Cuáles realidades te gustaría cambiar?.

Varios/Otros


Continuamos con la verificación del ejercicio No. 1. La segunda pregunta, ya después de haber debatido la primera de la realidad, dice: ¿Cuáles realidades te gustaría cambiar? La realidad no me afecta; yo me afecto con la realidad.

Lo hago por una razón muy sencilla: porque la realidad me está mostrando una correspondencia con mi interior.

Si yo aprovecho la realidad, aprendo lo que ella me enseña. Si yo quiero cambiarla, es porque no la acepto.

La primera lucha -espero que nosotros ya no estemos en ella, porque no nos interesaría un proceso de desarrollo espiritual en ese sentido- es tratar de cambiar todo lo que sucede a nuestro alrededor: cambiar las personas, las estructuras sociales, cambiar lo que llamamos la injusticia, solucionar todos los problemas de los demás... esa es nuestra primera lucha. Cuando nos convencemos de que esa lucha es inútil, empezamos la segunda lucha. No voy a cambiar lo que sucede afuera para acomodarlo a mi ego y mis creencias. Necesito cambiar mi ego y mis creencias para acomodarlas al Orden del Universo, esa es la segunda “lucha”.

Si estamos en la segunda lucha, ya salimos de la primera, porque es claro que si yo no acepto la realidad trataré de cambiarla. Si la acepto, me daría cuenta que lo que necesito es cambiar algo en mi interior para acomodarlo al Orden del Universo, ése es el trabajo espiritual. Si yo quiero cambiar la realidad es porque no la he aceptado. Y mientras no la haya aceptado, no he comprendido lo que me está enseñando. Esto lo vamos a profundizar más adelante. Por ahora me gustaría recordar una de las frases maravillosas del Maestro Jesús. Como todas las de él, es extraordinaria: “Veis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga que tenéis en el vuestro”. ¿A qué se refiere esa frase? Fíjense que habla de la paja y de la viga, ¿que es más grandecito? Él no habló de que sea la viga la que está en el ojo ajeno; habla es de que la viga está en el nuestro y la paja está en el del otro. O sea, que es más pequeño el problema del otro que el mío. Fíjense bien lo que eso significa.

Cuando yo me siento mal con alguien, por cualquier razón que me sienta mal con esa persona, yo le estoy viendo a él un defecto, porque si yo no le viera un defecto, no me podría sentir mal. Me siento mal es porque yo le veo un defecto a él, pero cuando le veo un defecto a él, no veo cual es el mío. No veo mi incapacidad de aceptar a una persona que tiene un comportamiento diferente al mío.

No es bueno ni malo, es diferente al mío. Yo no soy capaz de aceptarlo a él porque es diferente a mí. Yo quiero que él sea como yo. Esa es la viga que yo tengo. La viga es la limitación que yo tengo para poder aceptar a otra persona. El defecto que él tenga es solamente un pajilla para mí. El problema por resolver no es el del otro, sino el mío. Por esta razón, frente a la realidad pasa exactamente eso: yo veo algo con lo cual me molesto. Me molesto frente a la realidad y la limitación que yo tengo para poderme molestar con la realidad, es un viga muy grande que necesito solucionar.

Yo entro a una realidad correspondiente con lo que yo mismo decido hacer.

Toda herramienta es neutra; puede usarse bien o usarse mal. Usar una herramienta con sabiduría o con ignorancia, no depende de la herramienta; depende de nosotros. Si tengo sabiduría, cualquier herramienta la utilizaré con sabiduría; si no la tengo, utilizaré cualquiera a mi alcance con ignorancia. Por supuesto que es en los resultados donde voy a verificar qué utilicé.

El despertar de nuestra conciencia no es algo que sucede de la noche a la mañana. Es poco a poco... es como el amanecer: lentamente en cuanto nuestros procesos sentimentales, emocionales, culturales, estén ahí.

Matemáticamente, se pueden dirigir de manera voluntaria si aprendo a hacerlo. Puede ser que en un momento dado nos dominen las emociones, el instinto o los sentimientos, eso es mientras yo no he desarrollado la habilidad para yo guiarlos a ellos. No dominarlos: guiarlos. Es dirigirlos voluntariamente. Esa habilidad se desarrolla. Si esa habilidad no pudiera desarrollarse, no podríamos hablar de unos seres que llamamos los maestros. ¿Quién es un Maestro?

