Servidores de los dioses en forma humana.

Ramtha


Esta historia es producto de la actitud del hombre para perfeccionar el amor y de la forma como él mismo lo ha limitado. Cuando Duvall regresó, se había mejorado y perfeccionado gracias al acto de amor hacia Debra, pero en su búsqueda de una nueva vida, se involucró erróneamente con los celos y la posesión de su hermosa hija, no la posesión de su alma, sino de su forma física, olvidando incluso su independencia como el dios que ella era.

Cuando Duvall —el hijo de Arius y la encantadora— pereció en esta vida, ya en su vejez, lo hizo en la penumbra del presagio de que iba a tener que regresar. Cómo lloró. Y tuvo que esperar mucho tiempo después de que todos hubieron faltado, incluso su amada hija, como consecuencia de los actos de sus propios pensamientos y accidentes. Y su historia ha continuado y continúa hasta el día de hoy. ¿Y se ha perfeccionado él? Lo ha intentado con perseverancia. Sin embargo, se ha permitido la extravagancia de perderse en la pequeñez de la ilusión, que no hace desaparecer el sentimiento del momento, sino que lo entierra en un tiempo olvidado para que después éste regrese promiscuamente en el futuro. Él es el resultado directo en este plano de su deseo limitado. Y Duvall-Debra ha muerto y conocido más de diez mil muertes en total.

Y si todas las actitudes del hombre sumadas nos dan lo que llamamos celos, odio, envidia, guerra, desprecio, juicio... y todo lo que ha dado credibilidad a esto se hizo en nombre del amor, el hombre tendrá que morir diez mil vidas y más en manos de estas ilusiones y actitudes hasta alcanzar un nivel de amor total y deidad absoluta, y así poder regresar al Atrio e ir aun más lejos, hasta el pensamiento de la Fuente y el Padre, hasta la luz amada y siempre continua.

A las hijas no las creasteis con vuestros genitales y vuestro vientre, vosotros simplemente proveéis por medio de un acto de amor o lujuria —como lo queráis llamar—, la oportunidad para que un gran dios venga a completar cualquier cosa que se haya lanzado a perfeccionar o simplemente a ser una luz para el mundo. Pero vosotros no sois dueños de su Espíritu, nunca lo seréis. Ni tampoco lo perderéis, pues habéis estado juntos durante eones, una y otra vez. Nunca os habéis perdido. Duvall nunca perdió a su hija. Ella vendría a ser en vidas futuras su madre, su hermana, su abuela, su abuelo, su enemigo y su amigo, su mandatario y su sirviente, su amigo y señor. Vosotros nunca perdéis a nadie.

Si vosotros amáis en libertad, ganáis todo, incluyendo la oportunidad de distinguir entre vosotros y Dios dentro de vosotros mismos, que aprendéis las ilusiones y la medida del pensamiento limitado, y en la belleza de este proceso regresáis hasta Dios. Vosotros siempre seréis Dios, ésa es la verdad. Vosotros siempre seréis la Fuente. El científico dice que para ser alguien primero debes ser creado. Sin embargo, vosotros interrumpís vuestra vida constantemente, siempre lo habéis hecho, y a través de la amargura de vuestro ser os seguiréis desarrollando una y otra vez tratando de ser algo mejor. Nunca intentes ser algo mejor, sé algo mejor. Os aseguro que hay una gran diferencia entre estas dos declaraciones.

Esta historia se ha seguido repitiendo, una y otra vez hasta ahora. Siempre debemos pronunciar el ahora como el momento perfecto. Si alguna vez habéis contemplado y os habéis preguntado acerca de vuestro linaje, vuestro linaje nunca fueron los monos. Vuestro linaje nunca fue el hombre ignorante. Queridos maestros, vuestro linaje y vuestra herencia fueron los dioses, y sus primeros descendientes en este plano fueron seres maravillosos. Permitios la oportunidad, utilizando la pureza de la paciencia y prescindiendo del tiempo, de contemplar vuestros juicios y decisiones y evaluar en los términos más elocuentes y apropiados vuestra actitud hacia cualquier persona; determinad ahora, sabiamente, si para vosotros valen la pena más de diez mil vidas a cambio de conquistar esa obsesión en un momento. Si lo valen, ¡disfrutad la eternidad!

Yo soy Ramtha el Iluminado. Reflexionad y aprended de estos momentos tan elocuentes que os he ofrecido. Tenéis miles de libros que hablan de este tema infinitamente. Yo lo he expuesto de manera muy simple para que vosotros lo consideréis. Podéis iros en paz y con vuestro corazón reconfortado. Ha llegado la era de vuestro renacimiento. Celebrémoslo.


