La reencarnación de los Devas.
V.B. Anglada
La exposición de estas ideas nos obliga a formulamos otra muy interesante pregunta desde el ángulo esotérico: “¿reencarnan los Devas?”, es decir, ¿están Ellos, al igual que nosotros, atados inexorablemente a la Rueda de Samsara que rige la ley kármica de muerte y nacimiento?
Bien, esta pregunta podría ser contestada afirmativamente, ateniéndonos al principio de analogía que rige para nuestro Universo de Segundo Rayo, aunque teniendo en cuenta que la muerte y el proceso de renacimiento pueden ser radicalmente distintos a tal como los verificamos los seres humanos, desde el ángulo puramente físico y sin otras medidas de consideración que las que nos suministran nuestros cinco sentidos corporales y nuestro grado de percepción mental. Deberemos tener en cuenta, ante todo, que la muerte como fenómeno de extinción física y posterior proceso de desintegración de la forma no opera en los niveles etéricos por cuanto es en estos niveles precisamente a donde van a parar todos los residuos etéricos que se liberan de los cuerpos físicos densos en proceso de desintegración.
Hay que observar, sin embargo, que pese a la sutilidad del éter en donde viven inmersos los elementales constructores, siempre será perceptible a la visión esotérica un intervalo de descanso, aunque mucho menos prolongado que en el caso de los seres humanos. Una especie de Devachán por el que ha de pasar un deva o elemental constructor antes de asumir un nuevo vehículo etérico, teniendo presente, de acuerdo con las leyes infinitas de la evolución, que hay una línea progresiva que lleva a los GNOMOS a convertirse en ONDINAS, a las ONDINAS en SALAMANDRAS o pequeños Agnis del Fuego, a las SALAMANDRAS en SÍLFIDES y a las SÍLFIDES en Devas directores del proceso de construcción de Formas en la vida de la Naturaleza.
Así, podríamos decir que un Deva de evolución similar a la de un ser humano espiritualmente integrado lleva tras de sí la experiencia mística de los cuatro niveles etéricos trascendidos, de idéntica manera a como el hombre superior lleva consigo la experiencia del Cuaternario inferior, integrado y trascendido, es decir, del cuerpo físico, del vehículo etérico, de la sensibilidad astral y de la mente concreta. En todos los órdenes de la vida puede hallarse siempre la analogía, ya que en ella se encuentra la clave del conocimiento perfecto.
Hay que considerar también que en cada uno de los niveles etéricos del Plano físico hay diferentes grados de sutilidad y que cuando hablamos, por ejemplo, del quinto subplano físico, que corresponde al segundo nivel etérico, no nos referimos a que viven allí solamente los elementales constructores o “espíritus de las aguas”, llamados esotéricamente ONDINAS, sino que hay una prodigiosa multiplicidad de devas en evolución, desde las simples ONDINAS hasta los poderosos NEPTUNOS que integran con su extraordinaria vida dévica los grandes océanos del planeta. Lo mismo puede ser aplicado a los demás niveles etéricos, aunque extendiendo la idea a los subplanos de todos los demás Planos del Universo, en donde, de acuerdo con la ley de sutilidad de la sustancia utilizada en orden a la creación de formas integrantes, habrá que imaginar -si podemos hacerlo- una extraordinaria capacidad de vida dévica con facultades y atributos divinos más allá del más elevado entendimiento humano.
Consustancialmente con la idea de renacimiento tenemos la del karma, y es ahí, sobre este punto, donde deberemos aplicar creadoramente la analogía. Nuestro Universo en su totalidad es kármico, ya que se halla en proceso de manifestación cíclica en el Tiempo, y lo mismo podría decirse de todo Universo, Constelación o Galaxia que pueblan los mares infinitos del Espacio. Así, pues, hablar del karma de los Devas, sea cual sea su grado de evolución espiritual, no es una mera hipótesis de nuestra mente, sino una certeza total que nace de la aplicación correcta del principio de analogía. Lo único que hay que tener presente, en todo caso, es que el karma de los Devas es muy diferente al de los seres humanos.
El karma del hombre es crear, a través de la experiencia resultante del contacto con la sustancia material de los niveles mental, astral y físico; el del Deva es construir, mediante una energía potencial que les es propia, los vehículos de sustancia que los Reinos de la Naturaleza precisan para realizar normalmente su evolución. Hemos discutido este punto en otras partes de este Tratado y no vamos a insistir sobre el mismo. Sin embargo, la sutilidad del elemento en que viven inmersas las diferentes jerarquías que constituyen el Reino Dévico las ubica, desde el ángulo de vista de la ley del Karma, en una pluralidad de zonas mucho menos conflictivas que las humanas y sin el dolor moral y físico que aqueja a las razas y a las especies en nuestro mundo físico.
Siempre de acuerdo con la analogía, deberemos admitir, sin embargo, que habrá ciertas zonas de conflicto en los niveles etéricos de todos los Planos de la Naturaleza en donde exista un punto de contacto dévico con la vida de los hombres, singularmente en los niveles psíquicos en donde hace sentir más acentuadamente su presión el Guardián del Umbral de la Humanidad y en donde con mayor intensidad y potencia se manifiestan los devas lunares, sujetos todavía a la atracción inferior del arco descendente de la evolución planetaria y en donde, esotéricamente hablando, hay una permanente lucha o conflicto entre los Ángeles de la Luz y los Ángeles de las Tinieblas disputándose -tal como se dice místicamente- la presa del corazón humano. Y aquí habría mucho que hablar acerca del fenómeno psicológico -o quizá sería mejor decir psíquico- de la tentación con el fin objetivo de despertar espiritualmente el alma humana.
Parte importante del karma humano se halla precisamente en la lucha que sostienen dentro de su corazón los devas de la luz y los devas de las sombras, la cual ha dado lugar a la tradición religiosa del Ángel Guardián y del Demonio Tentador, trasfondo de esta épica lucha humana hay que tener en cuenta el karma particular de ambos grupos de Devas que infiltrados en el aura etérica del hombre penetran en su corazón y le incitan a la lucha en los niveles de la existencia material.
Y con respecto al karma, deberemos admitir también -siquiera con carácter de hipótesis- el que tiene que ver con los grandes Ángeles del Universo y del propio Planeta, sujetos a la presión divina y representando estadios de la vida de Dios en los Planos o niveles de la existencia material, teniendo en cuenta que la Divinidad, pese a ser Omnipotente en todos los órdenes de la vida manifestada, no puede llegar a establecer contacto con Sus infinitas Creaciones si no es a través de Sus Directos Mensajeros, los Ángeles.
Ellos son los que construyen la soberbia estructura del Universo según los Planes de la Ordenación divina y utilizan la ENERGÍA que surge de Sus Cuerpos Radiantes para mantener inconmovible dicha estructura a través de las edades, siendo el Karma particular de tales Esplendentes Entidades Angélicas la actividad maravillosa que desprende de Sus indescriptibles Cualidades espirituales, que, esotéricamente, se describen como: Conocimiento de los Sabios Designios del Señor, Integración de las Justas Medidas de Su Indescriptible Inteligencia y Construcción de todos y cada uno de los Planos del Sistema Solar.
Vicente Beltran Anglada
CONVERSACIONES ESOTERICAS
http://www.sabiduriarcana.org/
281 lecturas