Leer y Escribir. I
Omraam M. Aivanhov
Cuando paseáis y encontráis piedras, rocas, por el camino... ¿se os ha ocurrido alguna vez pararos para cogerlas con la mano, hablarles?.. No, porque os dejáis engañar por las apariencias:
Creéis que las piedras están muertas, que no tienen alma. ¡No os podéis imaginar la cantidad de anécdotas extraordinarias que os contarían si supierais escucharlas! Pues todo está vivo y la historia del universo está inscrita en las piedras, en las rocas y en toda la naturaleza. Sí, todo queda grabado. Los seres humanos siempre tan presuntuosos, se imaginan que son los primeros, los únicos que han descubierto la técnica de la grabación. Es cierto que han realizado maravillas en el campo de la fotografía, cine, discos, cintas magnetofónicas... Pero no se dan cuenta de que si han realizado todo esto, se debe a que el fenómeno de la grabación ya existe en la naturaleza: toda la naturaleza es sensible, reacciona.
Ciertos experimentos hechos por investigadores en EE.UU. con la ayuda de aparatos, han puesto de manifiesto que las plantas tienen una especie de sensibilidad que las hace reaccionar ante la presencia de agentes benéficos o maléficos: han constatado que si alguien que las había maltratado entraba donde estaban, mostraban su temor moviéndose. Así pues, también poseen memoria. Las plantas son sensibles y las piedras también lo son a su manera. Si las queréis, si las tocáis con amor, os pueden responder y revelaros muchas cosas.
El amor es el lenguaje universal que toda la creación, todas las criaturas pueden comprender.
Tocad una piedra con amor y vibrará inmediatamente de otra manera, e incluso puede responderos con amor; sin embargo hay que ser muy sensible para constatarlo, hay que aprender a descifrar su lenguaje. Pero, ¿quién quiere aprender el lenguaje de las piedras, de las plantas, de los animales? Los seres humanos aprenderán a leer y a escribir en todas las lenguas del mundo, pero el lenguaje de la naturaleza, el único que vale la pena conocer, éste no lo aprenderán.
En el mundo civilizado la lectura y la escritura se han convertido en actividades indispensables, pero ello no signfica que el hombre no puede progresar sin ellas. Saber leer y escribir ofrece sin duda ciertas ventajas, pero la importancia que se le ha dado al papel también trae consigo muchos inconvenientes. Se da toda laiinportancia a los papeles, se confía sólo en ellos. Cuando un papel dice que sois culpable, aunque seáis inocente, se es incapaz de leer la inocencia en vosotros; entonces se lee el papel y os meten en la cárcel. El hombre no es nada, el papel lo es todo.
Vivimos en una civilización que nos exige saber leer y escribir, - lo cual está muy bien -, pero quiero insistir en las otras formas de lectura y de escritura. Siempre habrá que saber leer y escribir, pero son dos actividades que hay que ejercerlas en otros planos. Para un Iniciado leer significa ser capaz de descifrar el lado sutil y oculto de los objetos y de las criaturas, ser capaz de interpretar los símbolos y los signos que la Inteligencia cósmica ha colocado por todas partes, en el gran libro del Universo. y escribir es marcar este gran libro con la propia huella, actuar sobre las piedras, las plantas, los animales y los hombres con la fuerza mágica de su espírutu. No sólo hay que saber leer y escribir sobre el papel, sino también en todas las regiones del universo.
He llegado a decir a personas que tienen diplomas, que son profesores, sabios: Pero, ¿todavía no habéis empezado? - ¿Cómo que no hemos empezado? - Sí, no sabéis ni leer ni escribir ¿Qué dice? ¿que no sabemos leer ni escribir? - No, todo lo que leéis y escribís no tiene nihgún valor.
Lo que hay que hacer es leer en el libro de la naturaleza viva. ¿Sabéis leer y escribir en él?
¿Sabéis escribir sobre las almas, los corazones, los espírtus, las cosas divinas? ¿Sabéis hacerlo?
Consideremos únicamente el ejemplo de un hombre: con su estilográfica escribe sobre cierto libro que posee a una mujer, y he ahí que nace un hijo... un niño enfermo, un futuro gamberro.
Eso prueba que el hombre no sabía escribir.
La segunda carta del Tarot representa a la Papisa: una mujer sentada con una expresión de poder y de autoridad, sosteniendo un libro abierto en sus rodillas. En realidad este libro es el símbolo del sexo de la mujer. Y el hombre con su pluma escribe en este libro. Está claro que el libro es pasivo. Y, sin embargo, lo que permanecerá será lo que esté escrito en él. El que escriba tiene que ser un poco inteligente, debe saber lo que escribe. Si es estúpido, débil o está borracho, ¿cómo queréis que la letra sea bonita, sensible, profunda, inteligente? El hijo, puesto que la escritura es el hijo, será minusválido, enfermizo, desquilibrado.
