El lenguaje de la vida.

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La Medicina Para El Alma de Eric Rolf

CAPITULO I - - El lenguaje de la vida.

Mi experiencia es que la vida nos habla; le podemos llamar vida, voz interior, intuición, existencia o Dios, pero sea cual sea el nombre que le demos, creo que todos tenemos la experiencia de que hay momentos en que sabemos algo, y que aunque no sepamos muy bien de dónde procede ese saber, nos damos cuenta de algo, la vida nos habla. Cuando digo de que la vida te habla no me refiero a que se trate simplemente de voces, se trata de un idioma; saber eso te abre muchas puertas. Imagínate que estás oyendo unas voces que no entiendes, si alguien te dice que están hablando un idioma conocido, te das cuenta de que sólo tienes que aprenderlo para entender lo que estás escuchando.

En cualquier idioma hay tres tipos de vocabulario: el activo, formado por las palabras que usas normalmente, el vocabulario pasivo, que son palabras que habitualmente no usas pero que si alguien las utiliza sabes lo que significan y, el resto del vocabulario, que son las palabras que no conoces; aunque el vocabulario activo suele ser mucho más pequeño que los otros dos, sólo con las palabras que usas normalmente puedes entender y expresar conceptos nuevos, con cosas que conoces puedes explicar cosas nuevas. Para comunicarse contigo la vida utiliza las experiencias que tienen sentido para ti. Cuando uno quiere saber algo, la vida se lo dice. Esta es la gracia de la vida, que siempre te habla, que siempre te guía. Te habla a través de experiencias que has vivido, pero no es que te esté indicando que esto que vives ahora sea igual a aquella experiencia que tuviste, sino que utiliza esa experiencia anterior como metáfora del instante actual.

Una metáfora es una relación consciente entre contexto y contenido; sin entrar a fondo en el tema de las metáforas, vale la pena que sepas que todo lo que ves o tocas y todas las cosas que te ocurren tienen más sentido como metáforas que como realidad física. Todas tus experiencias son el idioma que te permite enterarte de cosas nuevas; si quieres mirar dentro de ti mismo o dentro de otra persona, ya tienes el vocabulario.

La vida le habla a cada persona en términos que puede entender. Todas las vivencias, ideas, símbolos, todo lo que para uno tiene sentido, forma parte de su vocabulario. Esta es la forma en que empieza a venir información, y esta información es siempre correcta, siempre acierta, lo que ocurre es que nosotros no siempre sabemos cómo acierta. Si miramos dentro de una persona nos vendrá información, pero no siempre sabremos lo que significa, qué sentido tiene, sin embargo, la otra persona si sabrá interpretarla.

* * * * *En una ocasión Edie Adams, una cantante con una voz extraordinaria, vino a visitarme cuando estaba en Florida. El problema de Edie era algo curioso porque mientras cantaba tenía una voz impresionante, pero cuando no cantaba tenía una voz tan fuerte y seca como la de un camionero, con un continuo y molesto carraspeo. Era una mujer con mucho dinero y su marido era un trompetista muy famoso, músico de músicos. Había visitado a los mejores especialistas médicos y psiquiatras sin obtener resultado alguno. Me preguntó porqué padecía esa molestia. Después de interiorizarme unos instantes lo que vi fue un hombre mayor y a una niña pequeña, tuve el presentimiento de que era ella con su padre y además me venia el sabor de mostaza. Eso fue lo que le comenté:

-"Me parece que se relaciona con tu padre, cuando tú eras pequeña y el sabor de mostaza".

