Carta 3 - Parte II.

Cristo


Viene de:
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Muchos sucesos de gran significado espiritual ocurrieron justo antes de mi muerte los cuales son ejemplos magníficos de las Grandes Leyes Cósmicas en acción dentro de vuestra dimensión de existencia. Ahora os estoy dando una breve narración de esos importantes sucesos, porque mi propósito es el de iluminar completamente vuestras mentes, daros conocimiento más allá de cualquier conocimiento recibido por cualquier otra persona en vuestro universo.

Cuando empecé a preparar a mis discípulos para mi muerte que se aproximaba, fue una tarea terriblemente difícil. A duras penas podían contener la conmoción y el asombro. Pensar que me iban a crucificar como un criminal común era repugnante, inexpresable y tampoco querían perderme de vista. Les había llamado para seguirme y dejar atrás sus vidas que habían sido bastante prósperas. Habían dejado a sus familias y sus hogares para re-hacer sus vidas alrededor de mí y mi obra. Se habían enorgullecido de mi recorrido por las ciudades. Habían estado dispuestos a asociarse conmigo y se les conocían como mis discípulos a pesar del rechazo y la dura crítica de los Líderes Religiosos. Lo que es más me amaban y me respetaban tanto por mi forma de vivir mis propias enseñanzas como por la manera en que curaba a tanta gente con compasión, y como les traía confort a sus vidas desdichadas. Verdaderamente creían que era el Hijo de Dios. ¿Cómo podía acabar en la cruz el Hijo de Dios? se preguntaron. Aumentó el espanto con cada pregunta. Era impensable. Sentían un tremendo vacío acercándose, un vacio en sus vidas, un enorme cráter en la tierra donde pisaban, y una vasta extensión de inestabilidad y falta de propósito dentro de ellos mismos. No se atrevían a contemplar mi próxima crucifixión de la que hablaba. Tal suceso les destruiría todo aquello en que habían creído con todo su corazón.

Por consiguiente, mis discípulos se resistían fuertemente y con locuacidad a lo que intentaba decirles, y afirmaban una y otra vez que tal cosa nunca podría ocurrir. Al ponerme firme contra sus tercas negativas, al final se vieron obligados a callar sus argumentos y aparentemente aceptar que tal cosa podría ser posible. Les conté que después de mi muerte, me verían de nuevo, y que esperaba que siguieran la obra que yo había emprendido.

El dolor y las discusiones que yo había despertado en mis discípulos también me afectaron a mí profundamente. No era empresa fácil ir a Jerusalén donde me esperaba mi destino. Más que cualquier cosa, me preguntaba si estaría a la altura de este gran reto de mi resistencia. ¿Sería capaz de trascender la condición física y entrar en la Consciencia del Padre Universal y quedarme ahí hasta que muriera? Había veces que estaba profundamente asustado ante la prueba pero no me atrevía a revelar mi temor a mis discípulos.

Por tanto, empecé mi último viaje hacia Jerusalén con sentimientos poderosamente mezclados. Por una parte, estaba cansado de curar y hablar y enseñar a la gente que escuchaba boquiabierta sin tener ninguna comprensión de nada de lo que intentaba contarles.

Había pensado que mi conocimiento haría capaz a la gente de que saliera de su miseria y, al menos, hacer contacto con el ‘Padre’ y obtener una vislumbre del ‘Reino de los Cielos’ No había ninguna evidencia de tal despertar espiritual ni siquiera entre mis discípulos.

Mi decepción y sentido de fracaso me hizo estar contento de irme de la vida terrenal hacia la gloriosa existencia que sabía que me esperaba después de mi muerte.

Al mismo tiempo, me preguntaba cómo iba a resistir el dolor de la crucifixión.

A través de mi misión, había vivido en un estado mental más o menos continuamente pacífico – frecuentemente exultado, con los pensamientos fijos en la ‘Consciencia Amorosa del Padre,’ autor de todo ser, sabiendo que no faltaba más que pedir, y lo que pidiera rápidamente sería manifestado.

