La reencarnación, los sueños y más... III

Seth


(Yo tenía dos preguntas que expliqué a Jane, aunque no esperaba realmente que Seth las tratara esa noche.)

(1. En la sesión 556, Seth dijo que muchos escritores de obras históricas escriben directamente desde la experiencia de sus vidas pasadas. Mi pregunta era referente a un experimento hipotético en el que, pongamos, se hipnotiza a cien escritores sin decirles cuál es el propósito del experimento; una vez en estado hipnótico, se los interrogaría sobre sus recuerdos de vidas pasadas. Me preguntaba qué porcentaje de ellos recordaría alguna, y si un experimento de este tipo proporcionaría pruebas sobre la reencarnación.)

(2. ¿ Cuáles son los procedimientos que están disponibles para la personalidad no física cuando decide encarnase físicamente por primera vez? ¿ Cómo es la primera vida ? ¿ Hay probabilidades de que sea salvaje o hasta cierto punto más «cultivada» ? ¿ O hay algún tipo de patrón predeterminado?)

(Como he estado intrigado sobre estas cuestiones durante cierto tiempo, pensé que los lectores del libro de Seth también podrían estarlo. Las cosas sucedieron de manera que Seth no hizo ningún caso de la primera pregunta, y desarrolló la segunda de manera muy interesante.)

(Esa noche, justo antes de la sesión, me pregunté en voz alta cómo habría sido el capítulo trece si Jane no hubiera empezado a leer a Cari Jung, el psicoanalista suizo, a principios de mes. Como ya he mencionado, Seth sugirió el día 19 de octubre que Jane dejara su libro antes de darle tiempo a terminarlo —véanse las notas preliminares de la sesión 555 del 21 de octubre-. Ninguno de nosotros dos volvió a leer el libro desde entonces.)

(Por supuesto, fue inevitable que una injerencia de Jung aflorase en este capítulo, aunque transmitida a la manera propia de Seth. Pero otros acontecimientos de nuestras vidas han influido también en algún que otro capítulo del libro. El tema de un capítulo en particular parecía resultar afectado hasta cierto punto por el momento en que se mantenía la sesión que trataba de él, al igual que por el tema intrínseco del asunto. En ese caso, incluso las interrupciones tendrían su influencia...)

Buenas noches.

(-Buenas noches, Seth.)

(Contento y divertido:) Bien, estoy contento de que estés de acuerdo con mi libro.

(-Creo que es fantástico.)

Aún queda más en el depósito.

(-Muy bien.)

Bien, ésta es una tarea viva, y por tanto sacamos partido a los acontecimientos de vuestras propias vidas, y debo decirte que fui yo mismo quien incitó a Ruburt a coger el libro (sobre Jung).

(-No se me había ocurrido. -Ni tampoco a Jane, estaba seguro.)

Luego fui yo otra vez quien quiso que lo dejara, cuando había leído hasta cierto punto. (Pausa.) Continuaremos con el dictado.

(Sin embargo, en este punto Seth me pidió que dejase mi cuaderno a un lado durante un momento, y dijo que sentía que yo tuviese tanto trabajo escribiendo durante las sesiones. Tuvimos una breve charla, un intercambio muy agradable. Los ojos de Jane estaban oscuros y muy abiertos y su transmisión fue muy vivaz; resultaba fácil sentir la inmediatez de la presencia de Seth. El interludio duró menos de un minuto. Continuamos con el dictado a las 21.20.)

Los átomos que componen el feto tienen su propio tipo de conciencia. La volátil conciencia-conocimiento que existe independientemente de la materia da "forma" a la materia de acuerdo con su capacidad y su grado. El feto, por tanto, tiene su propia conciencia, conformada por la conciencia de los átomos que la componen, la cual existe antes de que una personalidad que se va a reencarnar entre en su interior. La conciencia de la materia está presente en toda materia: en un feto, en una piedra, en una brizna de hierba, en un caracol.

