Egipto.
Varios/Otros
Los grandes Instructores transmitieron, con frecuencia, sus mensajes para satisfacer las necesidades de las gentes de su época, y no para las generaciones futuras. Al penetrar en nuestro sistema secundario, aprendemos que los profetas hablaban a clases de gentes distintas, que, con frecuencia, representaban a ciertas organizaciones.
Si leemos nuestra historia con cuidado, veremos que quienes trajeron luz a su mundo fueron criados bajo las alas protectoras del Egipto elemental. Solón, que dió a Grecia sus grandes leyes; Moisés, el Legislador; Apolonio de Tyana, el gran mago; Jesús, que trató de cumplir las leyes solónicas y de organizar a las castas oprimidas; todos recibieron instrucción de Egipto, guardián de las leyes de la Naturaleza.
Los cimientos del gran período de Egipto, tuvieron por base las leyes elementales, surgidas de una remota actividad neptuniana, a la que los egipcios llamaban Amenti. De esta conciencia, el Intimo egipcio construyó sus envolturas inferiores, como nosotros, en la actualidad, construímos las nuestras, bajo la manifestación del Sol.
En el Egipto del pasado, este desenvolvimiento alcanzó un grado que nosotros tardaremos algunos siglos en alcanzar. El yogui reverencia esta Edad de Oro y aspira a ella; con frecuencia, se pone en contacto con los centros atómicos en su interior, que lo unen a esta gran civilización y antigua sabiduría.
Como Egipto trabajó bajo la égida de la contraparte superior de la Luna (que los astrólogos conocen como Neptuno) y siendo, por lo tanto, excesivamente elemental, el Faraón Akhenaten, dándose cuenta de la deficiencia en su pueblo, de la naturaleza positiva solar, trató de establecer el culto del Sol, en su pureza; pero fracasó en esto, porque la vibración elemental de la conciencia egipcia resultó mucho más fuerte.
Cuando el estudiante viaja por las esferas internas y visita Egipto, penetra en una región elemental; en la iniciación es, con frecuencia, puesto en contacto con los dioses elementales, que dirigieron a Egipto a sus realizaciones más elevadas. Estos dioses son de apariencia terrible; especialmente Horus, quien lleva en su antebrazo gruesos anillos de oro. Cuando da a un Iniciado uno de esos anillos, como a Moisés, éste se convierte en un dirigente del pueblo.
Las características de esta conciencia Neptuno-Amentiana dan a uno el poder de penetrar, profundamente, en cualquier problema, resolverlo y, luego, arrojarlo de su conciencia. Este es un poder que muchos hombres de negocios poseen.
Las profundidades de la conciencia neptuniana son mucho más grandes de lo que sabemos; al penetrar en la actividad de esa conciencia, nos proporciona una fuerte corriente, que nos ayuda a completar rápidamente una cosa, sin esfuerzo aparente. Produce efecto curativo en aquellos que sufren mentalmente, si pueden ponerse en contacto con esa conciencia; también restaura y trata de restablecer a las almas que han perdido el contacto con su propósito directivo. Un empleador, que poseyera esta conciencia, conocería las posibilidades de sus obreros, y nunca pondría tarugos cuadrados en agujeros redondos.
En el alma y atmósfera egipcias había átomos opositores del Enemigo Secreto, que hubieran aprisionado la mente egipcia, como, en la actualidad, aprisionan a la mente en este mundo de ilusión. Para evitar este oscuro período, que los grandes iniciados de Egipto sabían que había de venir, embalsamaban los cuerpos de sus muertos y, de esta manera, protegían a los átomos de los mismos contra la fuerza destructiva del pensamiento del hombre. Esto los resguardaba, hasta que la nueva afluencia de energía cósmica jerárquica (la Aurora de Juventud, que ellos evocaban al nacer el día) les daba libertad.
Esto no quiere decir que sus cuerpos mentales permanecían en estado comatoso; porque evolucionaban por mediación de Amenti, surgían de las profundidades de su conciencia Neptuniana, y quedaban iluminados y purificados, más allá de toda concepción humana.
