El Poder Sanador de la Oración.
Carmelo Urso
En el año 2001, profesores de la Universidad de Columbia (EE.UU.) publicaron un trabajo de investigación que dejó perpleja a la comunidad científica del mundo.
Dos grupos de mujeres con problemas de infertilidad fueron sometidas a tratamiento: el primero, recibió la “asistencia” de devotos cristianos a los que se les pidió que rezaran con fervor mientras las damas eran inseminadas artificialmente; el otro grupo, estuvo exento de tal asistencia espiritual. La idea era establecer si la oración incidía, de algún modo, en la solución del problema.
Los resultados fueron sorprendentes: las féminas en sintonía con la oración duplicaron en número de embarazos exitosos a aquellas que no recibieron la ayuda. Este trabajo puso sobre el tapete una pregunta que aún resulta controversial para muchas personas: ¿puede la oración curar enfermedades? O en otras palabras, ¿el hecho de solicitar ayuda a un Poder Superior puede transformar nuestra cotidianidad orgánica y material?
La oración: herramienta para sanar y dejar atrás el pasado
La escritora Louise Hay recibió, hace algunos años, una terrible noticia: padecía de cáncer en la vagina. Hay, quien ya en esa época trabajaba como sanadora, reconoció en esa dolencia una pauta destructiva de pensamiento que la situaba en el pasado, ya que había sido abusada a la edad de cinco años. El violador, un anciano alcohólico, fue sentenciado a quince años de prisión y la pequeña Louise fue atormentada durante mucho tiempo por la culpa que le generaba este infausto hecho.
Louise Hay, se propuso entonces a demostrar en sí misma lo que ya enseñaba a sus pupilos: que la curación mental, con la oración como uno de sus principales pivotes, le devolvería la posibilidad de centrarse en el tiempo presente, dejar atrás la culpa del pasado y sanarse. Finalmente, Hay superó el cáncer y su enseñanza ha llegado a millones de personas en el mundo.
Orar cambia nuestra percepción de la realidad
Tal como lo demuestran los casos precedentes, la oración es una solicitud de ayuda al Poder Superior que cambia nuestras vidas. Por eso, más que cambiar las circunstancias externas, lo que pedimos cambiar es nuestra manera de percibir las situaciones. Al orar, obtenemos una certidumbre que nos permite ver las cosas de otra manera. Donde percibíamos escasez, comenzamos a ver abundancia; muta el odio en amor, la tristeza en alegría, la irrealidad en realidad. La revelación de esa perspectiva superior nos produce una paz que –literalmente- no es de este mundo.
La promesa bíblica “pedid y se os dará” es un constante ejercicio psicológico y espiritual que tiene como propósito develar nuestra conexión íntima con Dios. La oración nos ayuda a despejar los obstáculos que nos impiden experimentar la presencia del Amor, feliz sinónimo de Dios. De esta manera, contestamos, desde nuestra iluminada cotidianidad, la pregunta que formulábamos al principio: y es que la oración transforma nuestra existencia, armonizando nuestro día a día con la realidad Divina, siempre positiva en su desenvolvimiento.
Finalmente, la oración convierte nuestros pensamientos en actos amorosos, creativos, fructíferos. Solo a través de ella develamos el verdadero significado de la frase tantas veces escuchada “Dios es amor”. Cada dificultad del camino revela su auténtico propósito; cada circunstancia vital se convierte en una ventana a Lo Trascendente. Porque Dios no es coyuntural. Dios es el Todo… y sólo nuestras sensaciones de miedo y separación –sembradas en el pasado- nos alejan del placer y la dicha del tiempo presente.
Carmelo Urso
Carlos Ibarra Castellanos
entiempopresente@gmail.com
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