Lo que hacemos para fracasar es no aceptar, no comprender y rechazar.
Varios/Otros
A nivel de las acciones del ser humano, recuerden que toda acción en cualquier campo de nuestra vida, se origina en un pensamiento, ¿qué hago yo ante una situación cualquiera, agradable o desagradable? ¡Lo que hago es pensar! El sólo hecho de pensar está programando la mente de nosotros constantemente. No vayan a suponer que la mente se programó una vez cuando éramos niños y se formó la personalidad y ya. ¡No! La mente se sigue programando constantemente, instante a instante... En cada segundo la estamos programando. Lo que si es claro es que mantenemos una cierta constante de pensamientos que se originan desde la estructura de nuestra personalidad y esa constante de pensamientos mantiene la estructura de personalidad. Si mi estructura de personalidad me lleva a pensar que la vida es muy desagradable, que es injusta, que hay mucho sufrimiento, mucho dolor... ese pensamiento le está dando una orden a mi mente, y mi mente le está dando una orden a mi cuerpo: “¡Destrúyase!”.
Destrúyase es la orden que la mente le da al cuerpo, cuando la mente rechaza la vida, porque entonces ya la vida no tiene propósito, no tiene objetivo, y empiezan lo que llamamos enfermedades psicosomáticas. En primera instancia, se debilitan los sistemas inmunológicos, nos hacemos propensos a los accidentes y a las situaciones que pueden producir deterioro del cuerpo físico... Pero todo eso se está originando en una no aceptación de la experiencia de vivir. Así es como se fracasa en salud.
Algunas personas dicen que se puede curar con la mente cualquier enfermedad... Si tuviéramos el poder de un Maestro, sí. Pero hay una situación. Las enfermedades sí se originan en la mente, porque un mal pensamiento es el que me lleva a descuidar mi salud, a alimentarme mal o a no vigilar lo ciclos de descanso y de sueño, a no cuidarme en ninguna cosa, ese mal pensamiento me lleva a agredir mi cuerpo. Pero si yo ya he producido una enfermedad o un accidente, posiblemente eso no se va a reversar solamente con que yo piense. Porque no tengo suficiente poder para eso. Pensando se iniciaría la búsqueda de la recuperación del equilibrio, pero puede ser que la persona ya necesite recurrir a cirugía, a un médico o a tratamiento. Mas sí, tanto la enfermedad como la solución a la enfermedad, se van a originar en el pensamiento y el pensamiento se origina en mi estructura mental.
Si cambio la forma de pensar, modifico la estructura mental. Pero si permito que la estructura mental se apodere de mi pensamiento, entonces mi pensamiento va a mantener esa estructura. El secreto es que necesito aprender a dirigir voluntariamente mi pensamiento hacia un punto de amor. ¿Cómo dirijo mi pensamiento hacia un punto de amor cuando yo no estoy aceptando lo que está sucediendo a mi alrededor? De ahí la importancia de la aceptación. No puedo pensar en amor si no estoy aceptando la realidad, porque entonces mi pensamientos... ¿de qué características van a ser? “Esto es malo”, “Esto es injusto”, “No estoy de acuerdo con esto”... Si yo tengo rencores y culpas en mi interior, estoy produciendo un efecto profundamente negativo sobre mí mismo.
El rencor se origina en cosas tan sencillas como culpar a otra persona de lo que yo he sentido o de lo que a mi me pasó, y tengo en mi interior un deseo de venganza. Esa es la realidad, el rencor es un deseo de venganza. Pero el rencor como pensamiento de deseo de venganza no le causa ningún daño a nadie... ¡me lo causa es a mí! Por esa razón esos pensamientos de venganza, de rencor, que se originan en culpar a los demás, pueden ir a somatizarse como enfermedad. Por eso es que en bioenergética se enseña algo muy sencillo: necesito dejar los rencores y las culpas y eso también se enseñará en psicología, o lo enseñará un sacerdote... Mientras no dejes los rencores y no dejes las culpas, y no dejes las agresiones hacia los demás, tú no te vas a sanar ni física ni espiritualmente, por el efecto que la forma de pensar tiene sobre ti. Ahí se origina el problema de salud... y también la solución. Así es como se hacen las enfermedades... Siempre empiezan con un rechazo y con una no aceptación de algo.