Alguien precisamente que no es dominado ni por sus emociones ni por sus instintos, ni por sus sentimientos. Él maneja su vida, sus decisiones y sus acciones desde comprensión de amor. Eso, obviamente, es el resultado de un proceso largo. Mientras ese proceso se culmina, vamos a usar las herramientas que están presentes para lo que sirven. Para esto me referiría al Taller de Amor y Sexualidad. ¿Para qué sirven las emociones, los sentimientos, el instinto? Cada cosa sirve para algo; el asunto es si yo sé cómo manejarla.

Tenemos derecho a tener emociones y sentimientos, y tenemos derecho a tener una cultura. A cometer errores también. Pero hay algo que es de la Ley del Universo y eso se llama los resultados que cada uno de nosotros obtiene en su vida. No los que obtienen las personas a su alrededor ni la gran masa poblacional, ni la civilización, sino los que cada uno de nosotros obtiene a nivel personal porque el desarrollo espiritual es algo individual. Lo que es colectivo es la experiencia que vivimos los unos o los otros, pero lo que yo comprendo de una experiencia es absolutamente individual.

Frente a una situación, dos personas comprenden lo mismo, si “comprendieran”... Pero entienden cosas diferentes. Quiere decir que es tan individual, como que nadie puede comer por otro, o respirar por otro, o vivir por otro o aprender por otro. Sí, ¡eso es tan individual y tan particular!... No es sino observar algo que llamamos el resultado medible que una persona tiene en su vida. Ese resultado medible, no tiene sino dos aspectos, uno interno y otro externo.

Internamente, ¿cómo se mide el resultado que puedo estar obteniendo? Por mi nivel de paz interior o de felicidad interior, por la disminución de mis sufrimientos personales frente a la vida. Sabemos que el sufrimiento no sirve para modificar ninguna cosa. Con el sufrimiento yo no arreglo ningún problema, ni soluciona el problema a otro ni nada para mí. El sufrimiento es un indicador de mi no aceptación, no soluciona nada.

El primer indicador de resultados, es sufrimiento o disminución de él. El segundo es en el mundo de las formas. En el mundo externo donde hablamos de resultados personales, no colectivos. Si yo tengo un problema de relaciones eso no significa que los demás lo tengan o que no lo tengan. Yo tengo un problema de conflictos y de pelea con la mayoría de las personas, o estoy absolutamente solo. Ese problema se origina en algo que hay dentro de mí.

Si la persona tiene un problema de salud, ¿dónde se origina eso? ¡¡Adentro!! Y si tiene un problema de escasez de recursos, se origina adentro; y si tiene un problema de que no se siente bien en ninguna parte, esos problemas se originan en el interior del individuo. Si no fuera modificable la causa que los origina, entonces no podríamos evolucionar como seres humanos. Por supuesto que es un proceso, no es de la noche a la mañana que voy a dejar de sufrir, ni de la noche a la mañana adquiero la habilidad de solucionar mis “problemas”, pero desde luego que puede hacerse. Hay seres que ya lo han hecho y nos lo pueden mostrar. Hay otros que sin haberlo hecho aún completamente, han avanzado en esto y nos pueden mostrar ciertos resultados más satisfactorios que otros. Eso es lo que nos muestra que el desarrollo espiritual va a producir un cambio a través de un proceso.

Inicialmente están ahí el sentimiento, las emociones y la cultura, ¿qué hallo yo con eso mientras tanto?... Sufrimiento.

Necesito ir trabajándolo poco a poco; no puedo trabajarlo de un solo golpe. Ese es el desarrollo. Como estamos en ese proceso, precisamente este taller de Aceptología es un paso muy avanzado en ese proceso. Ahora, la propuesta es una cosa; lo que cada uno de ustedes haga con la propuesta es otra cosa totalmente diferente. Y absolutamente particular e individual. La propuesta es liberarnos totalmente del sufrimiento en este taller, mediante la aceptación de la realidad del Universo. Lo que ustedes hagan con eso, depende de cada uno de ustedes.

Lo que yo he observado, a través de unos tres años, es que algunas personas disminuyen más rápido su sufrimiento que otras... ¿Por qué? Porque las herramientas están ahí y yo puedo usarlas, o no usarlas. Usarlas medianamente o al cien por ciento. De ello depende. La propuesta es que las usemos. No se preocupen sino por trabajar sobre ustedes mismos al ritmo que tengan. No estamos en una competencia; no estamos tras de ver quién se gradúa primero. Lo que estamos es viendo que cada uno tiene un ritmo que necesita aprovechar. El que sea: rapidísimo, o lento... o mediano, pero que vayamos avanzando. Es muy personal.

