El Elemento de Fuego.
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A esta altura, empieza a manifestaras, en el interior del estudiante, el elemento de fuego, con el cual trabajará por largo tiempo. Este fuego lento, consumidor, gravitará hacia la atmósfera de su cuerpo mental y ha de ser bien recibido, porque destruye lo pestilente y la enfermedad.
El estudiante beberá agua constantemente, pues el sistema nervioso la necesitará, para extinguir los elementos más groseros del fuego, a fin de hacer lugar para su contraparte superior.
Esta vibración más elevada ha de atravesarlo sin resistencia; pues es la densidad de la materia la que se rebela contra ella.
El estudiante, entonces, inhalará átomos de fuerza solar; lo cual significa renacimiento espiritual; pues ha de abandonar su herencia ancestral y las enseñanzas de carácter religioso, y buscar la religión, que él mismo ha creado en su propio universo central, en el cual se han acumulado fragmentos de cada dinastía por la cual ha pasado. Allí descubrirá lo que ha experimentado de la Realidad, y lo que sabe acerca de la Verdad y de la Justicia, en sus aspectos más elevados, lo mismo que en sus más bajos.
Evocar esta llama y renacer en sus estructuras atómicas es el gran paso que ahora ha de dar. Ha de internarse en la naturaleza de la misma y sucumbir a los deseos de ella.
El Sol posee el poder de transferirnos a una substancia similar a sus elementos, lo cual nos trae realizaciones más profundas de lo que nuestros cuerpos, físico y mental, pueden llegar a ser. En el Oriente llaman Legislador a este elemento del Sol y, de nuevo, repetimos nuestros ejercicios anteriores, para atraer estos átomos solares a nuestros cuerpos.
En el principio, hemos aspirado interiormente y hemos inhalado átomos que han reparado nuestras estructuras físicas, y nos revelaron áreas no descubiertas y experiencias pasadas.
Ahora, entramos en la actividad de su contraparte superior.
Los átomos Aspirantes construyeron nuevos elementos en nuestros órganos y remediaron a éstos lo más posible. Esto nos limpió, en algún grado limitado, de los átomos destructivos.
Luego, empezamos a aumentar nuestra energía solar, y tratamos de quedar ennoblecidos por sus potencias.
Estos nuevos átomos (átomos en abundancia) nos han venido de un remoto pasado, y representan un tipo de actividad extraña para nuestro cuerpo; porque representan períodos en que nosotros éramos similares a los elementos del Sol. Pero al principio, no podemos reconocer lo que ellos simbolizan. En nuestras prácticas, los inhalamos de nuevo, como lo hicimos en nuestros primitivos tiempos, cuando estábamos sumergidos, intermitentemente, en su conciencia.
Esto trae también la energía de la Aurora de Juventud.
Ahora, tratamos de unirnos a esta nueva energía, a fin de convertirnos en sus instrumentos; ella contiene el mensaje y posee el poder de liberar a la humanidad, y nosotros hemos de desarrollar nuestros cuerpos, para que se conviertan en su caja de resonancia; de manera que, su superficie pueda ponerse a tono con cualquier conciencia que las corrientes terrenas hagan chocar con ella. Las corrientes terrenas, no son las jerárquicas, sino grupos de átomos que fluyen hacia nosotros, e inspiran a los nuestros, para que construyan sus estructuras, sin tener en cuenta nuestros sentimientos personales sobre la cuestión.
Las corrientes terrenas son similares al vaivén de la marea, y en ellas hay átomos de carácter instructivo, que estimulan a nuestras envolturas inferiores.
Las corrientes jerárquicas son similares a la naturaleza positiva del Sol. Quedamos ahora bajo su jurisdicción, es decir, bajo la conciencia paterna; en vez de ser nutridos por nuestro átomo materno, bajo el cual hemos estado trabajando. Aquí se nos enseñará lo referente a nuestro verdadero destino y plan, y sobre la clase de cuerpo que habremos de construir.
