Los devas y el cuerpo etérico humano.

V.B. Anglada


El tema del cuerpo etérico, o doble etérico, tal como se le reconoce también en los tratados esotéricos, es de gran interés para el cualificado investigador de las ciencias ocultas, ya que es a través del mismo que las energías solares y planetarias se proyectan sobre todos los cuerpos físicos de la Naturaleza y les infunden vida, calor y movimiento. Todas las energías del Universo son etéricas, es decir ígneas y vienen impregnadas de las peculiaridades distintivas del Logos Solar. Al incidir estas energías sobre nuestro planeta evocan una respuesta de parte del Logos planetario, Quien, después de apropiarse de su contenido vital para dinamizar su Esquema Terrestre, les infunde sus propias y distintivas cualidades y las transmite al planeta, creando asimismo las condiciones adecuadas de vida, calor y movimiento. Existen pues en la Tierra, y probablemente en algunos otros planetas de este Sistema solar, tres tipos específicos de energía como base de su particular vida orgánica y celular.

La una tiene carácter solar ya que procede del Sol, centro de vida del Universo, la otra es de tipo lunar y la tercera, que surge del equilibrio entre las dos primeras, es una particular emanación del propio Logos terrestre y puede definírsela por tanto como energía planetaria.

Buscando la analogía, podríamos decir que sobre el vehículo etérico del ser humano convergen asimismo dos tipos de energía, solar una y lunar la otra, constituyendo la primera un enlace con lo espiritual y respondiendo la otra a los imperativos de la existencia material. Del centro de ambas actividades o energías en acción surge la expresión natural del yo psicológico o personalidad humana, siendo esta energía la correspondencia analógica de la que manipula el Logos planetario. A esta energía etérica personificada o particularizada se hace precisamente referencia cuando hablamos del cuerpo etérico humano, el cual constituye un bien definido campo magnético que le permite establecer contacto con el campo magnético de todos los demás seres humanos, creando la vastísima esfera de relaciones sociales que condiciona su íntima y personal evolución.

Así, el entero campo de expresión de la vida en todas sus infinitas zonas de proyección es ETÉRICO, variando únicamente las condiciones que determinan que el cuerpo etérico o campo magnético que rodea y compenetra a todos los seres y a todas las cosas, sea más sutil o más denso, dependiendo su cualidad vibratoria del grado de evolución alcanzado. Explicada la idea del cuerpo etérico y del aura magnética que establece alrededor del cuerpo físico denso podríamos establecer ahora la siguiente tabla de analogía:


- CUERPO ETÉRICO

Entidad - Cualidad - Fuego - Expresión
Logos Solar - Vida - Fohat - Cósmica
Logos Planetario - Calor - Solar - Universal
Ser Humano - Movimiento - Kundalini - Planetaria


Vista esta analogía de acuerdo con los razonamientos precedentes, vamos a identificar ahora a las tres jerarquías de DEVAS etéricos cuya misión es acumular, canalizar y distribuir las energías que en su totalidad constituyen el vehículo etérico de los seres humanos:

A) Una jerarquía dévica de evolución superior a la humana, tiene la misión de acumular las energías etéricas de vida procedentes del Sol. Tales Devas, a la vista del observador esotérico cualificado, aparecen como destellos ígneos de un intensísimo, esplendente y brillante color dorado. Así, en literatura esotérica tales Devas son definidos como los Señores de la Luz Dorada y también como los custodios del Prana Solar.

B) Otra categoría de Devas etéricos, asimismo de gran evolución, tienen como propósito de sus vidas canalizar las energías solares y después de bañar con ellas -si podemos decirlo así- las cualidades íntimas del Logos planetario, las proyectan sobre el aura etérica del hombre y le infunden calor vital, una expresión del fuego solar al incidir sobre el campo magnético de cualquier cuerpo planetario. A la visión del observador esotérico tales Devas aparecen bajo distintos matices del color violeta, cuyo brillo y luminosidad varían de acuerdo con su propia evolución y según sea el desarrollo espiritual de los seres humanos con los cuales entran en contacto. Tales Devas constituyen ocultamente el aura de salud del hombre y crean definidamente el campo magnético o círculo de expansión etérica dentro del cual realiza éste el proceso de su evolución física.

C) Hay todavía otro tipo de Devas, llamados esotéricamente los Señores de la Radiación Magnética, cuyo cometido en la vida de la Naturaleza es unificar las energías solares y las planetarias y dotar de forma adecuada al vehículo etérico de los seres humanos, una forma dinámica y radiante sobre la cual será estructurado el cuerpo físico denso. A este tipo de Devas suele denominárseles también ocultamente los Impulsores del Movimiento, siendo esta denominación muy correcta, habida cuenta que el necesario equilibrio y la adecuada distribución de las energías del fuego solar y del planetario, debe realizarse por medio de la traslación o movimiento de los fuegos dentro del organismo físico, dinamizando el proceso de unificación etérica de los NADIS, contraparte etérica del sistema nervioso en sus dos vertientes, cerebro espinal y neuro vegetativo, con el de la circulación de la sangre que da vida al proceso hormonal.

El movimiento que surge de la incidencia del fuego creador de la Naturaleza sobre el vehículo físico es un agente kármico, relacionado con las capacidades de absorción de Prana solar y planetario por parte del Ego en proceso de encarnación física. Los Devas Impulsores del Movimiento son de color gris azulado y según sea su evolución o capacidad vibratoria, variarán la intensidad, pureza y brillo de los colores de sus refulgentes auras, es decir, que serán de tonalidad casi enteramente gris, y por tanto con menor movimiento y capacidad de distribución y traslación, o enteramente azules, de un intensísimo azul celeste con brillantes resplandores, si se trata de introducir energía solar o planetaria en los vehículos etéricos de las individualidades más avanzadas de la Raza.

La vida, el calor y el movimiento reflejan en los niveles etéricos del Sistema las cualidades íntimas y esenciales que provienen del Espíritu, del Alma y de la Personalidad humana, siendo el vehículo etérico del hombre el centro de incidencia de todas las energías planetarias, solares y extrasolares que constituyen el vastísimo Esquema de Evolución de todos y cada uno de los Reinos de la Naturaleza en proceso de encarnación cíclica.



Vicente Beltran Anglada
CONVERSACIONES ESOTERICAS
http://www.sabiduriarcana.org/

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