La reencarnación, los sueños y más... I

Seth


La reencarnación, los sueños y los aspectos masculinos y femeninos ocultos en el ser.


(Desde el 30 de septiembre, Seth ha mantenido dos sesiones para las clases de percepción extrasensorial; una sesión para nuestro amigo John Barclay, que se muda a Nevada, y dos sesiones más relativas al trabajo en el que nos hemos embarcado con Jane debido a este material. Asimismo, ha hablado a través de Jane en la televisión una vez más, esta vez durante nuestra nueva visita a una cadena de Washington.)

(A principios de mes, Jane y yo habíamos comprado una antología que contenía una extensa sección dedicada a Carl Jung, el psicoanalista suizo que murió en 1961. Jane no había terminado de leer esa parte del libro cuando Seth le sugirió, en la sesión 554 del 19 de octubre, que dejara el libro: «Deja a Jung por el momento.» No dio más detalles. Desde luego, éste no era el primer contacto de Jane con el trabajo de Jung.)

(Sin embargo, es interesante subrayar la manera en que Seth puede «despegar» a partir de un material como éste de Jung, y desarrollarlo para incluir sus ideas e interpretaciones, como hace en este capítulo.)

(Había estado lloviendo durante todo el día. Jane había estado con el quiropráctico y se sentía muy relajada, tanto que le pregunté si tenía ganas de mantener la sesión. Dijo que quería tenerla. Tenía los ojos entrecerrados y la voz muy tranquila cuando empezó la sesión.)

Buenas noches.

(-Buenas noches, Seth.)

Bien. Comenzaremos con el dictado.

(Pensé que iba a conseguir que Seth reaccionara al estado físico de Jane. -¿ Cómo te encuentras?)

Yo estoy bien. Una nota para nuestro amigo: es mejor que no vaya a ver al quiropráctico cuando esté lloviendo.

(-¿Sí, por qué?)

En parte por la reacción muscular que ha mencionado el quiropráctico, y en parte porque los mecanismos de sanación del cuerpo operan más eficazmente en tiempo seco. Éste ayuda a que el cuerpo se recupere más rápidamente después del tratamiento. Sin embargo, hubo algo bueno: esta vez permaneció todo el tiempo acordado [una hora] porque sintió que era necesario.

(-¿Preferirías que dejásemos la sesión por esta noche?)

Nosotros estamos bien para mantener la sesión. Va a ser corta en consideración, pero será buena. No obstante, me gustaría explicar estos comentarios.

Este tipo de tratamientos [los quiroprácticos] causan indudablemente una manipulación de la estructura atómica que compone las vértebras. Las reacciones eléctricas son distintas según el tiempo y las condiciones atmosféricas. En tiempo lluvioso, hay una resistencia eléctrica añadida en las estructuras atómicas: una especie de reacción retardada, difícilmente perceptible en términos físicos; un período de retraso antes de que las vértebras vuelvan a descansar, por así decirlo, en la posición deseada.

Mientras éstas toman la posición deseada, hay todavía una actividad continuada. En tiempo seco hay una reacción de retraso menor, y los átomos que han sido removidos y activados vuelven más rápidamente a descansar.

Bien. Nuestro próximo capítulo se llamará: «La reencarnación, los sueños y los aspectos masculinos y femeninos ocultos en el ser.»

(Ahora el ritmo de Jane se había acelerado mucho.) Como he mencionado anteriormente, cada persona vive tanto vidas masculinas como femeninas, aunque por regla general no se conserva el recuerdo de ellas. Para evitar una sobreidentificación del individuo con su sexo presente, dentro del varón reside una personificación interna de la feminidad. Esta personificación de la feminidad en el varón es lo que Jung llamó el «ánima».

El ánima en el varón es, por tanto, la memoria psíquica y la identificación de todas las existencias femeninas previas en las que el ser interno se ha visto envuelto. Contiene en su interior el conocimiento que tiene el varón actual de sus historias femeninas pasadas, y la comprensión intuitiva de todas las cualidades femeninas con las que la personalidad está dotada de forma innata.

El ánima en el macho es, por tanto, un importante salvavidas que evita que se identifique en demasía con cualesquiera características culturales masculinas que le hayan sido impuestas por su entorno, su cultura y su educación actuales. El ánima no sólo sirve como influencia individual; también sirve como influencia general, dulcificando las tendencias agresivas y haciendo de puente tanto en la comunicación con las mujeres en las relaciones familiares, como en la comunicación a través de las artes y del habla.

Así pues, el varón soñará a menudo que es una hembra. La manera particular en que haga esto, puede decirle mucho sobre las reencarnaciones en que actuó como mujer. Obviamente, la masculinidad y la feminidad no son tendencias opuestas, sino convergentes. La sacerdotisa, la madre, la joven bruja, la esposa, la anciana sabia; estos tipos generales son arquetipos, «elementos fundamentales» que representan simbólicamente los distintos tipos de cualidades llamadas femeninas y las distintas clases de vidas femeninas que han vivido los varones.

También las mujeres han vivido estas vidas femeninas, por supuesto; pero ellas no necesitan que se les recuerde su feminidad. En cambio, para que no se sobreidentifiquen con su sexo presente, existe lo que Jung llamó el «ánimus», o el varón oculto en la hembra.

