El alma y la naturaleza de su percepción. I
Seth
22.00 LUNES
(La sesión comenzó tarde esa noche debido a que estuve ocupado con un cuadro; trabajé hasta tarde, y necesitaba un pequeño descanso. Jane se sentía bien. Su ritmo era bastante rápido, el más rápido, creo, desde que Seth comenzó su libro. Jane estaba cómoda y relajada, con un tono de voz normal y los ojos cerrados con cierta frecuencia.)
Buenas noches.
(–Buenas noches, Seth.)
Bien. Tendremos una sesión corta y comenzaremos a dictar el próximo capítulo.
Con la pequeña información que os he dado hasta ahora, podemos por fin empezar a tratar el tema de este libro: la eterna validez del alma. Incluso cuando estemos explorando otros asuntos, trataremos de ilustrar el aspecto multidimensional de ese ser interno. Hay muchos conceptos erróneos sobre ella, y antes que nada vamos a intentar descartarlos.
En primer lugar, el alma no es algo que vosotros tenéis: es lo que vosotros sois. Normalmente utilizo el término «entidad» con preferencia al término «alma», sencillamente porque la palabra «entidad» no tiene conectados esos conceptos erróneos y sus connotaciones no son excesivamente religiosas.
El problema reside en que vosotros consideráis frecuentemente el alma o entidad como «algo» acabado y estático que os pertenece, pero que no es vosotros.
El alma o entidad –en otras palabras, vuestra identidad interna más íntima y poderosa– está cambiando siempre, y así debe ser. No es, por tanto, algo así como una reliquia de familia muy querida. Está viva, es sensible y curiosa. Conforma la carne y el mundo que conocéis, y está en estado de realización.
Bien. En la realidad tridimensional en la que enfocáis principalmente vuestro ego, realizar presupone una consecución o un destino, un final de aquello que ha estado en situación de realización. Pero la existencia principal del alma o entidad está en otras dimensiones, y en ellas la realización no depende de la consecución de cosa alguna, sea espiritual o no.
El alma o entidad está continuamente en estado de cambio, o aprendiendo, y ocupada en desarrollos que tienen que ver más con la experiencia subjetiva que con el espacio y el tiempo. Esto no es tan misterioso como suena. Cada uno de mis lectores juega a un juego en el que el ser egotista consciente simula no saber lo que el ser total definitivamente conoce. Como el ego es claramente parte del ser total, debe necesariamente ser consciente de tal conocimiento. Sin embargo, en su intenso enfoque en la realidad física, finge no saber, hasta que se siente capaz de utilizar esa información en términos físicos.
Por tanto, vosotros tenéis acceso al ser interno. Casi nunca estáis desconectados de vuestra propia alma o entidad. El ego prefiere considerarse a sí mismo como el capitán que está en el timón, por así decirlo, ya que es él el que se enfrenta más directamente a los acontecimientos, a veces tumultuosos, de la realidad física, y no quiere que lo distraigan de su cometido.
Los canales, ya sean psicológicos o psíquicos, existen siempre, y envían comunicaciones en ambos sentidos entre los distintos niveles del ser, y el ego acepta la información y los datos necesarios que le llegan de las distintas partes internas sin cuestionárselas. De hecho, su posición depende en gran manera de esta aceptación no cuestionada de la información interna. En otras palabras, el ego, ese ser «exterior» que vosotros creéis que es vuestro ser, mantiene su seguridad y su aparente mando precisamente porque las capas internas de vuestra propia personalidad lo sostienen, tienen al cuerpo físico operando constantemente, y permiten la comunicación con los numerosos estímulos que llegan tanto de las condiciones exteriores como de las interiores. El alma o entidad no disminuye, sino que se expande a través de las distintas reencarnaciones y a través de las experiencias y existencias en realidades probables (esto es algo que explicaré más adelante).
(22.19. Nótese la cantidad de material dado desde las 22.00.) Si os empeñáis en que vuestra propia entidad es casi estéril en su singularidad, es simplemente porque tenéis una concepción muy limitada de ella. Hay millones de células en vuestro cuerpo, pero nombráis a vuestro cuerpo como una sola unidad y lo consideráis vuestro. Sois vosotros los que lo formáis, del principio al final, y lo hacéis a partir de sustancia viviente, y cada mínima partícula tiene su propia consciencia viviente. Así como hay racimos de materia, hay también racimos de consciencia particulares con su destino, capacidad y potencialidad propios. No existen limitaciones a vuestra propia entidad; así pues, vuestra entidad o alma no tiene fronteras, ya que éstas la encerrarían y negarían su libertad.
Podéis tomaros un descanso.
(22.24. Jane continuó con el mismo ritmo rápido a las 22.33.) A menudo piensa que el alma es una especie de piedra preciosa, que finalmente presentaremos a Dios como regalo, o la consideramos igual que algunas mujeres solían considerar su virginidad: algo altamente apreciado que algún día se perderá, y cuya pérdida será un hermoso regalo para el receptor.
