La estrategia para preservar la verdad de nuestra herencia divina.

Ramtha


Así que las escuelas florecieron, y los hilos dorados de la inmortalidad fueron dispersados y desaparecieron.

Desaparecieron en los vapores del alba, para nunca ser encadenados o castigados, abusados o identificados.

Y viven, aun en estos momentos. Nunca murieron; han perdurado. Y en cada época han perpetuado su gran evolución, porque en cada época a la que han pertenecido están comiendo de la mesa que se tendió para ellos, desde la perpetuidad hasta la eternidad. Y en cada época ellos son la fuerza silenciosa que trabaja a favor de preservar el conocimiento, preservar la verdad, esparciendo una llamada consciente poderosa, apoyando, para que así el hilo dorado pueda producir otro hilo dorado. Fue un éxito, como yo sabía que sería.

Y entonces ellos cayeron sobre las escuelas, éstas fueron infiltradas. Y así las escuelas llevaron su conocimiento hasta el simbolismo, hasta el baile. Y las escuelas pusieron sus enseñanzas en piedra y argamasa. Y los débiles fueron destruidos, los temerosos. Y así ha sido.

De muy pocas de estas entidades habéis oído hablar. No podríais realmente, porque algunas de ellas usan varios nombres, y quizás fue recordado sólo un nombre. Pero ¿quiénes fueron ellos cuando aquella generación murió y los huesos de los niños yacían decolorándose en la arena o devorados por los gusanos? ¿Quiénes eran ellos entonces? Esto ha sido crítico. Yo aprendí y siempre aprendí en mi vida—y desearía que así fuese, que vosotros seáis iguales en esa riqueza de aprendizaje— que conseguí la sabiduría de entender que lo que había enfrente de mí se repetiría después de mí.

Así que esta escuela existe en este momento desde la conciencia del Ram contemplando esta escuela en este momento, contemplando la estrategia de este momento, en una cabaña muy simple, mientras un fuego ruge en la chimenea y Crosham resplandece. Y está sucediendo. Sucede entonces y sucede ahora. ¿Y por qué yo ahora? Yo he enviado mensajeros en el pasado que dirían que este evento llegaría, y que sería yo. Yo he enviado la vibración a través de los hilos dorados de que esto ocurriría.

¿Y quiénes me resonarían? Aquellos que están acampados afuera, que están contemplando una separación del Padre con sus hijos. Porque es apropiado, ya que el dolor y la confusión se han impregnado en toda mi gente, que mi visión vaya lejos, hasta generaciones desconocidas. Y para encontrar y marcar un lugar en el Vacío, como yo te he enseñado, señala un lugar en las eras en el cual, por el poder de tu dolor de hace 35.000 años, por el poder de la emoción —y estas empezando a entender eso como herramienta—, el ir guiado por esa energía, el dolor de aquellos tiempos marcará la hora en la que el Padre regrese a sus hijos, el guerrero a su gente, el hombre a su dlvinidad.

Este momento es un gran momento, estirándose en el tiempo como alguien que empieza a aprender visión remota —doblando el tiempo hacia delante y hacia atrás y viéndolo en la virginidad del momento— sin estar atrapado en el pasado o en el futuro, sino en lo espléndido del Ahora. Ahora te lamentas y ahora estás aquí simultáneamente, y con el poder de eso, el tiempo me ha creado aquí en este momento.

¿Y por qué ahora? ¿Por qué los ojos de la conciencia se detuvieron ahora? Porque yo soy el último de los hilos dorados. Yo soy el que los puso en marcha táctica y estratégicamente. Esa fue mi mayor experiencia, ¿no lo sabes? Y con la sabiduría de la conciencia, ¿no comprendes que yo entendí la energía como una manifestación, un mandato de conciencia? ¿No crees —ascendiendo una y otra vez— que yo entendí el notiempo, porque el Ahora es un punto al que te refieres como masa crítica?

Tambores de guerra, carnicerías humanas, las plagas, la globalización en el nuevo Orden Mundial y la marca de la bestia están aquí. Y como siempre, sólo se necesita de unos pocos, como siempre se necesitaron unos pocos —no el mundo—, cada uno de los que están parlamentando —parlamentando— en la cima del mundo. La avaricia es el mundo. No necesitamos eso, sólo unos pocos.

Entonces, ¿por qué todo el mundo dice que ellos son los elegidos? ¿Por qué, en verdad, cada religión dice que ellos son los elegidos de Dios y que todos los demás están condenados al fuego del infierno por toda la eternidad? ¿Por qué cada gobierno se cree la élite del mundo? ¿Por qué será que los vecinos se creen mejor que sus vecinos? ¿Por qué el ser mejor tiene que ver con cosas? Tiene que ver con las actitudes. Así que yo os estoy diciendo lo mismo. ¿Vosotros sois elegidos? Yo os diré cómo sois elegidos: estáis aquí porque yo deseo que estéis aquí. Pero el deseo —recordar, honrar la voluntad, incluso aunque aún no la tengas— es honrar que la vas a tener. Y la voluntad es que algunos de vosotros —o quizás la mayoría de vosotros y la mayoría de aquellos que son miembros de vuestros grupos que no están aquí—, en este mismo instante, hace muchas, muchas noches, estáis en campamentos provisionales en la ladera de una gran montaña.

