La experiencia de la muerte. II

Seth


21.18 LUNES

Buenas noches.

(–Buenas noches, Seth.)

Bien. Continuemos el dictado.

Vuestra consciencia, tal y como vosotros la concebís, puede dejar totalmente vuestro cuerpo antes de vuestra muerte física. (Como se dijo antes, "no hay" un momento preciso de la muerte, pero estoy hablando como si lo hubiera en consideración a vosotros.)

Vuestro ser consciente... Podéis hacer una pausa y atender vuestras tareas.

(Yo ya había soltado mi cuaderno. Rooney, nuestro gato negro, estaba rascando la puerta del salón. Jane esperaba en estado de semitrance –con una sensación que luego describió como «rara»– mientras yo seguía al gato por el vestíbulo. Antes de que volviera a entrar en el apartamento llegó el chico de los recados;

Cuando terminé de pagarle. Jane había salido del trance. Finalmente continuamos a las 21.27.)

Vuestra consciencia abandona el organismo físico de distintas maneras dependiendo de las circunstancias. En algunos casos el organismo puede seguir funcionando hasta cierto punto, aunque sin la dirección y la organización que tenía antes. La consciencia simple de los átomos, las células y los órganos continúa existiendo durante algún tiempo después de que la consciencia principal ha partido.

Podéis quedaros desorientados o no, según vuestras creencias y desarrollo, y no me refiero necesariamente al desarrollo intelectual. El intelecto debería ir a la par con las emociones e intuiciones; pero, si éste empuja con demasiada fuerza en su contra, pueden surgir dificultades si la consciencia recién liberada se aferra a sus ideas sobre la realidad después de la muerte, en lugar de enfrentarse a la realidad particular en la que se encuentra. Puede, en otras palabras, negar sus sentimientos e incluso intentar persuadirse de que su estado actual de independencia del cuerpo no es real.

(21.32.) Repito lo que mencioné anteriormente: un individuo puede estar tan seguro de que la muerte es el final de todo, que puede llegar al olvido total, aunque sólo temporalmente. Por supuesto, también hay muchos casos en los que inmediatamente después de dejar el cuerpo hay asombro y un reconocimiento de la situación. Es posible contemplar el propio cuerpo, y muchos funerales tienen un invitado de honor entre los asistentes, y no hay ninguno que observe el rostro del cadáver con tanta curiosidad y admiración como él.

En este punto hay varias clases de comportamiento, que dependen siempre de la formación, conocimientos y costumbres del individuo. Los ambientes con que se encuentran los muertos varían a menudo. Las alucinaciones vívidas pueden crear experiencias tan reales como cualquiera de la vida mortal. Os he dicho que los pensamientos y las emociones crean la realidad física, y también crean la experiencia después de la muerte. Eso no quiere decir que esas experiencias no sean válidas, como tampoco quiere decir que la vida física no sea válida.

Se han usado ciertas imágenes para simbolizar la transición de una existencia a la otra, y muchas de ellas son extremadamente valiosas ya que nos dotan de un marco de referencia comprensible. El cruce de la laguna Estigia es una de ellas. Los moribundos esperaban que ocurriesen ciertos trámites en determinado orden. El lugar se conocía de antemano y, en el momento de la muerte, la consciencia tenía vívidas alucinaciones sobre el río. Los parientes y amigos ya muertos entraban en el ritual, que era una ceremonia muy profunda también por su parte. El río era tan real como cualquiera que vosotros conozcáis, e igual de traicionero para un viajero solitario sin el conocimiento apropiado. Siempre había guías en el río para ayudar a cruzar a esos viajeros.

Eso no quiere decir que ese río sea una ilusión. El símbolo es realidad, ¿sabéis? El camino había sido proyectado, pero esa imagen en particular ya no está en uso generalmente. Los vivos no saben cómo leerla. El cristianismo ha creído en el cielo y en el infierno, en el purgatorio y en el ajuste de cuentas; y, por eso, en el momento de la muerte de aquellos que creen en esos símbolos se representa otra ceremonia en la que los guías se disfrazan de las figuras queridas de los santos y los héroes cristianos.

(Pausa a las 21.48.) Y luego, dentro de ese marco y en términos que esos individuos puedan comprender, se les cuenta la verdadera situación. Los movimientos religiosos de masas han cumplido con ese propósito durante siglos, dotando al hombre de un plan para seguir. Poco importaba que el plan más tarde pareciese una cartilla infantil o un libro de instrucciones lleno de cuentos pintorescos, ya que se cumplía el propósito principal y se evitaba la desorientación.

En períodos en que las masas no tienen esas creencias hay mucha más desorientación, y el problema aumenta cuando los individuos niegan completamente la vida después de la muerte. Desde luego, también hay muchos que están encantados de encontrarse todavía conscientes. Otros tienen que aprender otra vez ciertas leyes de comportamiento, pues no se dan cuenta de la potencia creativa de sus pensamientos y emociones.