Tenemos una deuda de gratitud con nuestra madre Naturaleza, la cual dió nacimiento a nuestro sistema de ley natural y a nuestras características morales y científicas. Entramos, así, en el lado positivo de las cosas, como habíamos entrado, anteriormente, en el lado negativo o femenino, en el que despertaron nuestras emociones y simpatías hacia la humanidad.
Gracias a estas observaciones internas, descubrimos una ley maravillosa de orden y designio, lo cual siempre nos impresiona; por cuanto nos damos cuenta de que el pensamiento del Creador dirige y guía todas las cosas; con lo cual se pone de manifiesto lo diminuto de nuestro propio sistema solar.
El elemento de fuego nada tiene de peligroso en sí mismo, ni nos dañará, si aplicamos correctamente su energía, escuchando las indicaciones de nuestro Intercesor. El peligro está cuando se lo utiliza para adquirir poder personal.
El que desarrollemos esta energía, depende de nuestro poder para inhalar átomos de naturaleza parecida. Estos se encuentran en nuestra atmósfera interna, lo mismo que en la externa, y nos traerán enseñanzas con respecto a la fuerza solar. Hemos de aspirar a esto; porque el elemento de fuego posee la nota clave de esta substancia universal, y de todas nuestras vidas pasadas, unidas en una sola nota compuesta. Los átomos que no pueden responder a su nota son desordenados; de ahí la resistencia del cuerpo físico a su vibración; el estudiante se da, claramente, cuenta de este poder en él. Lentamente este poder empezará a elevarse y a enderezar su substancia enroscada, despertando al oír su nota clave.
Esta energía, arranca de la base de la espina dorsal, se precipita por nuestro sistema nervioso central y trata de salir del cuerpo por la parte superior de la cabeza. No hemos de temer fijar sus fuerzas dentro de nosotros, y producir su llama viviente con la que nosotros mismos hemos acumulado en nuestro cuerpo físico. Esta energía está encerrada en una envoltura parecida a un saco y, al evocarla, penetra en nuestros órganos de generación, donde permanece, si lo permitimos; pero, si así lo hacemos, nos convertirá en bestias y será utilizada por el Enemigo Secreto. Pero si aspiramos a evocarla para controlar nuestros centros nerviosos y el centro solar en nosotros, empleará su fuerza para nuestro desenvolvimiento, y nos capacitará para recibir, de cuando en cuando, enseñanza, de una inteligencia grande y sabia, o sea, de un átomo Nous, perteneciente a la energía del sistema solar; pero hemos de ser fuertes y osados, si queremos controlarla, porque su naturaleza es extraña para nosotros.
Cuando unimos nuestras corrientes solares y lunares en la cumbre de la espina dorsal, la Serpiente durmiente ya no recibe su nutrición usual y, por estar hambrienta, se revuelve dentro de su saco. Entonces el guardián derrama la energía seminal; esto la despierta y empieza a enderezarse y a buscar nutrimento, tratando de entrar por la puerta que conduce al conducto seminal. Allí cambia el voltaje, y esto le da poder para pasar por la abertura al sistema espinal, donde se alimenta con una especie de electricidad estática, o sea, la energía superior del sistema seminal. Esta fuerza se activa, y trata de ascender por la columna vertebral.
Es aquí que se ha de tener la máxima precaución; pues depende de nosotros la clase de energía que recibirá; de si será de nuestra naturaleza superior o inferior.
Esta energía tiene varios ramales, similares a los polos positivo y negativo de la electricidad; éstos se han de cortar de la base de la espina dorsal y unirlos a su eje; esto llevará arriba, por un tercer ramal, la fuerza de la serpiente enroscada y abrirá los órganos nasales a su corriente de energía. El Gran Liberador nace de este tercer ramal; porque éste es similar a un pararrayos y, a su alrededor, circula el fuego oculto de nuestro conducto umbilical. Esta energía abrirá, así, nuestros centros principales, según dirijamos, y los órganos de generación no podrán retenerla aprisionada. Este poder dará al estudiante la máxima inteligencia que puede poseer; un poder perdido, que le ha sido negado por largo tiempo.
