La protección especial.
Varios/Otros
Quienes evolucionan de manera natural, sin asumir un trabajo específico de colaboración consciente con el propio progreso y con el progreso de la humanidad en general, permanecen bajo las leyes comunes que rigen los planos más materiales de la vida. De manera que, si por ejemplo quisieran estar presentes en determinado lugar, necesitarán transportarse físicamente hacia allá; si sintieran afecto o quisieran recibirlo, eso lo tendrán que demostrar tanto probando que lo están dando como expresando que lo están deseando; y si tuvieran un pensamiento que transmitir, deberán manifestarlo transformándolo en palabras escritas o habladas. En fin, viven situaciones elementales, situaciones que ocurren bajo las leyes de los niveles físico, emocional y mental de la vida.
Al asumir el proceso evolutivo y al aspirar a tornarse consciente en todos los niveles en los que tiene su propio ser, a cierta altura podrá ocurrir que el hombre no necesite desplazarse físicamente y sólo necesite dejarse transportar en consciencia, por la acción del yo superior, hacia los sitios en los que debe estar. A través de leyes que no suelen ser conocidas en los planos terrestres, y a las cuales pasa a someterse al profundizar su contacto con áreas sutiles de su vida. él PUEDE dejar su cuerpo denso e ir a cualquier punto del universo.
Eso puede ocurrir hasta durante el período en el que está encarnando y viviendo sobre la Tierra.
La misma libertad podrá ocurrir en el nivel emocional. También en éste el hombre puede librarse del condicionamiento a las leyes naturales. Si está unido a la esencia divina de alguien, y si eso es un hecho interno ya reconocido y vivido por él, ciertamente no hay necesidad de demostración palpable o visible alguna del amor que siente, y tampoco de que otros lo perciban o lo retribuyan. Del mismo modo, estando sometido a las leyes de los niveles superiores, él será, por ejemplo, capaz, en la encarnación actual, de reconocer a alguien con quien puede no haber tenido contacto durante siglos aquí, en el plano físico.
El plano mental también puede pasar por una ampliación. Como vimos, en la vida común, regida por las leyes naturales, el hombre necesita exteriorizar sus pensamientos y, a veces, esforzarse para hacerse entender claramente. Cuando la mente de su interlocutor está hecha de energía diferente de la de él, o hasta opuesta, la comprensión mutua, en ese nivel natural, puede ser imposible. Entretanto, si él está empeñado específicamente en su propia evolución, y si está dispuesto a cooperar con la de todos los seres, puede ver emerger una comprensión profunda y firme en su relación con el otro. Es que el "pensamiento" interior, el pensamiento del yo superior, no necesita del plano mental concreto ni del cerebro físico para ser transmitido.
Del yo superior hacia el yo superior se comunica, recibe y absorbe una idea sintética, cualesquiera que sean las características de los cuerpos mentales de las personas implicadas. La relación entre dos seres, al ocurrir así, en nivel sobrenatural e interior, es independiente de diferencias externas circunstanciales. Es más estable y no está sujeta a las diversas características que los indivi duos presentan en cada nueva encarnación.
La calidad de lo que nos ocurre depende, por tanto, de la profundidad en la que estamos viviendo conscientemente. Al ser esto así, quien colabora con las leyes evolutivas y no limita su propia existencia a los niveles físicoetérico, emocional y mental entra en una esfera de protección especial, ya que pasa a estar bajo la jurisdicción de leyes universales más vastas.
Cuando una ley abarca sólo esferas naturales de la existencia, todo lo que ella tiene en cuenta, en sus corolarios, se reduce a los límites terrestres; así, el individuo permanece circunscripto a posibilidades estrechas. Empero, cuando la vida y la consciencia empiezan a crecer, tomando rumbos más abarcantes, el ser pasa a estar regido por los aspectos de la ley que tiene características de los espacios más amplios, o sea, por leyes más vastas. Ocurre entonces lo que comúnmente se llama "milagro".
Milagro es una palabra inadecuada con la que solemos denominar un acontecimiento que para nosotros es extraordinario y que, no obstante, es normal y común para la consciencia supramental. Se torna posible cuando están en vigor los aspectos más inmateriales de las leyes, aspectos en general desconocidos, y raramente experimentados si nos limitamos a la vida humana natural. Por ejemplo, mientras en el nivel de la personalidad es real que un individuo necesite trabajar para comer y mantenerse, esa necesidad no existe en los niveles supramentales; Cuando alcanzamos una consciencia superior, el alimento para nuestro cuerpo físico deja de venir de nuestros esfuerzos materiales para adquirirlo, pasando a ser tan sólo el resultado de nuestro contacto con la realidad suprafísica e imponderable que provee los medios concretos para que él llegue hasta nosotros.
El don de esa realización está disponible para todos los hombres, bastando que cada uno pase a ser regido por leyes espirituales superiores, como, por ejemplo, la ley del Servicio Altruista.