En nuestras andanzas internas, hemos visto a estas almas egipcias, aunque diminutas, por miríadas; pues, el alma fuera del cuerpo es una substancia atómica resplandeciente, del tamaño del dedo pulgar. Estas almas irradian una poderosa atmósfera mental, y nos preguntan, constantemente, cuándo les daremos la señal para liberar a su Ka, de sus tumbas, lo cual le daría completa libertad de movimientos.
Se nos dice que, cuando un gran Iniciado vuelva a Egipto, se evocará la presión mental de estos millones de almas, las que se congregarán alrededor de la bandera de ese Iniciado y, con su atmósfera, le resguardarán de las fuerzas destructivas, que aparecerán muy pronto, en una gran crisis del mundo.
Muchos estudiantes poseen su antigua conciencia amentiana, y el átomo Maestro de su Escudo de Plata, a veces, los vincula con ella. En tal caso, obtienen conocimiento sobre fenómenos destructivos, lo mismo que sobre constructivos, mediante el empleo de sonidos y colores, y aprenden, también, la formación de frases que evocarán a la actividad a la naturaleza elemental que les envuelve.
Existen en la tierra ciertas escuelas que emplean el aspecto obscuro de la magia amentiana.
La única, más cerca de Europa, se encuentra en las regiones balcánicas, y es un factor perturbador en la atmósfera del mundo. Existe otra escuela, pero de carácter constructivo, muy al Norte del desierto mongólico. Hablo únicamente de las grandes escuelas de estas fuerzas; pues el mundo está lleno de hombres que tratan de perturbar las leyes naturales; estas escuelas menores no son tan importantes, porque trabajan con magia ceremonial, y saben poco del aspecto más profundo de estas fuerzas benignas y malignas.
Existe una escuela amentiana de magia blanca, que emplea la energía determinativa de la Naturaleza; está en Asia, donde reside un gran Ser, llamado Rey del Norte, aunque el título verdadero debiera ser Rey de las Latitudes Norteñas. Ossendowski, el viajero, ha escrito acerca de este Ser, al que ha llamado Rey del mundo, en su obra; Bestias, Hombres y Dioses.
La entrada a este lugar secreto está guardada por un gran elemental, cuya presión mental y mirada son suficientes para aterrorizar a una mente no entrenada; pero el yogui puede penetrar en este lugar subterráneo, si su pasaporte está en regla.
Amenti era la esfera neptuniana sumergida, en donde los egipcios y los griegos tenían que realizar acciones heroicas, a fin de recuperar su herencia, conocida como la Aurora de Juventud.
Los griegos llamaban Hades a dicha esfera; pero no era, como algunos creen, un infierno mitológico, sino una región en la cual se adquiriría ciertas clases definidas de experiencia.
Este descenso a Amenti-Hades está simbolizado en la historia de Proserpina, la hija de Ceres y de la Naturaleza, entrando en este mundo. El que Hermes-Mercurio fuera enviado a guiarla a su regreso, quiere significar que los Señores de la Mente ayudaron a Proserpina, la Hija de la Naturaleza, a volver a la primavera, o sea, a la Aurora de Juventud.
Aunque se nos ha enseñado que este mito simboliza la vuelta de la Primavera a la tierra, en las escuelas ocultas más profundas, simboliza el retorno, de un lejano viaje de experiencia, de estas almas Amenti-Hades a esta Nueva Era.
La Aurora de Juventud está también simbolizada, por los egipcios, como el tiempo de liberación de los átomos conservados, para esta época, en los cuerpos momificados en Egipto. Esto significa que el Ka, o entidad astral de estos cuerpos, será liberado de su período de reclusión, y trabajará para ayudar a la humanidad a lograr separarse de la naturaleza animal inferior en ella.
Se impidió que, estos átomos volvieran a sus elementos naturales y son mantenidos prisioneros, hasta que la nueva energía jerárquica los ponga en libertad. Se nos dice que, aquellos átomos, que no pueden ser libertados del mundo de ilusión, alcanzarán, en alguna fecha remota, su liberación.