Ella me escuchó y pasados unos segundos rompió a llorar. Yo no tenía ni idea de lo que significaba la información que habla recibido, pero para ella si tenía sentido, mucho sentido. Al recuperarse me contó que siendo pequeña, cuando se portaba mal, su padre le ponia unas semillas de mostaza debajo de la lengua, unas semillas que le picaban mucho, que le quemaban toda la boca y la garganta. Edie centra el problema en la garganta y eso se relaciona con poder y con voluntad. El padre imponía su voluntad sobre la de la niña. Básicamente tenía un trauma de infancia, por muchos medicamentos que tomó y psiquiatras que visitó, ninguno de ellos habla llegado a la raíz, al acontecimiento semilla que le provocaba el continuo carraspeo. Antes de que terminara la consulta el problema estaba casi resuelto y antes de que ellos llegaran a su domicilio se había curado completamente. Me invitaron a cenar esa misma noche en Disneyworld donde ellos actuaban entonces y después de la cena se me acercó un señor y me dijo:

-"Conozco a Edie desde hace muchos años, desde que éramos niños, fuimos al colegio juntos y desde entonces ella siempre ha tenido ese molesto carraspeo, ahora ya no lo tiene y dice que tú se lo has curado. ¿Crees que puedes hacer algo por la NASA?"

El era el director del Apolo XIV y fue a partir de aquella conversación que se inició mi colaboración con la NASA. El objetivo era detectar posibles anomalías en el funcionamiento de los cohetes. De la misma forma que no he tenido ninguna preparación médica tampoco he tenido preparación técnica espacial; mi relación con la NASA era toda por teléfono, les explicaba en términos sencillos desde el otro lado de la linea lo que intuía:

- "Frente al sillón del astronauta hay un botón rojo y por detrás un cable verde suelto, también veo problemas relacionados con agua y vapor en la parte izquierda de la cola de la nave".

Mi forma de detectar los problemas, sin ninguna metodología científica, hubiera causado el rechazo de los científicos encargados del proyecto y era ese el motivo de que al principio hablaba personalmente con el director. Posteriormente, al comprobar que mi método funcionaba detectando algunos problemas, me comunicaba directamente con los técnicos y ellos "traducían" lo que yo intuía. No vi el cohete hasta el día del lanzamiento, ni siquiera tuve sus planos, ambos me hubieran confundido. Sacaba casi toda la información de las experiencias de mi mismo y eso a ellos les servia.

Te explico todo esto, para que te des cuenta de que tus propias experiencias te van a servir para enterarte de lo que quieras. En realidad nunca expliqué a la NASA que contaba con la ayuda de "mis colaboradores" porque eran también mis alumnos, los asistentes a mis cursillos, personas como yo, sin ninguna preparación técnica, los que me ayudaban a localizar problemas. Cuando nos reuníamos, una de las prácticas que les proponia era: "Imaginaros un cohete y decidme dónde puede haber problemas", y ellos me lo decían.

* * * * * Cuando estaba en Suecia no solía visitar a mis pacientes en su domicilio, prefería que viniesen a verme aunque no se encontraran muy bien; el que quiere curarse de una enfermedad debe tener una actitud activa respecto a ella y metafóricamente una de las formas de manifestarlo es moviéndose. En una ocasión me llamó el marido de una de mis pacientes rogándome que acudiera a su domicilio porque su mujer estaba enferma. Aunque no era mi costumbre algo me dijo que aceptara, así que accedí a visitarla. Recuerdo que en aquella época iba buscando una cazadora que me gustaba mucho pero no había forma de encontrarla. Algo especial ocurría con ella porque había buscado en multitud de tiendas y grandes almacenes de Estocolmo y de las pocas veces que encontré el modelo, no tenían mi talla, se había terminado.
Al salir de la estación del metro, cuando me dirigía a visitar a la señora enferma, tuve el presentimiento de que debía ir a su casa dando un ligero rodeo. Como iba sobrado de tiempo, hice caso de mi intuición. Pasé por delante de un escaparate y allí estaba expuesta mi cazadora. Entré a preguntar la talla; era la única que quedaba, era de mi talla y además estaba rebajada. Quiero que repares en que si quieres entender los mensajes de la vida, para empezar, debes ir con tiempo sobrado a todas partes. Si hubiera ido con el tiempo justo no podría haber ido paseando, dando un rodeo, a visitar a la señora o aun pasando por delante de la tienda, como hubiera ido tan pendiente del reloj por mi retraso, lo más probable es que no hubiera visto mi cazadora y esta vivencia que ahora os explico me hubiera pasado desapercibida, entrando a formar parte de un vasto saco de experiencias que no digo que sean ni buenas ni malas pero si sin sentido o con ese amargo sabor de la absurda rutina.