Hay una frase que nos enseñan los Maestros en Aceptología y es supremamente poderosa ante cualquier circunstancia por difícil que sea necesitas decirte a ti mismo: “Esto no me impide a mí ser feliz.” Eso neutraliza más del noventa por ciento de cualquier posibilidad de situación negativa, porque mientras yo diga no puedo ser feliz sin esto o no puedo ser feliz si pierdo aquello, estoy retando a que el destino me diga: “¡Vamos a demostrarte que si puedes!” y ahí se van a originar muchos “problemas”.
Cuando tú no aceptas a alguien, ¿qué piensas de él? Piensas cosas negativas sobre él y eso no es amor. El ejercicio es que precisamente cuando alguien no me guste, es cuando con mayor fuerza tengo que impulsar mi pensamiento, con la fuerza de voluntad, hacia el amor. Por eso dijo el Maestro Jesús: “Amad a tus enemigos bendecid a quienes os persiguen y calumnian...” De lo contrario, yo no voy a desarrollar el poder del amor dentro de mí. Ahí es donde está el poder de la aceptación. Está en el amor. El poder de la aceptación es el principio profundo de amor en nosotros.
¿Cómo se hace, entonces, para fracasar en las relaciones? Queriendo cambiar a los demás. No acepto a las personas. ¿Por que querría una persona querer cambiar a otra? ¿Cuál sería la razón? Porque no la acepta como es.
No hay ninguna otra razón. Aquí no se trata de que las personas hagan algo bueno o malo; se trata es de que yo no acepto el comportamiento de otro, así ese comportamiento sea de amor. Por ejemplo: tengo una persona que se adapta, no lucha contra las circunstancias sino que se adapta a ellas. Si yo lo llego a interpretar mal y pienso: “Esta es una persona falta de carácter, sin personalidad, sin valor...”, y empiezo a juzgarlo y a criticarlo, no es que él esté cometiendo un error... Simplemente es que yo no lo estoy aceptando.
Cualquier cosa que yo no acepte de otro es un error mío, independientemente de que lo que el otro haga, sea adecuado o no.
Si una persona está robando algo, él esta cometiendo un error al hacer un robo porque no está respetando. Pero si yo no lo acepto a él en su experiencia, yo estoy cometiendo otro error. Siempre que no acepte a alguien, yo estoy cometiendo un error independientemente de lo que la otra persona haga o no, ahí es donde empieza el principio de amor.
Por supuesto que si yo no acepto a las personas, ¿qué tipo de relaciones puedo establecer con ellas? Pésimas.
Porque de entrada no las acepto. Cuando no las acepto pienso mal de ellas. Cuando pienso mal de ellas desarrollo actitudes negativas, comportamientos agresivos, y ante los comportamientos agresivos genero ley de causa y efecto, acción y reacción... Eso se vuelve hacía mi y daño todas mis relaciones, y además culpo a los demás... Entonces fíjense como daño relaciones, así de fácil, si no acepto a las personas. Si tú aceptas a las personas te puedes hacer amigo de todo el mundo, aún de las personas que están en lo que llamamos el delito. Si no lo aceptas, serás enemigo de cualquier persona por “santa” que sea.
Cuando no acepto a alguien no es porque el otro tenga un problema o una virtud... Yo soy el que tengo un problema cuando no puedo aceptar a otro ser humano. Yo, nadie más... ¿Está claro? ¿Clarísimo?... Porque es que vienen las justificaciones mentales como, “Es que la persona comete delitos”... Ese no es problema mío, es un problema de él. El problema mío es que no soy capaz de aceptarlo; ése sí es mi problema.
¿Cómo hago para fracasar en economía? Interfiero en los procesos, pero, ¿por qué los interfiero? Porque no acepto la situación de los demás, y puedo interferir los procesos de diferentes maneras. Digo, “Aquí hay una persona que según mi criterio no tiene lo suficiente, entonces yo necesito darle a él lo que él no tiene... “ ¡Ya estoy interfiriendo! Ya estoy no aceptando esa situación... O veo una persona que tiene una gran abundancia y digo, “Es injusto, ¿cómo así que este personaje tiene hasta para desperdiciar? Yo le voy a quitar para darle al que no tiene”... Ahí, igual, estoy haciendo una no aceptación. Cualquiera de las dos acciones que yo tenga en mi pensamiento es una no aceptación y me va a generar a mí un bloqueo, o un fracaso.
