La marcha espiritual del maestro.

Ramtha


Oh, mi amado Dios,
este día muévete dentro de mí
como mi Espíritu Santo,
para atraerme hacia tu reino
y mantenerme allí.
Oh, mi amado Dios,
deja que mi Espíritu fluya de mi ser
sin ninguna carga.
Acepto este conocimiento con libertad.
Deseo que me llegue su revelación.
Oh, mi amado Dios,
estoy agradecido por mi vida.
Oh, mi amado Dios,
estoy agradecido por mi cuerpo.
Mi amado Dios,
lléname de tu amor eternamente
y bendice mi vida.
Que así sea.
Por la vida.


Podéis sentaros. Para aquellos de vosotros que anoche no estuvieron aquí, tuvimos —o yo tuve— una maravillosa enseñanza acerca del Yo y del Cielo. Ahora hagamos un pequeño repaso. Comenzaremos en el marco de conciencia adecuado. Queremos evolucionar para poder llegar a un nivel de conocimiento más profundo, así que empecemos con el conocimiento que teníamos y pongamos nuestra mente en un sendero recto hacia el entendimiento.

Ahora, ¿cuál fue la primera enseñanza que te di anoche? Tú escogiste estar aquí, elegiste venir aquí y aprender un entendimiento espiritual. Nadie te obligó a venir. Estás aquí porque esto es lo que quieres aprender. La elección propia es el comienzo del poder propio o de la redefinición del YO.

Ahora, ¿cuál fue lo segundo que aprendiste anoche? La definición del Yo. Todavía estamos algo confundidos acerca del yo, y es solamente un termino. Las palabras que yo uso son sólo palabras. Lo importante es que recuerdes las dos noches3 que pasamos juntos en tu tiempo donde hablé sobre aprender a escuchar y sobre por qué es importante que te enseñe un maestro porque, si escuchas atentamente, ¿qué sucede en tu cerebro? Hay hologramas, imágenes. Así es como hay que escuchar. Estas palabras estimulan el cerebro para que cree imágenes. Y, como has aprendido, ese Yo verdadero es imaginación; es el acto de crear imágenes. Ese es nuestro destino; es lo que se supone que debemos hacer. Así que si hoy escuchas o lees mis palabras, eso te ayudará quizás a replantear viejas definiciones, porque a medida que hablo y, si me sigues, tu cerebro producirá las imágenes que mis palabras, colocadas adecuadamente, causarán en tu mente.

Si esto es así, entonces estás pensando en términos espirituales.


La definición del Yo.

Tenemos que remontarnos al Punto Cero, a lo que te enseñé la primera vez que viniste a verme: eres Dios. Luego, por supuesto, tenemos que redefinir a Dios y quitarle las cadenas de la limitación y del dogma. Y para explicar la metamorfosis de la involución y de la evolución, la realidad, usamos lo que se llama la física. El Yo es un estado puro y creativo de la conciencia y su servidora la energía, combinadas inextricablemente; eso es lo que realmente somos. El Yo creador no es otra cosa que el Dios-Fuente en sí mismo. Eso es lo que somos.

Si entendemos que en realidad no somos los rostros que llevamos puestos ni las prendas que usamos —ni siquiera los territorios que definimos—, entonces empezamos a ver al Yo en su origen más puro, cuando entendemos que el Yo no es el cuerpo subjetivo en el que existimos, sino que es la mente inactiva de una y toda la realidad. Con este cerebro que tiene la capacidad para contemplar el infinito, incluso en sus términos finitos, empezamos a ver entonces que nuestro yo ha sido una culminación gradual de las propias experiencias que él creó. Ahora, presta atención a lo que dije: que el espíritu es la culminación gradual de las propias experiencias que ha creado durante eones de manifestación. Lo que esto esencialmente significa es el Yo es una mente amplia —una mente, realmente— compuesta de toda la conciencia y energía que creó. Y experimentar una creación sin terminarla sería fragmentar el Yo; recuerda que eso es lo que somos.

"Nosotros, como conciencia y energía, el Dios-Fuente en sí mismo, tenemos sólo un destino verdadero: hacer conocido lo desconocido. Y mientras más lo hagamos, imaginar lo inimaginable, mayor será nuestra unidad, nuestra unicidad como Dios. Eso es lo que tenemos que hacer. Somos un océano que se filtra por las playas del Vacío, debemos siempre expandir lo que somos. Eso es el Yo.

Las enseñanzas de estas dos noches están grabadas en Ramtha Dialogues Tape 345 Crossing the River Part I, 8 de enero de 1997, y Tape 347, Crossing the RiverPart II, 9 de enero de 1997.