Y en la noche sopla un viento frío, pero el cielo está despejado. Una luna brilla en su cuarto creciente, la otra se esta ocultando. Y hay gente conmigo que sabe que los voy a dejar y esta emocionalmente dolida.

Y lo mismo sería para unos pocos y espléndidos de vosotros si yo os dijera en verdad esta noche: «Ya no volveré, recordadme en vuestra conciencia»; os aseguro que habría aquellos de vosotros en esta audiencia que estarían profundamente dolidos, pues se me echaría mucho de menos. Eso lo sé. A vosotros me estoy refiriendo, y vosotros sois los que oísteis mi nombre y vinisteis. Esa era la voz del recuerdo. No se establece una manifestación para toda la eternidad a menos que sea construida en la obviedad de una emoción intencional y poderosa. Y el mayor momento emocional fue esta noche, hace mucho tiempo. Eso es lo que estableció la memoria de esta entidad de lo más incierta, en verdad, que está ante vosotros. Por eso estáis aquí. Algo tenía que ataros, a vosotros, seres olvidadizos y modernos, a algo inmemorial, algo que llega hasta el corazón de vuestro ser del recuerdo, y eso fue el dolor. De otra manera, como todas las cosas que son hermosas, que son imitadas y ridiculizadas, se habría derrumbado y caído al abismo.

Hay una unión honda y profunda, si queréis, entre vosotros y yo. Para vosotros, es un sentimiento confuso e inexplicable, de confusión en muchos momentos y en otros profunda admiración y gran amor. Y vosotros sabéis que tengo razón. Para mí, os merecíais vuestras mujeres sollozantes, vuestros hombres llenos de sentimiento y vuestros fuegos de campamento y vuestro aferramiento al pasado, a los gritos de guerra y todas esas historias. Para mí, fuisteis vosotros, mi amada gente, a quienes detesté al principio y llegué a amar con tal amor que sobrepasó todo entendimiento; llegó hasta la eternidad. Ahora se ha fusionado.

Yo sabía que seleccionaría a una mujer. Llegué a amarlas y respetarlas, y a entender su fidelidad y a entender su maldición en los tiempos que vendrían, a entender su inteligencia subestimada para usar, como un estratega, su elevada energía emocional como poder. Y el amor más grandioso y más noble fue seleccionar a una mujer en quien pueda resonar esta conciencia a través de 35.000 años. Y seleccioné bien. Y es mejor que hagáis las paces con esta entidad —-vuestros celos, vuestro odio, vuestra amargura, vuestra envidia—, pues esta entidad es el casco del barco que ha echado anclas en el cielo y puede ser el barco que te lleve a casa o asegure tu conservación.

Despierta y entiende cómo funciona esto.

Una vez fui a una gran ciudad con paredes de mármol blanco, hermosas. Si te dabas Ia vuelta, podías verlas por kilómetros y millas. Allí vivían gentes muy crueles y gentes muy hermosas, con tales carpas de seda y toldos que incluso embrujarían a vuestros malacostumbrados ojos. Yo llegué invisible, indetectable. No fui con mi armadura de bronce, ni con mi anillo, ni con mi cinta en el pelo. Fui disfrazado, invisible. Un poco grande pero estuve ahí. Cumplí la tarea.

Yo estoy aquí disfrazado completamente, incluso para aquellos que me temen, porque nunca me rebajaría tanto como para usar tal vehículo. He escalado alto para usarlo y encontrarlo, y estoy cumpliendo mi tarea.

Pero ¿por qué yo? Mi ocupación en estos momentos es llevarte más allá de tu fase humana hasta esa conciencia que es sublime y hasta el pensamiento que es inmortal; llevarte más allá de tus pequeñeces que funcionan muy bien por todas las razones por las que deberías permanecer como esclavo. Eres estúpido e ignorante y en todo lo que piensas es con quién te vas a acostar esta noche, cuánto vas a engullir mañana por la noche y qué aspecto tienes. ¿No crees que ellos saben eso? No seas tan pequeño como para presumir que a los ojos de la frialdad, como el acero, no eres digno de consideración; tus acciones te han delatado.

En este momento en mi pensamiento, tras el ensueño agridulce del dolor, estaba el llevarte más lejos de lo que nunca has ido en la mente —más allá del mito, más allá del hipnotismo—, el llevarte más lejos en el proceso de desarrollo de la conciencia perpetua de lo que ningún ser humano ha ido en mucho tiempo. Ese es mi trabajo. Yo tengo legiones haciendo otras cosas. Esto me concierne por la emoción de la cual se creó este momento.


— Ramtha
Extracto de El Libro Azul

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