Todo lo que es necesario está, en principio, disponible para todos. Traer los niveles de la realidad superior hacia dentro de los niveles de la realidad que llamamos natural y humana es una obra creativa de considerable valor hoy en día. Habiendo llegado el momento cíclico de la humanidad para que reconozca valores suprahumanos para que pueda trascender los niveles en los que en la actualidad funciona, las limitaciones de la vida terrestre de cada hombre crecerán si éste no percibe el nuevo camino que tiene que tomar. Tales dificultades se presentarán justamente como un medio para forzarlo a despertar y seguir direcciones más actuales para sí y para el planeta en general.
En la vida del individuo que asume su proceso evolutivo ocurren muchos cambios. Habiendo ampliado su estado de consciencia, él entra en un karma más general y pasa a ser regido por un destino que es la interacción de varios destinos: el del planeta, el del país, el de grupos y, finalmente, el suyo propio. Su vida se torna más universalizada y, por tanto, ligada a fuerzas de mayor potencia y de más amplio alcance. Así, él se libera del círculo limitado, de acontecimientos puramente personales, para participar, de forma activa, en la obra infinita de la creación universal. Elévase a otro nivel de existencia y, a través de sí, la energía creadora puede fluir con libertad.
Con frecuencia, ocurre que hay personas que se empeñan en evolucionar y siguen monótonamente con su vida de ritmos exteriores casi inalterados. Por falta de una comprensión mayor, ellas piensan que no están avanzando o que nada les está ocurriendo. Entretanto, no es exactamente eso lo que ocurre. Por el hecho de haberse decidido a trabajar con seriedad por la propia evolución, y de estar por ello siendo intensamente transformadas, muchos eventos DEJAN de ocurrirles. Así, pueden aplazarse desencarnaciones, transferirse enfermedades y mitigarse situaciones dolorosas en función del desarrollo especial de determinadas cualidades.
Eso ocurre porque, después que pasamos a ser más útiles, nuevos elementos y condiciones que incluyan la supresión de necesidades más amplias que las individuales se convierten en parte de nuestra vida.
Dentro de la protección especial que pasamos a tener cuando vivimos bajo los aspectos superiores de las leyes que rigen los acontecimientos antes considerados solamente "naturales", la realidad de los accidentes, de los malestares y de las bacterias y los virus se presenta muy diferente para nosotros; nuestra relación con esos hechos no es más la misma.
¿Qué es, por ejemplo, un accidente? Desde nuestro nuevo punto de vista, es el resultado del desequilibrio acarreado por las vibraciones de desarmonía en algún nivel de la consciencia. Donde se cultiva normalmente el orden y la armonía no existen los accidentes, o son raros. Los pocos que ocurren son la consecuencia de algún desorden interior, a veces remoto, que el individuo o el grupo del que forma parte puedan haber provocado.
En la naturaleza existen siempre fuerzas opuestas y confrontadas, y donde el conflicto se acentúa, se manifiestan los accidentes. Según una gran ocultista, es a partir del conflicto entre las fuerzas del progreso y las de la destrucción que ocurren los desastres en los planos físico, emocional y mental, pero también están los que son provocados por el desorden temporario producido por el predominio de las fuerzas involutivas y caóticas.
En muchos momentos y lugares en la vida de un hombre hay campo para accidentes. Empero, si de parte de él no hubiera sintonía con el desequilibrio, la lucha y la desarmonía, no habrá de sufrir al manifestarse eso, a menos que se trate de un momento favorable para el retorno kármico de acciones practicadas anteriormente, como ya dijimos. Los estados de pesimismo y depresión, que son resultado de que el hombre se haya distanciado telepática o afectivamente del centro de su propia consciencia, abren la posibilidad de que le ocurra un accidente, o hasta de que se vea envuelto en alguno. El miedo de sufrirlo es también camino cierto para que pase por ellos.
Empero, cuando la mente se dirige hacia el aspecto positivo de la vida, sin detenerse en elementos destructivos y caóticos, cuando la mirada no se demora en situaciones, hechos o ideas negativas, son remotas las posibilidades de que se viva la experiencia de un accidente en el plano físico o en otros.
Otra realidad que podemos ver de modo muy diferente son los malestares, también resultado del distanciamiento entre el yo consciente y la región más interior y profunda del ser. Cuando el individuo o una parte de él rechaza, incluso inconscientemente, la protección a la cual tiene derecho, sufre alguna indisposición más o menos prolongada y profunda. Pero las vibraciones y las fuerzas externas no tienen poder sobre quien está sintonizado con el núcleo interior de perfecto equilibrio que tiene dentro de sí.
Si perdemos la consciencia de que estamos permanentemente bajo una protección inmensa, a través de ese descuido abriremos una grieta para que entren en nosotros fuerzas dispersivas y destructoras de nuestro equilibrio. Tener presente en la consciencia que ESTAMOS EN UNA ESFERA BENIGNA impide que el caos se establezca.
