Cuando estás sufriendo, ¿qué síntomas tienes?

Varios/Otros


Antes me gustaría decir algo, en la tercera pregunta. Logras saber que ya aceptaste alguna situación porque en tu interior hay un síntoma inequívoco ante la aceptación que se llama paz interior, satisfacción, alegría, entusiasmo y energía para la acción. Cuando eso es lo que está presente, tú sabes que ya aceptaste algo. Ante la aceptación desaparece la posibilidad de sufrimiento. Más adelante vamos a ver que no solamente desaparece el sufrimiento, sino que se abren las puertas de la abundancia.

Mientras yo no acepte algo, me hago correspondiente con la situación que me enseña a aceptarlo. Cuando lo acepto, esa situación ya no es necesaria. Entonces la persona que lucha contra algo, cada vez se hace más correspondiente con mantener esa situación. “Todo aquello a lo que tú le hagas resistencia, se manifestará con más fuerza contra ti”, porque esa es una ley del Universo. Deja de hacerle resistencia a la vida, y ninguna fuerza podrá ir en contra tuya, ese es el secreto de la aceptación.

Una persona dice, “Mire si yo... lo peor que podría pasarme a mí sería perder una pierna”. Y seguramente la vida le va a decir, “Te vamos a demostrar que puedes ser feliz con una sola pierna”. Pero si la persona dice, “Yo podría ser feliz en cualquier situación que la vida me presente porque la felicidad está es en mi espíritu, no en mi cuerpo ni en la situación”, a esa persona no le pasa nada, porque no necesita aprender nada. Cuando alguien tiene un rechazo a la vida, no acepta la oportunidad de aprendizaje que ofrecen las dificultades y la persona dice, “Yo rechazo la vida, más bien me suicido porque la vida es muy difícil”, ¿qué no acepta? La oportunidad. En el sobreproteccionismo, que es tan común en los padres, ¿qué es lo que no están aceptando ellos? La experiencia de misión y destino que cada uno de sus hijos o personas traen. No la están aceptando. Así sucesivamente.

Cuando yo me preocupo por algo, ¿qué no estoy aceptando? ¿Qué puedo perder? Algo que yo ya no necesito. Ese es el motivo de la preocupación; no has comprendido que jamas podrás perder lo que necesitas, y que si alguien se lleva algo es porque tú ya no lo necesitas, o lo que necesitas es la experiencia del desapego.

Cuando criticamos a los demás, no estamos aceptando las costumbres, las ideas y las decisiones de los demás... es decir, no los estoy respetando.

El ejercicio es dejar de sentir estos efectos que llamamos reconocimientos, y si quiero liberarme de estos efectos, debo ser capaz de aceptar lo que no acepto. Por ejemplo, cada quien hace y dice lo mejor que sabe aunque se equivoque, y yo no tengo por qué ir a rechazarlo, ni a juzgarlo, ni a criticarlo... Él tiene derecho a eso, él no tiene la culpa de que yo me sienta mal con lo que él hace: esa es la reflexión para poder empezar a comprender la necesidad de aceptar a las otras personas como son.

Haz una lista de todo lo que no estas aceptando, cada vez que tengas angustia, celos, ira, mal genio, estados depresivos... Cada vez que tengas estrés, vas a preguntarte qué es lo que no estas aceptando ante cada situación, qué no genera paz en tu interior. Todo ello se va anotando en un cuaderno “libro de bitácora”, no tienes que mostrárselo a nadie. Va a ser muy personal. Un ejemplo para la lista podría ser: “No encuentro paz en mi interior porque el dinero no me alcanza”. No estoy aceptando que podría vivir de otra manera más reducida, que no puedo o no quiero bajar de estatus, que la función que estoy haciendo muy probablemente no es la mía. Que quiero trabajar sobre los destinos de los demás, en lugar de trabajar sobre los míos. Como ven, se originan muchas cosas que no estoy aceptando de una situación física que esta sucediendo...

