La tristeza de la destrucción

Ramtha


Y mientras esto continuaba, la extinción de Malina era un hecho. Entre los pocos que se habían reunido había una diosa maravillosa llamada Dove. Esta entidad comenzó a llorar —una nueva creación que se llamó una lágrima—, por la destrucción de este lugar encantador en pro de la trayectoria de los demás. Y cuando lo hizo, la diosa Dove, con toda su belleza, lloró por su hermoso hogar, el hijo de la luz maravillosa, y descubrió el patrón de la tristeza. La diosa Dove se conoce por haber sido la primera en sentir la desesperación. Y cada momento de desesperación y llanto de su elemento de luz se cristalizó; y donde ella lloraba, caían cristales.

Los dioses no sabían lo que era llorar; no sabían lo que era el lamento. Permitidme que os diga cómo sucedió. Fue provocado por la furia de un relámpago que puede penetrar y arrasar cualquier cosa. ¿Y qué se estaba destruyendo cuando ella lloró? Esta diosa lloró una canción al Padre, un canto de tristeza y de luz, capturada en los vientos y la tormenta del momento. Y ella imploró a la Fuente que considerara y parara la destrucción que ahora era tan dolorosa. Y se afligió por el daño futuro, pues se había creado en este momento. Y la melodía de su canción suplicaba que se salvara su amado lugar, que se salvara toda la creación, pues la destrucción era más de lo que ella podía soportar en la personificación de su luz.

¿Nunca has escuchado el llanto y el lamento de una mujer? Es el eco de la destrucción, atraviesa el alma de cualquier hombre y llega hasta una profundidad aun mayor. ¿Y qué es lo que se puede crear que sea en verdad tan triste que su poder pueda alcanzar lo que se llama el alma de un pensamiento en el Padre y éste produzca el comienzo y la evolución de la tristeza? La diosa Dove fue una mujer que lloró y se lamentó, como vosotros diríais, ante la destrucción, y su canción caería sobre la tormenta y los truenos que estaban en camino, llevando sus formas de luz hasta la semilla del Padre. Ella fue quien paró la destrucción. Y cuando todos la oyeron cantar y escucharon su canción y su llanto, su terrible llanto, se detuvieron y se dieron la vuelta en dirección hacia la gran columna y fijaron la vista en su semblante. Y su canto llegó y pasó deprisa por el valle. Y mientras lo recorría, éste comenzó a temblar.

Y al mismo tiempo que producía el temblor en el valle, alcanzó las entrañas de la montaña; y la desintegró, y he aquí, todo sucumbió. El planeta blanco maravilloso se había convertido en un mar de destrucción, lo cual fue un evento espectacular.

Mientras los dioses belicosos la miraban a ella, la misma raíz de sus pensamientos sucumbía. Y la canción de estos dioses partía ahora, y como el viento llegaba hasta el mismo corazón de Malina. Y cuando la frecuencia vibratoria de esta llamada penetró en Malina, su sonido siguió avanzando y se lanzó de adentro hacia afuera, y en una gran y espectacular explosión todo se perdió.

Y he aquí que el hijo del sol, su primer hijo, dejó de existir. La luz del gran sol central vomitó su tristeza y se extendió para atrapar nuevamente sus partículas de esperanza. Lloró por su hijo, se extendió y recuperó sus restos. La buena madre que amaba a su hijo recogió el cuerpo desintegrado y una vez más lo arrimó a su alma.

En un gran destello la diosa Dove con su canción y su semblante, y los dioses que estaban con ella, se elevaron en un pensamiento y llegaron al punto más lejano de vuestro universo, y allí esperaron en sus columnas de luz, y contemplaron que su creación estaría ahora solamente en la recreación de otro pensamiento y otro momento, vacío y sin valor. Por eso mismo no podían crear vida.

¿Qué había sucedido a causa de los dioses belicosos? No había sido por su furia. Ellos no habían hecho esto. Era algo superior, que se movía y existía al margen de la luz. Y ellos quedaron atrapados, se volvieron temerosos y ya no seguirían al gran artefacto de luz hasta los confines de vuestro universo, hasta donde alcanzara su mirada, pues estaban impresionados y temerosos. De hecho, se reunieron y llamaron a la madre sol para que les diera otro hijo en su lugar.

Y he aquí que surgió uno. Y cuando éste se materializó en el universo la diosa Dove lo llevó hasta el punto más lejano del sistema solar. Y allí, cerca del planeta que llamáis Plutón, es donde la diosa Dove y el cuerpo de dioses que no querían participar en la guerra comenzaron su creación en paz y desahogo. Hay seres que habitan un planeta que está en línea opuesta con vuestra Tierra, al otro lado del Sol, que vuestros científicos descubrirán antes del fin de vuestro siglo. Así que tenéis otro planeta ahí fuera que ni siquiera sabíais que estaba.

Y he aquí, la madre sol aún dio a luz a otro hijo, y fue proclamado en el universo. El iba a ser un guía, un punto de referencia, pues sería lo que se llama en verdad el planeta de la tristeza, y de este modo el estandarte que protegería a la diosa en su reino para siempre. Pero los dioses que estaban despertando no pudieron disfrutarlo, pues cuando éste otro surgió —grandioso en su ser, y así fue en verdad—, explotó, porque era más grande que su madre sol. Todos los fragmentos a su alrededor se concentraron en su centro y fueron arrojados de nuevo.



Extracto de: Los orígenes de la civilización humana - Ramtha

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