La experiencia humana en el nuevo paradigma.
Varios/Otros
Este tema, dedicado a la evolución de la consciencia, plantea una nueva forma de ver la vida, un nuevo paradigma que nos permitirá ser más felices y comprender al ser humano. El lector se puede preguntar si está dispuesto a leerlo sin prejuicios. Es posible que ya le suene esta información o, por el contrario, que sea la primera vez que lee algo así. Si le resulta familiar, no tendrá problema en seguir profundizando en el tema; y si le resulta sorprendente y nuevo, le animamos a descubrir algo muy valioso para mejorar su vida.
No es necesario estar de acuerdo con todo lo que aquí está escrito, ni creerse nada, solamente hay que verificar en la propia vida los resultados de aplicar esta información, para comprobar si son válidos para uno mismo.
El método científico principal para la medición del conocimiento es el resultado. Si los resultados internos son de felicidad, paz y armonía, se verificará que esta información es verdadera; también, si los resultados externos en cuanto a relaciones, salud, recursos y adaptación al medio mejoran, se verificará que esta información es de sabiduría. El aprendizaje sólo se vuelve comprensión a través de la práctica constante y de la verificación de resultados; éstos son los que permiten medir si una persona sabe o no sabe.
El propósito de la experiencia humana es evolucionar, vivir nuestro propio desarrollo de la consciencia para llenarnos de sabiduría y amor. Todos, sin excepción, hemos venido a este mundo a trabajar en nuestro desarrollo espiritual, compartiendo y participando en experiencias con otros seres humanos. La vida es un formidable proceso pedagógico del Universo; la Tierra es nuestro “colegio espiritual” y cada experiencia de vida se puede comparar con un curso académico.
El desarrollo espiritual es un trabajo interno, absolutamente individual y personal; nadie puede hacerlo por otro, pero tampoco puede llevarse a cabo sin los demás. Necesitamos la interacción y la experiencia con otras personas para alcanzar nuestro propio desarrollo; en otras palabras, para conocernos a nosotros mismos.
A veces, en lugar de asumir el propio desarrollo pretendemos interferir con el de los demás, y en lugar de aprender de ellos intentamos cambiarlos; entonces estamos distorsionando el proceso pedagógico, lo que conduce a que la vida se complique.
Si comprendemos esto podremos ser eficientes al preguntarnos qué nos quiere enseñar la vida en cada situación, ya que todas constituyen un aprendizaje para transmutar la ignorancia en sabiduría. En este momento, la mayoría de nosotros sufrimos la experiencia de aprendizaje, en lugar de disfrutarla; pero aprender no es sinónimo de sufrir, sino que significa alcanzar el amor y la felicidad.
Cuando uno nota que su sufrimiento está desapareciendo, que su paz interior se vuelve invulnerable y que su capacidad de crear, hacer, amar y servir se expresa sin condición ni restricción, quiere decir que está en la sabiduría.
Tanto el ser humano como todo lo que sucede en el Universo funciona, se origina y se crea a partir de una información. Y evolucionar supone adquirir información que aún no se posee. La evolución es, pues, el desarrollo de la consciencia a través de la experiencia de la personalidad, y ésta es la que puede transformar una creencia en verdad después de verificarla, o bien desecharla si verifica que no es cierta: esto se llama comprensión, y es lo que la consciencia asimila.
Por tanto, en la consciencia no penetran creencias, sino que es un archivo diseñado para asimilar única y exclusivamente verdades verificadas y experimentadas dentro de la experiencia de la forma. Podemos entender la consciencia como un archivo de información que asimila las verdades del Universo y las acumula de una forma permanente e inmortal. La consciencia es, pues, un archivo eterno e incontaminable.
La información que puede almacenar la consciencia es billones de veces mayor que la que es capaz de almacenar la personalidad. La evolución se produce a través de las formas, pero no es la forma la que evoluciona, sino la consciencia dentro de ella. Cuando no tenemos cuerpo no hay evolución, porque ésta se produce única y exclusivamente cuando el ser está involucrado con la materia. Luego, la consciencia seguirá evolucionando.
Aparentemente, el exterior cambia, pero no es así: en realidad somos nosotros los que evolucionamos, los que cambiamos desde el interior. Existe una forma de vivir en estructuras sociales mucho más armónicas y satisfactorias que las actuales, y no es modificando la situación social actual, sino llevando a cabo un cambio interno. En la medida en que construimos nuestro desarrollo espiritual, cada uno de nosotros se va haciendo correspondiente con otro tipo de civilización.
La vida es un camino, y en cualquier punto del mismo hay caminantes.
Encontrarse en el punto inicial o en el final depende de uno mismo, y cuanto más se avanza en el camino más cosas extraordinarias se descubren. Así, los cambios se producen en los caminantes, no en el camino.
Para tener éxito en el proceso de desarrollo espiritual necesitamos ir equilibrando la energía con la sabiduría, porque sin energía es imposible manejar la sabiduría. La materia puede transformarse en energía y viceversa, cuando cambian las longitudes de onda y las frecuencias vibratorias.
Hemos de crecer simultáneamente en el manejo de la energía, porque sin sabiduría tampoco es posible acumular energía; y es que se nos va en los miedos, los conflictos y el sufrimiento. Por tanto, es imprescindible aprender a manejar la energía en la misma proporción en la que vamos desarrollando sabiduría.
La sabiduría se adquiere cuando nos enfrentamos al diseño pedagógico llamado destino. Todo lo que para nosotros represente alguna dificultad es una oportunidad para el aprendizaje, para la adquisición de sabiduría asociada al destino.
La consciencia se desarrolla a través de los ciclos de vida y muerte. El primero representa la parte activa del proceso, donde se viven las experiencias de aprendizaje desde la inocencia —falta de información— pasando por la ignorancia —información falsa en la mente, creencias, cuando uno “cree que sabe”— y hasta llegar a la sabiduría —es decir, la información de la verdad o comprensión—. Por su parte, el ciclo de muerte representa la parte pasiva del proceso, en la que se evalúan los desarrollos de la consciencia que se han alcanzado, se recupera la energía y se renuevan todos los procesos para el próximo ciclo de vida.
Lo que acabamos de explicar no es suficiente para la mente leerlo una sola vez. La mente del adulto, para codificar e integrar cualquier información, requiere que se le repita, como mínimo, unas treinta veces. Es importante tener en cuenta esto, para que el lector no se desespere si al principio no entiende nada o no está de acuerdo con la información que aquí se le presenta; porque todo cambio lleva su tiempo.
Podemos percibir la evolución que tiene cada individuo dependiendo de su inclinación o interés por la información sobre el desarrollo espiritual, pues es necesario un cierto desarrollo para que la información de amor resuene y sea de interés.
Extracto de Gerardo Schmedling
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