¿Qué es el tiempo del no tiempo?
Mayas
Este es el tiempo del no tiempo. Es este, y no otro, el tiempo del así llamado no tiempo. Esta es precisamente la fase en la que comienza a dejar de tener el mismo sentido de lo que hasta hace pocos años era concebido como tiempo.
Los Mayas ya predijeron este nombrado tiempo del no tiempo en sus muy mentadas profecías como la etapa final del quinto y último ciclo terrestre de 5125 años, de los cinco ciclos, cada uno de esa misma duración, que invierte la Tierra en completar una órbita completa en la galaxia alrededor del Gran Sol Central de las Pléyades, llamado Alcyone, siendo en este caso nuestro sol la octava y última estrella pleyadiana que orbita entorno a Alcyone.
Más allá de los eventos que los Mayas vaticinaron para este tramo final del ciclo planetario, convendría realmente matizar el significado natural, llegando al origen del concepto, que tienen las palabras “no tiempo”, por la relación tan estrecha que guarda esta expresión con todo cuanto se refiere a los cambios que se están sucediendo en el seno de esta dimensión.
Ya aclarada en otros envites la condición del tiempo como un producto y, si se apura, un invento de la mente en su pretensión por controlar, haciendo uso de la perspectiva siempre lineal que la caracteriza (1, 2, 3, 4, 5…), la realidad externa en la que poder proyectar sus ilusiones y ficciones, pasando del pasado al futuro, y viceversa, sin capacidad de permanecer y perdurar en el presente, en el llamado estado del Aquí y del Ahora, de nuevo merece ser recalcada la no existencia del tiempo como una idea creída y asumida únicamente por la mente de la 3D por su necesidad autoimpuesta de procurar acotar en todo momento la realidad en la que ella pueda entender que se desenvuelve haciendo uso de este tipo de argucias, que en sí mismas no tienen ninguna consistencia como realidad o fenómeno físico externo, pero que, aun así, están tan integradas que resultan habituales e, incluso, hasta indispensables en la sociedad de 3D.
Por tanto, en definitiva y bajo este prisma, parece trivial proclamar que el tiempo, en verdad, no existe.
Esta no va a representar la única conclusión a la que se llegue en este final del ciclo en este planeta. Se trata de un argumento más, correspondiente a un cambio único, completo y total. Por supuesto, no se acaba todo en esto.
Hay otros síntomas que ya se han venido presentando y apreciando, especialmente por aquellos que han activado y afinado su sensibilidad exponiéndose a la acción de la nueva energía con motivo de la transformación que está escenificando este período del no tiempo, profetizado para esta dimensión en esta era.
Resultan patentes y notorios las diversas modificaciones y variaciones que muchas personas han comenzado a identificar en estos últimos años relacionados ya no solo con los cambios en sus vidas y realidades (lugar de residencia, familia, profesión, pareja, etc.), sino, aludiendo a esta cuestión en concreto, más bien asociados con una percepción distinta con la que se contempla y se distingue en qué medida, de qué forma y a qué ritmo van sucediéndose ahora todas las cosas.
Justo es nombrar en primer lugar en este avance, como no podía ser de otra forma, a esos pioneros, trabajadores dedicados y constantes en la luz y en la energía, que sintieron y atendieron, de forma más o menos consciente, en su momento, el cambio que estaba produciéndose en el planeta y, al mismo tiempo, en ellos mismos, reconociendo las nuevas pautas de vida, y el nuevo lugar y modo de acción que a partir de entonces les iba a ir correspondiendo.
No supone ninguna entelequia apuntar que la percepción del tiempo ha variado notablemente, así como el modo y el orden en que se van manifestando los potenciales en realidades físicas, incluyendo los intervalos de tiempo que se emplean para ello, sobre todo, en aquellas personas donde el incremento energético ha aumentado y el flujo de energía en sus cuerpos se ha vuelto abundante, ya que, por este simple hecho, toda señal o incidencia en ellas se somete a un proceso mucho más acelerado que busca siempre con gran prontitud el equilibrio, la correspondencia y la compensación de todo cuanto acontezca en cualquiera de sus cuerpos y campos de acción.