Esta idea aún perdura en ciertas filosofías, según las cuales el alma retornará a su dador primigenio o se disolverá en un estado nebuloso en algún lugar entre el ser y el no ser. Sin embargo, el alma es ante todo creativa, y se la puede considerar desde distintos puntos de vista. Hasta cierto punto, es posible detallar sus características, y la verdad es que la mayoría de mis lectores podrían descubrirlas por sí mismos, si estuvieran lo suficientemente motivados y si ése fuese su interés principal. El alma o entidad es en sí misma la unidad de consciencia más motivada, más llena de energía y más potente conocida en cualquier universo.
Es energía concentrada hasta un grado que os resulta impensable. Contiene un potencial ilimitado, pero debe conformar su propia identidad y crear sus propios mundos. Lleva en su interior la carga de todo lo que es. En su interior existen potenciales de personalidad más allá de vuestra comprensión. Recordad que estoy hablando tanto de vuestra alma o entidad propia como de las almas o entidades en general. Vosotros sois una manifestación de vuestra propia alma. ¿Cuántos de vosotros querríais limitar vuestra realidad, vuestra total realidad, a la experiencia que conocéis ahora? Eso es lo que hacéis cuando os imagináis que vuestro ser actual es vuestra personalidad completa, o cuando insistís en que vuestra identidad se mantendrá sin cambios a través de toda la infinita eternidad.
(22.43.) Ésa sería una eternidad verdaderamente muerta. En cierta manera el alma es un dios incipiente, y más adelante en este libro discutiremos el «concepto de dios». No obstante, por ahora nos ocuparemos simplemente de la entidad o alma, el “yo” superior que, incluso en este momento, está susurrando en los más oscuros rincones de la experiencia de cada lector. No sólo espero poder convenceros de la eterna validez del alma o entidad, sino también ayudaros a sentir en vuestro interior su realidad vital. Pero, ante todo deberéis tener alguna idea de cómo es vuestra estructura psíquica y psicológica. Cuando podáis comprender hasta cierto punto quién y qué sois, entonces podré explicaros más claramente quién y qué soy yo. Confío en poder llegar a haceros conocer esos aspectos profundamente creativos de vuestro propio ser, a fin de que podáis usarlos para extender y expandir vuestra experiencia propia.
(Algo divertido.) Éste es el final del dictado. Concededme un momento. (Pausa.)
Quería comenzar este capítulo, porque eso hace que Ruburt se sienta mejor. Así termina la intriga (sonriendo) sobre lo que será el próximo capítulo. Pero concededme otro momento ahora. (Pausa.)
Debes tener en cuenta en tu retrato el sentido del juego y la ligereza. De lo contrario perderás tus brillantes colores y acabarás en una lobreguez que no deseabas. Recuerda que el alma es clara tras la fachada que veis vosotros; que incluso el cuerpo está en un estado constante de actividad casi mágica, a pesar de que lo pintes sentado en su silla y esté físicamente inmóvil.
(Aquí, inesperadamente, Seth se refirió al enorme retrato en el que yo había estado trabajando durante el último mes y que me había dado tanto trabajo ese día. El retrato es de un paciente del hospital donde está mi padre. El modelo está sentado mudo y bastante rígido en su silla de ruedas. Todo había ido bien hasta el momento en que me encontré con dificultades respecto al color de su ropa. Finalmente eso me pareció tan irritante, que acabé haciéndolo todo de nuevo.)
(Como de costumbre, las observaciones de Seth sobre pintura eran excelentes; ya he dicho esto muchas veces con anterioridad. Nunca he oído a Jane hablar sobre pintura de la manera en que lo hace Seth. Ambas personalidades enfocan el tema desde puntos de vista totalmente divergentes.)
Bajo ese aparente estado de inmovilidad, tú quieres señalar el sentimiento de actividad acelerada y contenida que no puede ser expresada físicamente; eso es lo que debería irradiar del cuadro a pesar de la evidente e ilusoria apariencia que tiene la figura que estás pintando.
Quizá estés resaltando demasiado los detalles de la silla, como elementos constrictivos que mantienen a tu figura más o menos inmóvil. Él también crea la silla, por supuesto, como ya sabéis, y por tanto también las limitaciones. Creo que existe cierta dificultad, o existió (¡desde luego que la hubo!), con el ángulo inferior de la mano derecha; es cuestión quizá de darle más luces transparentes, aunque no demasiado evidentes. Tú ya estás resolviendo estos problemas. ¿Tenéis alguna pregunta?
(–Supongo que no. Estoy demasiado dormido para pensar.)
Entonces cerraré la sesión. Mis mejores deseos y que paséis una buena noche.
(–Gracias, Seth. Ha sido muy bueno.)
Gracias por tomar el dictado cuando estabas cansado.
(–Bueno, no ha sido tan terrible.)
(22.58. El ritmo de Jane había sido bueno hasta el final de la sesión.)
SESIÓN 526, 4 DE MAYO DE 1970
Extracto de LA ETERNA VALIDEZ DEL ALMA - HABLA SETH por JANE ROBERTS
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