Herederos de Dios.

Varios/Otros


Delante de aquellos que son considerados infelices, porque la penuria les devasta la existencia, nunca digas: “esos pobres”.

No olvides que la presencia de Dios vibra recóndita, en cada uno de nosotros.

En la acepción de desvalidos, los infortunados no existen, a no ser infortunados no existen, a no ser en los dominios de la adjetivación, cuando tengamos la necesidad de indicar a los compañeros que se encasillan en la moldura del sufrimiento, a beneficio de ellos mismos.

La prueba es sombra temporal.

Un día, todas las tinieblas serán disipadas, todas las prisiones serán abiertas, todos los andrajos serán barridos fuera del mundo y todos los gemidos cesarán.

Permanecerá el espíritu humano, a la manera del brillante laboriosamente lapidado en la oficina de los milenios, irradiando de sí mismo el brillo del Universo.

Anota la importancia de la criatura en la Obra de la Creación.

Desde la Tierra, puedes observar el significado de semejante afirmación.

La ciudad prestigiosa, el campo de trabajo, el oro arrancado al suelo, el tesoro de la cultura, acumulado en el

curso de los siglos y las máquinas que hoy acompañan la marcha del tiempo, sin los hombres nada serían.

Tan sólo en función de la criatura humana es que el mundo fue creado y permanece mantenido.

Piensa en eso y cuando te aproximes a quien llora o a quien sufre, enternécete y auxilia para el bien.

Ante los llamados sabios e incultos, los virtuosos y delincuentes, los felices y los infelices, - graduados todos en la caminata evolutiva, - todos nosotros somos hermanos y herederos de la Providencia de Dios.



Meimei - Francisco Cándido Javier. Palabras del corazón.

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