Fracasar en la economía es muy sencillo. No tengo sino que rechazar a los demás, interferir en sus destinos, así sea sólo en pensamiento, no aceptar a alguien porque tiene mucho o porque no tiene nada. Igual si yo no lo acepto, voy a entrar en problema, si me quejo de los ricos tengo un problema grave, si me quejo de los pobres, también. Tengo un problema grave: no he comprendido nada.
Otro ejemplo sencillo que ponen los Maestros (ellos a veces ponen ejemplos físicos): resulta que tenemos una batería que no tiene carga, y tenemos otra batería que está plena de carga. Vamos solucionar el problema de la batería que no tiene carga, tomando de la que sí tiene y le pasamos la carga a la que no tiene... ¿Ustedes qué creen que pasa después? ¿Será que la que tenía carga ahora no tiene, y la que no tenía ahora si? Pues no. Las dos quedaron sin carga porque la que no tenía carga sigue sin ella porque no es capaz de retenerla o generarla y por eso es que no la tiene. La que si tenía carga era porque es capaz de generarla y retenerla. Pasar la carga de una batería a la otra no soluciona el problema porque la otra no tiene la condición para retenerla. Por eso no es tan sencillo de solucionar el problema como pensamos: “Que el que tiene le dé al que no tiene”. Eso no soluciona nada porque el que no tiene, tiene dos condiciones, primero no es capaz de generar y, segundo, no es capaz de retener.
Y eso le pasa porque no acepta la vida, no acepta lo que la vida le ofrece, no es capaz de servir, no es capaz de actuar. Por eso le pasa y eso es lo que pasa en economía. Espero que esté claro.
Yo puedo tener mucha capacidad de generar y de retener pero si a mí se me ocurre el error simple de interferir o de tratar de solucionar un problema donde el problema no está, la vida me va a responder de esta manera: “Mire señor, usted quiere desordenar un proceso pedagógico, pero para que no lo haga, le vamos a quitar los recursos, porque no está permitido hacer eso por el universo”. ¡Es tan sencillo! La solución está siempre en nuestro interior, no afuera.
La última. ¿Cómo se hace para fracasar en la paz interior? ¿Cómo hago para no tener paz? No acepto a las personas, no me importan las personas, si los demás no me importan no hago nada por ellos y puedo pasar pisoteándolos. Recuerdan que hablábamos de dos personajes, el que no le importa y el que si le importa, pero que hace solamente lo que corresponde con la ley del universo. Al que le importa pero que no hace algo para solucionar el problema de otro, porque sabe que eso es una necesidad de su experiencia, no hará nada para solucionarle el problema a otro, porque no puede hacer nada desde la ley. Pero tampoco lo va a pisotear, tampoco va a agredirlo, tampoco va a invalidarlo, ni va a hacer nada para que el otro se sienta mal. En cambio al que no le importa si puede hacer eso, trata de pisotear a los demás y ese genera una cantidad de conflictos impresionantes. ¿Se dan cuenta que es lo que pasa con la no sabiduría y la no aceptación?.
A cada ser humano el Padre le da algo, puede ser que a muchas personas les de inteligencia, ustedes deben haber conocido a un físico inglés famoso que se llama Stephen Hawking. El Padre le dio una inteligencia muy grande con un físico muy limitado. También pueden ver personas a las que el Padre le dio una condición física excelente para ser un campeón en atletismo o en alguna disciplina deportiva, y a la vez de pronto tiene poca habilidad mental o poco de otras cosas, pero tiene una virtud. Si la persona aprovecha la virtud que el Padre le dio, pues tiene éxito. A otras personas les da tiempo, a otros les da dinero, a otros les da el don de la palabra, a otros la capacidad de investigar, a otros la fuerza física. Si yo tengo tiempo o cualquier habilidad que tenga, lo sabio es preguntar: “¿Padre para qué me has dado esta habilidad? Muéstrame como usarla con sabiduría.”
Los Maestros dicen esto, cuando alguien dice que no hay trabajo: ¿”No hay trabajo o tú no consigues el trabajo que tú quieres? Es distinto.
En alguna ocasión trabajando con una dama, psicóloga ella, me dijo, “Llevó dos años sin trabajo”, y yo le dije, “¿Tú no consigues trabajo o no consigues el trabajo que quieres?”...“Es que yo me quemé las pestañas para estudiar psicología...”, repuso. “Eso no tiene ninguna importancia.”, le dije... Al otro día la persona preguntó por trabajo y le ofrecieron un trabajo cualquiera y lo aceptó. No tenía nada que ver con psicología. Lo aceptó simplemente porque comprendió que siempre había trabajo... Fíjense lo interesante de esto. En ese trabajo donde sólo le correspondía controlar el ingreso y egreso de personal en una fábrica, nada más. Más o menos supervisora de cumplimiento de los horarios; no era más el trabajo que le correspondía hacer. En alguna ocasión entra uno de los empleados con una cara muy triste y en esas a ella se le ocurrió preguntarle, “¿Qué le paso?”. La persona le contó que tenía tal problema.
