La evolución de la especie humana.
Ramtha
- HOMO ERECTUS Y TYRANNOSAURUS REX
Ahora, ¿quién fuiste tú? Estas hermosas, humildes criaturas que hoy te parece espantoso que una vez hayas sido así. Pero eso era todo lo que necesitabas ser. ¿Y cómo llegaste a ser parte de la Tierra que ayudaste a crear? ¿Cómo puede un espíritu oler una rosa? ¿Cómo puede un espíritu tocar una serpiente?
¿Cómo puede un espíritu ser un árbol, observar un árbol? La entidad que escogió bajar aquí, tú, vino en un cuerpo que estaba hecho de la misma frecuencia de esta Tierra, pero con un cerebro muy pequeño. Solamente necesitabas un cerebro muy pequeño porque no sabías mucho. Y tu cara era muy grande, similar a la de un animal. ¿Por qué? Porque los ojos tenían que ser grandes, así como la nariz, la quijada; las extremidades tenían que ser largas, porque este era el cuerpo o vehículo de exploración. Para poder ver un árbol o tocarlo, para percibir la flora y recoger una flor con el cuerpo, todo lo que se necesitaba era un cerebro muy pequeño, un cráneo pequeño, y sentidos desarrollados. Así fueron tus primeros cuerpos.
¿Cuál es la importancia de tener este cuerpo? ¿Por qué estás atrapado en él? Y cuando puedas salir de él, ¿cómo evitarás volver a él? No podrás evitarlo. Tendrás este cuerpo hasta que hayas desarrollado tus capacidades espirituales más allá de lo que se llama el nivel del cuerpo. Empezaste aquí, en esta línea de tiempo, desde el mismo comienzo. Tuviste todo este tiempo para evolucionar. Ahora, ¿cómo evoluciona una persona? ¿Cómo cambias? ¿Cómo cambió tu cuerpo para llegar a ser esta hermosa entidad que es hoy, tan diferente a aquello que se llama tus ancestros? ¿Sabes cómo cambiaste? Gracias al Espíritu de Conciencia y Energía que fluía través de un cerebro antiguo —un cerebro que sólo podía ver aquello que sabía que existía— cada vez que te dabas contra un árbol, cada vez que te caías de una roca, cada vez que sentías el jadeo caliente de Tyrannosau Rex, crecías.
Cada vez que querías escapar para salvar tu vida y no podías correr con la velocidad suficiente, y deseabas poder hacerlo, estabas cambiando lo que se llama la biología celular. ¿Qué piensas que es, maestro, lo que crea la huella en tus cromosomas? ¿Qué es tu ADN? ¿Cómo sabe él la manera de crearte? ¿Quién es responsable de su organización? ¿Piensas que tus padres son los responsables? Ellos estaban en un nivel inconsciente, porque, verás, cada pensamiento que tuviste, cada temor que experimentaste, cada deseo, traición, sentimiento, gozo, cada momento que experimentas, es una emoción que deja una marca en el ADN. Y es la emoción lo que cambia la espiral del ADN. ¿Cómo lo cambia? Lo marca.
Así que en tu primera existencia, si no podías correr con la suficiente velocidad para escapar de Tyrannosaurus Rex, y esta entidad te devoró, tus últimos pensamientos fueron haber tenido piernas más largas. De modo que moriste, y tu cuerpo fue tragado. Se convierte en el estiércol de la Tierra, y tú te trasladas a este otro nivel (tercer nivel). Cuando estás en este nivel, lo único que puedes recordar al repasar tu vida son las cosas que habías aprendido en esta línea de tiempo, y hasta ahí llega todo. Eso es lo que llegas a ver ahí arriba.
Ahora, ¿por qué regresaste y qué marcó una diferencia en tu vida? Pudiste regresar aquí abajo en la línea de tiempo, porque el niño de la mujer a la que preñaste la noche anterior nacerá con piernas más largas y, genéticamente, se las pasará a las generaciones por venir. De modo que quieres regresar con todo lo que has ganado hasta ese punto. Eso es no es muy espiritual, ¿no es cierto? La mayoría de las personas, cuando están a punto de morir, sienten pesar por todas las cosas que hicieron; se arrepienten de haber sido tan duras con aquellas personas que amaban. Desean, en verdad, haber sido más amables, más generosas, más comprensivas. En el momento de la muerte hacen una gran reflexión, pero es sólo una consecuencia de su evolución. La entidad que fue devorada por Tyrannosaurus Rex carecía de esta reflexión. El único razonamiento que esta entidad tuvo fue que deseó haberle ganado la carrera al monstruo. Fue lo último que deseó.
Aquí arriba (tercer plano), eso es lo único que verá cuando reflexione Cerca de cuánto avanzó en la línea de tiempo. ¿Qué le está diciendo la entidad a su Dios? No le dice «lamento haber sido un niño tan travieso», sino «ojalá hubiera tenido piernas más largas». ¿Y qué hará tu Dios? Ese deseo se manifiesta en la siguiente generación. Así que naces, no con piernas cortas, sino en una familia de piernas largas. Tenemos entonces un espíritu que nada más desea correr más rápido que las bestias que lo persiguen. Y ahora se le da un cuerpo que genéticamente le proporciona ese potencial. Entonces este ser crece, es más rápido y más astuto que los depredadores que lo rodean, y debido a eso engendrará una generación que será exactamente lo que él fue en su vida emocionalmente. ¿Comprendes? Concebirá hijos cuyas vidas y cuerpos estarán mejor equipados para vivir en el medio ambiente en el que nacen. Y las almas y espíritus que habitarán en esos cuerpos serán entidades que habrán merecido ese punto de evolución.
