Amor e incredulidad.

Varios/Otros


Profundamente conmocionado, continué caminando mientras ponía mis ideas en orden. ¿Así funcionaba la mediumnidad? Desde que era chico percibía espíritus pero se me había hecho tan natural que no me resultaba extraño. También había aprendido a callarme luego de repetidas veces en que todos comentaban que era muy imaginativo y al llegar a la adolescencia, era un desequilibrado. Los términos fueron cambiando, pero siempre con el mismo contenido. Ahora tenía un largo camino por delante, tendría que estudiar racionalmente y con esos argumentos, podría rebatir las burlas de manera coherente al volver a mi país, sin que nadie me hiciera silenciar lo que pensaba, eso era lo que intuía.

Por otra parte, pensaba en cuantos chicos y chicas de mi edad, adolescentes, y adultos mayores, estarían atravesando este período y no tenían respuestas. Sentí que tenía que prepararme para explicarles que no estaban locos y como funcionaba este mecanismo de la facultad mediúmnica, aunque por el momento apenas estaba comenzando a comprenderla.

Cuando menos lo esperaba, ya me encontraba en casa de Mauricio.

Entre confundido y asombrado, me senté a conversar con él. Luego vino Liliana quien me miraba intrigada. Ya me estaba conociendo y yo no podía disimular mi abstracción con todo lo sucedido.

Comencé a tomar conciencia de que ese mundo espiritual convive con nosotros, posee sus leyes y afectan a las personas en las mas variadas formas. Sólo debía estudiarlas e informarme como influían en la gente, especialmente sobre aquellos que tenían síntomas extraños por interferencias de espíritus inferiores y no sabían como salir de esos estados, cayendo abatidos a consultorios psiquiátricos en los cuales la mayoría los medicaban con antidepresivos que les embotan el sistema nervioso, sedándolos, mientras el avance espiritual inferior continuaba invadiéndolos. En este caso no se combatía la causa, si no el efecto.

El término “espíritu” me chocaba, quizá por el mal uso que les daban las religiones oficiales y algunos oportunistas de la incredulidad ajena, desvirtuándolo. Entre tanto, este concepto ya se había modificado en mi, tomándolo de una manera más objetiva. Nadie me lo había contado, lo podía ver y constatar personalmente.

–David, ¿te ocurre algo? Estás pensativo –dijo Liliana.

–Pienso en todas las cosas que nuestra visión material no pueden ver.

–¿Crees ahora que hay algo más que lo tangible? –volvió a preguntar.

–Si usáramos nuestro corazón, veríamos más allá, ahora si estoy convencido –contesté.

–¿¡Si usáramos el corazón qué!? ¡El corazón es un órgano que late para que vivamos! No existe nada más de lo que ves –interrumpió Mauricio–.

“Ver más allá”, que gracioso eres.

Estaba muy sereno, y me daba cuenta que no quería convencer a nadie ni discutir con personas incrédulas, pues cada uno tenía su momento mágico para una comprensión diferente de la vida y el universo. Yo mismo rechazaba lo que había visto hasta hacía unas horas atrás, quizá por los traumas que tenía desde mi infancia cuando me hacían callar y decirme que eran fantasías. Sin embargo, lo aceptaba porque lo había visto y estaba cansado de luchar contra mi mismo en negar estas facultades que siempre las había tenido, rechazándolas, entonces, ¿qué derecho tenía para convencerlo que vea la vida desde mi misma óptica? Todo es paulatino y cada uno es un mundo diferente con sus propios tiempos...

–Pienso lo mismo que tú, David –intervino Liliana–, y burlarse de lo que desconocemos no anula los hechos en si mismos, sólo postergamos el enriquecernos con nuevos conocimientos.

–Tal para cual, ahora lo único que falta David, es que te pongas de novio con mi hermana. ¡Eso sí sería más absurdo todavía! –exclamó Mauricio irritado.

–Si eso sucede, sería nuestra vida, hermano. No veo nada de absurdo en ello –dijo Liliana.

Al oír estas palabras, Mauricio se levantó enfurecido, retirándose a su cuarto. Liliana, muy tranquila, continuó conversando.