El ánimus representa las vidas masculinas en las que el ser se ha visto envuelto: el joven, el sacerdote, el agresivo «hombre de la selva» y el anciano sabio. Éstos son tipos que representan de manera general y simbólicamente vidas masculinas pasadas vividas por las mujeres actuales. Las mujeres, por consiguiente, pueden aprender mucho sobre sus pasadas reencarnaciones como varones a través del estudio de aquellos sueños en los que aparecen estos tipos, o en los que ellas mismas aparecen como hombres.

A través del ánima y del ánimus, las llamadas personalidades presentes pueden aprehender el conocimiento, las intuiciones y la formación que se derivan de las existencias pasadas en el sexo opuesto. En algunas ocasiones, por ejemplo, una mujer podría pasarse y exagerar las características femeninas, en cuyo caso el ánimus o el hombre interno iría en su ayuda, aportándole en la experiencia de los sueños un flujo de conocimiento que dará por resultado unas reacciones «masculinas» que compensen estas características.

Lo mismo se aplica a un hombre cuando se sobreidentifica con lo que él cree que son características masculinas, por la razón que sea. El ánima o la mujer interna lo impelerá a hacer acciones compensatorias, aumentando su capacidad intuitiva y aportándole un elemento creativo que compense la agresividad.

Hablando de manera ideal, de estas operaciones resultará un equilibrio general e individual, donde la agresividad se usará siempre de una manera creativa, que es como verdaderamente puede y debería usarse.

Podéis tomar vuestro descanso.

(22.02. «Muy bueno», le dije a Jane cuando estaba saliendo del trance. «Sí-dijo ella-, creo que ha sido estupendo, aunque él tiene mucho más que decir.» Jane parecía tan atontada, con los párpados tan pesados y tan somnolienta aunque relajada, que me pregunté si podría seguir despierta para continuar. Continuamos de igual manera a las 22.21.)

Bien. El ánimus y el ánima están, evidentemente muy cargados psíquicamente, pero el origen de esta carga psíquica y de la fascinación interna es el resultado de una legítima identificación íntima con esas características personificadas del otro sexo.

(Ritmo más lento.) Estas características no sólo tienen una realidad en la psique; también están grabadas en datos codificados genéticamente por el ser interno: una memoria genética de acontecimientos psíquicos pasados que está grabada en la memoria genética de las propias células que componen el cuerpo.

Cuando el ser interno adopta un cuerpo, le impone a éste y a toda su estructura genética la memoria de todas las formas físicas pasadas en las que ha estado involucrado. Bien, las características actuales

normalmente hacen sombra a las características pasadas, son dominantes; pero esas otras características están latentes y presentes, están incorporadas a la estructura. Por tanto, la estructura física del cuerpo actual es una memoria genética de las formas físicas pasadas del ser y de sus fortalezas y debilidades. (22.29. Jane se frotó los ojos; hablaba muy despacio, haciendo muchas pausas.)

Intentaré explicarlo de la manera más simple posible. Actualmente existen dentro del cuerpo unas capas invisibles; vosotros veis la superior, que representa, por supuesto, vuestra forma física actual. Pero enredadas con ella hay capas invisibles, «sombras», capas latentes que representan imágenes físicas previas que han pertenecido a la personalidad.

Ellas se mantienen en suspenso, por así decirlo. Están conectadas electromagnéticamente a la estructura atómica del cuerpo actual. De acuerdo con vuestra manera de pensar, os podrían parecer desenfocadas, pero forman parte de vuestra herencia psíquica. A veces podéis invocar la fuerza de un cuerpo del pasado, para ayudar a compensar una debilidad actual. Por consiguiente, el cuerpo no sólo tiene la memoria biológica de su propias características pasadas en esta vida, sino que están con él de una manera indeleble, incluso físicamente, los recuerdos de los otros cuerpos que la personalidad ha tenido en reencarnaciones anteriores.

El ánima y el ánimus están estrechamente conectados con estas imágenes internas del cuerpo las cuales están muy cargadas psíquicamente, y también aparecen durante el sueño. Funcionan como recordatorios y compensaciones para evitar que os identifiquéis en demasía con vuestro cuerpo físico actual.

Son, por supuesto, masculinas y femeninas. Cuando os ponéis enfermos, a veces tenéis experiencias durante el sueño en las que os parece que sois una persona distinta con un cuerpo completamente sano. Con frecuencia se trata de un sueño terapéutico. Ha venido en vuestra ayuda un cuerpo de una reencarnación anterior del cual podéis recabar fuerza a través de la memoria de su salud.

(22.44.) Terminaremos la sesión y continuaremos con el material la próxima vez, a no ser que tengáis alguna pregunta.

(-No.)

Mis más cariñosos saludos para ambos entonces, y os deseo que paséis una buena noche.

(-Buenas noches, Seth. Muchas gracias.)

(22.45. Una vez fuera de trance, Jane dijo que ahora se sentía tan bien o mejor que antes de que comenzase la sesión. Estaba sorprendida del brusco final. Se había sentido «realmente pasiva» durante la sesión, y yo había visto cómo su ritmo se hacía, más y más lento a medida que ésta transcurría.)



SESIÓN 555, 21 DE OCTUBRE DE 1970 2I.3O MIÉRCOLES
Extracto de Habla Seth II
La eterna validez del alma
a través de Jane Roberts

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