Para darte cuenta de que la vida está siempre de tu parte no es necesario que te ocurran grandes acontecimientos. Es más difícil encontrar el sentido de la vida en lo cotidiano que cuando participas en algo que te hace sentir importante o realizado.

* * * * * Conocí a una chica en una fiesta estando en Barcelona. Estuvimos hablando unos minutos, pero como su conversación me parecía superficial y no me apetecía decírselo entonces, preferí marcharme. Antes de despedirme insistió en que quedáramos al día siguiente para tomar un café y comentar unos proyectos de trabajo y sin muchas ganas acepté, aunque sin saber muy bien por que lo hacia, quizá para perderla de vista en ese instante. A las cinco de la tarde del día siguiente estaba sentado en una cafetería de Las Ramblas donde hablamos quedado. Pasaron unos minutos y pedí un café. Mientras me tomaba el segundo, ya algo frío, seguía esperando a la chica. Allí permanecía escuchando los ruidos de mi mente que ganaban intensidad a medida que pasaban los minutos. De la serie de ruidos emitidos por mi mente recuerdo algunos sueltos que se parecían mucho a estos:

Además de que no me apetecía venir...... la chica no me caía bien... y resulta que encima no viene....

Después de superar los ruidos decidí que tenía dos opciones, la primera era acumular esa experiencia como una más de las absurdas y sin sentido que habían ocurrido en mi vida, pensar que era la victima de las circunstancias y que la culpa era de la chica; la segunda era descubrir porqué la vida me habla llevado allí, a ese lugar, ese día determinado y en ese preciso instante. Naturalmente elegí la segunda opción; empecé buscando a mi alrededor, en las otras mesas, en la barra, en el resto de la cafetería y no encontré nada que me llamara la atención; entonces salí a Las Ramblas y justo delante de mi al otro lado de la calle, allí estaba, mi regalo, en el cine se proyectaba un clásico que ya en Estados Unidos me había quedado con ganas de ver, una película que habla buscado en video clubs especializados sin encontrarla y además la sesión empezaba en unos minutos. Es posible que para vosotros este hecho no sea más que una simple anécdota producto de la casualidad, en cualquier caso las cosas sólo tienen valor para uno mismo y no importa de donde vengan, para mi fue un formidable regalo y por supuesto la película mucho más divertida que la reunión con aquella chica, aunque sin ella es posible que no hubiese estado allí.
* * * * * La vida empieza hablándonos de forma cariñosa, en voz baja. A veces hay dificultad de escuchar, a menudo nosotros no oímos, no entendemos, no queremos o no sabemos escuchar, y entonces la vida nos habla un poco más alto. Si seguimos sin enterarnos, la vida nos sigue hablando más alto hasta que nos da un grito y esa experiencia del grito, que provocamos al no ser receptivos es lo que llamamos enfermedad, dolencia o accidente. Es más importante fijarse en el órgano o zona del cuerpo afectada que en la enfermedad en sí. Lo que he descubierto es que la zona donde tienes la dolencia no es ninguna casualidad, que hay un esquema, un código mediante el que tienes la oportunidad de encontrar cuál es la creencia o el hecho concreto de tu vida que ha producido ese problema en tu cuerpo. Si encuentras la clave y no sólo la encuentras sino que la aceptas, la vives de otra manera, superas el juzgar si eso es bueno o malo y te das cuenta de como este hecho te está apoyando, entonces la dolencia se desvanece, no hay que hacer nada más, el problema desaparece.