–David, como ya te había comentado, no voy a entrar en el tema sobre nosotros y nuestros sentimientos, salvo que tu lo hagas. Ahora sólo me interesa saber que te ha sucedido. Te noto muy pensativo y un brillo diferente en tu mirada, estás transmitiendo mucha paz. ¿Quieres contarme?

Por primera vez en muchos años, sentía que alguien, además de comprenderme, tenía mi confianza. Una mezcla de emoción inexplicable me invadía. Todo era raro para mi y no sabía por donde comenzar.

Sentía paz, melancolía, tristeza, emoción, todo sin angustia, una alegría indescriptible envolvía mi corazón. Bajé la mirada y un nudo se hizo en mi garganta. Era un estado de éxtasis inexplicable.

Ella percibió que estaba muy sensible, se acercó, levantó mi mentón suavemente y volvió a preguntar:

–¿Qué te sucede, David? Puedes confiar en mi. Es hora de que abras tu corazón, nadie es auto suficiente, precisamos muchas veces de los demás y estoy aquí, a tu lado, para oírte.

Me levanté tímidamente, la abracé con todas mis fuerzas, ella también lo hizo y comencé a llorar como un niño. Asi nos quedamos unos minutos sin hablar, sólo sentía que me entendía con el lenguaje del silencio. Luego secó mis lágrimas mirándome con mucha dulzura y suavemente posó sus labios en los míos tiernamente. Un beso profundo y con un amor puro. Mi sensación fue que volaba, me perdía en aquel beso. Tanto amor y comprensión sólo al sentir sus labios suaves, con aquel abrazo cálido, transformaba mi corazón. Sentía que ese caparazón que tenía, como un escudo de defensa en el que no permitía que nadie se me acercara, iba abriéndose como un pimpollo de flor hacia la vida.

Pareció una eternidad y que el tiempo se había detenido, sólo Liliana y yo, todo lo demás había desaparecido a mi alrededor.

–¡Qué hermoso! –exclamé conmovido hasta las lágrimas.

–Te amé desde el primer día que te vi –dijo Liliana.

–No puedo creerlo, pensé que esta sensación no existía –contesté.

–¿Alguna vez amaste, David?

–Creí amar, pero nunca pude comprobarlo como ahora. Dime que no es un sueño, que esto puede suceder en la vida real.

–David, no estás soñando, siente mi mano, mis caricias. Eras como una piedra cuando te conocí, no podía llegar hasta tu corazón e intuyo que algo te habrá sucedido en el amor, mas allá de las pruebas que atravesaste.

Le comenté lo que había sucedido con Eleonor(*) antes de partir de Argentina, en como quería utilizarme y me había engañado con un amigo mío durante seis meses mientras confiaba en ella. También que nunca había podido amar de verdad, si no querer a alguien, que es distinto, de forma desapegada e independiente por dentro y nunca supe del porqué.

Quería a las personas, me daban lástima las que sufrían, era un amor diferente el que tenía.

–¿Quién te hizo eso con Eleonor? ¿Qué clase de amigo puede hacer una cosa así y más durante tantos meses?

–Liliana, no tiene importancia, lo principal es que ahora estamos juntos, estoy aprendiendo a confiar y amar nuevamente gracias a ti.

De repente, Mauricio abrió la puerta de su cuarto. Inmediatamente solté la mano de Liliana y me senté.

–Miren, no me interesa si ven más allá, más acá o no ven nada, es problema de ustedes y no vamos a enojarnos por eso, ¿está bien?

¡Además organicé la fiesta para mañana por la noche! Vienen a conocer a David y le voy a presentar unas amigas, eso le va hacer bien –dijo Mauricio.

–Perfecto –contestó Liliana, al mismo tiempo que me tomó de las manos para que la abrazara.

–¿Qué? ¿Cómo puedes hacerme esto con mi hermana, David? Y por si fuera poco, es mayor que tú –gritó Mauricio.

(*) Referencia al libro: “Los Nuevos Adolescentes”, diario de un adolescente índigo, de
Carlos M. Levín. (Nota aclaratoria).

–Eleonor era menor que tú, Mauricio, ¿recuerdas? –respondí tranquilamente.