¿Podría mantener mi ecuanimidad cuando me trajesen ante el Consejo, al llevarme a mi crucifixión, cuando me clavaran en la cruz con el peso colgando de mis manos?

Porque estaba cediendo a las dudas y temores, se me bajaba el nivel normal de mis frecuencias de consciencia. Me estaban bajando hasta las frecuencias de la consciencia del plano terrenal. Volví a ser víctima, de nuevo, de mi vieja agresión, que me incitaba hacia los actos irrazonables, lo cual nunca hubiera contemplado antes, cuando estaba en mi estado anterior de total armonía con la ‘Consciencia Amorosa del Padre.’ Se exteriorizaban mis dudas y conflictos en mi vida, como emociones e impulsos humanos que contravienen la Ley Cósmica del Amor.

Primero, ocurrió el episodio de la higuera. Tenía hambre y fui al árbol realmente sin esperar encontrar fruta porque no era la estación de los higos. Al ver que la búsqueda era ‘infructuosa,’ maldije la higuera. Veinticuatro horas más tarde, se había marchitado hasta las raíces.

Fue una experiencia terrible. Era la primera vez que mis palabras habían causado daño a algo. Sin embargo, demostró claramente a mis discípulos el poder del PENSAMIENTO o para el bien o el mal. Les demostró que cuanto más espiritualmente evolucionada está la persona, mayor es el impacto de sus palabras en el medio ambiente.

Aproveché la oportunidad para señalar a mis discípulos que me había comportado sin pensar, como lo hace el hombre o mujer medio que – teniendo grandes esperanzas – no consiguen lo que quieren.

Suelen reaccionar con enojo, lágrimas, e incluso palabras agudas que pueden o no ser un especie de ‘desear mal’ o maldecir a la persona que les haya negado el deseo anhelado. Ya habían visto ellos mismos lo que mi maldición había hecho a la higuera, Ahora deberían comprender que mientras que una fuerte convicción les podría conceder cualquier cosa que pudiesen desear o imaginar, también deberían estar constantemente consciente de su propia condición mental – emocional. No deben guardar rencor contra los demás, sino que deben perdonar rápidamente, de lo contrario podrían hacer mucho daño a aquellos contra quienes guardaban el resentimiento...lo cual se les devolvería, en el debido tiempo, como la cosecha de su siembra.

Lo que es más, según se siembra se cosecha. Sabía que lo que había hecho a la higuera inevitablemente se me volvería de alguna manera u otra.

Llevé mis discípulos al Templo. Muchos años habían pasado desde que estuve ahí, y sabía que mi visita serviría para establecer los sucesos que conducirían a mi crucifixión. Algunas personas me reconocieron y como respuesta a sus peticiones me puse a enseñarles. Se juntaron más personas y se apiñaron los prestamistas quienes empezaron a quejarse. Sus gritos y quejas ruidosas rompieron el hilo de mi pensamiento mientras enseñaba.

De repente monté en cólera, había aquí personas sinceras que me rodeaban, deseando oír palabras de VIDA, las cuales pronto no podría contarles, y ahí estaban los prestamistas que vivían vendiendo ganadería para los sacrificios que no hacían ningún bien a la gente. Estos hombres solamente traían deudas y miseria a la gente. Sentí la sangre subirme a la cabeza y dando empujones a las mesas, las tiré, esparciendo el dinero, y echando a los hombres de duro corazón que pensaban tan solo en el dinero del Templo.

Ahora había una tremenda conmoción de gritos y chillidos, Algunos pelearon para recoger el dinero. Los prestamistas me maldecían, denunciándome como malvado, como si hiciera el trabajo de Belzebú y otros mil demonios. Los Sacerdotes y los Fariseos y toda la gente que valoraban en mucho los sacrificios del Templo vinieron corriendo juntos para averiguar la causa del ruido y de la confusión.