La personalidad que se va a reencarnar entra en el nuevo feto de acuerdo con sus propias inclinaciones, deseos y características, con ciertas protecciones incorporadas. No obstante, no hay una regla que diga que la personalidad que se va a reencarnar debe tomar la nueva forma preparada para ella en el momento de la concepción, o en los primerísimos meses del crecimiento del feto, o incluso en el momento del nacimiento. a la materia de acuerdo con su capacidad y su grado. El feto, por tanto, tiene su propia conciencia, conformada por la conciencia de los átomos que la componen, la cual existe antes de que una personalidad que se va a reencarnar entre en su interior. La conciencia de la materia está presente en toda materia: en un feto, en una piedra, en una brizna de hierba, en un caracol.

El proceso es gradual e individual y además está determinado por la experiencia de las otras vidas. Depende especialmente de las características emocionales, no necesariamente del último ser que se encarnó, sino de las tensiones emocionales presentes como resultado de un grupo de existencias pasadas.

(Pausa a las 21.32.) Se pueden adoptar distintos métodos de entrada. Si hay una relación muy intensa entre los padres y el futuro niño, la personalidad podría entrar en el momento de la concepción, en el caso de que estuviese muy ansiosa por reunirse con ellos. Sin embargo, incluso en este caso hay grandes porciones de la conciencia de sí mismo que continúan operando en la dimensión entre vidas.

Al principio, el estado en que se encuentra en el vientre es una especie de ensueño en el que la personalidad está enfocada principalmente en la existencia entre vidas. La situación se va invirtiendo gradualmente hasta que le resulta cada vez más difícil mantener una concentración clara de la situación entre vidas.

En estas circunstancias, cuando la personalidad se acopla en el momento de la concepción, hay casi sin excepción conexiones muy fuertes de vidas pasadas entre los padres y el niño, o un incesante y casi obsesivo deseo de volver a la tierra, bien por un propósito específico, o debido a que la personalidad que se va a reencarnar está en ese tiempo obsesionada con la existencia en la tierra. Esto no es "necesariamente" perjudicial. Puede ser sencillamente que la personalidad se da cuenta de que se adapta bien a la experiencia física, de que en la actualidad está orientada hacia la tierra, y de que el ambiente de la tierra es una dimensión fértil para el crecimiento de sus propias capacidades.

Algunas personalidades se sienten inclinadas a entrar en el momento de la concepción como resultado de motivos aparentemente menos válidos (la codicia, por ejemplo, o un deseo obsesivo que está parcialmente compuesto por problemas no resueltos). Otras personalidades que nunca llegan a aficionarse completamente a la existencia terrestre pueden retrasar la entrada total durante cierto tiempo, e incluso en ese caso siempre permanecen a cierta distancia del cuerpo. En el otro extremo de la escala, ocurre otro tanto antes de la muerte: algunas personas apartan su enfoque de la vida física, y sólo dejan la conciencia del cuerpo. Otros permanecen en el cuerpo hasta el último momento. En cualquier caso, en los días tempranos de la infancia no hay un enfoque constante de la personalidad en el cuerpo.

Tomad vuestro descanso y luego continuaremos.

(De 21.47 a 22.00.)

Bien. En todos los casos las decisiones se toman con antelación, como ya os he dicho. La personalidad que se va a reencarnar es consciente, por tanto, de cuándo tiene lugar la concepción "por la que ha estado esperando". Y, aunque puede elegir o no entrar en ese "instante", es atraída irresistiblemente por el espacio y por la carne hacia ese tiempo y ese punto.

En ocasiones, mucho antes de que tenga lugar la concepción, la personalidad que va a ser el futuro niño visitará el entorno de sus dos futuros padres, atraída de nuevo. Es algo bastante natural.

Un individuo puede tener entre vidas destellos de su futura existencia, no necesariamente de acontecimientos particulares, sino más bien de la esencia de la nueva relación y, durante la espera, recordarse a sí mismo los retos que se ha preparado. Así pues, los fantasmas del futuro serían tan reales en vuestras casas como los fantasmas del pasado.

No hay un caparazón de materia completamente vacío a punto de llenarse, sobre el que la nueva personalidad permanezca suspendida merodeando, particularmente después de la concepción y con mayor frecuencia e intensidad a partir de ese momento. Sin embargo, la conmoción del nacimiento tiene ciertas consecuencias que generalmente atraen a la personalidad a la realidad física de sopetón, por así decirlo. Antes de esto, las condiciones están bastante equilibradas. La conciencia del cuerpo aumenta de forma casi automática y reacciona con gran intensidad, pero en condiciones muy controladas.