Hace unos años trabajaba en Barcelona con un grupo de afectados de esclerosis múltiple, nos veíamos todas las semanas y en las terapias incluía la respiración y la conversación. Entre ellos habla un mexicano que vivía en Catalunya y era productor de televisión. Estaba casi paralizado, andaba muy mal. Para cruzar calles anchas como la Gran Vía, tenía que esperar que el semáforo empezara el ciclo verde porque no le daba tiempo a pasar. En una de las terapias le pregunté qué significaba para él un perro, qué experiencias había tenido él de pequeño con un perro o si le había mordido alguno. Tardó un poco en responder, y noté que mientras hablaba su cara iba cambiando. Nos dijo que cuando tenía ocho años sus padres fueron encarcelados en México por motivos políticos, y que él tuvo que acompañarles. Explicó que en la prisión habla perros guardianes muy feroces y que aunque no le mordieron nunca, pasó aterrorizado todo el tiempo que estuvo allí. Le comenté que los problemas en las piernas estaban relacionados con nuestras creencias acerca de nuestra habilidad y el poder de ir hacia adelante cuando uno cree que no puede ir hacía adelante. Metafóricamente los perros de la prisión le impedían avanzar y esto podia estar relacionado con su enfermedad. La semana siguiente, antes de empezar la sesión, me pidió ser el primero en intervenir; al corresponderle el turno nos dijo que no se trataba de hablar sino de demostrar, se levantó y empezó a correr por la habitación. Nos contó que dos días después de la sesión anterior, estaba en la Gran Via esperando el cambio de semáforo para cruzar, que no sabia cómo habia ido pero que en mitad de la calle el semáforo cambió a rojo y que lo siguiente que recordaba era que estaba corriendo.

Hay quien exclamaría ¡Milagro! No, o por lo menos no más milagroso que la vida misma. Si uno observa algún hecho del pasado, un momento de decisión con consciencia, lo transforma, es como hacer un viaje en el tiempo. No es que uno se acuerde, es que lo vive como presente, lo vive de corazón, uno nota ciertos cambios interiores que se manifiestan también exteriormente y entonces el cuerpo cambia.

* * * * * Llega un momento en que te das cuenta que las casualidades no existen. Vas a empezar a notar con este modelo y lo notarás en tu propio cuerpo, que mucho antes de que ocurra un problema o un accidente que afecta a un órgano o a una parte concreta de tu cuerpo, quizás semanas, meses o incluso años antes de que tu problema se manifieste, poniendo simplemente tu atención y haciendo memoria, podrás darte cuenta de que esa zona de tu cuerpo te ha ido avisando, que antes del accidente te habrás tocado, rozado o golpeado esa zona varias veces. A esto me estoy refiriendo cuando te digo que la vida te habla en voz baja al principio y poco a poco va subiendo el tono. Si logras enterarte de lo que está ocurriendo, si reflexionas sobre esa parte de tu vida que te está llamando la atención, te darás cuenta de que en esa área de tu vida representada por ese órgano o parte de tu cuerpo, puedes ser más generoso, dar más y ser más rico.

Es importante que distingas si vas de rico o de pobre por la vida y no me refiero al concepto económico sino al concepto espiritual. El propósito fundamental de la vida es dar y lo más valioso que tenemos es nuestra atención consciente y creativa. El desafio del pobre es utilizar su imaginación creativa de forma consciente y generosa. El desafío del rico es organizar la calidad y cantidad de su tiempo y de su vida. Ser rico significa que en cada momento tienes algo que aportar a lo que tienes delante, y que esa aportación la haces con gusto, placer y entusiasmo, no hay que cargar con nada más, eso es todo lo que te toca hacer.(1)

Nota (1): Los conceptos de rico y calidad del tiempo han sido desarrollados en la publicación "Calidad de vida y tiempo" por Eric Rolf.

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1 Comentario de lectores

12/05/2008

Me pareció un excelente comentario con respecto al tema de la vida y como debemos enfocarla aprendí sus valores y el concepto que debemos captar de ella.