Muchas personas han meditado sobre el misterio de la Esfinge. La descascarada imagen, que vemos, es el símbolo físico de un gran Ser elemental de orden jerárquico. Es el único de antiguos períodos de sabiduría elemental de la Naturaleza; dentro de una atmósfera más sutil, existe un templo secreto, en el cual se da instrucción a quienes han alcanzado la conciencia de la Naturaleza; aunque no es fácil para el estudiante ingresar en la Escuela, ni permanecer ante la Esfinge. Para trasponer la barrera, tendrá que estar libre del mal y respetar esta ciencia.
Cuando el estudiante pide ser admitido, es examinado cuidadosamente por un Guardián.
En términos ocultos, esto significa que se le mide la columna vertebral y, si el Guardián o Retejador se lo permite, entra en un nuevo mundo de desenvolvimiento.
En esta Escuela de la Esfinge, el Retejador está sentado en un trono, en forma de piedra cúbica. Fué un gran Faraón Iniciado, quien enseñó magia elemental a sus discípulos egipcios.
Este Iniciado queda siempre atrás, hasta que el último mago de su período ha alcanzado su nivel de conciencia.
Este Retejador tiene los brazos cruzados, y sostiene el cetro y el mayal o azote de Justicia; es el verdadero administrador de esta ciencia oculta de la energía determinativa de la Naturaleza.
Si nos admite en esta Escuela, nos ofrecerá y nos dará, si somos dignos, el poder de vencer toda oposición, que cualquier guardián nos presente al pasar a niveles superiores.
Los antiguos masones conocían esta Escuela, estaban bajo su administración y sus nombres estaban inscritos en los registros de la misma.
En esta Escuela, los estudiantes unirán a su propia sabiduría, experiencias de la Naturaleza elemental.
El Templo de la Esfinge es el depositario de la Masonería, en su forma más pura, y los masones chinos han alcanzado una singular pureza de expresión de la misma.
He aquí una nota que debiera interesar a los masones. En la Masonería egipcia antigua, era el Retejador elemental quien examinaba al aspirante, en cuanto a su aptitud elemental, además de otros que lo examinaban con respecto a su aptitud física y moral. Este apoyo y sabiduría de la Naturaleza es lo que busca la Masonería moderna; pues ningún hermano masón se da cuenta de que, el Retejador elemental es quien le interroga. Sin embargo, en la entrada de cada logia verdadera hay uno; el masón, iniciado estando fuera del cuerpo, durante el sueño, conoce el lugar de la Naturaleza en su ritual.
Todos los secretos de la Masonería se encuentran dentro del hombre, no fuera. Cuando se construyó el Templo de Salomón, fué erigido gracias a la alianza de las fuerzas más sutiles de la Naturaleza con el hombre, lo que está simbolizado en el cuerpo humano.
La gran Esfinge elemental es el Intercesor de la Naturaleza, y la energía de la misma llega, sólo intermitentemente, a la atmósfera de la humanidad; pues, como hemos estado trabajando bajo las fuerzas solares, ella no nos toma bajo su dirección, hasta que nos hemos puesto en contacto con nuestro Intercesor y la Aurora de Juventud nos envía su conciencia.
Como arriba es abajo. Como ya hemos dicho antes, no podemos entrar en contacto con nuestro propio Intercesor elemental, hasta que hemos atraído a nuestro átomo Maestro a nuestro Escudo de Plata.
En nuestras prácticas, hemos construído nuestro Escudo de Plata y provisto un templo para el átomo Maestro de la mente. Este átomo Maestro es como un péndulo que oscila, intermitentemente, de la atmósfera solar a la lunar; porque tenemos en nosotros una corriente alterna que lleva al átomo Maestro hacia adelante y hacia atrás. Esta corriente abre y cierra nuestros diferentes centros y, a causa de esto, tenemos, con frecuencia, que esperar pacientemente que se abra un centro determinado, del cual deseamos obtener información. Pero, si alguna vez es necesario obtener información, rápidamente, de un centro cerrado, podemos acercarnos a los Guardianes; pues cada centro tiene dos; uno del Sol y otro de la Luna y, si se nos considera digno, los trasponemos.
