Dioses nacidos en forma humana.

Ramtha


- CONTEMPLACIÓN Y PENSAMIENTO ENFOCADO

La lenta evolución de las especies, en su esfuerzo de adaptación a los diferentes tipos de medio ambiente que ha observado la ciencia, nos da la impresión de no incluir a Dios —el creador que nos presenta el libro del Génesis—, en ningún lugar. Sin embargo, las teorías científicas de la evolución fallan a la hora de explicar cuál fue el punto de partida de este proceso y cuál es la inteligencia organizada que continúa guiándolo.

El Dios del Génesis ordena a la creación que tome vida, y esto sucede gracias al poder de la palabra de Dios: «Entonces Dios dijo, ¡hágase la luz! Y se hizo la luz».(1) Otro elemento importante que encontramos a lo largo de esta historia es el acto de ver y nombrar, o mejor dicho, contemplar y definir el producto final de la creación: «Y Dios vio que esto era bueno»,(2) o «Dios llamó a la luz día, y a la noche oscuridad».(3) Finalmente, una característica sorprendente de la historia que tiene un paralelo con muchas otras tradiciones diferentes es la división del acto de la creación en siete unidades o partes. En esta historia, la creación toma vida y es definida a través del poder del pensamiento expresado en palabras, y el poder de reflexión y contemplación.

Esto es importante porque la interpretación tradicional de esta historia, que asume una separación intrínseca entre Dios y el universo, es posible que no sea la intención original detrás de estos elementos claves que han sobrevivido en la versión final de la historia del Génesis que tenemos hoy en día. Como hemos dicho antes, con la ayuda de la exposición de Ramtha del origen y la evolución del universo, comienza a salir a la superficie un contexto más apropiado en la interpretación de estos elementos clave.

Hemos estudiado en los capítulos anteriores que la totalidad de la existencia encuentra su origen en un acto de contemplación que produjo pensamiento, un conocimiento dinámico consciente, o conciencia y energía. También hemos observado que son precisamente estas características, expresadas comúnmente hoy en día como el «libre albedrío» y la habilidad de razonar, las que mejor describen y definen la verdadera naturaleza de la persona humana. La razón por la cual el Dios del Génesis es considerado intrínsecamente diferente y trascendente de la humanidad y el universo, es porque las cualidades creativas del pensamiento y la contemplación intencionadas que están presentes en la humanidad han sido ignoradas y negadas.

El lenguaje hebreo antiguo contiene probablemente la interpretación más clara y más cercana de la palabra como conciencia y energía creativas. El primer libro del Tora judío, el libro del Génesis, contiene —dentro de la palabra de apertura «Bereshith»—, la palabra «Bereh» (bêth, rês, áleph). La segunda palabra de este libro es «Bereh» sola. La palabra «Bereh» puede ser ambos, un sustantivo o un verbo. Como sustantivo singular significa «una palabra», y como verbo se refiere al acto de la creación. Este doble significado no puede ser, de ninguna manera, arbitrario, especialmente cuando consideramos que el contexto del Libro del Génesis es la historia de la creación.

Dios es visto ordenando a su creación que cobre vida, y dándole la aprobación al verla como una obra muy positiva. Este contexto le da al término «Bereh» un trasfondo que lo cualifica y le atribuye un gran significado. Una gran parte del misticismo judío y de la Cabala judeo-cristiana de la Edad Media, fue fundada bajo el entendimiento de que las palabras y los pensamientos tenían una cualidad divina y creativa. Las palabras y los símbolos eran el punto de enfoque de la meditación y el medio que transportaba al individuo más cerca de lo divino. A la luz de estas consideraciones, no es difícil encontrar un paralelo entre el concepto de «el poder creativo de la palabra de Dios» y «el poder creativo de la conciencia y la energía contenida en el pensamiento y expresada en la palabra».

Una diferencia importante entre estos dos conceptos, sin embargo, es que la única ocasión en que la palabra cobra poder creativo, de acuerdo al Génesis, es cuando es usada por Dios, y no por el hombre o la mujer. En otras palabras, es considerada un atributo divino. En el entendimiento de Ramtha, el poder creativo de la palabra está disponible para cualquiera. Para Ramtha, esta importante cualidad de la humanidad es un testimonio de hasta qué punto hemos olvidado nuestra divinidad y, de igual modo, los mismos cimientos de nuestra voluntad libre.