Al oír lo que contaron los prestamistas, se quedaron tan agraviados por mis actos, que se lanzaron en una condenación vociferante y de lamentaciones contra mí para impresionar a los Sacerdotes, cada uno superando al compañero haciendo protestas cada vez más fuerte para demostrar su horror a lo que había hecho. Nunca antes se había visto en el Templo tal cosa.

Incluso aquellos que antes me escuchaban, estaban molestos por mi intención y se preguntaban qué clase de hombre podría ser.

Estaban agrupados, de pie, viendo los sucesos, cuando se les acercaron los Sacerdotes y los Fariseos quienes les persuadieron de que yo intentaba destruir todo en lo que creían predicando un ‘Dios’ falso, totalmente diferente a aquel sobre quien siempre habían oído en las sinagogas. Los Sacerdotes transmitían su propio enojo desenfrenado a la gente y les convencían de que mi pecado les contaminaría también, si se empeñaban en escuchar mis locuras.

Gradualmente se le convenció a la gente de que yo era una influencia malvada y que deberían quitarme de en medio antes de que pudiera trastornar la paz del país y atraer la ira del Gobernador Romano sobre todo el país de Palestina.

Mis discípulos avergonzados por lo que había hecho, sigilosamente dejaron la escena y se escondieron entre los callejones a alguna distancia del Templo. Cuando, más tarde, regresaron a donde yo estaba, demostraron claramente que estaban profundamente molestos por mis actos, se preguntaron si había perdido el juicio, vuelto loco, profetizando mi muerte y luego haciendo aquellas mismas cosas que probablemente la provocaría. Fue en este momento que Judas, quien nunca se había verdaderamente deshecho de sus creencias Judías, empezó a dudar de que yo fuera el Mesías después de todo. Llevaba tres años enseñando al pueblo y no había una disminución del dominio Romano. Tres años y la gente no estaba más cerca de la felicidad que les había prometido. Y ahora parecía que estaba a punto de convertirme en un perturbador de la paz – trayendo la ira de Roma sobre sus cabezas.

Se enteró que el Sumo Sacerdote Judío quería deshacerse de mí y por tanto ofreció sus servicios para identificar a mi persona cuando así se requiriera.

Cuando era hora de celebrar la Pascua con mis discípulos, planeé cenar todos juntos en un gran salón. Sabía que sería la última vez que comería alimento en la tierra. No deseo volver profundamente a la consciencia de aquella noche.

Sentía gran tristeza por dejar a mis discípulos quienes me habían servido tan bien. Con mi tristeza volvieron todos mis temores y conflictos. Pasé momentos de profunda y emocional lástima por mi mismo. Sentí que nadie comprendía todo lo que había intentado hacer para mi pueblo y el sacrificio que estaba dispuesto a hacer por ellos

Juan estaba dando una vívida narración de la historia de la última noche de los Israelitas en Egipto antes de escapar al desierto. Hablaba de las instrucciones de Moisés al cabeza de cada familia, de que matasen un cordero sin mancha, de cocinarlo de cierto modo y con la sangre pintar los dinteles de las moradas Israelitas, porque aquella misma noche, vendrían los ángeles a matar a los hijos primogénitos y al ganado de los Egipcios. Con gran entusiasmo, recordó el alboroto de los egipcios que al despertar encontraron el primogénito de cada hogar ensangrentado. Ninguno se salvó.

Era la clase de historia horrible que rechazaba por no tener ningún valor para la persona que buscaba la Verdad espiritual más alta. Me preguntaba cuánto realmente habían entendido mis discípulos cuando hablaba de su ‘Padre Celestial’ y Su Amor por toda la humanidad. ¿Cómo podían entusiasmarse con el pensamiento de los ‘ángeles’ matando a los primogénitos de los Egipcios cuando se les había dicho con toda claridad que ‘Dios,’ el ‘Padre’ era Amor. Pero los judíos siempre se habían preocupados por el derramamiento de sangre para expiar sus pecados.