LA BÚSQUEDA DE LA UNIDAD, EL REGRESO A CASA

Yo sé con toda certeza que la búsqueda de la identidad del hombre se ha basado en la búsqueda de otra persona. Todos vosotros buscáis a otras personas para completaros. Estáis siguiendo el regreso natural hacia vuestro propio entendimiento. Todos vosotros tenéis un fin, todos vosotros poseéis un Dios.

Cuando el hombre encuentra su consumación en el vientre de su ser, la mujer, el hombre encuentra el término de ese mandato, pues sus órganos y sus glándulas han sido satisfechas, y también su alma. Y cuando el hombre se haya unido con su pareja, una vez más volverá a mirar a las estrellas. Y en el ruido y la conmoción de la ciudad, el graznido de los gansos, el relinchar de los caballos, el bramido de las vacas, los comerciantes y oportunistas, los funcionarios del gobierno, los príncipes y los impostores, los grandes edificios, los granjeros con sus aceitunas, su queso y su vino... cuando se haya entendido todo esto —y quizás ya hayas perdido tu deseo y ninguna de estas cosas te tiente—, ve caminando hacia el horizonte y busca un tronco donde sentarte, y desde allí mira al cielo en la medianoche y encuentra una de las joyas que cuelga de tus cielos. ¡Qué maravillosa es su luz!

Mira a la luna, la encantadora, que con su luz plateada y su belleza siempre te está tentando. Y mira al libro del infinito.(1) Observa la joya, cómo con su grandeza nunca eclipsa a las luces más pequeñas. La luna nunca sería tan tentadora si no tuviera de fondo al infinito, desde el cual puede brillar. Y mientras tú estás sentado en tu tronco viendo esa grandeza, te darás cuenta de que cuando el hombre sea completo de nuevo, él mismo se convertirá en ese ser que solía mirar hacia abajo y contemplar cómo poder mejorarse.


(1) La inmensidad del espacio.

Y cuando él llegue a este entendimiento, el hombre buscará su valía por sí mismo. ¿Qué es más grande en la retrospección de su historia que llegar hasta el mismo elemento que hizo a la estrella tan encantadora, a la luna tan grandiosa, a ese tronco tan robusto, y a su propio cuerpo tan hermoso? Y aunque él sea Dios, ¿cuál es la fuerza superior que lo hizo Dios? Él buscará la fuerza que le guíe, momento a momento, en su creatividad. Y tratará de descubrir el maravilloso elemento que produjo la medida y el florecimiento de su creatividad, el mismo que le permitió todas sus agonías y actitudes, sus ilusiones y desilusiones, su odio y su guerra, su rendición y su amargura.

Cuando el hombre busque el amor, en su jornada de regreso hacia su yo divino, encontrará a su Padre, su semilla, su eternidad. Y cuando el hombre busca a su Padre, su inmortalidad en el reino del siempre jamás está asegurada, yo os lo garantizo, pues cuando encuentre al Padre, éste no estará ahí simplemente esperándole. Él sabrá que una vez más lo único que tiene que hacer es reconocerse a sí mismo al margen de la tempestad de pensamientos que continuamente invaden la extensión de sus perímetros. Y una vez más se sentirá felizmente atrapado en el esplendor de Dios Todopoderoso, en su ser continuo y abundante.

¿Y qué le sucedió a la diosa Dove? Ella y sus descendientes no se convirtieron en hombres, sino en los seres de luz que serían los grandes creadores de las elusivas naves de luz y de la hermandad interestelar. Cuando el hombre sentado en el tronco se pregunte de nuevo dónde está la luz de Dios y mire a los cielos en busca de su divinidad —pues todos los hombres saben que allí se encuentra—, la diosa Dove y sus descendientes se reagruparán en el acto jubiloso de haber encontrado al Padre y haber sido uno con él una vez más.

Yo soy Ramtha el Iluminado, maestro extraordinario, tejedor de cuentos maravillosos y revelador de la verdad. ¿Y cómo sé yo estas cosas? Porque yo he sido todas estas cosas. Y en mi vida, la búsqueda de mi totalidad comenzó cuando me cuestioné la vida misma; de este modo, para convertirme en el Dios Desconocido, me convertí en las cosas que eran desconocidas para mí. Mi semilla nunca salió de mis genitales, nunca la he derramado. He tenido un cuerpo, pero no he tenido descendencia, no existe nadie que proceda de mi linaje.