«Entonces la definición de Dios —que viene a ser vuestra definición—, es que vosotros sois conciencia y energía, cualquier cosa donde vuestra voluntad enfoque su luz. ¿Y por qué los siete sellos? Porque nuestra voluntad puede operar en cualquiera de estas áreas. Y el cuerpo es un mapa, un duplicado exacto de aquello que se llama los siete reinos —así en el interior como en el exterior; así en la tierra como en el cielo—; aquello que da su validez a estos reinos, y en verdad, lo que da justicia a su existencia, es nuestra voluntad y nuestra elección. Eso es todo; y eso abarca todo».

«Conciencia y energía es la ley intrínseca —la única ley, si la queremos llamar así—, en acción. Y lo que hace es tan ilimitado que la sostiene. Es la única ley en la cual tu voluntad puede ser absolutamente libre».(4)

La ley de la conciencia y la energía siempre está activa en la persona, aunque no siempre sea aparente, debido al nivel de conciencia del individuo. Ramtha explica que la gente normalmente no es consciente de la verdadera dirección de su intención y su enfoque, lo cual les hace suponer que su voluntad no se está manifestando. Por otro lado, la gente que está superando su condición humana y se está iluminando, aprende a volverse consciente y a redirigir la intención fundamental que crea sus vidas.

«A menos que entiendas que conciencia y energía crean la realidad, siempre tendrás las frases: pero, por qué, no puedo, es demasiado difícil, fracaso, carencia... siempre las tendrás todas. Y lo extraordinario es que la energía de la conciencia está creando tu objeción».(5)

«La conciencia no tiene leyes; aquello que es, es ley Y ésa es la ley, hacer conocido lo desconocido. Tiene un dominio libre. La energía es la servidora de los pensamientos. Es lo que colapsa el mundo subatómico en una realidad de partículas y crea campos magnéticos para atraer lo que ya es conocido hacia tus bandas. Todas las personas en nuestra vida reflejan un aspecto de quiénes somos, y ese aspecto está ahí para una redención emocional».(6)


- EXPANSIÓN DE LOS SIETE PLANOS DE EXISTENCIA

En el modelo de existencia de Ramtha, la expansión de la conciencia y la energía, en su intento de conocerse a sí misma, produjo siete niveles distinguibles o planos de potenciales, que fueron construidos sobre el conocimiento que se adquiría y la disminución o reducción del tiempo en el cual se estaba creando la experiencia. La cosmología de Platón también identifica siete divisiones o planos de existencia que surgían como consecuencia de leyes geométricas y porcentajes que reflejan el orden de la realidad primordial indivisible e inmutable.(7)

Ramtha explica que el universo físico de materia densa pertenece a la expresión más lenta de los siete niveles de conciencia y energía. Ramtha distingue el proceso de creación en términos de la jornada de involución y la jornada de evolución. La involución es la jornada que produjo los siete planos de existencia, y la evolución es la jornada de recordar y regresar a la unidad de Punto Cero y el Vacío, trayendo nuestras perlas de sabiduría.

La evolución, vista en esta amplia perspectiva, no tiene sentido y no puede medirse con nuestros términos de referencia al tiempo. Por ejemplo, si comparáramos nuestro sistema solar con un solo átomo que contenga la misma cantidad de electrones girando alrededor del núcleo que planetas girando alrededor del sol, podríamos suponer que de igual modo que existe tal diversidad de vida en nuestro planeta, también podría existir la misma diversidad de vida en uno de los diminutos electrones que giran alrededor de ese átomo, aunque no lo podamos percibir. Simplemente porque la velocidad en ese espacio de tiempo sea tan rápida y la proporción del tamaño en la que percibimos la existencia del átomo tan pequeña con relación a las nuestras, esto no excluye la posibilidad de que si pudiéramos intercambiar nuestras proporciones de espacio y tiempo con las suyas, podríamos experimentar el átomo como un sistema solar individual en una galaxia similar a la de la Vía Láctea.

Del mismo modo, nuestro sistema solar podría ser un solo átomo de un cuerpo molecular viviente tan grande que escapa a nuestra habilidad de percibirlo.

Si nosotros definimos al yo exclusivamente en términos de la expresión humana, obviamente esta idea será entonces pura fantasía. Pero si definimos al yo en términos de conciencia y energía, comenzamos a percibir que la evolución de toda la existencia, la exploración del conocimiento consciente, es un proceso vasto y amplio que trasciende todos los conceptos humanos de la eternidad que hemos imaginado. Al misterio de la vida nunca se le robará o disminuirá su maravilla y su encanto fascinante. La trascendencia divina retiene su grandeza, pero no implica una separación del yo intrínseca e incorregible, pues es esencialmente el yo, y la fuerza dinámica que le exige explorarse y conocerse a sí mismo eternamente.