La sensación de aceleración del tiempo empieza a resultar cada vez más clara y patente. Todo tiende a manifestarse con mayor celeridad que en tiempos pasados:
* Si se demanda algo, puede aparecer con prontitud o, en su defecto, con la mayor rapidez posible.
* Cualquier aspecto kármico, que incluso vaya surgiendo en el día a día, por ínfimo o insignificante que parezca, tiende a saldarse o a compensarse con la mayor inmediatez.
* La existencia de bloqueos y resistencias emocionales, por las mismas premisas y condiciones, provocan mayores retrasos en la atracción de los potenciales demandados y, a su vez, mayores desequilibrios.
Todo esto obedece a la acción e intervención de la nueva energía, cada vez más intensa en el planeta Tierra, por la cual la Creación adquiere una mayor rapidez para alinear y compensar todos sus procesos, y poder adoptar, así, en cada instante, el estado de mayor equilibrio con la mayor brevedad posible.
Esta misma apreciación de aceleración en el tiempo puede conducir a la obtención de una visión de que eventos pasados, ya acontecidos hace años incluso, ocurrieron recientemente y que, por el contrario, situaciones que tuvieron lugar hace poco tiempo lleguen a quedar borradas de la memoria como si no hubiesen sucedido o como si hubiesen ocurrido en épocas ubicadas en un pasado más lejano.
Este efecto corresponde sin duda a un nuevo estado del ser del que se puede entresacar otras impresiones que serían calificadas como novedosas.
Este mismo ritmo de aceleración temporal puede conllevar cierta desestructuración de lo que hasta el momento había sido la configuración y organización en cuanto a las formas y pautas de actuar en la vida, no tanto por lo que se refiere a los cambios de hábitos y rutinas en sí, sino por la apreciación de que las estructuras, cuadrantes, organigramas y planificaciones mentales, válidos hasta cierto momento, comienzan a no cuadrar, no encajar y a no tener mucha efectividad, tanto por cómo se va reordenando la realidad física y externa, debido a la celeridad de manifestación de los propios potenciales y escenarios, como por los cambios internos que se van produciendo en el individuo que le aportan esa nueva visión dentro de una nueva configuración interior, no exento de experimentar por ello cierta desubicación por la confrontación entre el nuevo estado del ser que está resurgiendo y los patrones y estructuras tradicionales.
Solo proceder a la mención de aquello ya recogido y desarrollado en las canalizaciones. Pasado, presente y futuro están unidos y coexisten en dimensiones superiores. Son uno. En estas moradas no existen ni el tiempo ni el espacio.
Esta es la metamorfosis que está caracterizando la evolución actual en esta dimensión. La aceleración del tiempo no es más que una visión todavía algo tridimensional acerca de los cambios que se están experimentando y que no responde a otra cosa que a la propia unificación de todo lo existencial, sea pasado, presente y futuro, en el Aquí y en el Ahora, ya en esta dimensión de la Tierra.
De modo, pues, que, por ejemplo, el pasado parecerá que ocurrió hace poco y que el futuro será como si hubiera llegado en breve, sobrevino enseguida, sucedió y como si quedará ya muy atrás en el tiempo. De este orden serán los cambios que puedan ser captados con referencia a la percepción de la temporalidad.
Se trata del establecimiento de una visión unificada de la existencia, un no tiempo, acompañada con una mayor aceleración también en la manifestación de los hechos, que acrecentará aún más este efecto unificador en un estado presente, Aquí y Ahora.
El no tiempo es, por tanto, el resultado natural del incremento de la energía del Amor en el planeta y de esta en los cuerpos y vidas de sus habitantes, en los cuales se está siguiendo el proceso adecuado correspondiente a un evento de Ascensión Planetaria de la magnitud del que está estableciéndose en este planeta.
Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA
7799 lecturas