Un individuo así puede, por ejemplo, encontrarse en diez entornos distintos en el tiempo de un parpadeo, sin tener ni idea del motivo de tal situación. No verá la continuidad en absoluto y se encontrará lanzado sin razón aparente de una experiencia a otra, sin darse nunca cuenta de que son literalmente sus propios pensamientos los que lo han propulsado.

(21.55.) Estoy hablando ahora de los acontecimientos que siguen inmediatamente a la muerte, ya que existen también otros estados. Hay guías que amablemente formarán parte de vuestras alucinaciones, para poder ayudaros a salir de ellas, pero antes que nada deben conseguir vuestra confianza.

Una vez –hablando en vuestros términos– actué como uno de esos guías; Ruburt sigue ahora ese mismo camino en estado de sueño. La situación es bastante difícil para el guía, ya que se debe proceder con la máxima discreción. La imagen de Moisés que pueda tener un hombre, como pude descubrir, no es la misma imagen que pueda tener otro. Yo he sido un Moisés bastante creíble en varias ocasiones, y una vez, aunque resulte difícil de creer, para un árabe.

(22.00.) El árabe era un personaje muy interesante, por cierto, y para ilustrar algunas de las dificultades del caso, os hablaré de él. Odiaba a los judíos, pero de alguna manera estaba obsesionado con la idea de que Moisés era más poderoso que Alá, y durante años éste había sido el pecado secreto que pesaba sobre su consciencia. Había pasado cierto tiempo en Constantinopla en la época de las cruzadas. Fue capturado y terminó con un grupo de turcos condenados a ser ejecutados por los cristianos, y en este caso de una manera espantosa. Lo obligaron a abrir la boca y se la llenaron de carbones encendidos. Imploró a Alá y luego, en el colmo de la desesperación, a Moisés; y, cuando su consciencia dejó su cuerpo. Moisés estaba allí.

Él creía en Moisés más de lo que creía en Alá, y yo no supe hasta el último momento qué forma debería asumir. Era un tipo muy simpático, y en esas circunstancias no me importó el hecho de que él esperara que se librara una batalla por su alma. Moisés y Alá tendrían que luchar por él. Él no podía liberarse del concepto de fuerza, aunque había muerto por la fuerza, y nada podía persuadirlo a aceptar ningún tipo de paz, de satisfacción o de descanso hasta que se librase alguna batalla.

Un amigo mío y yo, junto con algunos otros, representamos la ceremonia, y desde nubes opuestas en el cielo Alá y yo gritamos reclamando su alma, mientras él, pobre hombre, estaba postrado entre nosotros muerto de terror. Aunque yo os cuente esta historia en clave de humor, deberéis entender que fueron las creencias del hombre las que la produjeron; por eso, para que fuese libre, nosotros la desarrollamos.

Yo invoqué a Jehová, pero sin resultado, ya que nuestro árabe no conocía a Jehová –sólo a Moisés– y era en Moisés en quien había puesto su fe. Alá empuñó una espada cósmica, y yo le prendí fuego hasta que la tuvo que tirar. Cayó en tierra, y ésta se prendió fuego. Nuestro árabe seguía implorando. Él veía una gran cantidad de seguidores detrás de Alá, así que una gran cantidad de seguidores apareció también detrás de mí. Nuestro amigo estaba convencido de que uno de nosotros tres debería ser destruido, y temía en grado sumo que él fuera la víctima.

Finalmente las nubes opuestas en que habíamos aparecido se acercaron. Yo llevaba en mi mano una tabla que decía: «No matarás.» Alá llevaba una espada. Cuando nos acercamos más, intercambiamos estos artículos y nuestros seguidores se fusionaron. Nos juntamos y formamos la imagen de un sol y dijimos:

«Ambos somos uno.»

Estas dos ideas diametralmente opuestas tenían que fundirse o ese hombre nunca hallaría la paz, y sólo cuando los opuestos estuviesen unidos podíamos empezar a explicarle su situación.

Podéis tomaros un descanso.

(22.20. El trance de Jane había sido profundo, pero a pesar de ello recordaba parte de la aventura de Seth. Dijo que tenía una serie de imágenes paralelas al material, aunque no podía describirlas en aquel momento.)

(Las Cruzadas fueron una serie de expediciones militares enviadas por las fuerzas cristianas durante los siglos XI, XII y XIII para recuperar los Santos Lugares, que estaban en poder de los musulmanes. Mientras Seth transmitía la historia. Jane se había preguntado qué haría un árabe en la Constantinopla turca de aquellos días. Yo le expliqué la geografía de la región. Presumiblemente ese viajero podría haber alcanzado Constantinopla [hoy en día Estambul] por tierra, atravesando Turquía –que está al norte de Arabia–, o por mar, rodeando Turquía por el Mediterráneo y cruzando los Dardanelos. Las distancias no eran tan largas como creemos en la Edad Media.)

(Jane no tiene mucho sentido de la geografía o de la distancia, hecho que sin darse cuenta le ha servido de ayuda en las sesiones. En cambio, tiene un inequívoco sentido de la orientación local, y puede indicar los puntos cardinales mucho mejor que yo. Continuamos a las 22.43.)

Para ser un guía así se requiere una gran disciplina y preparación.

