La vida impersonal no es ninguna representación...

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La vida impersonal no es ninguna representación, sino inteligencia.

Los hombres del mundo, que cuidan de su personalidad, también se esfuerzan afanosamente por guardar su ego y por mantenerlo, apoyarlo y ampliarlo mediante el intelecto educado.

El afán por aumentar su personalidad es un afán intelectual. No tiene nada en común con la inteligencia verdadera que es el Logos, Dios, la consciencia divina desvelada.

El intelecto es fruto de la educación. Comprende formas de pensamientos que rodean al hombre intelectual como satélites que le influencian cuando piensa y habla conforme a estas vibraciones.

Cosas iguales siempre vuelven a atraerse y se motivan mutuamente. Los hombres del espíritu son conducidos por el Logos, por la consciencia suprema, mientras que los hombres del mundo son guiados por el mundo, por las formas de pensamientos que les rodean.

Por eso, los hombres que viven con el mundo, cuyo afán intelectual está completamente dirigido al mundo, son inspirados por sus propias formas de pensamientos que han creado y van creando mediante su pensar humano y egocéntrico.

Cada pensamiento que no es legítimo, es decir, que se desvía de la Ley divina, sigue efectivo dentro y alrededor del hombre.

Las formas mentales acompañan al hombre. Las tiene consigo como sus acompañantes, en tanto que sus pensamientos giren siempre alrededor de su persona.

Es esencial separar el intelecto de la inteligencia.

El intelecto no es la Sabiduría divina, sino que representa conocimientos adquiridos, aprendidos de forma rutinaria, algo superpuesto que no ha crecido desde la consciencia divina, sino que, como ya he dicho, ha sido adquirido.

La inteligencia divina es sin embargo el Logos, la consciencia del alma, la Ley, Dios. Cuanto más pura es el alma, tanto más surge la consciencia, Dios, la inteligencia divina, que entonces inspira al hombre y le
conduce a la verdadera grandeza y sabiduría internas.




Extracto de: Lo que piensas y hablas, tu forma de comer y lo que comes, muestra quién eres.
La palabra de Dios para nosotros manifestada por el Querubín de la Sabiduría divina, el hermano Emanuel.
Dada a través de la profetisa del Señor, Gabriele de Würzburg

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