La persona que tiene un malestar físico o una enfermedad, no está aceptando que lo que le impide ser feliz no está en su cuerpo sino en su mente. No es capaz de curarse porque sencillamente necesita la enfermedad como parte de su proceso pedagógico espiritual.

Obsérvense todo el mes para completar el libro personal de trabajo y ante cualquier situación que no sea paz, que no sea armonía, pregúntense ¿qué no acepto? Lo anotan y comprobarán que sale una lista de trabajo supremamente interesante.

Los invito a que abran otro cuaderno que es el que vamos a ir llenando en la medida en que desocupamos el primero.

Ese otro cuaderno se va a llamar: Lo que yo ya tengo aceptado. ¿Ustedes como reconocerían lo que ya tienen aceptado?... Porque ya no genera angustia o miedo.

Entonces, cuando una persona tiene miedo a morir no acepta varias cosas: que ella le puede hacer falta a los demás, es decir, no acepta el destino de las otras personas. No acepta que ella de pronto está haciendo algo que le gusta hacer, o que quiere hacer, o que considere importante hacer y que no pudiera completarlo.

Cuando yo no puedo aceptar algo, no puede haber un disfrute, una satisfacción. Si no eres capaz de disfrutarte algo, es porque hay algo que no aceptas. Aquello que eres capaz de disfrutar, es porque ya lo tienes aceptado.

Aquello que trae paz, alegría, entusiasmo y sube tu energía para la acción, está relacionado directamente con lo que tú ya tienes aceptado, con lo que ya tienes comprendido.

Si yo disfruto mi casa, es porque ya tengo aceptado que esa es la casa perfecta para mí. Si yo me quejo de mi casa, es porque no la tengo aceptada. Si disfruto mi pareja y ella conmigo, es porque tengo aceptada que es la persona perfecta. Pero si no la he aceptado y me estoy quejando de mi pareja, entonces yo tengo sufrimiento porque yo no la acepto. Igual sucede con los padres, los hijos o los vecinos. Si me quejo de mi país, es porque yo no lo tengo aceptado, y así cualquier cosa de la cual me queje.

La persona con capacidad de aceptación es la persona que es capaz de ser feliz por sí misma. Por ejemplo, supóngase que hay una pareja que vive en una casa cualquiera. Uno de los integrantes de la pareja se siente muy feliz en esa casa y la otra persona no. Eso indica que una persona tiene aceptada la casa, y la otra no. Y como el destino es algo personal, y no colectivo, entonces entraríamos en una situación de buscar un acuerdo o una conciliación de esa diferencia... ¿Ustedes quien creen que tiene más posibilidad de hacer cualquiera de esas dos cosas... – el que se siente feliz en su casa cambiarse de casa para darle gusto a la otra persona o viceversa, el que no se siente feliz en su casa empezar a sentirse feliz en ella, para poder apoyar al que sí se siente feliz? ¿Qué consideran más fácil que se haga? La primera... porque el que se siente feliz, tiene más comprensión, más flexibilidad mental, más sabiduría y más amor, y el que tiene más puede dar más. El que tiene menos no tiene de qué dar.

Entonces en caso de relaciones acuérdense del curso anterior, el que cede gana.

Nota aclaratoria de FUS: En el módulo 6 de Relaciones de Amor, nos sugirió Gerardo poner en práctica un juego muy sencillo: El que cede gana, el que gana pierde. Cada vez que se presenta una disparidad de criterios en una relación, el que cede (en forma conciente y voluntaria, dándose plena cuenta de lo que está haciendo) ha ganado en flexibilidad, en aceptación, en comprensión. Ha derrotado su ego. Ha ganado algo. El que gana pierde, porque dejó pasar la oportunidad de aprender algo. “Triunfó” pero quedó igualito...

Si tú no eres capaz de ser feliz en cualquier lugar, tienes problema de adaptación, de ubicación.