Antes del acontecimiento que he relatado, yo había pasado muchas vidas actuando como guía bajo la tutoría de otro guía, en mis estados de sueño diarios.

Puede suceder, por ejemplo, que uno se pierda momentáneamente en las alucinaciones que se forman, y en tal caso se necesita la ayuda de otro profesor. Es necesaria una investigación delicada de los procesos psicológicos, y la variedad de alucinaciones en que uno se puede ver envuelto es infinita. Así, quizá haya que tomar la forma de una mascota muerta tiernamente amada por la persona.

Toda esta actividad alucinatoria tiene lugar normalmente durante un corto período de tiempo inmediatamente después de la muerte. Sin embargo, muchas personas son totalmente conscientes de sus circunstancias, debido a que tienen formación y desarrollo previo, y después de un descanso están preparadas para progresar, si así lo desean, hacia otros estados.

Tal vez sean conscientes de sus seres reencarnados y reconozcan con facilidad a personalidades que conocieron en otras vidas, suponiendo que esas personalidades no estén ocupadas en otro asunto. También podrían tener alucinaciones voluntarias, o «revivir» ciertas partes de sus vidas pasadas si así lo escogen. Luego viene un período de autoexamen, de rendimiento de cuentas, por así decirlo, en el que pueden revisar la totalidad de su actuación, sus capacidades y sus puntos débiles, y decidir si volverán a no a la existencia física.

(22.55.) Todas las personas pueden experimentar cualquiera de estos estados, si bien, a excepción del autoexamen, muchos de ellos pueden evitarse. Como las emociones son muy importantes, resulta muy beneficioso si los amigos están esperando al que muere. Sin embargo, en muchos casos los amigos han progresado a otros estados de actividad, y muchas veces un guía se disfraza de amigo durante un tiempo para que os sintáis confiados.

Por supuesto, si no tenéis experiencias conscientes frecuentes fuera del cuerpo en el transcurso de la vida es porque soléis creer que no podéis abandonar el cuerpo. Ese tipo de experiencias os familiarizarían mucho más que las palabras con la comprensión de la circunstancia que vais a encontrar.

Recordad que, de cierta manera, vuestra existencia física es el resultado de una alucinación de masas. Existen grandes abismos entre la realidad de un hombre y la de otro. Después de la muerte, la experiencia tiene casi tanta organización, intrincada y comprometida, como la que conocéis en la actualidad. Ahora tenéis alucinaciones privadas, sólo que no os dais cuenta de que lo son. Este tipo de alucinaciones o intensos encuentros simbólicos de que os he estado hablando pueden ocurrir también en vuestros estados de sueño, cuando la personalidad está en un momento de grandes cambios, o cuando debe unificar conceptos opuestos, o cuando una idea debe transformarse en otra. Son acontecimientos significativos psíquicos y psicológicos, dotados de una gran carga, ya sucedan antes o después de la muerte.

(23.05.) Si ocurren en estado de sueño pueden cambiar el curso de una civilización. Después de su muerte, un individuo puede visualizar su vida (física inmediata anterior) como un animal con el que debe ponerse de acuerdo, y esa batalla o encuentro tiene consecuencias de gran alcance, ya que ese hombre debe ponerse de acuerdo con todas sus partes. En ese caso, según que la alucinación termine con él montado sobre el animal, o haciéndose su amigo, o domesticándolo, o matándolo, o muriendo entre sus garras, cada alternativa... (Jane tosió; luego hizo una pausa y tomó un sorbo de cerveza) es sopesada cuidadosamente, y el resultado tendrá mucho que ver con su futuro desarrollo.

Sería mejor que hicieseis un descanso en consideración a Ruburt.

(–Está. bien.– La voz de Jane se había vuelto ronca y débil; creo que en unos minutos habría tenido que parar forzosamente. Esta es una de las pocas veces, después de siete años de sesiones, en las que ha tenido interferencias en la voz.}

(23.11. Leí a Jane los dos últimos párrafos del material, pero no encontró conexiones emocionales que pudiesen explicar el problema de la voz, ni y o tampoco. Jane ama los animales de una manera poco frecuente. Quizá el ejemplo de Seth había causado la reacción, pensé, pero ella tampoco pareció estar influida por esto. Continuamos a las 23.30, con voz más firme, pero más ronca de lo normal.)

Bien. Pronto terminaremos la sesión.

Aquellos que no dedicaron mucho tiempo al autoexamen durante su vida podrían adoptar esta «representación simbólica de la vida» como parte del proceso de autoexamen. En ella el individuo representa su vida en una imagen, y luego se enfrenta con ella. No todos utilizan este método, y a veces son necesarias varias series de estos episodios...

Este es el fin del dictado. Mis más cariñosos saludos para vosotros dos y para el querido monstruo que tenéis al lado.

(–Buenas noches, Seth, y gracias.– Nuestro gato Willy estaba dormitando tendido junto a mí en el sofá. 23.25. Jane pronto recobró su voz normal.)



SESIÓN 536, 22 DE JUNIO DE 1970
Extracto de LA ETERNA VALIDEZ DEL ALMA - HABLA SETH por JANE ROBERTS

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