Liliana clavó su mirada en Mauricio, comprendiendo en unos segundos lo sucedido y su hermano se puso pálido.

“Metí la pata nuevamente”, me dije.

–Mauricio, ¿tu traicionaste...?

–Liliana, por favor, no fue mi intención comentarlo y quedó en el pasado –la interrumpí para que no se pelearan.

–Siempre me arrepentí de ello, David, y nunca entendí del por qué no me guardas rencor. Por otra parte, si están enamorados, entonces yo también voy a estar feliz de que mi hermana esté de novia con mi mejor amigo –intervino Mauricio arrepentido.

Los tres nos abrazamos emocionados y la alegría fue inmensa.

Al día siguiente, me senté tranquilamente con Liliana queriendo comentarle lo que me había sucedido la noche anterior, caminando hacia su casa. Entres dudas, sentí un extraño impulso, tomé coraje y le conté todo lo que me había pasado. Luego sonreí como para no darle mayor importancia esperando su reacción, diciéndole:

–Liliana, que fantasioso soy, lo que puede la imaginación, ¿verdad?

–Para nada –dijo seriamente– ahora mas que nunca debes ir a casa de Doña Marita y asistir a las reuniones que allí hace. Luego, cuéntale lo que te ha sucedido, ella te orientará en tu búsqueda.

–Hace un año fui a su casa, cuando me diste su dirección.

–No me lo habías dicho. ¿Por qué no volviste a ir? –preguntó Liliana intrigada.

–Si te digo, quizá te enojes –contesté.

–Sabes que no lo haría, David, y mucho menos contigo.

–Está bien. No volví porque me pareció que estaban todos locos.

Hablaban de espiritismo y luego Doña Marita se dirigió a algunos presentes, hablándoles de sus cosas personales, alentándolos a que sigan avanzando, confiando y sirviendo a los demás. Luego me quedé y le pregunté como sabía sobre lo que les sucedía a esta gente y me contestó que un espíritu amigo le transmitía estas cosas, a veces de forma telepática y otras a las que llamaba de incorporación. Aunque me aclaró que la telepatía era una forma de incorporar las ideas del espíritu transmisor y que no me perdiera en definiciones, lo mismo que dijo mi guía.

–¿Por eso no fuiste más? –preguntó Liliana.

–Espiritismo, Liliana, sólo el nombre me produce rechazo. En Argentina los diarios están llenos de avisos con frases parecidas a: “Espiritista poderoso hace “amarres” en 24hs con la persona que ama”, o: “Espiritista le muestra el rostro de su enemigo”, y cosas por el estilo, con promociones en sus precios de consultas.

–¿Doña Marita te cobró algo? –intervino Liliana.

–Para nada, eso me llamó la atención. Lo hace con un amor muy grande, al igual que las personas que están con ella. Todos tienen sus trabajos y profesiones de las cuales viven y dicen que donan el tiempo que disponen, sin descuidar a sus familias, para ayudar al semejante.

Ponen en práctica lo que predican.

–Entonces infórmate, David. El hecho que en algunos lugares de tu país se haya desvirtuado lo que es el espiritismo, desconociendo de que se trata, no es excusa para rechazar lo desconocido y mas aún después de lo que te ha sucedido. Creo que en sus reuniones encontrarás respuestas a muchas de tus dudas.

–Intuyo que tienes razón. No encuentro explicaciones racionales a lo sucedido y el haberlos tildado de locos, fue por mi ignorancia al rechazar simplemente el término espíritu y mas aún espiritismo, anticipadamente, estructurado, con un reflejo de repulsión inmediata a estas palabras, sin saber realmente el contenido de sus estudios, porque no viven de eso.

–David, estoy orgullosa de ti. Mas allá de si aceptas o no lo que es el espiritismo, noto tu apertura mental a nuevas ideas en la búsqueda de tu verdad, eso me hace más feliz todavía, el que ahora no tengas los preconceptos de hace un año atrás, como me comentaste.

–Estoy muy intrigado ahora. Doña Marita dijo que el espiritismo es una doctrina dictada por los espíritus y codificada, sin darme más detalles, en la cual se revela las leyes del mundo espiritual y coincidencia o no, mi guía dijo que debía estudiar esas leyes que rigen ese mundo e influencian sobre las personas en la tierra. Además de recomendarme un libro, no recuerdo muy bien su nombre, que tiene más de mil preguntas y respuestas dadas por los espíritus y...

