vuestro cuerpo despacio o de prisa, dependiendo de distintas variantes.
(Pausa a las 22.11.) En muchos casos de senilidad, por ejemplo, las partes de la personalidad que están muy organizadas ya han abandonado el cuerpo y afrontan las nuevas circunstancias. El miedo a la muerte puede causar un pánico psicológico tal que, debido al sentido de autoconservación y defensa, bajáis el nivel de consciencia hasta llegar al estado de coma, del que necesitáis algún tiempo para recobraros.
La creencia en las llamas del infierno puede causaros alucinaciones sobre las condiciones del averno. La creencia en un cielo estereotipado también puede dar como resultado una alucinación sobre las condiciones del cielo. Siempre creáis vuestra realidad de acuerdo con vuestras creencias y expectativas: tal es la naturaleza de la consciencia en cualquier realidad que se encuentre. Pero os aseguro que esas alucinaciones son temporales.
La consciencia debe usar sus talentos. El aburrimiento y el estancamiento de un cielo estereotipado no contentarán a una afanada consciencia durante mucho tiempo. Hay maestros que explican estas condiciones y circunstancias; así pues, no se os deja solos en medio de un laberinto de alucinaciones. Puede que no os deis cuenta inmediatamente de que estáis físicamente muertos.
(22.20.) Os encontraréis con que tenéis otra forma; será una imagen que os parecerá bastante física, siempre que no tratéis de manipular con ella dentro del sistema físico, en cuyo caso las diferencias entre ella y el cuerpo físico resultarán obvias.
Si creéis firmemente que vuestra consciencia es producto del cuerpo físico, trataréis de agarraros a él. De todas formas, hay una serie de personalidades, una guardia de honor, por así decirlo, que están siempre preparadas para prestar ayuda y asistencia.
Bien. Esta guardia de honor está formada por personas tanto vivas como muertas. Aquellas que viven en vuestro sistema de realidad cumplen con estas actividades en experiencias «fuera del cuerpo» mientras el cuerpo físico duerme. Conocen la proyección de la consciencia y las sensaciones que esto acarrea, y ayudan a orientarse a aquellos que no van a volver al cuerpo físico.
(22.26.) Estas personas sirven de gran ayuda porque todavía están involucradas en la realidad física y tienen una comprensión más directa de los sentimientos y emociones implícitos en vuestro final. Es posible que estas personas no recuerden sus actividades nocturnas. Las experiencias de proyección de consciencia y el conocimiento de la movilidad de la consciencia son, pues, muy convenientes como preparación para la muerte. Podéis experimentar por adelantado, por así decirlo, el entorno que encontraréis después de la muerte y conocer sus condiciones.
Por cierto, ésta no es necesariamente una tarea sombría, como tampoco son nada sombríos los entornos que hay después de la muerte. Por el contrario, son mucho más intensos y alegres que la realidad que conocéis.
Simplemente estaréis aprendiendo a operar en un nuevo entorno en el que se aplican nuevas leyes, y esas leyes son mucho menos restrictivas que las físicas con que operáis ahora. En otras palabras, deberéis aprender a entender y usar nuevas libertades.
Pero incluso estas experiencias variarán, y éste es además un estado de transformación, ya que muchos continuarán con otras vidas físicas. Otros existirán y desarrollarán sus capacidades en otros sistemas de realidades completamente distintas, y por tanto permanecerán durante un tiempo en ese estado «intermedio».
Ahora podéis tomaros vuestro descanso.
(De 22.35 a 22.48.)
(Un poco divertido:) Bien. A aquellos de vosotros que sois perezosos no puedo ofreceros esperanza alguna: la muerte no os va a ofrecer un eterno lugar de descanso. Podéis descansar, si eso es lo que deseáis, durante un período. Aún así, no sólo debéis usar vuestras capacidades después de la muerte, sino que deberéis dar la cara por aquellas que no usasteis durante vuestra existencia anterior.