En los registros egipcios se nos dirige, constantemente, a las consecuciones del gran Iniciado Jesús; porque, cuando vino a Egipto, de vuelta de tierras lejanas, uno de los Iniciados escribió Sus palabras, y de estos libros ocultos, recibimos mucha información. Aunque probablemente esto será puesto en duda, los registros se mantienen intactos y, algún día en el futuro, la pala del arqueólogo los descubrirá.
Los registros empleados por las sectas religiosas, relativos a la obra de Jesús, son sólo fragmentos de Sus enseñanzas. Los registros verdaderos están en suelo egipcio. Cuando se descubran, sabremos cómo el hombre puede ser ilusionado por una religión, que es sólo un fragmento de la gran obra de un Iniciado; y cómo una religión puede llegar a ser parcialmente destructiva, por medio de quienes la consideran sagrada cuando es incompleta.
Dentro de nosotros están los átomos Ancianos, que han registrado las enseñanzas de los grandes Iniciados, y a los que el estudiante reverencia; porque ellos trabajan en obediencia a la ley natural y revelan sus posesiones únicamente a quienes respetan su autoridad. Así, el estudiante se puede poner en contacto con las enseñanzas de cualquier Iniciado, cuyo manto lo protegió en vidas pasadas. Pero las enseñanzas de un Iniciado sólo le serán reveladas, en su totalidad, una vez que el estudiante haya alcanzado su propio sistema central.
Hay en Egipto varios lugares, en los cuales están ocultos registros relativos a la historia atlante; como también los que se refieren a América, después de la Atlántida, y al advenimiento de un gran Iniciado a los indios pieles rojas de la costa oriental. Este les enseñó agricultura y les dió un alfabeto, dejando dos libros que están todavía en posesión de un Iniciado indio.
Los indios de aquel período poseían un código de leyes morales y sociales, como no las soñaron los que vinieron después. En el futuro, una vez que el indio piel roja se establezca en su propio territorio, tal código saldrá a luz. En aquellos días, los indios vivían simplemente, sin destruir, innecesariamente, la vida animal. Cultivaban la tierra y reinaba la armonía entre las tribus. Pero un poco más tarde, un pueblo extranjero invadió su territorio desde el mar Caribe, y les obligó a tomar las armas y, finalmente, rompieron la unidad, que hasta entonces prevalecía entre las tribus.
En el futuro, América tendrá que soportar su karma, por el tratamiento dado a aquellos pueblos; éstos aumentarán hasta que sean lo bastante poderosos para demandar y retener sus provincias. Entonces, La Federación Americana de Estados llegará hasta el Océano Artico; estos pueblos extenderán sus territorios hacia el Norte y vivirán en paz con sus vecinos; porque el gran Iniciado los resguardará y les devolverá su herencia.
Los yoguis son, con frecuencia, instrumentos para mantener bajo control a una fuerza destructiva para otros, y en la Escuela de la Esfinge, recordarán cómo hacer esto.
Cuando el estudiante se baña en la atmósfera de esta Esfinge elemental, recuerda el tiempo en que era andrógino y consciente de su naturaleza elemental y física. De esta manera, recupera su conocimiento de la ley elemental.
En los primeros tiempos de Egipto, la Energía Jerárquica de la Naturaleza penetró en su civilización y los hizo progresar en su desenvolvimiento. Más tarde, un pequeño grupo de discípulos de los Iniciados del Dios Sol, al que hoy llamamos el Gran Atlante, los bendijo con su Shekinak, y éste descansa ahora sobre los hombros de un pequeño grupo de hombres, que han mantenido intacta la instrucción, que se habrá de utilizar en la Aurora de Juventud. El bienestar de Egipto está en manos de un grupo de hombres y mujeres impersonales.