–¡El Libro de los Espíritus! –interrumpió Liliana emocionada.

–Sí, ese libro, ¿cómo lo sabes?

–No fue casualidad, David, es el primer libro de la codificación espírita, son cinco en total. ¿Todavía tienes dudas? Tiene 1019 preguntas y respuestas.

Un escalofrío descendió por mi cuerpo. ¿Emmanuel me estaba guiando a estudiar esta doctrina? ¿Fue casualidad el haber conocido a Doña Marita, hablándome de una doctrina codificada, al igual que mi guía? Todo coincidía perfectamente. La confirmación de la que habló mi guía sobre estudiar racionalmente las leyes del mundo espiritual y ahora Liliana que conocía también este libro.

–Liliana, me has ayudado a no desconfiar tanto y voy abocarme a comprender como y por qué veo estas cosas y además como debo utilizarlo.

No creo que sea sólo para deslumbrarme y pienso que no sería honesto esconder todo lo que veo de manera egoísta, cuando lo podría aprovechar para ayudar a otras personas. Primero debo estudiar esta doctrina, la cual fue revelada por los mismos espíritus y las leyes que rigen al mundo espiritual e influencian en las personas, ya sea que crean o no, sin que haya un inventor ni creador que se atribuya que estos libros le pertenecen, si no que apenas fue una codificación y sus raíces están en el propio mundo de los espíritus. Creo que será la guía segura, porque no le pertenece a ningún hombre.

–Estoy feliz, David, por ti y por mi, podremos avanzar juntos en el camino del crecimiento espiritual –murmuró Liliana, con lágrimas discretas en sus ojos.

–¡La fiesta será en unas horas!, ¿por qué no se cambian y luego siguen conversando? –interrumpió Mauricio.


# Alcoholismo obsesivo y justicia de la reencarnación.

Transcurridas las 22hs, comenzaron a llegar los primeros invitados.

Mauricio me presentaba a sus amistades y con una sonrisa un tanto forzada, intentaba hablar con ellos de temas que realmente no me interesaban demasiado.

–David, ¿cómo es el carnaval en Argentina? –preguntaron varios de ellos.

Nunca había asistido a un carnaval, no sabía en que idioma me hablaban.

–No es como en Brasil –contesté.

–Si, eso sabemos, ¿a cuántos has asistido?

–A ninguno –respondí.

De a poco se entre miraban, haciéndome sentir cada vez más incómodo, hasta que se fueron alejando uno por uno dejándome solo.

–¡Me estás haciendo quedar mal con mis amistades! Les dije que eras divertido. Toma unos tragos para tener mas coraje, sal a bailar y divertirte –me increpó Mauricio.

–No haré eso y siento mucho que hayas mentido sobre mi. Tengo un concepto diferente de lo que es diversión, ya lo hablamos en su momento.

Soy como soy, no puedo hablar de lo que desconozco ni hacer bromas que no he memorizado.

–No se por que les hablé tan bien de ti –respondió alejándose.

Las horas avanzaban, la música cada vez más fuerte y los foquitos de las lámparas fueron reemplazados por otras de colores rojizas, que apenas iluminaban. Una sensación de mareo y pesadez iban envolviéndome.

A esa altura, muchos ya gritaban embriagados. De pronto, comencé a ver un poco mas allá de lo material. Eran espíritus que bailaban haciendo morisquetas y payasadas grotescas, casi pegados a los que estaban borrachos, absorbiéndoles los vapores alcohólicos que emanaban de sus cuerpos físicos. Mientras observaba todo esto, una de estas entidades le dijo a la otra:

–Doctor, ¿desea otra copita más? –soltando una risotada.

–Sería una falta de respeto no aceptárselo, señor –contestó con otra carcajada.

–Observa qué fácil es, vamos actuar sobre el joven que “nos encargaron”.

Conmocionado ante lo que veía y oía, intuyendo un plan previamente delineado, proseguía observando lo que sucedía.

