Formas angélicas de la liturgia religiosa. 1
V.B. Anglada
Siguiendo el proceso escalonado que hemos ido señalando desde el principio, vamos a analizar ahora las formas especificas que se crean en el éter bajo los efectos mancomunados de la Ceremonia Litúrgica y de la Intervención Dévica o Angélica:
- a) Formas Etéricas, hasta cierto punto densificadas, creadas en el interior de los templos por los mántrams, perfumes, cantos y tañidos de campana.
Pueden ser observadas durante el curso de una ceremonia litúrgica flotando en el interior del templo y adoptando los colores característicos de la energía particularmente invocada. Envuelven, por así decirlo, el espacio vital del templo y llenan el ambiente de una cualidad mística de recogimiento y de silencio, introduciéndose en el aura etérica de los fieles, propiciándoles para las cualidades místicas del misterio que intenta revelarse. No tienen forma humana; son más bien nubes brillantes suspendidas en todos los ámbitos del templo que se desplazan constantemente siguiendo las orientaciones ritualísticas del ceremonial que está llevándose a cabo.
No obstante, no se trata de "fuerzas ciegas", ya que, según hemos podido observar, extremando la visión, puede percibirse en el interior de las mismas un grupo de entidades dévicas de la categoría especial de los SILFOS que cuidan, al parecer, de sustanciar el éter del recinto en donde tiene lugar la ceremonia y de mantenerlo "en suspensión" en forma de nube para que sirva de vehículo de expresión de fuerzas superiores de carácter espiritual.
- b) Formas Etéricas observadas en el interior de los templos por efecto de la persistencia y asiduidad de las ceremonias litúrgicas.
Adoptan en general la figura de los templos o lugares de culto en donde se realizan las ceremonias, aunque de más amplias proporciones, a veces hasta diez veces más que el de la estructura externa de los mismos, surgiendo de las cúspides de las torres y creciendo proporcionalmente de acuerdo a un proceso eminentemente científico. Sea cual sea la religión organizada que utiliza sistemas definidos de culto, los templos poseen siempre esta "aura protectora", la cual vibra intensamente y aviva sus colores específicos cuando son tañidas las grandes campanas situadas en los elevados campanarios, ya que, según hemos dicho en páginas anteriores, las campanas emiten el O.M. sagrado. Esta es su misión, y según sabemos esotéricamente, las primeras campanas fueron construidas por los grandes sacerdotes atlantes tomando como modelo de las mismas la laringe humana, la única dentro del plan de evolución de la Naturaleza que puede pronunciar este sagrado Mántram solar.
Las formas etéricas externas de los templos son curiosamente sutilizadas cuando en el interior de los mismos se ejecuta música religiosa, singularmente a través de los mecanismos de viento de los ÓRGANOS, cuyas vibraciones producen ciertos definidos estímulos en el éter que son canalizados por una especie particular de silfos, denominados esotéricamente "transmisores de la música". Los cantos religiosos realizados por grupos escogidos de cantores con buena voz, dotes musicales y fe religiosa producen estímulos parecidos en el éter, aunque más potentes que los señalados anteriormente, pues no hay que olvidar nunca que "la voz humana" es el instrumento único, cuando está perfecta y adecuadamente afinado, para emitir los sonidos perfectos de la Creación. Son de remarcar a tal efecto las palabras de "LUZ EN EL SENDERO": "Antes que el hombre pueda hablar en presencia del MAESTRO tiene que haber perdido toda posibilidad de herir."
La perfección del lenguaje está estrechamente vinculada con la absoluta inofensividad del corazón humano; de ahí la importancia que se le asigna esotéricamente al silencio de palabras, de deseos y de pensamientos cuando el aspirante espiritual ha de ser introducido en "la Antesala de los Misterios" y en la que místicamente ha de penetrar, y de la cual no podrá salir a la búsqueda de la Iniciación en tanto no haya logrado superar hasta cierto definido punto la irresistible tendencia a "hablar", desear y pensar bajo el incentivo de las cosas superficiales.
Las campanas, si están bien construidas y afinadas, emiten un tañido puro que atrae a los devas del aire, y utilizando sus mágicas vibraciones construyen alrededor y por encima del templo una poderosa forma psíquica que lo envuelve y circunda, creando un vacío protector en el espacio dentro del cual pueden expandirse las energías de la fe, de la complacencia mística y de la devoción que emiten los fieles durante el curso de la ceremonia litúrgica.
Vicente Beltran Anglada
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