Incluso Abrahán, el fundador de la nación Israelita, se convenció de que debía llevar a su único hijo al desierto y matarle y ofrecerle como sacrificio a Dios. ¡Un pensamiento pagano y repugnante! Pensé en los sacrificios de animales en el Templo. Amando a todos los seres vivos como lo hacia, esta práctica era una abominación para mí. Y ahora estaba a punto de ser llevado a la muerte porque me había atrevido a pronunciar palabras de la Verdad. Y cuando consideraba lo poco que había conseguido en transmitir mi conocimiento, ¡me preguntaba por qué se me había confiado esta misión!

Sentí un espasmo momentáneo de resentimiento y enfado entretejiendo mis sentimientos habituales hacia estos hombres.

Con algo de cinismo, me preguntaba qué recuerdo eficaz podría dejarles, para volver a traer a sus mentes todas mis enseñanzas cuando ya no estuviera con ellos. Si podían olvidar tan rápidamente todas mis enseñanzas sobre el ‘Amor del Padre’ y disfrutar la historia horrible de la Pascua, mientras todavía estaba en la habitación con ellos – ¿cuánto recordarían cuando muriese como un ‘malhechor’ en la cruz, la más ignominiosa de las muertes?

Luego, se me vino a la mente que si el ‘derramamiento de la sangre’ tanto les conmovía ¡les daría sangre por la cual me podrían recordar!

Con estas reflexiones irónicas, cogí un pan; lo partí y lo pasé a mis discípulos diciéndoles que lo comiesen. Comparé el partir el pan con el futuro quebrado de mi cuerpo, y les pedí que repitiesen el ‘partir el pan y su distribución’ como medio de recordar el sacrificio de mi cuerpo para traerles la VERDAD - la Verdad acerca de DIOS y la Verdad acerca de la vida y la Verdad acerca del Amor.

Dándose cuenta de que estaba de un humor extraño, dejaron de comer escuchando, tomaron el pan y lo comieron en silencio.

Luego tomé una copa de vino y se la pasé, diciendo que cada uno debía beber de ella puesto que era símbolo de mi sangre que pronto sería derramada porque me había atrevido a traerles la Verdad de la Existencia.

Vi que algunos se conmovieron al cortárseme la voz. Sobriamente, cada uno lo probó y luego pasó la copa a la persona a su lado. Pero todavía no decían nada. Percibían que hablaba en serio y que ya no toleraba más discusiones.

Luego les conté que uno entre ellos me traicionaría.

(En secreto, comprendí sus motivos y sabía que era una pieza necesaria de la futura secuencia de sucesos. Simplemente cumplía con el papel que su naturaleza le había incitado a hacer. )

Al mencionar que uno de ellos me traicionaría, le dije a Judas que se marchara a hacer rápidamente lo que tenía que hacer; los discípulos cobraron vida, preguntándose si realmente esta era su última cena conmigo.

Ya había mucha congoja emocional. Preguntas, incluso recriminaciones por haberles metido en una trampa. De nuevo, se preguntaron qué clase de posición tendrían en la comunidad si yo fuera crucificado. Serían objeto de burla, decían discutiendo. Nadie volvería a confiar en lo que dijeran.

Profundamente entristecido por su respuesta egoísta ante mi apuro les aseguré que no tenían que temer por su propia seguridad, Me abandonarían y no habría conexión entre ellos y mi crucifixión. Después de mi muerte les sugerí que se dispersaran y volviesen a Galilea.

Pedro se conmovió profundamente y reaccionó con vehemencia negando que jamás me abandonara, pero por supuesto lo hizo.

En este momento de mi propia necesidad, todavía me encontraba con una total falta de comprensión, incluso resistencia después de todo el amor que había sentido hacia mis prójimos, y todo lo que anhelaba realizar por ellos. Su única preocupación era la de qué les ocurriría. No hubo ninguna palabra amable, ofrecimiento de ayuda, angustia por mi dura prueba.

¡Qué duro era el corazón humano, pensaba! ¿Cuántos largos siglos tendrían que pasar antes de que la humanidad pudiera adelantar más allá de su propio dolor y sufrimiento para sentir acaso un destello de amor y compasión hacia otros desafortunados que se hallen en una situación peor que la de ellos?