A continuación, puso su mano sobre la frente del joven al cual hacían referencia y mentalmente le dijo: “Bebe, bebe más muchacho, diviértete”.

Como si fuera un autómata siguiendo estas sugestiones mentales, el joven se dirigió a la barra en donde estaban las bebidas, tambaleándose, y llenó otro vaso más.

–¿Ves qué fácil es? –comentó uno de los espíritus al otro–. Nosotros no lo hemos forzado a nada, apenas le sugerimos que continuase bebiendo y la atracción de esta idea le resultó muy grata, incorporándola como si fuera de él mismo. ¡Después se quejan de nosotros, que somos espíritus inferiores!

Las risotadas y las muecas eran los broches finales de aquellos espíritus infelices.

–Al fin y al cabo, sólo obedecemos órdenes –dijo uno de ellos.

–Estas órdenes sí que son un placer y nos permite saciar nuestra sed –respondió el otro riéndose.

En cuanto miraba atónito lo que estaba sucediendo, apareció mi guía.

–Emmanuel, no salgo de mi asombro, pero además hay algo que me preocupa, ¿qué es eso de las órdenes recibidas? ¿De quién proviene?

–pregunté.

–Sigue observando, David, no como simple curiosidad, si no para aprender –respondió.

Mientras veía estas escenas, irrumpió otra clase de espíritu. Parecía violento, su rostro estaba casi deformado causando espanto. Los dos espíritus que estaban riéndose del joven, inmediatamente se pusieron serios, estaban atemorizados.

–¿Están cumpliendo mis órdenes? –les gritó.

–Sí, jefe, ya van cerca de diez vasos de bebidas que le hicimos tomar pero todavía no cae –contestó uno de ellos.

–¿Sólo diez?

–Jefe, lo inducimos a que mezclara diferentes cócteles, como nos ordenó –respondió asustado.

–¡Idiotas! –gritó–. ¡Lo quiero muerto esta misma noche! ¡Que siga bebiendo! Juré vengarme de este maldito. Como saben, en una existencia anterior destruyó mi hogar, arrebatándome a mi esposa que tanto amaba.

A ella todavía no conseguí reconocerla, no se si estará encarnada o desencarnada, pero este me las pagará.

–¿Y cómo lo conseguirá? –preguntó uno de ellos tímidamente.

–Hay muchas maneras –respondió con una sonrisa malévola–.

Vamos actuar sobre el hígado y páncreas, será una muerte fulminante.

Apenas desencarne, lo estaré esperando y lo llevaremos a nuestra guarida, para que su sufrimiento sea insoportable.

Inmediatamente, colocó su mano sobre la boca del estómago. Substancias grisáceas y oscuras, guiadas por su pensamiento, eran dirigidas a los objetivos en vista. Primero penetraron por su centro de fuerza “gástrico”, situado en la boca del estómago(*) para que luego siguiera su recorrido hacia los órganos referidos. Al mismo tiempo, posó su otra mano sobre el centro de fuerza “esplénico”, situado a la altura del bazo.


(*) Los Centro de Fuerzas, localizados en el peri espíritu, (tema que trataremos más profundamente en un capítulo aparte), son acumuladores y distribuidores de energías. Cada centro de fuerza influye en determinados órganos del cuerpo físico. Algunas filosofías, especialmente las orientales, luego extendidas hacia occidente, los llaman “Chakras”, palabra sánscrita que significa “rueda”. (Nota aclaratoria).


De esta manera impedía la absorción del flujo energético vital hacia su organismo, mientras irradiaba energías viscosas para envenenar su sangre mezclada con alcoholes.

El joven comenzó a descomponerse hasta caer al suelo, transpirado y pálido. Mauricio y otros amigos se reían y lo cargaron en sus hombros tirándolo sobre un sillón.

–Está completamente borracho –exclamó Mauricio riéndose.

–¿Si lo hacemos vomitar? Me dijeron que eso es bueno –comentó otro amigo.

–Mejor dejémoslo como está, mañana se le pasará –respondió Mauricio ante la carcajada general.

–¡Tarea cumplida! –dijo el jefe retorciéndose las manos–, ahora sólo es cuestión de tiempo, esperaremos.