Este es un don del Intimo, concedido a la humanidad; a medida que lo desarrollamos, nos sobreponemos al poder del Enemigo Secreto y poseemos una sustancia de los Iniciados más elevados, los cuales son de su misma naturaleza.
El átomo Sol es similar al escarabajo egipcio, salvo que está más redondeado, y consiste de dos fuerzas opuestas, positiva y negativa, con una pared que las divide. Extiende dos tentáculos, como espadas cruzadas, y mantiene un átomo diminuto, del cual es el padre; de esos dos tentáculos salen dos fuerzas. Este es el llamado caduceo alado de Mercurio. El átomo diminuto contiene todos los elementos de fuego y atrae la naturaleza de fuego de los diferentes planetas. Posee una inteligencia más allá del bien y del mal, la cual ni es destructiva ni constructiva; el estudiante no debe temer entrar en tal conciencia. Este es el estado normal del Intimo. En ella, más allá del bien y del mal, alcanzamos un estado de constante beatitud, y no sentimos las sensaciones y cargas de nuestro cuerpo humano. Este estado es la meta del estudiante.
El elemento Solar no nos instruirá hasta que estemos en las cercanías de nuestro Intimo; sólo entonces apresurará nuestro desenvolvimiento.
La doctrina del Intimo tiene que volver a nosotros; porque debemos efectuar nuestro ritual y servicio al Regente supremo de este sistema solar y a sus diferentes densidades de materia.
En la atmósfera humana, hay elementales solares que han retenido la sabiduría de la luna; han avanzado mucho más que nuestra época, y están más allá del bien y del mal. Son los que se emplean en lo que llamamos clarividencia superior. Podemos atraer a estos átomos a nuestros centros de pensamiento y hacer que se comuniquen con nosotros. Constituyen un instrumento que recogerá y entregará nuestros mensajes y los transmitirá, interiormente, a cualquier esfera, lo mismo que a cualquier lugar de la tierra. El método consiste en imprimir una oleada de pensamiento en nuestro Escudo de Plata.
Estos átomos tienen su nota clave y el estudiante ha de aspirar a oírla; porque, mediante su empleo, evoca a la Serpiente durmiente. Este método de emplear ondas sonoras para evocar los cinco sistemas de substancia atómica en nosotros, no se ha dado al Occidente. Aunque el Oriente posee este conocimiento, el Occidente no puede emplear las mismas invocaciones sonoras, porque vivimos en un período diferente al de Oriente.
Un norteamericano que entre en otro país, no puede comprender por qué todo parece tan lento. El representa una vibración más rápida, y no se da cuenta de que debería adaptar su longitud de onda al país que visita. El estudiante debiera tratar de hacer tal adaptación, a fin de no ocasionar molestias innecesarias; porque su atmósfera puede, con frecuencia, ser ofensiva.
Toma muchos años para que el miembro de una raza pueda armonizarse con el de otra.
En la humanidad hay muchos inadaptados; tales personas, aunque similares en apariencia, no se sienten cómodas ni en armonía con los que le rodea. Cada raza tiene su marca de tribu en las plantas de los pies; en el Tibet, un hombre de letras pedirá a su pupilo que le muestre sus pies y, de esta manera, sabrá el tronco paterno del cual desciende. Algunas veces, un instructor oriental llega al Occidente a reclamar a alguno que, al parecer, ha encarnado en una raza equivocada. Esto hará, a veces, que los occidentales vuelvan a las enseñanzas orientales.
Si se examinaran las plantas de los pies de éstos, se descubriría que tales personas pertenecen a una raza diferente. Cuando los setenta discípulos de Jesús fueron enviados a diferentes países, fueron guiados por las marcas en las plantas de sus pies.
La corriente de la luna mantiene el cuerpo húmedo; la del sol lo seca y, cuando estas corrientes están controladas, se niega a la Serpiente Durmiente el alimento del cual ella depende; esto hará que se mueva y abra el centro alrededor del cual está enroscada, y que trate de entrar en el mismo. Como este centro está cerrado por una membrana, la Serpiente tratará de romperla y atravesar el plexo sacro o centro más bajo.