Y así – aunque profundamente decepcionado, - incluso dolido – por sus reacciones egoístas, también les comprendí e intenté dar a mis discípulos el valor para enfrentarse con el futuro y les aseguré que siempre estaría con ellos incluso cuando estuviera oculto a su vista.

La obra que había emprendido se promocionaría desde más allá de la vida. No les dejaría solos. Conocerían y sentirían mi Presencia y esto les reconfortaría.

Les decía que se aferrasen a sus recuerdos del tiempo que había estado con ellos. Les avisé que habría muchos que seguirían con el conocimiento que se les había dado, pero que habría personas que buscarían añadir la voz de la tradición y la razón a mis enseñanzas. Mis palabras serían tan distorsionadas que, el final, ya no revelarían la Verdad original que había traído al mundo.

Cuando les dije que esto sucedería se disgustaron, incluso se volvieron presos del pánico. Me alivió ver que mis enseñanzas no habían sido en balde después de todo, no habían entrado del todo en oídos sordos. Me pedían que les contara más – pero levanté las manos y dije que eso era todo lo que podría decir.

En este momento, sentía que había dicho todo lo que siempre quise decir mientras estaba en la tierra, que mi discurso con los hombres había sido cumplido. Todo lo que profundamente anhelaba era aislarme en el silencio, y encontrarme con la paz y el alivio del contacto con mi ‘Padre.’

Dejamos la sala de la cena y fuimos andando al Monte de los Olivos, pero el humor de mis discípulos era el de conflicto interior, temor y duda. La mayoría de ellos se marcharon para unirse con sus familias y amigos que estarían celebrando su propia Pascua.

En el jardín, había un canto especial, en forma de una pequeña cueva. Me gustaba refugiarme del viento dentro de ella. De modo que me senté y oré, buscando un camino hacia dentro de la armonía exaltada que había disfrutado anteriormente. Sabía que cuando me sintonizara con el ‘Amor del Padre,’ se disolverían mis temores y estaría en un estado de total y absoluta confianza y paz de nuevo. Mientras sentía el Poder del Amor entrar en mí y tomar posesión de mi consciencia humana, así también poseía mi corazón la fuerza para soportar lo que se me venía encima. Podría quedarme dentro del Amor y dar el Amor a otros hasta el final.

Y así fue.


No intentaré re-entrar en el momento del juicio y de la crucifixión. No importa.

Cuando finalmente me morí en la cruz y mi espíritu se retiró de mi cuerpo torturado, fue elevado dentro de la LUZ radiante e inefable. Fui envuelto en el calor y el consuelo del AMOR, tal como nunca antes había experimentado. Tenía una sensación de envolvente alabanza, la certeza del trabajo bien hecho, de éxtasis en la fuerza universal de continuar la obra, y la alegría, el embeleso que está tan por encima que la condición terrenal jamás pueda conocer. Entraba en una hermosa forma de vivir maravillosa, pero todavía descendía en consciencia para mantenerme en contacto con la gente que había dejado atrás. Podía mostrarme a aquellos que eran suficientemente sensibles para poder verme. Sin embargo la historia de Tomás de que supuestamente metió los dedos en mi heridas es un disparate.

Mis discípulos no sabían que había concertado con José de Arimatea, en secreto, que llevase mi cuerpo a su propia tumba sin usar, después de mi muerte, donde lo ungiría según la costumbre antes de la puesta del sol. Luego, cuando cayó la noche y todos en Jerusalén cumplían el ‘Sabbath,’ ayudado por dos sirvientes de confianza, a caballo, llevaría mi cuerpo a escondidas durante la noche, y por caminos ocultos de día a una ladera en las fueras de Nazaret, en Galilea. Ahí y ayudado por mi familia, siguiendo mis instrucciones, encontraría una pequeña cueva oculta que me había dado refugio de las tormentas y de la gente cuando era un joven infeliz y rebelde, y estaba contrariado con el mundo. José me prometió que encontraría la cueva en un mapa que le había dado y que me dejaría ahí después de otro embalsamamiento. Reconstruiría la pequeña entrada para bloquearla totalmente de intrusos. Allí mi cuerpo ha descansado, libre de molestias.