¿Cuántos de vosotros tenéis hoy rasgos emocionales y genéticos de vuestros padres? Levanta la mano.
Tanto lo emocional como lo físico corresponden a la genética. ¿Cuántos de vosotros no tenéis ninguna similitud espiritual con ellos? Levanta la mano. Esto significa que si eres dominado por tus padres en forma física, si has heredado el temor de tu madre y la fortaleza de tu padre; o la cobardía de él y el sentimiento de culpa de ella, si estás predispuesto a ser así, es porque genéticamente el cuerpo crea su realidad a partir de su dador, o sea, los padres. La gente que es débil de espíritu está supeditada a este destino genético. En otras palabras, como lo dije al principio esta mañana, su energía espiritual está siendo consumida por la genética del cuerpo. La genética del cuerpo se alimenta de la energía espiritual, y la entidad que se supone que debe estar aquí para aprender no ha aprendido absolutamente nada.
Ahora imagina diez millones y medio de años. ¿Cuántos años vives. ¿Sesenta, setenta, cien años?
¿Cuántas existencias, a un promedio de ochenta años, se pueden vivir en diez millones y medio de años?
Muchas. Hay entidades que dicen que eres un alma vieja o un alma joven. No, todas las almas fueron creadas al mismo tiempo. ¿Piensas que sólo ha vivido dos vidas? No hay nadie aquí que haya vivido dos vidas. Has vivido miles de ellas.
¿Te parece lógico, entonces, que tus antepasados, cuya apariencia era de monos, evolucionaran a Homo Erectus —los homínidos evolucionaron a Homo Erectus— y de ahí a Neandertal? ¿Hay una razón por la cual estas criaturas cambiaron? ¿Cuál fue la razón?
¿Evolucionó la gente porque tenía que enfrentarse a la adversidad? ¿Porque tenían problemas? ¿No has evolucionado en esta existencia a causa de las dificultades por las que has tenido que pasar? Que así sea.
Ahora, ¿es justo decir, entonces, que tus antepasados tuvieron muchas dificultades y problemas? ¿Estás de acuerdo? Bueno, deberías estarlo, porque lo que eres hoy es el producto de su propósito. Vienes del Diosfuente porque tienes un mandato. Y el mandato dice: «Haz conocido lo desconocido». Esa es la única ley que existe: hacer conocido lo desconocido. Es lo que el Vacío le dijo a su creación: «Haz de mí lo que desees. Sé el creador. Te doy todo lo que desees. No hay ni bueno ni malo, sólo hay evolución. Sólo hay creatividad».
Por lo tanto, hemos aprendido que esta pequeña entidad (Punto Cero), aunque era muy poderosa, tuvo que recorrer todo el Vacío para al final darse cuenta de que no había ido a ninguna parte. Y ahora llamamos a esta entidad Dios. Y Dios ciertamente ha evolucionado desde aquellos días. Ahora posee una forma de vida coherente y un vacío de tiempo coherente. En verdad, este es el campo de juego en el cual debemos cumplir la ley de hacer conocido lo desconocido. Cuando llegamos por primera vez a nuestros cuerpos, tú y yo, no sabíamos nada más que lo que habíamos ganado en encarnaciones anteriores de este flujo de tiempo. Así que si esa fue nuestra primera existencia, no sabíamos nada. Y lo único que tuvimos para que nos enseñara fue nuestro medio ambiente y la necesidad —y así fue en verdad— de estar atrapados en el cuerpo fisico, sobrevivir en ese cuerpo.
Pero después de la primera existencia empezamos a aprender. ¿Y cual era nuestra contribución para esta existencia? Estábamos contribuyendo con pensamiento. Estábamos dotados de un mecanismo que podía tomar un flujo de conciencia porque, recuerda, la conciencia, el cerebro y la mente son cosas diferentes. La conciencia es el flujo de Dios. El cerebro es el receptor, porque toma esa conciencia y la convierte en pensamiento neurológico que se puede recordar y congelar en forma de memoria. La memoria en la creación es como recoger bloques de piedra con los cuales se construye una vivienda. El pensamiento en el cerebro, reunido en forma de conocimiento, te permite volver a crear formas de pensamiento que, si se las mantiene en la parte frontal de la neocorteza del cerebro, serán legisladoras que colapsan energía y la convierten en forma.
De modo que el cerebro tenía que evolucionar para adaptarse a nuestro nivel de necesidad.
¿Qué estamos ganando de todo esto? Si nos damos cuenta de que necesitamos piernas más largas para ganarle aTyrannosaurus Rex, eso es un aprendizaje; es creación, la necesidad de mejorar a través de la adversidad. Eso sienta las bases en el cuerpo para crear uno más evolucionado. ¿Qué hace esto por tu Yo espiritual? Te ha hecho comprender que para vivir aquí tienes que volver a crearte a ti mismo. Y aquí estamos, diez millones y medio de años: todos habéis vivido como mujeres; todos habéis sido niños, padres, madres, hermanas, hermanos. Todos habéis sido asesinados, devorados, quemados, habéis muerto en paz, habéis perecido ahogados. Habéis visto la muerte de mil maneras destructivas. Lo habéis hecho todo.
RAMTHA
Extracto de GUÍA DEL INICIADO PARA CREAR LA REALIDAD
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