La oración

Omraam M. Aivanhov


1. La mejor oración: pedir al Señor que venga a posesionarse de nosotros.

Puesto que ignoramos cuáles son los proyectos del Señor respecto a nosotros, hay que pedirle que nos ilumine, y si aún quedan cosas oscuras hay que suplicarle diciendo: «Señor, no llego a entenderlo bien, pero haz por lo menos lo que sea necesario: empújame, aunque no quiera, a cumplir Tu voluntad, sírvete de mí, toma posesión de mí, haz de mí Tu morada».

Sucede a veces que se desconoce la voluntad del Señor. Se sabe, naturalmente, la dirección general: siempre se trata del bien, el desinterés, el sacrificio, el amor, la abnegación, la bondad, la generosidad, etc... Pero hay casos en que no se puede saber con precisión qué espera de nosotros.

Entonces, puesto que nos falta la clarividencia, la lucidez, hay que decir: «Dios mío, hágase tu voluntad a pesar mío.» No es dado a todo el mundo el tener ideas muy claras sobre la utilidad o el valor de lo que se quiere acometer. A veces se realizan los proyectos de Dios ciegamente.

Por lo tanto hay que suplicar al Cielo y exigir, incluso con amenazas, que un día, por fin, pueda servirse de vosotros. Decid: «He ahí que por fin lo he comprendido: no hay nada que hacer con mi naturaleza inferior, es testaruda, dura, corruptible, no llegaré nunca a cambiarla. ¡Oh, entidades celestiales, cambiadla, enviadme las criaturas más perfectas, las más maravillosas, para que se instalen en mí, para que me guíen, me instruyan y tomen la dirección de mi vida! Puesto que ni siglos ni milenios serían suficientes para cambiarla, entonces atadla fuertemente, reemplazadla por espíritus luminosos capaces de subyugarla, y haced que, a pesar mío, logre realizar vuestros designios.»

Cuando rezáis: «Señor, Dios, venid a reemplazar mi personalidad, tomad Vos mismo la dirección de mi vida», no sólo actuáis sobre las partículas materiales de vuestro cuerpo, en el plano fisico, sino que actuáis sobre todo en la memoria de las células, sobre los clisés registrados; y las antiguas costumbres son reemplazadas por facultades nuevas, por otras cualidades y virtudes. He ahí una de las mejores oraciones que existen. Todas las demás contienen un elemento personal, un interés, un cálculo - se quiere halagar al Señor - mientras que en ésta ponéis en una carta toda vuestra vida y decís: «He ahí, Señor, que estoy presto a morir, Tú puedes tomarme la vida, hacerme desaparecer, pero envíame entidades celestiales para reemplazar mi naturaleza inferior para que pueda servirte.»


2. Un método para orar.

Decís que oráis pero que no obtenéis resultados. He ahí un medio muy simple, pero muy eficaz para poneros en relación con el Señor. En el momento en que queráis orar, cread una imagen: la de una multitud de espíritus dispersos por todo el mundo y que, allí donde se encuentran, se están concentrando en el Creador. Mediante el pensamiento, os juntáis con estos seres para orar. Así vuestra voz ya no está aislada en el desierto de la vida, y pedís al Cielo conjuntamente con millones de seres luminosos. Una oración de este tipo siempre es escuchada debido a la colectividad y así os beneficiáis igualmente.

Vuestra oración no alcanza su fin porque obráis solos. El secreto está en unirse a todos los que oran, porque en cualquier momento hay seres en alguna parte que rezan.


- Todos los poderes están en el pensamiento.

El verdadero discípulo es un ser convencido de que el pensamiento es una realidad y de que todos los poderes están en el pensamiento. Sabiéndolo, incluso en las circunstancias más desfavorables de la vida en las que los demás se sienten desdichados, engañados, el discípulo puede actuar mediante el pensamiento; nunca pierde el tiempo y nadie puede limitarle: es libre, y por encima de todo, es un creador.

Los que no están acostumbrados a trabajar con su mente se lamentan continuamente de que les falta algo, de que están oprimidos, atados; siempre encuentran un motivo para sentirse desgraciados y es que no se han dado cuenta de que Dios ha dado al ser humano todas las posibilidades, pero sólo en el campo mental. El día en que sepan aprovecharse de todas las circunstancias de la vida para mantenerse en las alturas, gracias al pensamiento, lo dominarán todo.




Extracto de LA NUEVA TIERRA
OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV

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