Al empezar a moverse esta Serpiente, con frecuencia, causará fuerte dolor; pues la sensación es similar a una bola de azogue, que se mueve y se abre camino, rasgando los tejidos.
Cuando esto ocurra, uno ha de ser paciente y aspirar, pues el dolor es muy agudo y puede durar varios meses; tampoco debe uno sentirse excitado o nervioso. En tales condiciones, se vitaliza una constante corriente de partículas diminutas; éstas son empujadas por la corriente solar; de manera que puedan abrir el centro al cual van dirigidas y girar alrededor de su eje.
Estos átomos son una combinación de átomos solares y lunares que se unen en una masa.
La llama solar está unida a la llama del Intimo y, a medida que ponemos en libertad esta llama, somos sacados de nuestra propia esfera y transmutados en la sustancia atómica de otro período mundial muy diferente del presente. En este nuevo mundo, no existen condiciones de tristeza ni de miseria, pues es una estación intermedia; pereceríamos si penetráramos, repentinamente, en la energía del Sol. En tal mundo, tenemos que servir como mandaderos de la justicia, trabajar en nuestro mundo objetivo como ella nos dirija; y estamos también sometidos a severa instrucción por los átomos Mayores.
Allí aprendemos que hemos alcanzado tal instrucción en otras vidas, y se nos recuerda que, no llegaremos a nuestra fuente, si no estamos dispuestos a renunciar a todas las cosas de la naturaleza del Enemigo Secreto. Se nos recuerdan, constantemente, nuestras transgresiones pasadas y, poco a poco, construímos una barrera entre este pasado y el Intimo.
En la escuela de los átomos Mayores, hemos de aprender lo referente a la trinidad en la Naturaleza, lo mismo que a la trinidad en el hombre. Estos átomos poseen la conciencia que fué de nuestro Intercesor (los que han vuelto a sus propios elementos) y nos estimulan hacia nuestro Intimo.
En este estado intermedio, que está más allá del bien y del mal, recibimos la iluminación, que nos hará inofensivos para nuestros vecinos; inofensivos en el sentido de que no nos opondremos a ellos, ni por la fuerza ni con argumentos. Esta es la sabiduría que algunos de los grandes Maestros emplean al tratar con la humanidad. Esta conciencia nos hace indife rentes hacia las gentes y hacia las cosas. Este no es un estado insensible; porque, entonces, somos más sensitivos que nunca a sus dolores y sufrimientos; pero podemos ver más al fondo y ayudar con mayor comprensión; puesto que, si hemos de ser de utilidad en este mundo, ha de venir el momento en que hemos de desprendernos del mismo.
Este estado intermedio nos muestra cómo trabajar con multitudes, en vez de con individuos.
Cuando trabajamos en esta conciencia, nos sentimos como a diez metros sobre la multitud.
Muchos estudiantes ocultistas han experimentado, inconscientemente, este estado en ellos.
En tales condiciones, el estudiante se da cuenta de que muchos ojos lo están observando, y que se le envía ayuda invisible para alentarlo y auxiliarlo. También siente que las personas que le ayudan, han despertado su fuerza solar.
Esta fuerza nace repentinamente; porque hemos estado desarrollando este poder de fuego.
Si hemos trabajado en esta ciencia, en vidas anteriores, la fuerza despertará más fácil y rápidamente.
Es bueno enviar una oración silenciosa, internamente, antes de iniciar nuestra práctica, lo cual nos pondrá en armonía con nuestro Intimo. Una oración evocará, a veces, algo en nuestro interior, que pondrá en función un centro que empieza a enseñarnos. Cuando el estudiante esté solo y no perturbe a nadie, debiera orar en alta voz, fuerte y con vigor; esto hace vibrar a su cuerpo mental; la oración, así, atravesará más fácil y claramente las tres esferas inferiores de ilusión, y establecerá contacto con esferas de más valor.