Como ella era psicóloga le dio una orientación. Esa orientación le sirvió mucho a esa persona, pero el asunto fue que esa persona le dijo a otros, “¿Saben que lo que me dijo la persona que está en la puerta me sirvió?”; y otra persona fue y le preguntó y empezaron más y más personas a preguntarle. Obviamente eso no le producía ningún dinero de más... Entonces sucedió algo que no se esperaba ella: la psicóloga de la planta renunció. Como el Jefe ya había visto las capacidades de la portera no se puso a buscar más...
La pregunta es, ¿cómo hizo para llegar a eso? Simplemente, aprovechó lo que la vida le ofrecía. Pero cuando yo empiezo. “Yo soy un profesional con cinco años de carrera... ¿Cómo se le ocurre que voy a irme de portero? No....”.
Ahora, así como dicen; ahí les dejo la inquietud...
Fracasar es muy sencillo:
o No acepto la vida y fracaso en salud.
o No acepto a los demás y fracaso en relaciones.
o No acepto el destino y fracaso en economía.
o No acepto lo que sucede y fracaso en mi paz interior.
Esta son frases de los Maestros:
“Fracasado es aquél que se la pasa luchando contra lo que la vida le da”.
“Persona de éxito es la que aprovecha todas las oportunidades que tiene para servir y es capaz de ser feliz con lo que tiene y siempre tiene lo necesario para ser feliz”
Es decir, la persona de éxito tiene una gran capacidad de aceptación, acepta hasta los retos, le ofrecen algo a lo que le tiene miedo u otra limitación y dice: “Yo lo hago”.
* “El éxito se da por la aplicación de tres cosas simultáneamente: servicio, buenas relaciones y experticia. Servir es poner en lo que hago el 100% de mí, con alegría y entusiasmo. Las buenas relaciones son el resultado de aceptar a los demás, y la experticia se produce por el continuo desarrollo y perfeccionamiento del arte que manejo, de mi especialidad”. * Nota tomada en otra clase, de otro módulo de la Escuela de Magia del Amor. F. Uribe.
La persona que está trabajando en un lugar y el jefe lo llama y le dice: “Me gustaría que me colaborara en tal proyecto...”. La persona lo primero que responde es que no se siente capacitada para eso, o “No me toca” o “No me gusta” o “No sé”. ¿Por qué responde eso una persona? Si el jefe llama a una persona y le dice “Colabórame en este proyecto”, es porque ha visto que tiene capacidad para hacerlo, pero la persona le responde: “Yo no me siento capaz para eso”. Lo que no aceptó la persona es que tenía la capacidad para hacer lo que le estaban ofreciendo, porque si no la hubiera tenido no se la hubieran ofrecido. Eso fue lo primero que no acepto. Además no aceptó que aún faltándole conocimientos podría adquirirlos. No aceptó que aquello a lo que le tenía miedo, era la mejor oportunidad para aprender algo nuevo. No aceptó lo que la vida le estaba ofreciendo.
Poco tiempo después ve ahí a otra persona, en ese cargo, y dice, “Qué buena suerte la de ese, ¿no?” ¡No se trata de suerte, en las leyes del universo no hay buena ni mala suerte!
Dinámica de Clase
Antes de continuar, trata de responder por tu cuenta las siguientes preguntas.
- ¿Qué genera la experiencia de no poder hacer o tener?
- ¿Qué genera la experiencia de no poder estar en paz?
- ¿Qué genera la experiencia de no tener miedo a nada y tener paz interior?
O, para tener estas experiencias, ¿cómo hago yo para generarlas? Compartan con otro par de compañeros, unos 10 0 15 minutos.
