Las oportunidades cíclicas de los tiempos.

V.B. Anglada


Preguntémonos, ante todo... ¿qué es una oportunidad cíclica? Yo diría que es la presión de los astros del Universo haciéndonos sentir sus particularidades gravitaciones. Esta presión o esta “compresión” de los éteres planetarios por efecto de las actividades “psicológicas” que se expresan por medio de planetas, soles y Universos, inclinan la Voluntad y el Destino de nuestro Logos planetario hacia determinadas situaciones, cuya significación es demasiado elevada para que pueda ser comprendida por nuestra pequeña y finita mente. Científicamente descritas, estas fuerzas cósmicas están poseídas de una gravedad, más allá de nuestra comprensión, que altera la propia gravedad terrestre e inclina subjetivamente el eje de la Tierra reorientándolo ocultamente hacia nuevas zonas cósmicas de atracción o de gravitación y creando nuevas posibilidades evolutivas en la vida y en el destino del propio Logos.

Consideremos así que estas posiciones cíclicas de los Universos y de las Constelaciones en relación con nuestro pequeño mundo son las creadoras del Karma planetario del cual se hace directamente responsable SANAT KUMARA, el Señor del Mundo. De estas influencias “extrasiderales” poco nos hablan los astrónomos ya que por su sutilidad escapan a la percepción de los aparatos científicos de más alta precisión técnica, pero no así a la intuición de los verdaderos investigadores esotéricos los cuales hablaron siempre, y con gran seguridad, de estos campos vibratorios extrasolares que constituyen la base de la estructuración kármica del destino de nuestro planeta. Además del paso cíclico de la Tierra por las llamadas “zonas zodiacales”, hay otras importantes fuerzas divinas que cooperan en la evolución de nuestro planeta y de todos los demás planetas del Universo.

El conjunto de fuerza siderales y extrasiderales, es decir, las que proceden del campo zodiacal y las que actúan más allá y por encimas de las doce Constelaciones del Zodíaco conocido, determinan unas misteriosas zonas de atracción mayor dentro de las cuales -si podemos decirlo así- se baña nuestro mundo. Merced a estas grandes y desconocidas corrientes de energía y gracias también a la actividad natural y característica de la propia vida del planeta, ha ido escribiéndose la verdadera historia kármica planetaria, con sus épocas de luz y sus épocas de sombra. Una Era surge así y se precipita sobre la Tierra dinamizando los éteres planetarios y condicionándolos al extremo de producir un determinado tipo de civilización, positiva o negativa según los casos, pues no hay que tener en cuenta solamente la posición cíclica de los astros y las corrientes de energía que promueven, sino también el grado de evolución de la conciencia humana en determinados períodos de su historia.

Lo que si puede afirmarse desde el ángulo oculto es que las incidencias gravitatorias de los grandes astros y Constelaciones más allá de las corrientemente conocidas operan singularmente sobre el eje de la Tierra desplazándolo lentamente hacia uno u otro de aquellos grandes Colosos del Cosmos, tales como Sirio o la Estrella polar hacia la cual se dirige aparentemente el eje planetario, pero en un lejano futuro, cuando las condiciones evolutivas de la Tierra hayan alcanzado una cierta magnitud y una determinada profundidad de carácter espiritual, el eje de la Tierra se enderezará sobre la horizontal de su eclíptica y -según esotéricamente se nos dice- “presentará su cara al Sol” sin deformación alguna posible.

Su movimiento de rotación será entonces perfecto y desaparecerá el llamado “movimiento de retrogradación” y los ritmos serán asimismo perfectos por lo que el trabajo del hombre en la Tierra será el de cosechar en momentos cumbres de desconocidas y trascendentes civilizaciones, la experiencia de todos los ciclos pasados. Hay mucho que hablar por tanto acerca de aquello que en lenguaje oculto se llama “un planeta sagrado”. En primer lugar deberemos referirnos a unas posiciones cíclicas del Cosmos en relación con nuestro Sistema Solar que podríamos definir como de trascendentales, así como de unas posiciones solares con respecto a nuestro planeta en virtud de las cuales el eje del mismo se “enderece hasta constituir una vertical perfecta sobre la horizontal de la eclíptica”.

Al extremo superior del eje planetario podrá observarse una poderosísima estrella, cuyo nombre es conocido pero no puede revelarse que regirá el destino planetario hasta que nuestro Logos planetario haya recibido la quinta Iniciación Cósmica, merced a la cual ya no habrán en el planeta “zonas de sombra” y el aspecto psicológico que llamamos “el Mal” habrá prácticamente desaparecido de la Tierra... Bien, como ustedes habrán podido comprender tales ideas deben ser admitidas única y exclusivamente como hipotéticas y tratando de aguzar lo más profundamente que sea posible la intuición.




Vicente Beltrán Anglada

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