El lenguaje Dévico.

V.B. Anglada


La temática que informará este capítulo ha de merecer toda nuestra atención, habida cuenta de que es a través del lenguaje hablado o escrito que son establecidas las relaciones normales entre los hombres. Obviamente, pues, nuestra atención en lo que a la vida dévica respecta y a la posible comunicación que pueda ser establecida con sus mundos invisibles ha de ser la obtención de la CLAVE común, en orden a sonidos, que condiciona su lenguaje. Dice Mme. Blavatsky al respecto en la Doctrina secreta: "El lenguaje de los dioses (o de los Ángeles) está compuesto de sonidos, de números y de figuras, y aquél que sepa pulsar esta triple Nota podrá conversar con Ellos." Bien, esto es precisamente lo que hemos intentado decir desde un buen principio cuando nos referíamos a "sonidos, colores y formas geométricas".

Nuestra experiencia de contacto angélico nos ha permitido entrever un lenguaje dévico de carácter universal, como el que distingue a las notas de la música, formado de sonidos (los de la propia Naturaleza); de signos aritméticos, basados como los nuestros en ciertos símbolos de carácter cósmico, y de una extraordinaria profusión de colores, los cuales, al parecer, constituyen el contexto o tema básico de una conversación. No podríamos atrevernos en manera alguna a penetrar el misterio inefable de la ESTRUCTURACIÓN DE LAS FORMAS de la Naturaleza sin tener en cuenta el poder del lenguaje dévico como elemento básico de CONSTRUCCIÓN.

En un capítulo precedente hicimos referencia al significado oculto del NOMBRE de los Devas y de los hombres para producir las actividades mágicas que conducen al embellecimiento de las formas que constituyen la vida de la Naturaleza y de los ambientes sociales del mundo, siendo los llamados MÁNTRAMS unos sonidos específicos, reconocidos por los investigadores esotéricos, con el suficiente poder como para atraer la atención de determinados grupos de Devas y producir a través de Ellos algunos efectos de características mágicas en los niveles físico, astral o mental.

Así, pues, la tarea principal de los investigadores de los planos ocultos es tratar de apropiarse adecuadamente de los símbolos etéricos de construcción de que se valen los Devas para producir las distintas formas geométricas que en su conjunto constituyen el Universo en todos sus niveles de actividad cíclica y tratar de hallarles sus correspondientes sonidos creadores. Dichos símbolos aparecen en distintos colores, fulgidos, claros y brillantes, sobre un fondo etérico de color azul índigo, que es el color que corresponde a nuestro espacio universal visto desde las elevadas regiones etéricas en donde la contaminada atmósfera planetaria jamás podrá penetrar.

En algunas de las láminas se contemplan las formas ocultas del lenguaje angélico, mucho más rico e incluyente que el más perfecto lenguaje hablado en nuestra Tierra, por cuanto cambia constantemente de forma, de color y de sonido y expresa una riqueza de sentimientos imposible de ser descrita.

De tal lenguaje participa la Naturaleza entera y le dan adecuada objetividad los elementales constructores de la tierra, del agua, del fuego y del aire. Es curioso advertir esta circunstancia, dada la profusión de "articulaciones" -si podemos decirlo así- que posee la expresión oculta de los devas. Mi primera conversación dévica tuvo lugar hace ya bastantes años (*), y puedo asegurarles que se trata de una experiencia realmente trascendente en orden a la evolución espiritual del ser humano, por cuanto permite adueñarse de "los pequeños secretos de la Naturaleza", aquellos que suficientemente acumulados en el cuerpo causal llevan invariablemente a la Iniciación.

(*) La relación de tal experiencia está más detalladamente expresada en el libro "La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad".

No se trata de un lenguaje como el nuestro, aunque está lleno de unas suaves aunque profundas articulaciones que hay que saber interpretar, ya que constituyen en su esencia la característica especial del Deva con el cual se ha logrado establecer contacto. Con respecto a mi particular experiencia, puedo decirles que yo sabía por intuición y por sensibilidad extrasensorial que me hallaba frente a una exaltada representación del Reino angélico, pero no pude apreciar signo alguno objetivo de tal Presencia. Sin embargo, de una cosa fui realmente consciente, y es que de la conversación que el Deva sostenía conmigo participaba la Naturaleza entera a través de los más diversos aunque significativos elementos etéricos que están en la base mística de la misma.

Así, la suave brisa al pasar por entre el follaje de los árboles, el canto de un pájaro allá a lo lejos, el dulce murmullo de un cándido arroyuelo o el paso de una nube cruzando raudamente el espacio constituían aspectos distintos o notas diversas de una conversación llena de mágicos atractivos y de excitante inspiración que de manera misteriosa me daba razón de una corriente de vida muy distinta a la humana, pero que desde las profundísimas oquedades del espacio me hablaba también del culto supremo a un DIOS que era el mismo que había creado a los Ángeles y a los hombres y que constituía un inefable canto de belleza y armonía a la gloria de la Creación.

Inicié, pues, de esta manera, un proceso infinito de acercamiento espiritual al mundo indescriptible de los Devas, y es también de esta manera que, inducido por la plenitud de tal contacto establecido, me siento profundamente interesado a hablar de tal mundo de armonía a todos los seres humanos que, al igual que yo, están deseosos de captar el misterio infinito de Verdad que se oculta más allá de los éteres más densos y groseros que ensombrecen la faz doliente de la Tierra.

