Redefinir el yo como el Yo Espiritual.

Ramtha


«¿Por qué las personas espirituales pasan por dificultades?
Ellos eligen lo que el alma necesita superar y poseer.
Permiten que se manifieste lo que el alma necesita.
Las batallas son crudas, pero gracias a esto la luz se vuelve
más brillante. Si estás herido por dentro, es porque has
hecho concesiones. Has ocultado tu luz, no has dejado
resplandecer al Yo.»
— Ramtha


LA ABOLICIÓN DEL YO POR MEDIO DE LA CULPA Y EL VICTIMISMO.

Oh, mi amado Dios
esta noche estoy agradecido por mi vida
por encima de todas las cosas.
Todo lo demás es ilusión.
Esta vida, la sangre
que corre por mis venas,
eres Tú, mi Espíritu Santo,
y todo lo demás es ilusión.
Esta noche celebro lo que soy
como Dios manifiesto.
Mi amado Padre,
mi amada Madre,
durante estos días
sácame de mi torbellino
y colócame
sobre el suelo de tu ser.
Que así sea.
Por la vida.



Es tan bello observarte, escuchar tus pensamientos... Esta noche vamos a hablar sobre el cielo. El cielo, el Plano Sublime, el plano de la dicha suprema. Y empezaremos esta enseñanza haciendo que comprendas un aspecto esencial de ti mismo.

En esta vida querías el sendero espiritual. Lo querías. Estás aquí porque yo soñé este tiempo y todos vosotros —incluso los que no estáis aquí, los que estáis reunidos en otros lugares—, un punto de reunión, un tiempo de madurez, al que se le dieron eones para consumar la experiencia humana, pero aparte de eso, también tenías que estar listo. Es importante que todos comprendáis este punto, porque ese es el trampolín para entender el resto de esta enseñanza, así como esta escuela y vuestro camino en ella. Toda decisión parte de ti. Así que la razón fundamental por la que estás aquí es que yo proporcioné el eje y tú viniste, pero tenías que estar listo para venir.

De modo que lo que quiero que captes es el hecho de que todos los que están en este auditorio escogieron evolucionar espiritualmente en esta vida. Ahora, es importante que lo comprendas, porque te da el poder para entender el significado de esta vida y quizás su camino y el hecho de que el verdadero destino de la vida, en especial de ésta, no es lo que logres, sino llegar a ser. Eso es lo importante en esta vida.

Ahora, ninguno de vosotros debe decir nunca que está aquí en contra de su voluntad, porque no es así.

Todos están poniendo en acción el conocimiento y sus prácticas con toda libertad y porque así lo eligieron. La mayoría de las personas de este grupo escogió estar aquí en esta vida. Y aunque te parezca muy difícil de aceptar, hay un hecho: cuando estás aquí, todo te sale bien, estás feliz por tu jornada, pero cuando te vas de aquí y regresas a tu mundo y vistes de nuevo el cuerpo carnal, te das cuenta de que hay un conflicto entre la realidad física que repites y aquella realidad espiritual que fue realmente la finalidad de estar aquí. De modo que en la encarnación humana hay una brecha entre el destino y la culminación de éste. Pero eso siempre ha sido obvio.

Teniendo en cuenta esto, entonces, quiero que todos y cada uno de vosotros comprendáis que en algún lugar escogisteis estar aquí, elegisteis dedicar una vida, una vida humana, una encarnación humana, exclusivamente al desarrollo del Yo espiritual, y esa es la razón por la que estáis aquí. Si éste no fuera tu destino, no estarías aquí esta noche, ni estarías en esta escuela. Serías la entidad gris que no está del todo aquí cuando está aquí. Estarías aquí sólo a causa de otra persona.

Ahora, si podemos aceptar un estado de madurez espiritual y humana y admitimos esto como una verdad, entonces dicha verdad nos capacita, nos da poder. Cuando no lo admitimos y seguimos preguntándónos por qué estamos aquí, no estamos adquiriendo poder de lo que aprendemos. Y lo que primero nos da poder es reconocer que hay un Yo que es divino y que puede ser dotado de poder. Por eso es importante que una entidad siempre reconozca sus actos como suyos propios, porque se trata de definir al Yo y de darle poder.

La culpa, como nota al margen, es una cualidad engañosa de la persona espiritual, porque la culpa le quita poder al Yo. Cuando le echas la culpa a otra persona, estás drenando las reservas de poder del Yo. Sucede entonces que el Yo empieza a esconderse debajo de la bruma del malentendido. En esta escuela es esencial que el Yo sea siempre el centro. El poder debe generarse siempre desde ese centro, y en ningún momento se debe entregar el poder de ese centro a nadie. Los aspectos humanos de culpa y victimismo son los ingredientes principales con los que se le quita el poder al Yo y se le entrega a otros.