Se ha dicho que ‘mi cuerpo resucitó,’ ¡Qué absurdo! Inventado por mentes terrenales quienes no sabían cómo explicar satisfactoriamente mi muerte como un malhechor en la cruz.

¿Qué necesidad tendría de un cuerpo terrenal para seguir la existencia en la próxima dimensión?

¿Cómo puede persistir tal mito ridículo incluso en el siglo XXI? Esto ha sido una medida de la falta de comprensión de los ‘Cristianos’, el que hayan aceptado ciegamente tal dogma hasta hoy día.

Piensa en eso con cuidado. Habiendo sido librado de un cuerpo terrenal y después de mi experiencia de éxtasis y el glorioso arrobamiento de pasar a una dimensión sublime de la CONSCIENCIA UNIVERSAL, ¿por qué querría volver a la dimensión terrenal para entrar en mi cuerpo otra vez?

¿De qué utilidad sería para vuestro mundo o para el mío? Mientras la ‘sustancia física’ de mi cuerpo podría ser espiritualizada cuando estuviese perfectamente armonizado a la ‘Consciencia Amorosa del Padre’ cuando todavía vivía en la tierra, ¿no sería un estorbo y un obstáculo para mis viajes posteriores dentro de los Reinos Espirituales más altos?

Las cosas visibles no son más que una manifestación de las frecuencias vibratorias específicas en la consciencia que producen un ‘TITILEO DE MOTAS O PARTÍCULAS’ dando un aspecto de ‘materia sólida.’ Cada sustancia visible posee su única propia frecuencia de vibraciones. Un cambio en el índice de las vibraciones produce un cambio en el aspecto de la ‘materia’. Al cambiar las energías de la consciencia, así también cambia el aspecto de la ‘materia.’

Por consiguiente era posible que yo enfocara y bajara las frecuencias de mi consciencia a tal punto que mi forma se hiciera visible al ojo humano. Podía volver a mis discípulos y ser visto por ellos. Y así lo hice. Les amaba más que nunca.

Y les debía tanto consuelo y apoyo como podía darles después de mi muerte.

No solo eso, era necesario dirigir mi propio poder dentro de sus mentes con el fin de darles el ímpetu y el valor para seguir la obra que había emprendido.

Sin embargo, quiero que sepas que la ‘consciencia individualizada’ que haya ascendido en frecuencias vibratorias hasta los mismos portales de la Dimensión Creativa Universal se convierte en LUZ INDIVIDUALIZADA, una CONSCIENCIA INDIVIDUALIZADA que no necesita ningún cuerpo para expresar y disfrutar de todo lo que la CONSCIENCIA GLORIOSA pueda idear en los REINOS ESPIRITUALES más altos. Es un estado de ser supremo y extasiado sin tener ninguna de las necesidades, deseos o impulsos experimentados por aquellos quienes no hayan plenamente subido más allá y por encima del ‘yo.’

Mientras se vive en la tierra vuestras mentes se quedan ancladas dentro de ciertos parámetros de frecuencias vibratorias, encerradas en cuerpos que tienen sus propias necesidades. Si tu consciencia verdaderamente se elevara más allá de estos parámetros tu ser terrenal desaparecería. Cuando yo estuve atrapado en un cuerpo yo también estaba en gran medida, confinado a estos parámetros de frecuencias vibratorias y de la consciencia.

Lo que es más, la imaginación sola, no puede elevarse más que en vuestras experiencias previas y por lo tanto estáis confinados a vuestro pasado, lo cual proyectáis hacia vuestro futuro.

Sin embargo, - poco a poco. – estaréis guiados por aquellas mentes que son lo suficientemente sensibles para entrar en las dimensiones espirituales más altas, y podrán así mover más allá de vuestros límites espirituales presentes. Ellos grabarán para vosotros esas maravillosas experiencias y estados de ser más allá que los vuestros, a los cuales, vosotros mismos podréis aspirar. De este modo, adelantareis en niveles o pasos de desarrollo espiritual.

