Las tres virtudes internas.

Varios/Otros


Hemos venido al planeta Tierra a desarrollar tres virtudes internas: felicidad, paz y amor.


Estas virtudes han de utilizarse para relacionarnos con lo externo.

Aprender a ser felices, a tener paz y a amar —como capacidad de servicio— es el verdadero propósito que nos trajo al mundo físico de la materia.



La felicidad, la paz y el amor son principios de la esencia divina; no tienen polaridad, son inmutables e incambiables.


- Aprender a ser felices

Para aprender a ser feliz...

Sólo hay que enfrentarse a todo aquello que uno crea que le arrebata la felicidad.

No se necesita nada externo, sólo comprensión y actitud mental.

Hay que asumir que la no aceptación es la única causa del sufrimiento, y dejar de enfrentarse a la realidad.

Es necesario cesar de trabajar sobre los demás, y hacerlo única y exclusivamente sobre uno mismo, modificar dentro de uno lo que resulta molesto (el ego).

Si hay sufrimiento, hay que formularse una sola pregunta: «¿Qué es lo que no estoy aceptando?»; ahí se encontrará la respuesta.


Todas las personas, sin excepción, tienen lo necesario para ser felices; pero muy pocas saben ser felices con lo que tienen.


- Aprender a tener paz

Para aprender a tener paz hay que saber que...

No hay ninguna cosa o persona que dé paz.

La paz interior es el resultado del propio desarrollo espiritual, no es un don.

El manejo de la paz requiere de una información clara y precisa para comprender que la vida es un proceso de amor y que el mal no existe, así como de la habilidad para manejar la energía vital; para ello es necesario un entrenamiento.

Si se produce una pérdida de paz, hay que preguntarse: «¿A qué me estoy resistiendo?, ¿qué quiero cambiar?, ¿a quién estoy culpando?».


- Aprender a amar al prójimo como a uno mismo

Para aprender a amar al prójimo...

Sólo hay que participar o compartir con personas que tienen comportamientos muy diferentes a los propios, de manera que se aprenda a amarlos y respetarlos tal cual son.

Hay que tener en cuenta que el amor no es susceptible de ser ofendido, y que es invulnerable, inmutable, universal, invariable y neutro.

Es necesario entender que el amor constituye una comprensión total del Universo, que es una forma de ser y no necesita “objeto” sobre el que proyectarse.

También es importante considerar que el amor no es una fuerza, sino una herramienta.

Se debe entender que el amor no es un sentimiento.

Hay que pensar que amar es dar siempre lo mejor de uno mismo.

Si existe desmotivación, pensemos: «¿Cómo puedo permitir limitarme ante esto?»; y es que todos poseemos capacidad de servicio, pero la coartamos muchas veces ante eventos externos.

Al desarrollar las tres virtudes internas vamos obteniendo excelentes resultados externos en los cuatro ámbitos: relaciones, recursos, salud y adaptación al medio.



Extracto de Gerardo Schmedling

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