Aquella experiencia inicial en mi incesante búsqueda del secreto angélico que encerraba la Naturaleza afectó singularmente mis oídos internos, los cuales se sensibilizaron de tal manera que pude adquirir una noción tan virtualmente objetiva del SILENCIO que en ciertos momentos se convertía en un SONIDO OCULTO. La asiduidad de tal experiencia hizo cambiar mi vida al conjuro de una nueva y desconocida vibración orgánica de la cual participaban, al parecer, todos los átomos y células de mi cuerpo físico, constituyendo una NOTA única, que constantemente y desde entonces me acompaña y me sirve de punto de referencia cuando he de pronunciar el mántram O.M. en el devenir de mis contactos ashrámicos o de alguna reunión esotérica de carácter meditativo...

Comprendí más adelante que este SONIDO era solamente el elemento insignificante de una Realidad mucho más elevada, ya que constituía únicamente parte del Sentimiento indescriptible de Unión que los Devas introducían en mi ánimo como inicio de un proceso de aproximación al mundo de los hombres. Pude entrever así, en momentos de suave recogimiento, que el Drama de la Evolución del Universo en todos sus niveles se gesta en el Espacio y que la mente humana forma parte de este espacio en donde la Voluntad de Dios, ejercitada a través de los Devas, se introducía en la vida del hombre y le hacia progresivamente consciente de las leyes inefables de la evolución, las cuales carecerían de sentido sí no hubiese en sus más ocultas raíces el Sentimiento de Unidad que ha de existir entre todos los seres creados y del cual los Ángeles o Devas, en sus infinitas huestes y jerarquías, son el más elevado exponente y los más poderosos estímulos.

Puedo decir así, refiriéndome a fases posteriores, que las conversaciones de los Devas no afectaban solamente mis oídos físicos, sino que se hicieron audibles y perceptibles en otras dimensiones. Pude observar de esta manera una multiplicidad de formas geométricas que de manera misteriosa se introducían en el campo perceptivo de mi conciencia, llevando cada una de ellas su peculiar color y su adecuado sonido.

Mi cielo mental -por decirlo de alguna manera- se teñía de un oscuro color azul índigo, el color característico de nuestro Universo de Segundo Rayo, y de sus insondables profundidades surgían aquellas formas geométricas llenas de un indescriptible simbolismo y de un mágico dinamismo creador, mediante las cuales los Devas expresaban su sentimiento de aproximación y me revelaban las ocultas verdades de la Naturaleza, algunas de cuyas significaciones más al alcance de mi pensamiento humano han servido de base a este libro, un libro que habla de Ellos, de los Ángeles, de los Mensajeros de la Divinidad y de los gloriosos Artífices de la Creación.


- El Carácter de la Revelación Dévica.

Quizá se pregunten ustedes acerca del alcance o del significado esotérico de estas Conversaciones dévicas. Según he llegado a vislumbrar, después de sostener con Ellos muchas y muy fecundas conversaciones y contactos, son muchos los hijos de los hombres que en el devenir de esta Nueva Era, dentro de cuya zona de influencia está penetrando el planeta Tierra, “están siendo aleccionados" para poder interpretar el mensaje de estas Fuerzas Ocultas de la Naturaleza y poder dar virtualmente fe de una corriente de vida evolutiva que corre paralelamente a la humana y a la cual los hijos de los hombres deberán aproximarse cada vez más para poder ser conscientes de las Leyes de Fraternidad que rigen el Universo dentro del cual vivimos, nos movemos y tenemos el ser.

No se trata, por tanto, de justificar una actitud, sino de "mostrar el lado oculto de una ley científica" que el hombre sólo conoce muy superficial e imperfectamente y que debe ser esclarecida en su máxima profundidad, para que el planeta Tierra salga lo más pronto posible de este KALI YUGA kármico que únicamente nos da noción de dudas, incertidumbres, sufrimientos y muerte... La Paz en la Tierra y el Reinado del Amor y de la Justicia solamente serán posibles a medida que los hijos de los hombres, cansados de retener en sus manos "tantas cosas ilusorias", vayan dejando de acumularlas en el tiempo y decidan definitivamente abrir sus mentes y corazones al devenir de una vida más noble y fecunda y acojan la ley de fraternidad que ya existe en los mundos invisibles u ocultos de la Naturaleza como la obra común de toda la humanidad.

Tal es el carácter de la Revelación Angélica: ayudar a los hijos de los hombres a reconocer las leyes de igualdad que rigen el Cosmos Absoluto y de las cuales cada Ángel es un elevado exponente y un celoso Guardián.

Advertidos muy cuidadosamente por los Devas amigos que gentilmente establecieron contacto con nosotros, no hemos matizado los símbolos que aparecen en las láminas correspondientes con su definido y especifico color, teniendo en cuenta la relación que existe entre ciertos colores y determinados sonidos, y no queriendo los Devas ser inoportunamente "invocados" al ser percibidos tales colores que les hace vibrar en el éter cuando se producen esos especiales sonidos que determinan una inevitable "invocación". Aparecen, pues, indistintamente en forma de imágenes vibrantes de color áureo sobre un fondo azul índigo, pero para los verdaderos entendidos y profundos investigadores esotéricos tales imágenes, o formas geométricas, serán lo suficientemente significativas como para poder depararles intuitivamente lo que tales Devas tratan de decir en sus mensajes y, más importante todavía, el SONIDO especifico mediante el cual pueden ser "particularmente" invocados.

Se trata, en realidad, de establecer un adecuado y necesario equilibrio entre el Silencio humano y la Palabra dévica. Como es lógico, esto exigirá un constante y permanente profundizar en lo mas secreto y oculto de nosotros mismos.

VICENTE BELTRAN ANGLADA

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