En alguna ocasión un maestro iba caminando con su discípulo y este le dijo:

- Maestro, yo admiro tanto la paz que Usted tiene... Yo veo que en todas las situaciones que van transcurriendo a lo largo del camino, yo me afecto con ellas pero Usted no. Enséñeme a ser eso que me parece tan lindo.

El Maestro lo miró y no le contestó. Siguieron caminando y de pronto el Maestro vio una alcantarilla destapada y empujó a su discípulo dentro de ella. El Maestro se asoma sonriente y mira al discípulo y le dice:

- ¿Cómo te sientes?.

El discípulo contesta, “Me siento horrible; esto es horroroso. Sáqueme de aquí.” El Maestro le dice: Tú me acabas de hacer una pregunta; te la estoy respondiendo. Cuando seas capaz de sentirte feliz ahí abajo, estás listo para tener paz imperturbable.

Cuando no acepto algo me hago correspondiente con aprenderlo y ese es el lugar perfecto para eso.

Para poder ser un individuo de tercera clase, necesito haber desarrollado primero una condición espiritual interior. Es decir, yo no puedo enseñar lo que no sé y no puedo dar lo que no tengo. Fíjense como nos engaña el ego... Dice que se preocupa por los demás y dice, “Yo quiero trabajar para solucionarle los problemas a los demás”, pero resulta que yo no he podido solucionar los míos. Si yo no he podido solucionar mis problemas, ¿qué le puedo ofrecer yo a los demás? Les voy a ofrecer mis limitaciones, mis problemas y mi ignorancia.

El camino correcto del servicio es hacer algo positivo. Si para ustedes los demás son importantes, entonces necesitan tener dos herramientas para poderles servir a los demás: Saber cómo y Tener con qué.

Si yo no he solucionado mis problemas personales, yo no tengo cómo porque no sé. No tengo con qué, porque no sé cómo hacerlo. En este proceso de la aceptación, si de verdad aspiran a servirle a los demás no desde el ego sino desde el amor, lo primero que necesitan es solucionar su problema personal. Mientras no lo haya hecho, soy un peligro porque estoy pensando que los demás tienen que hacerme feliz y producirme satisfacción. Y si no lo hacen me desilusiono de ellos y los agredo. ¿Soy peligroso o No?... Peligrosísimo. Mientras yo sufro, no sé cómo ser feliz. Y si no sé cómo ser feliz, ¿tú qué crees que le puedes ofrecer a otra persona?

El ego trata de hacer lo que no sabe, y se siente bueno, dice, “Hay que darles a los pobres, hay que ayudar a los demás, hay que ser solidario”, y se siente bueno y no tiene ni idea de cómo se hace eso.

Si tú estás confundido, confundes a los demás. Por ello es mejor quedarme callado. Si yo no tengo nada para ofrecer, entonces tengo mucho para pedir y no soy un apoyo sino una carga. Si entramos a hacer relaciones siendo cargas para los demás, esas relaciones no van a duran mucho. Necesitamos ser complementos para los demás y que los demás sean complementos para nosotros. Una persona con felicidad, con amor, es capaz de compartir su felicidad y su amor con otros. Una persona sin amor comparte sus limitaciones y genera toda clase de conflictos. Entonces, ¿por dónde hay que comenzar el trabajo?... Por mí mismo; ese es el punto de comienzo de todo.

Cuando somos libres mentalmente, estamos listos para amar. Para poder hacer eso, necesito aceptar todas las situaciones a mi alrededor; y para poderlas aceptar, necesito comprenderlas. Es todo un trabajo: Necesito comprender que todo lo que sucede es perfecto porque responde a un diseño pedagógico necesario para la evolución de la conciencia. Son los ejercicios que la vida nos pone a nosotros y a los demás. No luches contra ellos.