Respuestas
Para generar la experiencia de no poder hacer o tener, hay una no aceptación que es no aceptar lo que la vida me ha colocado a mí como función. No acepto mi función. Una persona que se la pasa diciendo, “Es que no me gusta lo que hago”, “Es que esto no es lo mío”. No estoy aceptando mi función o no acepto la función de otros, o sus destinos. Eso va a generar una experiencia inmediatamente: no tener y no poder hacer. Es una no aceptación de la vida, del Orden del Universo, de las funciones. Tengan en cuenta algo importantísimo: El miedo no es una advertencia, el miedo es una limitación muy grande que necesitamos vencer. Por lo general, las mejores oportunidades que se les presentan a los seres humanos están asociadas con retos, y retos son cosas a las que les tenemos miedo. A alguien que está de subgerente le ofrecen el cargo de gerente y se muere del miedo. Dice, “Eso es mucha responsabilidad”...
Está en una situación y le dicen, “¿Le gustaría encargarse de esto que es más grande?”, y se muere del miedo. Y cada vez que nos ofrecen algo nos morimos del miedo. Esos retos son precisamente donde están las mejores oportunidades y es precisamente pasando por encima del miedo, si acepto lo que la vida tiene para que yo haga, como voy a tener éxito en la vida. Por eso es que no se puede tener o hacer. Porque rechazo lo que la vida tiene para mí... Después digo que es que hay mala suerte o que hay mucho desempleo... ¡Es que yo estoy rechazando!.
El no poder estar en paz lo genero cuando no acepto lo que sucede o lo que podría suceder. Fíjense que confundimos algo: lo que está sucediendo con lo que a mí me está sucediendo. De hecho, si una persona tiene miedo es porque no le está pasando aún nada. Si ya está metido dentro de un problema, no tiene miedo; lo que ya tiene es un problema. Cuando tengo miedo yo estoy haciendo una asociación equivocada: no acepto lo que está pasando porque me da miedo de lo que a mí me podría pasar, no de lo que está pasando. Es una realidad correspondiente con una situación evolutiva tanto del planeta y el país como con personas específicas que necesitan en un momento dado aprender de ciertas experiencias. Si no acepto eso, y me lleno de miedos, angustias y de deseos de lucha o de venganza, ahí se genera la situación de no poder estar en paz porque lo que no tengo es paz.
Vivo angustiado todo el tiempo en lugar de disfrutar. Y, ¿qué podría generar la experiencia de no tenerle miedo a nada y poder tener una paz interior constante? La aceptación de la realidad tal cual están las cosas. Las acepto; no tengo por qué sufrir. A nadie la pasa nada que no le corresponda y no tengo por qué cambiar nada, porque el universo tiene un orden perfecto. Hago lo que me corresponda hacer con lo mejor que tengo y eso es todo lo que necesito aceptar.
Espero que nos quede claro este capítulo que se llamaba las luchas contra la vida.
Veamos que aprendimos en este capítulo:
La inutilidad de luchar contra la vida. Es absolutamente inútil luchar contra la vida.
1. Aprendimos cuales son las causas de fracasar en la vida. Empiezan con un pensamiento, siguen con una actitud que produce un comportamiento, y finalmente hay un resultado desastroso.
2. Aprendimos cómo determinar cuál es tu función en la vida: aquello que la vida te ha colocado a hacer a ti.
En aquello que te ofrecen, para hacerlo pon tu mejor entusiasmo, energía y alegría, y te irá bien en lo que la vida te ponga a hacer, independientemente de que tú digas esto es lo mío o no es lo mío, y, por favor, no vayan a confundir la misión con la función. Cuando la vida me coloca a hacer algo y yo siento que no es lo que más me gusta, no coincide con mi misión pero es exactamente mi función. Para convertir una función en misión: es muy fácil. Aprende a amar lo que estás haciendo y lo convertirás en misión. ¿Cuál es la diferencia entre misión y destino? Que misión es algo muy agradable y destino es algo que me da miedo. Pero si le pongo amor a lo que estoy haciendo y aprendo aquello de lo que tenía miedo, ¿en qué se convierte? ¡En misión! La mejor oportunidad que tenemos en la vida es convertir la función en una misión.
3. Aprendimos como se genera la limitación y la pérdida de paz: no aceptando muchas cosas. Y, finalmente,
4. Aprendimos cómo se genera la tranquilidad del espíritu: aceptando la realidad del universo y cumpliendo su función. No se les olvide hacer el ejercicio de convertir la función en misión -Aquí vale el dicho popular “Cuando no puedes hacer lo que quieres entonces dedícate a querer lo que haces”. Así lo convertirás en una misión y si ves todo lo que hagas como una misión, tendrás éxito en lo que haces... Si lo rechazas porque no lo aceptas, fracasarás.
Extracto de Gerardo Schmedling
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