El haz de luz, que enviamos en la oración, penetra en los planos superiores, lo mismo que en los inferiores. De consiguiente, la mente ha de buscar pureza y no invocar a las entidades animales del Enemigo Secreto, el cual intentará dominar nuestros pensamientos y en- volvernos en condiciones perjudiciales.
Se nos hace responsable de nuestras oraciones y, como no hemos aprendido la manera de orar, con frecuencia, imponemos nuestras condiciones sobre aquellos por quienes oramos.
Un grupo de personas, orando alrededor del lecho de un enfermo, pueden, a veces, hacer salir del cuerpo a la verdadera personalidad, y dar lugar a que entre una entidad obsesante.
Al orar, con frecuencia, visualizamos a la persona por la cual oramos; pero no nos damos cuenta de que, también, le enviamos nuestra propia atmósfera. Esto, frecuentemente, puede ser causa de un desorden aún mayor.
Existen muchas organizaciones religiosas que, en sus reuniones, oran por individuos, para que se conviertan a sus creencias. Se imaginan que los ayudan; pero, por el contrario, actúan como salteadores en el plano mental; porque tratan de dominar a tales individuos, sin tener en cuenta su libertad para adquirir experiencia. Esto, con frecuencia, apaga la luz verdadera de quienes sinceramente la buscan.
Cuando el yogui desea ayudar a alguna persona, primero trata de unirse con su propio Intimo y le pide instrucción; luego se pone en contacto con el Intimo de la otra persona y recibe la información que necesita para ayudar al individuo.
En un libro, que hemos mencionado antes, El Conde de Gabalis, hemos escrito lo siguiente acerca de la oración:
“Cuando oréis, pensad. Dejad fuera todos los pensamientos inferiores. Acercaos a Dios, como lo haríais en la entrada de un lugar sagrado. Pedid si es conveniente demandar que se os dé sabiduría de acuerdo con la ley. Sed fuertes en propósito y firmes en la demanda; porque, al buscar poder de naturaleza espiritual, equilibraréis el poder del yo, en los planos inferiores.
Fué para penetrar más allá de estos planos o esferas inferiores de ilusión, que Jesús dijo:
“Cuando oréis, decid estas cosas”. Tenéis que alcanzar, mediante esfuerzo directo y positivo, a las esferas superiores de la conciencia; de consiguiente, haced que vuestros pensamientos sean claros y precisos; pues una oración sincera, positiva y bien definida pone al hombre en armonía con Dios. Por otra parte, una oración pasiva o sin pensarla, sin expresión definida, se convierte en una imposición para la mente y destruye la receptividad de luz. Una oración ferviente a la deidad cristaliza la mente, de manera que no pueden entrar en ella otras formas de pensamiento, y la prepara para recibir una respuesta del Dios interno.
“La oración concentrada en la Fuente más elevada que el hombre es capaz de imaginar, es una senda encontrada hacia la Sabiduría”.
El empleo, que se hace en el Tibet, de las ruedas de oración, es tratado con desprecio y burla por la mente occidental; pero, si tuviéramos bondad de corazón para investigar la razón para ello, se nos daría una explicación oculta interesante, que, a la luz de este libro, comprenderíamos fácilmente.
Tales ruedas se emplean por cientos y miles en aquel país, y se hacen girar a mano, lo mismo que con la fuerza del agua. Están cubiertas con capas de oraciones escritas, que son sinceras apelaciones, de quienes las escribieron, a sus deidades. Esos papeles están impregnados de las atmósferas atómicas de los devotos, y luego, se las coloca sobre la rueda, que se pone en movimiento. El resultado es que, esas atmósferas forman un cuerpo compuesto, que atrae átomos de naturaleza desarrollada, los que actúan sobre la masa atómica y aumentan y estimulan su poder espiritual. El Lama, entonces, avanza y recoge esos átomos desarrollados en su propia atmósfera.
En el Occidente, no se nos ha enseñado la razón de las posturas orientales en la oración.
Estas son ejercicios espirituales, mentales y físicos, que tienden a establecer la unión con el Intimo. Los yoguis dividen también al hombre en tres tipos, con tres enfermedades generales, y con tres curas.
Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)
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