Si somos un enigma, una cualidad etérea y misteriosa llamada conciencia y energía, entonces es el alma la que captura y conserva para siempre la experiencia final, el movimiento final de esa experiencia. El alma y la conservación de la experiencia en su finalidad es lo que permite que la conciencia sea tan amplia. Sin la ayuda del alma para definir la mente, estaríamos solamente creando y desplazándonos por la creación. Y tan pronto como nos movemos por ella, regresamos adonde estábamos al principio, pues no tenemos un margen —no lo hemos creado— de realidad estática a partir del cual podamos construir otros conceptos. ¿Comprendes lo que he dicho?

Tenemos aquí entonces el alma de la experiencia memorable dentro del Yo de conciencia y energía. Es la cualidad que permite que nuestra mente crezca y se expanda. Nos da nuestros asuntos terminados, los que usamos como trampolín para crear el siguiente inimaginable. Ese es el Yo, y es imponente y poderoso.

Cuando sabemos eso acerca de lo que somos, podemos ver claramente que una vida dedicada, que sale del desierto, de la oscuridad y del fango, una vida que nace aquí y cuyo afán, destino y objetivo es averiguar lo que somos, es la más elevada que podamos vivir. Porque cuando empezamos a imaginarnos a nosotros mismos no con los ojos de la humanidad, sino que comenzamos a definirnos en términos mucho más amplios, términos inimaginables, empezamos a localizar lo que somos. Ese es el descubrimiento de quiénes somos. Es hora de mirar lo que es verdadero y real en nosotros. Esa es la vida espiritual.

Ahora: definir nuestro Yo. Lo que aprendimos entonces es que el Yo se encuentra en el cuerpo de una encarnación como la tuya. Ese Yo, cuando estuvo en el Plano Sublime la última vez y todas las veces que venía de encarnaciones anteriores, llegó al cielo. Y la agenda allí -ese magnífico Día del Juicio, esa hora del juicio— es para que veamos nosotros mismos, subjetiva y objetivamente, cómo colocamos la energía y de qué manera afectamos finalmente el núcleo central de nuestro ser; la revisión de la vida anterior, como te gusta llamarlo en términos cósmicos floridos. Lo importante de esto es que en esta hora del juicio no hay nadie allí en el cielo que sea el juez. Estamos nosotros mismos. Y averiguamos entonces que lo que cubre al Yo son los asuntos sin terminar.

Hemos aprendido un término llamado "cargas", estar cargado. Cuando veamos entonces nuestra vida anterior y lo que vas a hacer en ésta, tú vas a verlo todo. En la energía nunca se olvida nada, porque cada acto estuvo precedido de un pensamiento y eso es lo que es real. El pensamiento es real porque es lo que es el Yo; es conciencia y energía. Así que repasamos lo que es real. Y nada se desperdicia.

Vemos todo lo que hicimos, lo que pensamos que hacíamos a puertas cerradas o que estaba detrás del plácido rostro de la indiferencia o de sonrisas vacías. Y empezamos a verlo no sólo como el que lo hizo y lo estaba pensando, sino como conciencia y energía desde este punto de vista, como el Yo que es ambas cosas.

No sólo vemos subjetivamente lo que estábamos pensando, sino que también lo sentimos subjetivamente como energía y vemos adonde estaba dirigida. ¿Cuántos de vosotros entendéis eso? Porque somos, como ya lo hemos aprendido, uno. Dios es una mente. Lo que hacemos, nos lo hacemos a nosotros mismos, sin importar quiénes sean los personajes. Los personajes somos nosotros mismos, porque así de grande es el Yo.

Aprendimos que lo que le hacemos a otro, nos lo hemos hecho a nosotros mismos. Cuando abusamos, cuando somos despiadados, indiferentes, cuando esclavizamos a otro o le ponemos una trampa, cuando somos decadentes, faltos de benevolencia, implacables, todo eso nos lo hacemos a nosotros mismos. Durante la revisión en la luz experimentamos lo que es sentir eso. Todo es energía y nosotros, por lo tanto, somos sus creadores. Entonces, la energía que nosotros expulsamos regresa a casa, a nosotros. Ese es el Día del Juicio.