Sobre el altar de su templo oculto, se cierne una substancia monádica palpitante, que simboliza la Iluminada Corona de la Victoria. Esta Mónada ha abandonado, con frecuencia, su altar y se trasladó a Glastonbury, en Inglaterra, durante la época del culto al Sol. Pero, más tarde, fuerzas opuestas la desintegraron, y retornó a su forma y elevado lugar originales en el altar de su antiguo santuario.
En el remoto pasado, los sacerdotes egipcios venían a Glastonbury, durante el Equinoccio de Primavera; lo mismo que muchos Iniciados de Grecia, Roma y de los países limítrofes.
En el momento del Solsticio, cuando la corriente jerárquica terrena penetra en la tierra, el alto sacerdote de su culto daba el oráculo para el año siguiente, y los iniciados volvían, con sus mensajes, a sus países. Durante el Equinoccio de Otoño esta corriente atraviesa el Tibet.
En la actualidad, la substancia monádica palpita al gran ritmo teúrgico de la conciencia universal. Creemos que llegará un tiempo en que, esta Mónada volverá a Glastonbury y será entronizada allí en un templo dedicado al Sol. Pues se predijo que se movería hacia Occidente, siguiendo el curso del Sol.
En un remoto lugar de América, existe un Terafim que contiene, aprisionada, una atmósfera atómica, que augura la futura prosperidad de la gran Federación de Estados Americanos.
Estos futuros Estados se extenderán hacia el Norte hasta el Océano Artico; estarán bajo el cuidado y observación del gran Iniciado Atlante. Habrá una división de territorios mejor adaptada, para que sus muchas razas entren en posesión de su fructífera herencia, las que trabajarán en armonía y unión para el mejoramiento de sus individuos más pobres.
La futura prosperidad de América dependerá de que responda a esta nueva energía cósmica, que afluye ahora a varias secciones; si aspiramos a la inteligencia, contenida en sus diferentes rayos, llegaremos a ser parte de su manifestación. De manera que, todos serán capaces, en cierto grado, de recibir un impulso directivo; por cuanto el Iniciado Atlante ha estado, por algún tiempo, plantando, en el subsuelo de esta Confederación, los átomos que darán el nuevo impulso a las generaciones más jóvenes; es decir, la conciencia que las unirá a la ley de la Naturaleza, de manera que la obedecerán instintivamente, sin tener en cuenta las condiciones externas. Vemos, también, que las mentes científicas trabajarán igualmente, bajo esta nueva energía.
Cada persona tiene una atmósfera individual; en todo trabajo oculto, nos hemos de guiar por nuestra propia inteligencia; pues cuando despertamos en la energía de la Aurora de Juventud, quedamos individualizados como personas y no tenemos gran afinidad con otras mentes.
Esto lo observará el estudiante en sus relaciones con los demás. Recibimos las ideas de otros y transmitimos las nuestras; pero no poseemos su inteligencia, ni ellos la nuestra, como antiguamente; venimos a ser extraños a su atmósfera. Esta separación será, al principio, para muchos estudiantes, causa de alguna dificultad para comprender, con facilidad, a otras gentes; porque el mundo del pasado, con sus influencias decadentes, ya no los estimula. Todos los antiguos pensamientos, conceptos e ideales se han desvanecido; la mente se nutre con alimentos de la Nueva Era. El estudiante es como el niño que penetra en un nuevo mundo, y está protegido por las potencias que él mismo ha despertado.
Las normas morales difieren en cada país, y no podemos juzgar a éstos, hasta que conozcamos qué normas hemos alcanzado en nuestro interior.
El Gran Iniciado, bajo cuyo cuidado se desarrolla el área occidental, no nos dice lo que debemos hacer, sino que implanta en nuestra atmósfera mental, los átomos que nos instruirán sobre nuestro bienestar futuro. En nuestro esfuerzo para recobrar nuestras normas más elevadas de vida, encontramos, en esta substancia, amor y apreciación de nuestros deficientes esfuerzos.
Por lo que sabemos, nunca se nos ordena hacer esto o lo otro, si no es para salvar la vida.
Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)
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