Si tú tienes paz interior, y no estás sufriendo ante ninguna cosa, las personas que sufren a tu alrededor no pueden comprender la razón del por qué tú no sufres ante algo que para ellos es un drama. No lo pueden entender porque no tienen la información para entenderlo. Si dices, “¡Esto no tiene importancia! Pero ustedes, ¿de qué se quejan?”, las personas te van a agredir diciendo, “Usted es un insensible; usted es un malo, un descorazonado...”, y toda clase de apelativos. Para que eso no pase necesitas que no se note que tú tienes paz; que tengas paz pero que no se note. La persona te puede preguntar, “¿En qué nos vamos para tal parte? Esto es peligrosísimo...”. Tú le dices a la persona para apoyarla, “Tú tienes razón; esto es peligrosísimo. Vamos a buscar algo que sea menos peligroso...” Tú sabes que no hay nada peligroso, pero hay unas señales de la vida que son muy claras. Yo les digo esto a las personas, y he verificado que funciona de una manera perfecta: El miedo jamás es un aviso, es una limitación mental.

Los avisos son situaciones claras que llamamos las leyes de advertencia. Cuando tú veas advertencias, cuando la vida te está diciendo, “No hagas algo”, no lo hagas. Si lo haces, estás siendo terco y te vuelves correspondiente con cualquier problema por tu terquedad. Si tú no ves obstáculos, puedes hacer lo que quieras y no habrá problemas. Si los ves, no lo hagas.


PREGUNTAS:

¿Qué haces para tratar de desorganizar los diseños pedagógicos de los Maestros de la Ley Universal?

¿Cuál ha sido tu experiencia con estos intentos?

¿Qué tendrías que aceptar previamente, para no afrontar situaciones muy difíciles en tu vida?

Para aclarar lo de la primera pregunta, los diseños pedagógicos de los Maestros de la Ley Universal están impresos en los destinos que cada uno de nosotros trae al nacer. El destino es un diseño pedagógico mediante el cual vamos a desarrollar la sabiduría a través de experiencias directas con la vida; por supuesto, son excelentes oportunidades.

Cuando yo no acepto los destinos de los demás o no acepto mis propios destinos, lo que intento es desorganizar un diseño pedagógico que es perfecto para el universo y para ti, pero si no lo sabes y no lo aceptas, haces algo. ¿Qué es lo que haces?

Es decir, los procesos pedagógicos son una serie de ejercicios mal llamados problemas mediante los cuales vamos desarrollando la comprensión y la habilidad para reconocer el orden perfecto de algo.

Cuando no conocemos esto, tratamos de desorganizar el diseño porque yo no lo entiendo. Es como cuando a un niño el profesor le coloca un problema, mal llamado problema, pero el niño, como no sabe resolverlo podría tomar estas opciones: “Profesor, por favor póngame un ejercicio que yo sepa hacer...” ¿Qué es lo que esta pidiendo? Está pidiendo no hacer nada nuevo. Eso es lo mismo que cuando yo le digo a Dios, “Mire, por favor Dios, no me dé problemas, deme cosas que me guste hacer”... Es lo mismo que decirle al profesor, “Mire, póngame un ejercicio que yo sepa resolver...” En ambos casos, el profesor te va a decir, “Con eso no aprendes nada”. Esa es una opción. La otra opción es que me ponen el ejercicio pero yo, en vez de resolverlo, llamo a otro para que lo haga por mí. Eso es pedir lo que no necesito.

Hay una opción más y es que yo diga, “Quiero la oportunidad de aprender algo nuevo”, y me ponga a resolverlo. Y si no he entendido, le pregunto otra vez al profesor, “Explíqueme otra vez”. Esos son los diseños pedagógicos del universo.

¿Qué es lo que haces para tratar de desorganizar los diseños pedagógicos de la Ley Universal?

No aceptamos la realidad y tratamos de impedir las experiencias de los demás.



Extracto de Gerardo Schmedling

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