- CONOCIMIENTO DEL YO

El antiguo templo de Delfos en Grecia, que era considerado el centro del mundo y el lugar donde uno tenía acceso a la sabiduría de los dioses, tenía en la entrada la famosa inscripción: «Conócete a ti mismo». Sócrates explica el pro-fundo significado de esta frase en sus diálogos filosóficos.(8)

Uno de estos diálogos dice:

«Sócrates: De este modo, el mandato de conocernos a nosotros mismos quiere decir que debemos conocer nuestras almas.

Alcibíades: Eso parece.

Sócrates: ¿Podemos nombrar algún atributo sobre el alma que sea más divino que el lugar donde ocurren el conocimiento y el entendimiento?

Alcibíades: No, no podemos.

Sócrates: Entonces ese lugar se asemeja a lo divino, y alguien que mire eso y alcance todo lo que es divino —visión y entendimiento—, alcanzará también lo mejor de sí mismo».

La evolución es el proceso a través del cual conciencia y energía, el pensamiento original del vacío, produjeron el nacimiento de la creación y continúan expandiéndola como la expresión de su propio reflejo. Es por esto que la conciencia, según el pensamiento de Ramtha, es el principio que originó y que guía a la evolución. La aparición de organismos vivientes con la capacidad de propagarse por sí mismos, como las plantas y los animales, tomó una cantidad de tiempo incalculable en llevarse a cabo. La perfección del diseño animal para que éste sirviera como vehículo apropiado con el cual los dioses y la conciencia pudieran explorar y experimentar el plano físico desde adentro, tomó millones de años de experimentación.

«La imagen de cada parte del maravilloso cuerpo había sido capturada gracias a la imaginación de la creación. Cada órgano, cada entendimiento, había sido establecido perfectamente en pensamiento, y la síntesis de la luz se convertiría en la imagen perfecta en la composición de la materia. Cada célula en su estructura atómica dividida guarda totalmente el recuerdo perfecto de la idea perfecta, más aún, la semilla de la célula contiene la reproducción de la parte de la totalidad que expresará a la larga. Esta se dio al pensamiento más pequeño y a la célula más peque-ña, y la base de cada célula es la luz. ¿ Cómo puede un dios comprender completamente, hasta el entendimiento más pequeño, un sistema vascular que no tiene medida en longitud? A través del ideal completo, que se manifestará cuando éste sea visto perfectamente. Y este dios de ninguna manera intentó la perfección únicamente esta primera vez, sino que lo hizo una y otra vez».9




1 Libro del Génesis, 1:3.
2 Libro del Génesis, 1:10.
3 Libro del Génesis, 1:5.

4 Caminando la jornada de la mujer, Cinta numero 437 (Yelm: Ramtha Dialogues, 2000).

5 Caminando la jornada de la mujer, Cinta número 437 (Yelm: Ramtha Dialogues, 2000).

6 Blue college weekend, Cinta número 437 (Yelm: Ramtha Dialogues, 2000).

7 «Él (el artesano, Dios) las incluyó en ese mecanismo que gira en el mismo lugar sin variación, y comenzó a hacer de una la parte exterior, y de la otra el círculo interior. Y él decretó que el movimiento exterior debería ser el movimiento de lo igual, mientras que el interior debería ser el de lo distinto. El hizo el movimiento de lo igual girar hacia la derecha por el camino del lateral, y el de lo distinto hacia la izquierda, por el camino de la diagonal; y él hizo la rotación de lo igual —p. ej. lo uniforme— el dominante que dejó a éste solo e indivisible, mientras que dividió el interior seis veces para formar siete círculos desiguales. Sus divisiones correspondían a los varios intervalos dobles y triples, de los que había tres de cada».
Platón, Complete Works (Cambridge: Hackett Publishing Company, 1197). Timeus, pág. 1.240.

8 Ver las siguientes obras de Platón: Alcibíades, Carmides, Hiparco, Las Leyes, El Fedro, El Filebo, Protágoras y Amantes Rivales.

9 La Creación, Cinta 005 (Yelm: Ramtha Dialogues, 1980).



Extracto de: Los orígenes de la civilización humana - Ramtha

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