Aquellos de vosotros que creéis en la vida después de la muerte encontraréis que os acostumbráis más fácilmente a las nuevas circunstancias. Aquellos de vosotros que no tenéis esa fe podéis obtenerla de una manera diferente, siguiendo los ejercicios que os daré más tarde en este libro; ellos os permitirán aumentar vuestra percepción de esas otras capas de la realidad si sois persistentes y resueltos y tenéis ilusión.
La consciencia que "conocéis vosotros" está acostumbrada a estos breves vacíos de no existencia física que hemos mencionado anteriormente. Los períodos más largos la desorientan en distintos grados, pero no son infrecuentes. Cuando el cuerpo físico duerme, la consciencia abandona a menudo el sistema físico durante períodos de tiempo bastante largos, hablando en vuestros términos. Pero, debido a que la consciencia no está en el estado físico normal despierto, no se da cuenta de estos vacíos y está relativamente despreocupada al respecto.
(22.50.) Si la consciencia abandonara el cuerpo durante un período de tiempo semejante en el estado físico normal despierto, creería estar muerta, pues no podría racionalizar ese vacío de dimensión y de experiencia. Por tanto, cada uno de vosotros ha sufrido en estado de sueño –hasta cierto punto– el mismo tipo de ausencia de la realidad física de la consciencia que experimentaréis durante la muerte.
En estos casos volvéis al cuerpo, pero habéis traspasado muchas veces el umbral a esas otras existencias, así que no os serán tan desconocidas como suponéis ahora. Los experimentos de recordar los sueños y otras disciplinas mentales que mencionaremos más adelante ayudarán a aclarar este punto a todos aquellos que emprendan esos ejercicios que sugerimos.
Puede suceder que seáis recibidos por parientes o amigos inmediatamente después de la muerte o no. Como siempre, esto es un asunto personal. Tal vez estéis mucho más interesados en personas que habéis conocido en vidas pasadas, que en esos otros más cercanos a vosotros en la presente.
(23.03.) Vuestros verdaderos sentimientos hacia los parientes que también están muertos serán conocidos por ellos y por vosotros. No hay hipocresía. No fingiréis que amáis a un padre que no supo ganarse vuestro respeto o cariño. La telepatía opera sin distorsiones en este período de después de la muerte, así que deberéis hacer frente a las verdaderas relaciones que existen entre vosotros y los parientes y amigos que hayan acudido a esperaros.
Por ejemplo, podríais descubrir que alguien a quien considerabais vuestro enemigo realmente merecía vuestro cariño y respeto, y así lo trataréis. Las razones que han motivado vuestras acciones os resultarán claras como el agua, pero aún así reaccionaréis ante ello a vuestra manera. No os volveréis inmediatamente sabios si no lo erais antes, pero tampoco podréis esconderos de vuestros propios sentimientos, emociones y motivaciones. Que aceptéis o no vuestras motivaciones de índole inferior o que aprendáis de ellas será elección vuestra. Las oportunidades de desarrollo y crecimiento son muy ricas, desde luego, y los métodos de aprendizaje que están a vuestra disposición son muy eficaces.
Examinaréis el entretejido de la existencia que habéis dejado, y aprenderéis a comprender cómo vuestras experiencias fueron el resultado de vuestros pensamientos y emociones y cómo éstos afectaron a otros. Hasta que hayáis concluido este examen, no podréis ser conscientes de las partes mayores de vuestra propia identidad. Cuando entendáis el significado y el sentido de la vida que acabáis de dejar, estaréis preparados para el conocimiento consciente de otras existencias.
Entonces os volveréis conscientes de la consciencia expandida. Lo que sois empezará a incluir lo que habéis sido en otras vidas, y comenzaréis a hacer planes para vuestra siguiente existencia física, en caso de que decidáis tenerla. Podréis también entrar en otro nivel de realidad, y luego volver a la existencia física si así lo escogéis.
(23.15.) Bien. Éste es el final del dictado. Podéis hacerme preguntas o finalizar la sesión, como prefiráis.
(Yo tenía preparadas un montón de preguntas sobrepintara, así que la sesión no terminó hasta las 23.26.)
SESIÓN 535, 17 DE JUNIO DE 1970
Extracto de LA ETERNA VALIDEZ DEL ALMA - HABLA SETH por JANE ROBERTS
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