El trabajo del justo.

Varios/Otros


No sé si ustedes han pensado en algo... Esta es una reflexión profunda que le hacemos a las personas cuando están confrontadas con algo que no aceptan. Cuando no estoy aceptando algo, entonces me siento con la obligación de cambiar eso que no acepto. Entonces le pregunto a las personas, “¿Si tú no existieras en este momento, eso dejaría de suceder?”... ¡No deja de suceder!

Una persona dice, “Hay que dar limosna porque sino los pobres no desaparecen...”. Yo le digo, “Si tú no existieras, ¿los pobres desaparecerían?” ¡No desaparecen porque necesitan la experiencia y habrá otro que te reemplace en eso! Hay que dejar de ser el ignorante de turno.

El problema de fondo se va a reducir a una sola cosa... ¡¡Experiencia personal!! No es el universo el que cambia, no son sus procesos los que cambian. Somos nosotros lo que podemos ascender de un piso a otro, o bajar de un piso a otro, o cambiar nuestra experiencia de vida, individualmente.

Hay unas técnicas que vamos a seguir estudiando en los módulos que siguen, que son las técnicas de maestría. Por ahora, solo puedo decirles que una técnica de maestría consiste en que no se note que tú sabes más, porque los que saben menos se van a sentir muy mal contigo porque no te pueden comprender. Por supuesto, que el que sabe menos no podrá evitar que se note, porque sus resultados son diferentes. El asunto de la sabiduría es que necesitamos manejar la información. El universo entero, y todo lo que en el sucede, está organizado con base a información. Transmitir la información adecuada, oportunamente y con sabiduría, es una técnica de maestría. Es evidente que si hay un grupo de personas o una persona cualquiera, que está frente a una situación difícil, con mejor información la podría manejar mejor, pero esa información jamás podrá ser superior a la que la persona pueda comprender o manejar, porque no le harías un favor. Tampoco puede ser inferior. La información debe ser la exacta para él.

Los Maestros dicen que la información debe ser eficiente, suficiente y oportuna. Ahí es donde se requiere sabiduría.

Tengan en cuenta algo. Necesitamos interactuar con información allí donde estamos, porque esa es nuestra correspondencia. La pregunta es, qué información le vas a dar tú a una persona, y cómo haces para determinar cuál sería la información apropiada para él. Si las personas están muy cerca y tenemos la oportunidad porque las personas están preguntando, necesitaré darles la información. De lo contrario, tendré que limitarme a esperar a que se desenvuelva la situación, de acuerdo al orden previsto en el plan del universo.

La idea es que si nos involucramos en situaciones agresivas, seremos correspondientes con situaciones de violencia cada vez más fuertes... Una persona puede estar dentro de un ambiente violento sin él ser violento, ¿qué es lo que está haciendo esa persona ahí?... No va a pelear porque el es una persona de paz dentro de un mundo de violencia.

Entonces lo que él está haciendo ahí es mostrando dos cosas: un resultado y una opción. Dando una información.

Si una persona está muy angustiada por cualquier situación y necesita una información o servicio, ustedes, ¿a quién creen que recurriría? ¿A una persona en quien ve que tiene paz, o a alguien que está aún más angustiado que él?...

El diría, “Si esta persona, que también vive el mismo entorno que yo, tiene más paz, debe ser que comprende algo”..., y por lo tanto recurriría a ella. Ese es el trabajo del justo: dar información y servir. Por supuesto, es un trabajo, una función.

La idea es ésta: si decidimos involucrarnos en un sistema ofensivo o en un sistema de defensa, la correspondencia en el otro extremo es de la ley, no podremos evitarla: 100% de fuerza y resistencia...

(Ante una pregunta) Cuando haya advertencias... Pues las advertencias son para tomarlas en cuenta... Si una persona tiene advertencias y no las toma en cuenta, habrá que preguntarle qué es lo que no está aceptando. Por ejemplo la persona que tenía... Digo “tenía” porque aún cuando crea que tenga, la realidad es que ya no lo tiene...

Tenía una finca, productiva o no, en algún lugar donde ahora no tiene acceso por situaciones de guerra, e insiste en seguirla teniendo. La vida le hace advertencias: “Mire, usted eso ya no lo necesita. Ya no es lo que usted administra”... pero si la persona tiene el ego fuerte, ¿qué haría? Diría, “No, pero es que esto es mío; nadie tiene por qué quitarme lo que es mío... Nadie tiene por qué coartarme mi libertad ¿Por qué alguien me va a decir a mí que vaya o no vaya a tal parte, si es que yo soy libre...”. Si esa es la posición mental, decidirá irse en contra de la advertencia. Desde luego tendrá un resultado. No puede decir esa persona que ese resultado es injusto... es el correspondiente con su decisión.

