¿Quiénes somos?.
Varios/Otros
¿”Somos” un cuerpo o “tenemos” un cuerpo? Realmente los seres humanos somos consciencias divinas o almas dentro de una experiencia humana; no somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, sino seres divinos viviendo una experiencia humana. Por lo tanto, no somos un cuerpo con un espíritu, sino un espíritu usando un cuerpo, esencia divina inmortal en desarrollo, un alma perfecta creada por Dios.
La consciencia no es humana, sino que usa lo humano; es tanto hija como hijo de Dios y va pasando a través de los reinos del Universo —mineral, vegetal, animal...— con el propósito de tomar la información del Absoluto que está implícita e impresa en cada reino. Pero la consciencia no es mineral, vegetal o animal; tampoco es humana, sino que es una chispa divina que usa cuerpos dentro de los cuales se sumerge para extraer información.
Dios está en todas las formas, sin ser ninguna de ellas. No es persona, sino esencia absoluta espiritual —no física—, de una dimensión muy alta a la que llamamos punto cero, es decir, sin tiempo ni espacio. No hay que preguntarse: «¿Quién es Dios?», sino «¿qué es Dios?». Podemos llamarlo de diferentes maneras: usando un término tecnológico, es posible denominarlo archivo absoluto del Universo, la información absoluta. Y ¿qué información hay en ese archivo? La necesaria para la creación, para la administración de la creación, para la pedagogía de la creación, para el proceso de administración y de creación, además de para el proceso personal de cada uno de los hijos de Dios, que son de la misma esencia de ser (“soy”), que está en cada uno de nosotros y en todos los seres que existen. En definitiva, Dios es la esencia originaria de todo cuando existe y sucede en el Universo.
La consciencia nunca es humana, sino que asimila la experiencia humana desde la personalidad, pero es hijo/hija de Dios y no dejará de serlo nunca. La consciencia —o el alma— tiene que vivir la experiencia humana, irremediablemente, para construir su evolución.
Pongamos un ejemplo para comprender mejor el término consciencia y lo que somos los seres humanos:
La consciencia viene al mundo a vivir una experiencia humana.
Cuando llega, compra un automóvil y contrata a un chófer. El automóvil es el cuerpo y el chófer es la personalidad, el sistema de creencias, el ego.
La consciencia le dice al chófer: «Tome este cuaderno —que es la mente en blanco— y recorra este camino; necesito que me lleve desde este punto hasta este otro —eso será el transcurrir de la vida—, y en este cuaderno vaya anotando todo lo que aprende del camino.
Mientras hace el recorrido yo voy a echar un sueño». La consciencia pasa entonces al asiento de atrás y se duerme tranquilamente. El pasajero únicamente despierta cuando el viaje termina —lo que llamamos “la muerte”—; entonces coge el cuaderno de notas, despide al chófer —es decir, la personalidad se disuelve— y devuelve el automóvil —el cuerpo—. La consciencia sólo se queda con la comprensión, con lo que el chófer aprendió del camino. En la próxima experiencia humana, contratará a otro chófer y otro vehículo, hasta completarse de verdades.
El chófer, después de haber recorrido una buena parte del camino y haber peleado, insultado y sufrido, porque el camino presenta dificultades, porque se le cruzan otros conductores, o se le averió el motor y tuvo que repararlo o, en resumen, por cualquier inconveniente que tenga, coge su cuaderno y escribe, por ejemplo: «En el kilómetro tal del camino he comprendido algo que no había comprendido en los kilómetros anteriores: que mi sufrimiento ante el camino es inútil, porque lo único que solucionó las situaciones que se presentaron fueron las acciones que puse en marcha para poder continuar; por lo tanto, en lugar de sufrir podría haber actuado en total paz interior».
¿Qué archivos posee el ser humano?.
Para comprender mejor el propósito de la experiencia humana es necesario conocer cómo tiene lugar la constitución de los seres humanos. A efectos de esta explicación, consideraremos sinónimos los términos “cuerpo”, “campo” o “archivo”.