En el momento del nacimiento, todo esto termina de repente, y los [nuevos] estímulos llegan con una rapidez que la conciencia del cuerpo nunca antes ha experimentado hasta ese punto.

(22.10.) Necesita entonces intensamente un factor estabilizador. Hasta ese momento ha sido enriquecida y apoyada por profundas identificaciones biológicas y telepáticas con la madre. La comunicación de las células vivas es mucho más profunda de lo que pensáis. La identificación es casi total antes del nacimiento, pero sólo en lo que concierne a la conciencia del cuerpo.

Hasta que entra la nueva personalidad, el feto se considera a sí mismo como parte del organismo de la madre. En el momento del nacimiento, pierde repentinamente este apoyo. Si la nueva personalidad no ha entrado antes de manera completa, lo hace usualmente en este momento para estabilizar al nuevo organismo, para apoyarlo, en otras palabras. Por tanto, la nueva personalidad experimenta el nacimiento con distintos grados de intensidad, dependiendo de cuándo ha entrado en esa dimensión.

Si entra en el momento del nacimiento es bastante independiente; no está aún identificada con su nueva forma, y sólo actúa como apoyo. Si la personalidad ha entrado en el momento de la concepción o antes del nacimiento, está identificada hasta cierto punto con la conciencia del cuerpo, con el feto. Ya ha comenzado a dirigir la percepción aunque la percepción empieza, con dirección o sin ella- y experimentará la conmoción del nacimiento de una manera directa e inmediata.

(22.19.) En este caso, no habrá distancia entre la personalidad y la experiencia del nacimiento. La personalidad recién entrada fluctúa como conciencia, ya que debe pasar un tiempo antes de que ocurra la estabilización. Por ejemplo, cuando un niño, especialmente un niño pequeño, está durmiendo, a menudo la personalidad abandona el cuerpo. Gradualmente va disminuyendo su identificación con la dimensión entre vidas, hasta que casi la totalidad del enfoque está en el cuerpo físico.

Evidentemente, algunos se identifican con el cuerpo con más intensidad que otros. Hablando de manera general, existe un punto óptimo de enfoque en la realidad física, un período de intensidad que no tiene nada que ver con la duración. Puede durar una semana o treinta años, y a partir de ahí comienza a menguar y a desplazarse imperceptiblemente a otros niveles de la realidad.

Bien. Una crisis, especialmente si ocurre muy al principio o muy al final de una vida, puede destruir de tal manera la identificación de la personalidad con el cuerpo, que ésta lo abandona temporalmente. Puede hacerlo de varias maneras. Puede abandonar el cuerpo tan completamente que éste cae en coma, si la conciencia del cuerpo también ha sufrido una conmoción. Si la conmoción es psicológica y la conciencia del cuerpo continúa operando más o menos normalmente, puede dar un salto atrás hacia una personalidad de una reencarnación anterior.

En tal caso se trata sencillamente de una regresión, habitualmente pasajera. De nuevo pueden intervenir aquí el ánimus y el ánima. Si una personalidad cree que está haciendo un mal papel en una vida masculina, puede activar las cualidades del ánima, tomando las características de una existencia pasada femenina en la que se desenvolvió bien. Lo mismo puede ocurrirle a una mujer, pero a la inversa.

(22.30.) Por otro lado, si la personalidad se ha sobreidentificado tanto con su sexo actual que su individualidad está sena-mente amenazada, podría llegar a identificarse de nuevo con una personalidad pasada del sexo opuesto.

El control de la personalidad sobre el cuerpo es débil en los primeros años, pero luego va aumentando. La personalidad puede tener razones para escoger un cuerpo que no sea estéticamente agradable. En ese caso, tal vez nunca establezca una buena relación con ese cuerpo, y, aunque esa existencia sirva al propósito escogido, siempre sentirá un distanciamiento entre el cuerpo y la personalidad que está en su interior.