Sin embargo, divisé un espíritu luminoso que acariciaba los cabellos de aquel joven, casi desprendido de su cuerpo. Entre lágrimas, pedía auxilio a lo Alto.

–Emmanuel, ¿quién es esa señora? –pregunté.

–Su abuela materna –contestó seriamente.

Las tres entidades observaron la escena y el jefe gritó:

–¡También destruiré a esta mujer! La llevaremos con nosotros por atreverse a interferir en nuestros planes.

Ante todo lo que estaba ocurriendo y sin saber que hacer para ayudar, me sorprendí gratamente al ver a Emmanuel que se antepuso entre la señora y estas entidades. Era la primera vez que veía algo así.

No sabía que iría a hacer. Imaginé algún tipo de lucha desconocida. Sin embargo, elevó los ojos al Cielo con sus brazos abiertos y lo que luego aconteció fue casi indescriptible.

Una luz resplandeciente brotó por todo su ser, de lo alto de su cabeza, luces azulinas lo envolvían mientras pronunciaba una plegaria:

“Señor, Amigo y Maestro de todas las horas, estamos aqui en tu nombre, pues sabemos que de nosotros mismos nada podemos hacer.

Recurrimos una vez más a tu misericordia infinita para que ampares a este joven. Maestro de la vida, si es tu voluntad, permite el concurso de mensajeros espirituales para poder ayudarlo”. En la simplicidad de esta oración, que salía con tanto amor, un cono de luz se abrió desde lo Alto, iluminando todo el lugar, sin que la visión material de los presentes pudiera percibirla.

“Espíritus luminosos fueron tomando forma e inmediatamente se acercaron al joven. Uno de ellos, sin perder tiempo, comenzó a dispersar las energías oscuras y viscosas sobre su peri espíritu, que ya amenazaban con penetrar e invadir sus órganos vitales, de manera fulminante para su vida física. Luego, pasó sus manos luminosas en sentido vertical, desde el alto de su cabeza, hasta su centro de fuerza de la reproducción o genésico, repitiendo suavemente estos mismos movimientos, impregnando con luz el campo energético. Para finalizar, colocó su mano sobre el centro frontal, situado justamente en esa(*) región de la cabeza, iluminando y limpiando ese vértice de fuerza, mientras la energía iba penetrando de a poco hasta su sistema nervioso, despejándolo de estas substancias peligrosas, al punto de despertarlo para evitar que caiga en un coma alcohólico y sacarlo del “embotamiento” mental en que se encontraba”.

(*) Diferentes corrientes espiritualistas, lo llaman al centro de fuerza frontal como “el tercer ojo”. (Nota aclaratoria).

El joven, de un salto, devolvió por la boca lo que había ingerido.

Liliana fue a buscar algo para limpiar, mientras los demás, en su mayoría embriagados, se reían. Inmediatamente el joven corrió hacia el baño mientras las carcajadas aumentaban.

Sin poder salir todavía de mi asombro, ante las realidades que estaba viendo y el abismo que me separaba ahora de estas personas, pregunté a mi guía:

–Emmanuel, ¿qué hará el joven ahora? ¿Vivirá?

–Si, David. Eliminará, a través de la orina, los residuos que aún permanecen en su torrente sanguíneo. Esperemos que esta lección sea suficiente. Tendrá un ataque al hígado y migrañas muy fuertes, en eso no lo aliviaremos, para que recapacite en lo que pudo haberle sucedido y no caer en algo peor futuramente. El tuvo la sensación de que iba a morir, lo cual hubiera ocurrido inevitablemente sin nuestra asistencia.

–Amigo, ¿tú sabías de antemano lo que iría a ocurrir aquí o fue casualidad que estuvieras presente? –pregunté.

–Nada fue casualidad, ya habías observado algo similar en aquel señor rodeado de vampiros espirituales, como una preparación para lo que estás viendo ahora. Las oraciones fervorosas de esta señora, desencarnada hace algún tiempo, llegaron al grupo espiritual de ayuda al cual pertenezco. Luego de un minucioso estudio de las partes involucradas, recibimos autorización de planos superiores para poder intervenir.

...

Extracto de LA ERA DEL sexto SENTIDO
Diario de un médium adolescente
Levín, Carlos Marcelo

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