Más allá del planeta Tierra.
Emmanuel
El modelo de un pequeño mundo que gira sin fin por el espacio no se adecua a la realidad.
Estáis en la frontera que os separa de todas las demás cosas y, al mismo tiempo, sois todas esas cosas.
Estáis donde estoy yo.
Y yo estoy donde estáis vosotros.
Las dimensiones físicas de profundidad, altura y anchura no tienen la menor realidad.
Si os quitarais los anteojos de la limitación humana, vosotros y yo nos miraríamos a la cara de pie en perfecto equilibrio.
Como seres de Luz ue sois, tenéis libre acceso a todas aquellas partes del universo divino a las que vuestra conciencia paticular os permita entrar, a los mundos situados más allá de la realidad física.
Supongamos que tú, en cuanto ser de Luz, ya no necesitas seguir teniendo una realidad física.
Has dejado atrás la ilusión de la ilusión y eres perfectamente libre de expandirte, de explorar y de crear.
En tus manos está la decisión.
Puedes acceder a otras galaxias, a otros reinos de la conciencia más compatibles con tu propio ser.
Como ves, cuando dejas de tener un cuerpo físico, existen muchos otros planetas que puedes habitar.
No importa lo fríos que sean, ¿verdad?
Realmente es una extraordinaria sensación de libertad!
Tenéis libertad de vivir dondequiera que os sintáis arrastrados, dondequiera que os lleve vuestra curiosidad.
Veis luces, colores mucho más brillantes de lo que sois capaces de percibir en la atmósfera propia del ser humano.
Oís unos sonidos exquisitos, más allá de toda comprensión.
NO se trata de un cuento de hadas.
Es como quitarse los tapones de los oídos y escuchar, como quitarse las botas y sentir la cálida arena bajo vuestros pies.
Vuestro mundo os ofrece este tipo de promesas, pero os veis obligados a sentirlas como tales promesas.
Sólo una pequeña parte de la conciencia anímica existe en un momento dado en forma humana.
La personalidad, según la experiencia que de ella tenemos, no es más que una pizca del alma que aún no se ha confundido con la Luz.
Las zonas de resistencia se vuelven humanas.
Cuanto menos necesaria resulta la experiencia humana, menos rigurosa se vuelve la escuela y más parecida a un cariñoso beso se vuelve la vida.
Mientras haya una parte de vosotros que siga siendo humana, ¿cómo vais a saber lo que es perfecto y lo que no?
Acaso dentro del Plan Divino, que sí es perfecto, una somera limpieza de la imperfección humana resulte absolutamente perfecta de momento.
- ¿Estaba Cristo limpio en ese sentido?
En efecto. Hubo momentos de un brillo esplendoroso.
Hubo momentos de absoluto conocimiento.
Pero hubo también momentos de oscurecimiento, momentos de olvido, y esos supusieron mucha angustia para Él.
La verdadera naturaleza de la forma humana, aunque fuera obra de un ser comprometido con la vida de la verdad, como Él lo estaba, el propio cuerpo físico, limpia la conciencia.
- Se ha dicho que Krishna y otros personajes que parecían tener un cuerpo humano no eran humanos del todo.
¿Es posible que existan semejantes seres?
Es posible vestirse con un cuerpo humano.
Pero no es posible introducirse en el drama de la experiencia humana.
La diferencia entre una cosa y Otra es muy sutil.
Cristo reconoció el valor que tuvo para él, para Su experiencia, Su mensaje, Sus enseñanzas y Su entrega, el hecho de introducirse en lo que es la experiencia física propia del hombre.
Muchos otros, en cambio, no lo hicieron. Son muchos los que se visten los ropajes del mundo físico por un instante, por un año, por lo que puede dar la sensación de durar toda una vida razonablemente larga, sin por ello tener una verdadera experiencia de lo que es ser humano.
Eso también está bien.
Hay seres que se materializan, como si, en medio de las aglomeraciones del metro o en cualquier esquina en plena calle, aparecieran para prestar su ayuda, para impartir una enseñanza, para guiar, y desaparecer después. Eso es lo que hacen.
No saben lo que es ser humanos.
Extracto de El libro de Emmanuel
Transmitido por Pat Rodegast
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