Para poder culminar este viaje aquí, hay que definir al Yo, no solamente como Yo espiritual, sino que también el Yo espiritual debe ser definible dentro del Yo humano. Toda esta definición y refinamiento conducen a la vida impecable, la vida dotada de poder.

Ahora, si escogiste esta vida para el camino espiritual, eso te da poder, porque coloca en ti el lugar de destino, y es allí donde debería estar. Esto también es compatible con el hecho de que eres un Dios con libre albedrío, un albedrío lo suficientemente libre como para imaginarse lo inimaginable, pero lo inimaginable que brota del centro del Yo junto con su poder. Si por medio de la culpa, el victimismo y vivir en el pasado abolimos el Yo, derrocamos entonces el aspecto mismo del camino espiritual. Destronamos al Dios interior en respaldo de incidentes pasados a los que podamos culpar por nuestra existencia desdichada, miserable y decadente.

Ese es un Yo sin definición, un poder que se ha entregado en su totalidad, de manera que cuando una criatura trata de manifestar algo, no sale el impulso desde el centro del Yo para hacerlo realidad. Si no hay nadie en el trono, lo inimaginable no se puede concebir. No hay poder para nada.

Bien, desde el primer momento de mi aparición aquí, dije que eres Dios, que todos sois dioses —olvidados, sí— y mi trabajo es ayudarte a recordar. Ese es el núcleo del camino espiritual: definir a Dios, definirlo y sentar a esa divinidad dentro del Yo; y tú escogiste ser parte de ese camino. Cuando hacemos esto, cuando definimos a Dios, el Yo se vuelve nítido. Solamente cuando definimos el Yo logramos ocupar su lugar. Y cuando ocupamos ese lugar estamos totalmente facultados para hacer lo inimaginable. Si no llegamos a ese punto, nunca funcionará, nunca. Ahora, este destino, antes de llegar a esta vida—y vamos a hablar acerca del lugar de la dicha suprema— era una opción clara que todos, con excepción de unos pocos, estabais listos para aceptar. Vamos a entender esto desde un aspecto más profundo.

Pero en este punto en especial quiero decirte que a menos que el Yo sea facultado en su totalidad, la vida espiritual, lo que viniste a experimentar aquí, nunca será una realidad. Nunca caminarás como un maestro mientras continúes dejando huellas en el ayer. El pasado fue la generación de crecimiento que consistió, esencialmente, en entregar el poder a elementos de autoridad superiores. Y esa autoridad pudo haber sido sencillamente tus compañeros de clase del primer año, al comienzo de lo que llamamos conciencia social. O pudo haber sido entregar el poder a tus padres y la manera como ellos te criaron. Así comenzó el sangrar, si quieres, de una vida desordenada, aparentemente sin más propósito que dejarse llevar por la corriente y apenas sobrevivir. Una vida en la cual no cuenta lo inimaginable, sólo lo que está de moda o lo que es fácil.

Ahora, para que comprendas lo que significa caminar como un maestro, tendremos que manifestar en tu vida lo que se llama una revelación, de modo que te sea revelado, en el nivel en que individualmente te encuentres, lo que yo quiero decir con el término "el pasado". Nunca podremos suprimir los recuerdos de quiénes fuimos; lo que tenemos que hacer es transmutar la energía de lo que fuimos, una entidad destronada en busca del Yo. Tenemos que sacar esa energía de la red neuronal que día tras día repite las circunstancias del pasado puesto que está aquí arriba (cerebro). Son conexiones fijas y esas conexiones toman el poder y lo distribuyen para mantener intacto lo que dictó el pasado. Para un estudiante de la obra espiritual esto es algo inaceptable, porque, ante todo, no hay obra espiritual sin poder y, segundo, no hay poder sin un discernimiento del Yo. Si no se reclama el Yo y no se le cambia su definición, no existe algo así como lo inimaginable, no hay hombre o mujer que sean maestros de la realidad. No funciona, nunca ha funcionado.

Entonces, cuando entendemos esto —presta mucha atención— el pasado significa eliminar la condición de víctima, eliminar la envidia, los celos, el odio, la malicia, eliminar todos aquellos aspectos que tanto degradan al Yo espiritual, que literalmente lo despojan de su hermoso poder y mantienen vivos los demonios de nuestra propia mente. El deshacerse de esas acciones quiere decir asumir la responsabilidad de todas ellas, hacer la responsabilidad parte del Yo. Al hacerlo, la culpa ya no está encerrada en tus pobres padres —que, por cierto, son personas espirituales también— o atrapada en aquella clase del primer año escolar. Ya no está encerrada en tu necesidad de er necesitado.

Cuando dices: «Yo creé esto; no sé por qué o cuándo se me ocurrió, pero lo hice. Si yo no lo hubiera pensado, nunca habría ocurrido», ya no tienes la salida de continuamente echarles la culpa a otros en tu vida.

De repente la cuerda se rompe, se rompen las cadenas y el Yo empieza a definirse.



— Ramtha
Extracto de El Libro Azul

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