Cada paso te trae una visión más alta de lo que puede ser alcanzado, y de esta visión se formula una nueva meta. Con esta meta siempre por delante, se trabaja para purificarse de la influencia contaminante de los impulsos ‘unión – rechazo’ de la existencia terrenal. Paso tras paso se trasciende el ‘yo.’



Cuando se trasciende el ‘yo’ y muere dentro de tu consciencia, ya estás abundantemente vivo dentro de la ‘Consciencia Amorosa del Padre’ y encuentras la realidad del reino del cielo en tu vida, dentro de ti mismo y en tu entorno.

Para permitirTE alcanzar estas cimas de amor, alegría, armonía, y éxtasis, viví, trabajé y morí en Palestina y he venido ahora a ti en estas Cartas.

No dejes que mi trabajo sea en vano esta segunda vez. Conforme leas estas páginas busca, medita y ora para conseguir inspiración. Llegarás a sentir la respuesta del ‘Padre’ y si escuchas cada día con atención, oirás la Voz del ‘Padre.’

Esta Voz está siempre contigo, Quita las barreras creadas por tu propia voluntad. Abre para recibir la fuerza, el poder, la inspiración y el amor directamente de la Consciencia Amorosa del Padre.

Leed y re-leed estas Cartas para que puedan ser, finalmente, absorbidas en vuestra consciencia. Mientras lo hacéis estaréis viajando hacia la LUZ, e irradiarais LUZ hacia los demás.
Tal LUZ no es ‘luz’ como la de la electricidad sino que es de la misma naturaleza de la CONSCIENCIA UNIVERSAL que os describí en mi primera Carta.

Por tanto, mientras irradiáis LUZ, irradiaréis el amor incondicional. Promocionaréis el crecimiento y el desarrollo espiritual de toda otra entidad viviente. Anhelareis alimentar y nutrir; trabajareis para promocionar protección, sanación y la educación. Aportareis la ayuda en el establecimiento de la ley y el orden amoroso en el cual todos podrán vivir en armonía, con éxito y con prosperidad. Estaréis en el Reino de los Cielos.
Al mismo tiempo, no será empresa fácil.

Mientras se toman pasos para presentar estas Cartas al mundo exterior, habrá las mismas recriminaciones, la misma condenación, la misma palabra de Satanás, del diablo, como hubo cuando enseñé al principio en Palestina. Ánimo; rezad para ser valientes, Aquellos que aguanten hasta el final se elevarán por encima de la confusión y la violencia y descansarán en la paz y la alegría del Reino.

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Es el más sentido anhelo de Cristo, que estas CARTAS estén rápidamente publicadas y distribuidas a la gente que busca la Verdad. Si citan de mis CARTAS, por favor expresad la fuente con toda claridad:

Las CARTAS de CRISTO del CAMINO de CRISTO


Las CARTAS de CRISTO se encuentran en www.christsway.co.za en inglés.
Traducido al español para las personas hispano - hablantes en www.caminodecristo.com por Valerie.

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1 Comentario de lectores

18/03/2016

es fascinante leer y re leer estas cartas,ya que cada vez que las leo las entiendo y comprendo mas y voy teniendo esa necesidad hermosa de buscar el reino de DIOS en mi interior,no ha sido nada facil,por tanto bloqueo e ignorancia que habia en mi mente,y sobre todo tanta falsa creencia con la que vivia y sobre todo el temor que sentia del cual me hablaban en mi religion catolica,donde yo sentia que era indigno de mi PADRE,y que me iba a condenar.

GRACIAS CRISTO Y A NUESTRA HERMANA QUE TRANSMITE TU OBRA Y PENSAMIENTOS QUE NOS DAN A CONOCER TU VERDAD.

UN ABRAZO DE AMOR Y DE LUZ,DESDE LEON,GUANAJUATO MEXICO.

Carlos Humberto desde Mexico