Volviendo a la tercera pregunta... ¿Qué pasa en tu interior cuando no puedes aceptar la realidad? Lucha y sufrimiento.

La cuarta pregunta ... Si la realidad no es cambiable por ti, ¿cómo harías para no sufrir ante ella? Esa es la pregunta clave. No hay sino una sola forma: aceptarla, y si es cambiable por ti, eres una persona de la segunda clase... ¿Se acuerdan de las tres clases de individuos? ¿Del que luchando y sufriendo cambia algo... de Simón Bolívar?... Si no la puedes cambiar pero luchas y sufres, entonces eres de los de la primera clase; luchas y sufres pero sin ningún resultado frente a la realidad. Pero si ni luchas ni sufres, sino que aprovechas lo que la vida te ofrece, ¿quién eres?

Esa persona que ya está en el tercer nivel de desarrollo espiritual. Quien lo que hace es servir a los demás, no luchar contra los demás; mostrarles un ejemplo a los demás y disfrutar de lo que los de segunda clase hacen.

La pregunta quinta: ¿Cómo puedes saber que te corresponde modificar tu entorno? Por tres cosas: tienes las herramientas, los medios; lo logras hacer y, además, estás sufriendo al hacerlo. Es claro que la propuesta es que nosotros nos pasemos a ser de las personas de tercera clase, porque ya pasamos por la primera y por la segunda. No es ningún premio, es simplemente un resultado.

La sexta pregunta: ¿Cómo harías para generar una nueva realidad para ti? Aceptando la actual. Recuerden que el universo es un proceso pedagógico. Cuando un lugar o circunstancia ya no tiene nada que pueda enseñarle a una persona, ¿qué hace esa persona en ese lugar? Ya no tiene nada más que hacer ahí, porque la interacción alumnoprofesor ha desaparecido. Por eso les decía: si no hay alumnos, el profesor no tiene nada qué hacer. Y si no hay profesores, entonces los alumnos no tienen quien los oriente. Cuando un entorno cualquiera ya no puede enseñarme nada, no hay alumno para ese entorno. Tiene que conseguirse otro. Así es como cambiamos de realidad. Así será como lleguemos a vivir en un mundo pacífico, armónico, respetuoso, abundante, donde no hayan las diferencias que existen en el que estamos ahora, donde no haya lo que llamamos injusticia, lo que llamamos pobreza y lo que llamamos desequilibrio. Pero para llegar a ese lugar necesito hacer algo interno yo...

Una cosa es modificar algo en contra de. Ahí es donde viene la lucha y el sufrimiento. La persona que modifica el entorno va en contra de la voluntad de otros. Ese es quien va a tener sufrimiento.

Preguntar es sabio. No aceptar la respuesta es el problema.

Mientras una situación pueda enseñarte algo, la necesitas. ¿Cómo sé que esa situación ya no puede enseñarme nada? Cuando ya no sufro ante ella. Entonces esa situación desaparece de mi vida. Eso es lo que llamamos “La Magia”.

Si una persona no rechaza la vida, no sobreprotege a otros, no tiene perfeccionismo, no se preocupa de nada, no tiene fanatismo, no tiene mal genio, no condena a nadie, no tiene rebeldía, no tiene angustia, no critica a nadie, no tiene ningún rencor, no juzga nada, no tiene ningún apego, no mantiene ningún estrés, no teme a nada, no tiene celo, ni tiene culpa de ninguna cosa, ya no necesita estar en el planeta tierra, ya no tiene nada que hacer aquí.

Eso será cuando seamos seres puros de pensamiento. La persona que no es capaz de ser feliz por sí misma y de amar al prójimo como a sí mismo, es un verdadero peligro para los demás, y necesita estar aislada. ¿Quién es una persona que no es un peligro? Aquella que es capaz de ser feliz por si misma; que puede decir, “Comparto mi felicidad con otras personas y si las demás personas no son felices, eso no me impide a mi serlo. Igual sigo compartiendo mi felicidad con ellos”. Entonces no culpa a nadie porque él es feliz. El que culpa es porque no es feliz, porque supone que alguien tiene que hacer eso por él. Mientras haya culpas habrá guerra, habrá violencia y habrá castigo.


Extracto de Gerardo Schmedling

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