En cuanto a las bacterias y los virus, no pasan de materializaciones de la vibración caótica del etérico, del emocional y del mental individuales o colectivos. Tampoco tendrán poder sobre un hombre que no se vincule con las formas-pensamiento que los crean en esos niveles terrestres. Su falta de fuerza vital e interna es la que posibilita la instalación y el desarrollo de esos microorganismos en sí mismo. Muchas pueden ser las causas que, desde el mundo exterior, parecen inducir al hombre a que se desvitalice; pero, en verdad, ninguna de ellas actuaría sin la presencia de una causa primordial: la falta de conexión del yo consciente con la parte más interior del ser.
En el subconsciente hay muchos miedos atávicos y, cuando se manifiesta uno de ellos, se abre la puerta hacia todo tipo de enfermedades. Como se sabe, el miedo puede hasta crear síntomas, aunque la enfermedad concreta no esté presente. Cuanto más nos concentramos en el fantasma que ese sentimiento es, tanto más crecerán los males, no sólo en el cuerpo físico y etérico sino también en el emocional y mental.
Para disolverlo, el hombre, usando su imaginación creadora, debe reconocerse como un ser inserto en una Vida Única e Infinita, pues es exactamente por haber perdido la memoria de su filiación respecto de esa Omnipresencia y Omnipotencia que él se torna medroso y vacilante. La seguridad no puede instalarse mientras la consciencia no dedique suficiente amor a esa Vida que a todo y a todos comprende, y que, por tanto, no incluye limitaciones de especie alguna. Unirse a Ella es unirse a la totalidad de la cual nada está excluido, y ver, de esa manera, que el miedo desaparece.
Los individuos que están buscando conscientemente evolucionar necesitan saber que cuidados y concentración excesivos en el plano físico (y en sus solicitudes de defensa) los llevan hacia el terreno de las leyes naturales, dejándolos abiertos hacia la desarmonía que pueda estar ocurriendo en el campo de las fuerzas en lucha. De manera que no deberían estar previniéndose demasiado contra las posibles enfermedades.
En la vida de quienes están bajo la esfera de protección infinita ya no cabe, en términos generales, mucho cuidado respecto de la seguridad. Están aquellos que mantienen sus casas casi blindadas y pasan por la experiencia de ser asaltados, mientras las casas de los que están vinculados con los mundos superiores nunca son invadidas. La actitud positiva ante las leyes superiores, es decisiva.
Para quienes adhieran conscientemente al trabajo evolutivo hay una protección siempre presente y la posibilidad de no implicarse con el desequilibrio. Cuando se olvidan de eso por un momento, o cuando vacilan en tomar contacto con las leyes superiores de convivencia pacífica con todo lo que existe en el universo, caen entonces en las esferas puramente físicas, etéricas, emocionales y mentales de ese mismo universo.
El choque entre dos corrientes antagónicas forma parte del desarrollo de ambas. El desafío presentado por la parte considerada negativa sirve muchas veces para desarrollar la positiva o la opuesta, en aquel sector del universo en el que surgió el conflicto, ya sea ese sector un grupo, un acontecimiento o un ser. Así, podemos ver, por ejemplo, que un niño encarna en un ambiente considerado por nosotros desfavorable para un crecimiento sano y comprobar, más tarde, que aquellas mismas circunstancias fueron los elementos ideales para ayudarlo a desarrollar fuerzas positivas, opuestas al caos circundante. ¡Cuántas veces el ambiente en el cual grandes personajes de la historia de la humanidad encarnaron estuvo lejos de serles favorable! Empero, eso no les impidió que hicieran lo que vinieron a hacer, pues la energía de la voluntad y del poder emergió en ellos en el momento oportuno, tornándolos aptos para dominar el desorden.
Empero, no siempre el proceso de desarrollo se da así, y algunos seres tienden a sucumbir ante el lado negativo de la situación presentada. Pero aquí no nos referimos a esos casos, pues en este estudio destacamos lo que ocurre con aquellos que, por opción, se entregan a un trabajo consciente en sí mismos. Como vimos, para ellos la encarnación sobre la Tierra pasa a ser determinada por otro orden de leyes.
Las leyes de los niveles superiores no niegan las demás formas de su actuación en los planos más densos y psicológicos: no sólo las incluyen sino que, según ya dijimos, las amplían. Cuanto más trabajado es el ser, voluntaria o compulsivamente, más inmune es él, apto para estar dentro de toda situación desequilibrada.
Pasando por esa maduración, y tornándose libre de influencias, hechos o situaciones externas, el hombre se transforma en colaborador de las fuerzas positivas, de la construcción y del progreso. Pero, mientras esté sujeto a sucumbir ante esta o aquella corriente de fuerzas negativas, él necesita aún ayuda, y poca utilidad tiene como dador de energía.
Dejar de usufructuar, para dar en abundancia, es lo que se propone a los hombres en esta nueva era de la Tierra, Descubriremos en nuestra propia vida, y a través de la propia evolución, que existe en cada ser una fuente inagotable de energía pura, que brota y fluye a medida que se da. Guardarla sólo para sí sería como obstruir un manantial de agua viva.
Extracto de: CAMINOS PARA LA CURA INTERIOR
TRIGUEIRINHO
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