Antiguamente era muy difícil instruir a todo el mundo. Los padres se oponían a que sus hijos fueran a la escuela: ¿de qué les podía servir aprender a leer y a escribir si tenían que ocuparse del rebaño, del gallinero, del campo? En cambio ved que ahora los niños de todo el mundo van a la escuela, incluso los de los pueblos más primitivos, porque han comprendido que reporta ciertas ventajas. Del mismo modo que ha sido difícil que los seres humanos admitan en el pasado la necesidad de instruirse, también será difícil enseñar les ahora lo que representa la verdadera lectura, la verdadera escritura, y estimularles a ejecutarlas.
Los seres humanos no saben leer... No saben leer el gran libro de la naturaleza para encontrar la solución de los problemas que les preocupan. Consultarán libros de autores famosos en los que encontrarán respuestas contradictorias, pero no consultarán a la naturaleza, en donde, desde hace tiempo, están resueltos todos los problemas de la vida. Sí, las soluciones están ahí, por todas partes, en el mundo mineral, en el vegetal, en el animal y hasta en el hombre, en su estructura y en las diferentes funciones del organismo.
Los seres humanos no saben leer, pero tampoco saben escribir. ¡Oh, evidentemente escriben!
Cada pensamiento, cada sentimiento es una escritura que se graba en cualquier parte, en los objetos, o en la cabeza y en el corazón de los hombres y de las mujeres, pero nadie lo puede aprovechar porque es un garabato.
Escribir es un acto de voluntad y de desprendimiento. Escribir es remover y exponer algo de símismo, sacarlo y darlo a los demás. Escribir también es dejar una huella, y ciertos filósofos, determinados artistas han dejado huellas que aún se estudian, después de miles de años. Pero, por encima de los filósofos y de los artistas, han habido grandes Iniciados, los cuales son los verdaderos creadores, porque trabajan con la magia divina. La magia divina consiste en ser capaz de trazar en el espacio únicamente algunas palabras, unas letras de fuego que se inscribirán por todas partes en los cerebros, en los corazones.
También cada ser humano es un libro, un libro que él mismo está tratando de escribir. Pero a menudo ¡qué galimatias, qué cacofonía! En él aparecen todo tipo de anomalías y aberraciones. Y cuando dos de estos libros se encuentran y se encapricha uno del otro, día y noche se ocupan de leerse mutualemente, y entonces, ¿qué aprenden? A menudo cosas infernales. Pues los seres humanos no han empezado aún a escribir conscientemente su propio libro; desde siempre se les ha instruido para trabajar con lo externo, y entonces lo interno queda como un terreno sin cultivar. Y eso es cierto incluso para los artistas.
Los artistas crean belleza, pero ésta permanece fuera de ellos mismos, porque no trabajan sobre su propia materia. Por ser externas a ellos, estas obras que han creado desaparecerán un día, y ellos mismos, cuando vuelvan de nuevo a la tierra, tendrán que comenzar de nuevo. Mientras que un verdadero pintor, un verdadero escultor, un verdadero poeta, un verdadero músico trabaja sobre sí mismo, y así nunca se separará de sus cuadros, de sus estatuas, de sus libros, de sus sinfonías; se las llevará con él al otro lado y las traerá de nuevo cuando vuelva en una próxima vida. Esta es la verdadera evolución.
No niego que los artistas hayan dejado obras maestras, inmortales, que inspiran y ayudan a evolucionar a toda la humanidad, pero según la Ciencia iniciática, según la Inteligencia Cósmica que me ha revelado el fin de la creación, creo que no hay que detenerse aquí, pues en el arte aún hay que alcanzar grados superiores. Admiro las catedrales, las sinfonías y las estatuas, pero el verdadero ideal consiste en realizar todos estos esplendores en sí mismo, que los cuadros sean uno mismo, que las estatuas, la poesía, la música, la danza sean uno mismo. Diréis: «¡Pero no se beneficiará nadie de estas obras maestras!» Os equivocáis. Los verdaderos instructores de la humanidad se creaban, se escribían y se esculpían a sí mismos, conmoviendo a toda la tierra con su sola presencia, porque a través suyo se veían y se escuchaban todos los colores, todas la formas, todos los poemas y todas la músicas del mundo.
Un ser que se crea a sí mismo, que se forma a sí mismo como una obra de arte, hace mucho más por la humanidad que todas las bibliotecas, todos los museos y todas las obras maestras, porque todo esto está muerto mientras que él está vivo.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Los secretos del libro de la naturaleza
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