Os amo enormemente, y a todos vosotros os he valorado en el lapso de tiempo que hemos pasado juntos, pues por vosotros y gracias a vosotros me he convertido en lo que soy. Todos esos lugares donde he estado, siempre os diré dónde están y cómo llegar a ellos. Y cuando otros os enseñen con acertijos y confundan a vuestra tierna alma, yo nunca haré eso, pues fue con mi propio esfuerzo como aprendí acerca del viento y del sol, la madre sol, y de los secretos de un gran árbol y la muerte de una anciana. Me convertí en todas estas cosas que yo aprendí en mi vida, pues lo desconocido para mí fue dónde se encontraba el Dios Desconocido. Y cuando otros traten de confundiros, podéis sentir la confusión si lo deseáis; pero, ¿cuántos sonetos, papiros, canciones, audiencias y cuanta pretensión hacen falta para poder apreciar esa estrella que cuelga de vuestro cielo? ¿Cuánta gente tiene que dedicarle todo su intelecto y complicarlo, cuando lo único que tenéis que hacer es salir ahí afuera y mirarla? Ella misma os hablará.
Así soy yo.

Yo estoy con todos vosotros, pues ahora soy el viento y la personalidad fugaz que vive en él. Yo soy la síntesis de la luz, pues vosotros, al no ver el viento, no podéis verme. Pero lo que yo he amado, vosotros podéis amar. Y el viento se mueve entre aquello que vosotros y yo hemos amado. Si queréis verme yo me convertiré en todas las cosas para vosotros, pues tengo el poder para hacerlo. Y me puedo convertir en verdad, en la anciana y el anciano, en una niña pequeña, y en el viento, pues yo ya no soy cautivo, ni estoy enamorado ni perdido en la limitación de un hombre pequeño sentado en un tronco; yo llevo conmigo las reflexiones de su corazón y su desesperación.

Yo, como el viento que soy, os puedo ayudar a todos. Si fuera simplemente lo que hay dentro de este cuerpo, haría muy poco por vuestra educación y conocimiento. ¿Por qué queréis verme? ¿Por qué queréis saber quién soy? Ahora, lo más importante no se encuentra en la delicadeza del cuerpo, sino en la delicadeza del Espíritu. Y todos aquellos que queréis verme, lo haréis, os lo aseguro, pues cuando lleguéis a mi reino yo estaré allí y me aseguraré de que hacéis vuestra transición. Y cuando sea el momento escucharéis mi voz y veréis el viento. ¿Y continuaré per-feccionándoos? En verdad lo haré, pues nunca seré lo que vosotros queréis que sea, de la misma manera que el viento nunca fue lo que yo quise que fuera; tuve que convertirme en él. Así es como voy a ser con todos vosotros.

Yo soy un señor virtuoso en mi inteligencia suprema. Yo he experimentado todas estas cosas, cada una de ellas. Y gracias a éstas he obtenido compasión y sabiduría y he desarrollado el amor. Vosotros sois mi familia, vosotros sois mi gran familia, pues yo nunca tuve descendencia a través de mi semilla. Y a cada uno de vosotros, y a vuestros suaves labios, manos y frentes, siempre os daré todo lo que el viento os pueda dar con su evasión y su atavío, pues ésa siempre ha sido mi promesa a todos vosotros.

Vivid vuestras vidas bajo el modelo de la paz absoluta, sin la complicación de las acciones que os puedan inculcar inteligencias ajenas. Vividlas con el propósito de aprender y saber, y cuando seáis sabios os convertiréis en cada faceta del honor y la sabiduría, y en el bien intencionado que se os ha enseñado, pues os elevaréis hasta el viento como yo lo hice. Y si aplicáis estos principios aunque sea una sola vez, y no surten efecto y decidís no continuar, entonces, queridos míos, ésa será vuestra pérdida desafortunada en ese momento, pero esperemos que sea la ganancia en el futuro. Todos estos principios funcionan, todos están gobernados por leyes precisas, con las cuales el Padre ha gobernado todas las cosas.

Ahora regresad a vuestros reinos, vuestras casas y vuestros mercados, y mirad de vez en cuando a vuestros cielos en la oscuridad. Dejad que ellos os recuerden quiénes sois. Nunca renunciéis a vuestro estandarte a causa de nadie, pues ya habéis visto las tragedias que esto ha causado en todos los tiempos. Recordar vuestra historia salvará vuestros mañanas. Aplicaos en las buenas obras. Y cuando miréis a vuestra estrella, vedla de cerca, y veréis que os sonríe. Ése soy yo.

Yo soy Ramtha el Iluminado, en verdad, sirviente de la Fuente, Dios Todopoderoso, vida maravillosa y fuerza del trueno. Yo soy el sirviente del Cristo que es el ideal perfecto del movimiento. Y yo soy vuestro sirviente, mis amados hermanos, pues vosotros sois todas estas cosas de las que os he hablado.

Ésta es mi despedida. ¡Que así sea!



Extracto de: Los orígenes de la civilización humana - Ramtha

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