El ser humano está formado por varios archivos que vibran en diferente frecuencia y poseen distintas dimensiones:
1. Un cuerpo físico o archivo genético, que es una creación perfecta de Dios, pero que se degrada. Los Maestros llaman al cuerpo “vehículo experiencial”, “vestido de Dios” o “entidad biológica”.
2. Un campo mental, que es el laboratorio perfecto donde se procesa la información, y también se llama archivo de personalidad temporal. Es el que nos permite experimentar la vida. Este campo presenta tres niveles de información:
a. La parte inconsciente, donde está nuestro sistema de defensas.
b. La parte consciente, donde está nuestro sistema de creencias, también llamado ego o personalidad.
c. La parte espiritual o de comprensión, que es el resultado de la verificación de la información a través de la experiencia, de la aplicación de los conocimientos. Se puede llamar, así mismo, consciencia temporal.
3. Un campo espiritual divino que se llena poco a poco con la información de la verdad, la que se procesa en la mente tras las experiencias vividas; es el archivo de consciencia permanente. También podemos llamar a este archivo “el ser crístico”, el “niño Dios” o el “niño interior”.
El cuerpo solamente sostiene a la mente: ése es su propósito. Y permite la experiencia dentro de los mundos tridimensionales, aunque la mente no es tridimensional. Pero quien hace el trabajo, quien lleva a cabo todo el proceso, es la mente, el campo mental; en ella se viven las experiencias, se descubren las Leyes, se construye la comprensión, desde ella se expresa el amor o la ignorancia, según lo que contenga; y, por supuesto, en la mente se origina la totalidad de los conflictos y problemas humanos, y también sus soluciones.
Todo lo que sucede, pues, está dentro de nuestro campo mental.
El día en que la consciencia despierte, ya no necesitaremos cuerpo ni mente, porque ella lo asumirá todo. Y podrá manifestarse en cualquier momento, adoptando cualquier forma, en cualquier cuerpo, lugar y circunstancia, porque la consciencia es absolutamente divina e inmortal.
Mientras eso sucede, disfrutemos de lo que pasa en nuestra mente, dirigiéndola voluntariamente. Este maravilloso instrumento, emisor y receptor de ondas de frecuencia de pensamiento, es mucho más poderoso y sorprendente de lo que suponemos.
Consciencia es, por tanto, el archivo donde se acumula la verdad que descubrimos a lo largo de nuestra experiencia de evolución.
Todo lo que sucede es perfecto y necesario.
Para sentar las bases de una nueva civilización de mayor nivel de satisfacción para todas las personas, es necesario comenzar por armonizarnos nosotros mismos, para lo cual resulta indispensable estudiar las Leyes universales y aplicar los principios que conducen a la sabiduría; tomando en cuenta, además, que sólo por medio de la práctica constante y desechando las teorías y conceptos que demuestren ser equivocados, llegaremos realmente a la sabiduría. Así podremos desarrollar la paz y la armonía directamente sobre el terreno, con la enseñanza de la vida diaria, puesto que ésta es la mejor escuela, y la naturaleza la mejor maestra.
Para volvernos eficientes únicamente hay que dejar de enfrentarse al orden perfecto del Universo. La ineficiencia mental es necesaria para descubrir, a través de la saturación, que existen las Leyes del Universo. Cuando ya hemos sufrido lo suficiente estamos preparados para comprender esas Leyes.
Para cesar la propia liza externa primero tiene que acabar la interna, y para ello es preciso haber aceptado que todo lo que existe y sucede es perfecto y necesario, porque tiene un propósito de amor. En definitiva, el estudio y comprensión del porqué de las cosas que existen y suceden nos puede llevar al reconocimiento de las Leyes que permiten crear un futuro mejor para toda la humanidad.
Extracto de Gerardo Schmedling
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