Pero si la persona tomara otra decisión y dijera, “No necesito eso puesto que ya no lo tengo. Necesito aceptar que ya no lo tengo porque no lo necesito y eso no me impide ser feliz...”, entonces no generaría esa correspondencia.

La advertencia es bastante particular, no es algo colectivo. Las advertencias son cosas muy específicas; no son cosas generales. Son situaciones absolutamente particulares. Es decir, si a la persona en cuestión nadie le está diciendo nada, no hay advertencia. Alguna persona me ha dicho, “Voy a hacer un viaje por carretera a través de toda Colombia; voy a atravesarme Colombia de un extremo a otro por placer, ni siquiera por negocios... ¿lo hago o no lo hago?” Yo le respondo: “Mira, yo no puedo decirte eso. ¡No sé! Pero si te puedo sugerir que observes la vida. Si no ves ninguna señal de que no lo hagas, hazlo; pero si llegas a ver señales de que no lo hagas, pues no lo hagas”. Eso es lo que yo te puedo decir; lo demás es tu decisión. Algunas personas lo han hecho y regresan de sus vacaciones después de esto y dicen, “Me fue divinamente; disfruté; no había absolutamente nada de nada que no fuera agradable”.

Esa persona no había tenido ninguna advertencia. En otro caso, he visto exactamente lo contrario... la persona si tenía advertencias. Y más de tres. Hizo su famoso viaje. No perdió la vida ni nada más, porque tenía ángeles. Pero el resto fue desastroso: el susto, las pérdidas materiales y todo lo demás fueron muy grandes. ¿Qué hizo esa persona? Ser terco. No aceptó las advertencias.

Un hecho general no es un indicador. Los indicadores son particularmente específicos. Y precisos. No se trata de no actuar. Se trata es de decidir cuál es la acción más sabia. Siempre hemos expresado algo: es necesario todo lo que sucede, no hay nada que sobre o que falte de lo que pasa en el universo. Lo que sí es claro es que hay funciones para unas personas y funciones para otras. Como cuando hay un enfermo: es claro que necesitamos un médico; eso está clarísimo.

Entonces si hay un delito, y yo no soy policía o investigador, lo más sabio que puedo hacer es buscar el policía o el investigador. Es decir, vamos a delegar la acción en quien corresponde porque quien corresponde está preparado para eso y es su función en la vida. Eso es lo que él ha venido a hacer. Si yo hago lo que no he venido a hacer, ahí es donde me equivoco.

La pregunta de fondo es: ¿Qué hace una persona para ser correspondiente con determinado evento? Cuando tenemos miedos, odios, cuando tenemos en nuestra mente la idea del culpable, la idea del justiciero o de la injusticia, somos exactamente correspondientes con situaciones de ese estilo, y eso es lo que la vida nos enseña cada vez que enfrentamos una situación.

Para cambiar las correspondencias necesito cambiar la forma de pensar, la forma de sentir, la forma de ver la vida.

Entonces yo cambio las correspondencias. Pero no cambio el universo, cambio mis correspondencias. Eso es lo importante de comprender en Aceptología: que no vamos a cambiar el universo porque la realidad no es cambiable, lo que es cambiable es la experiencia individual.

La resistencia que está impidiendo hacer esto se origina en una serie de conceptos mentales aprendidos de la cultura que básicamente los vamos a estudiar ahora, en lo que sigue del taller. Son esos conceptos de solidaridad, de bondad, de integración, de participación... Es decir, eso de “ser bueno”, de que “los demás importan”, de que “me estoy volviendo malo”... O sea, todas esas ideas que si yo no las tengo claras y no sé lo que significan, se me van a convertir en un serio obstáculo mental para mi desarrollo espiritual, y eso será necesario y estará ahí hasta que yo lo comprenda. Buscamos en este taller de Aceptología, precisamente, comprender que hay una serie de conceptos en nuestra mente que más que soluciones causan problemas. Pero el problema no es el de afuera sino el del interior de cada uno de nosotros. Eso vamos a seguir desarrollándolo ahora.



Extracto de Gerardo Schmedling

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