Aquellas que, como mencioné anteriormente, entran en el cuerpo en el momento de la concepción son normalmente personalidades muy ansiosas de llegar a la existencia física. Por consiguiente, están mucho más desarrolladas y muestran muy pronto sus características individuales. Se aferran al nuevo cuerpo y lo moldean. Tienen un control vigoroso sobre la materia, permanecen normalmente dentro del cuerpo y suelen morir bien de un accidente donde la muerte sea inmediata, o bien durante el sueño, o de una rápida enfermedad. "Por regla general" pueden manipular la materia con habilidad.

(22.40.) Son emocionales. Resuelven sus problemas rápidamente, a veces con impaciencia y de una manera muy práctica. Trabajan bien con los materiales de la tierra, y traducen sus ideas a la realidad física con gran fuerza. Construyen ciudades, monumentos. Son arquitectos. Están interesados en dar forma a la materia y moldearla según su deseo.

Bien. "Si por regla general" aquellos que no entran en vuestro plano de existencia hasta el momento del nacimiento son menos capaces de manipular la materia de esta manera. Y éstos constituyen el término medio.

Hay otros que se resisten todo lo posible a la nueva existencia, a pesar de que son ellos los que la han escogido. Hasta cierto punto, tienen que estar presentes en el nacimiento, pero rehuyen la identificación total con el bebé que ha nacido. Permanecen merodeando alrededor de la forma, pero un poco a regañadientes. Existen varias razones para ese comportamiento. Algunas personalidades sencillamente prefieren la existencia entre vidas, y están mucho más interesadas en la resolución teórica de problemas que en la aplicación práctica que necesariamente se requiere. Otros han descubierto que la existencia física no satisface sus necesidades como pensaban que lo haría, y progresarán mucho mejor en otros campos de la realidad y la existencia.

22.48.) Debido a sus características, algunos prefieren establecer cierta distancia entre ellos y sus existencias físicas. Están mucho más interesados en los símbolos, y consideran la vida en la tierra sumamente experimental. Se acercan a ella con una mirada casi avinagrada, por así decirlo. Más que interesarse en manipular la materia, sienten curiosidad sobre la manera en que las ideas aparecen en la materia.

Hablando de nuevo de una manera general, se sienten a sus anchas en el terreno de las ideas, la filosofía y las realidades intangibles. Son pensadores que siempre se mantienen un poco apartados, y la musculatura de su cuerpo suele estar poco desarrollada. Los poetas y los artistas comparten en cierta manera esta naturaleza, aunque en general aprecian más profundamente los valores físicos de la existencia terrena.

Por tanto, la actitud respecto al cuerpo puede variar mucho. Se pueden escoger distintos tipos de cuerpo, pero el ser total siempre tiene ciertas preferencias y ciertas características que lo rigen, de manera que, por lo general, las distintas vidas vividas tienen su propio sabor individual.

Es casi imposible hablar del momento en que la personalidad entra en el cuerpo físico sin tratar la manera en que lo abandona, ya que esto depende enormemente de las características y actitudes personales respecto a la realidad física. Se pueden tomar decisiones sobre las vidas futuras no sólo en el estado entre vidas, sino también en el estado de sueño de cualquier vida dada.

Por ejemplo, puede que hayáis decidido ya las circunstancias de vuestra próxima reencarnación, aunque en vuestros términos tal vez vuestros padres sean bebés ahora, o en vuestra escala de tiempo puedan no haber nacido todavía, y aún falte hacer los preparativos.

Podéis tomar vuestro descanso ahora.

(-Ha sido muy bueno)

(23.00. El trance de Jane había sido profundo. Le costó un poco conseguir abrir los ojos. «Me gusta cuando él lo hace así y estoy completamente ida -comentó-. Pero, cuando vuelvo, no sé lo que estoy haciendo... Realmente estaba ida.»)

(Este descanso fue el final del dictado del libro por esa noche. Seth terminó la sesión transmitiendo varias páginas de material personal para Jane y para mí.)



SESIÓN 557, 28 DE OCTUBRE DE I97O 21.19 MIÉRCOLES
Extracto de Habla Seth II
La eterna validez del alma
a través de Jane Roberts

6152 lecturas

Comentario de lectores

Ninguno para este artículo