¿Y por qué es un momento doloroso? Porque realmente nos toca ver cada faceta de nuestro ser y la dinámica de esa faceta. Nos convertimos en la persona lastimada que lastimamos, en el esclavo que escllavizamos. Somos la víctima de nuestro abuso. Y lo sentimos en cada rincón.También aprendimos por qué eso es importante, porque para poder realizar cualquiera de esos actos en una vida, debemos tener una cualidad divina que podamos utilizar para ejecutarlos. En otras palabras, no hay ningún acto que no esté precedido de un pensamiento, y el pensamiento procede de la fuente divina que está dentro de nosotros. De modo que nosotros somos ese acto. Aprendimos también que nuestras cargas consisten en entregar nuestro poder, fragmentar nuestro Dios y estar incompletos.

Definir el Yo en la vida espiritual es buscar afanosamente el conocimiento que nos permita enfrentarnos a nuestras cargas; que nos permita averiguar quiénes somos en la vida espiritual. Y es esencial que lo hagamos.

Al comienzo de este camino espiritual nunca caminamos como ángeles. Humildemente llegamos a la puerta con nuestras mulas muertas, nuestras obsesiones, nuestros fantasmas, nuestros sufrimientos, nuestras ansiedades. Y el demonio que llevamos con nosotros es nuestro ego alterado.

Aprendemos que la vida espiritual significa recuperar el poder. De todo lo que te he enseñado, el mensaje primordial es recobrar con coherencia el poder que has fragmentado, porque cuando lo haces, derribas el templo interior y la divinidad interior. Y cada bloque, cada piedra dorada que compone el templo del Yo ha sido entregada a todas esas zonas que constituyen una inmensa cantidad de sufrimiento porque estamos separados de nuestro Dios, porque nuestro Dios está fragmentado a nuestro alrededor. Eso es una carga.

Para poder entonces lograr lo inimaginable, tenemos que reconstruir ese templo. Tenemos que redefinirnos, lo cual no es fácil. Y muchos de vosotros habéis contemplado de una manera muy sincera cómo habéis entregado el poder y lo que ello implica. Y no significa entregárselo a alguien para que controle tu vida, aunque eso es un aspecto de ello. "No significa eso realmente. Tiene un significado mas sutil y más místico; significa aferrarte a tu pasado.

Verás, la fragmentación de Dios en forma de carga está únicamente encerrada en el pasado. Y ya hemos considerado esto, víctimas de tus experiencias del pasado. En mi audiencia hay una carga crónica: que tus padres abusaron de ti, o que te ignoraron abandonaron. Pasas por la vida con esa actitud repugnante de carencia y los señalas con el dedo, a él o a ella—éstos son ejemplos— o a un amigo, o a alguien que abusó de ti, o a alguien que arruinó tus planes. Vas por la vida señalando con el dedo acusador: «Es culpa de ellos que yo sea así.» Y eso es fragmentar el Yo, porque en vez de asumir la responsabilidad de haber creado esto —de eso se trata Dios; Dios es el creador y yo te digo que eso es lo que tú eres— en vez de asumir la responsabilidad, lo cual definirá al Yo, lo fragmentas al señalar con el dedo y decir: «Me hicieron esto y yo era inocente». Nadie es inocente. Cuando actúas así y creas tiranos en tu vida, has tomado una parte del templo y la has colocado allí, y su realidad y su dinámica producirán ese resultado en tu vida.

Y, como también aprendimos, desde la perspectiva humana es algo muy tentador ser la víctima, pues todo el mundo lo es. La conciencia social del capitalismo consiste en crear víctimas para que alguien busque la manera de sacarte de ahí temporalmente. Es sencillo, es más fácil decir «yo soy así por esto y aquello».

Personas, lugares, cosas, momentos y sucesos. Cuando haces esto, funciona durante un tiempo.

Observa que has usado esta excusa para todo, para la falta de fortaleza, para excusar las enfermedades.

La has usado para atar gente a ti de una manera astuta, a través de su empatia y compasión. La has usado para lograr lo que quieres. Te ha servido. Eres un capitalista; eso es lo que eres.

Y realmente nadie quiere renunciar a esto porque, como has aprendido, el animal dentro de ti, el sobreviviente de linderos definibles, la criatura del rebaño, implora supervivencia. Y si cada uno dejara de servirle al rebaño, ¿qué sucede en el momento que dices: «Yo lo creé»? -y Yo es Dios— «Yo lo creé. Esta es mi propia creación.» El momento en que declaras eso, retiras tu poder de tus padres, de las personas, lugares, cosas, momentos y sucesos. Lo sacas de allí y empiezas a reconstruir el templo aquí dentro y eso —como has aprendo y lo has contemplado— es un proceso muy doloroso.

La noche oscura del alma llega cuando finalmente asumimos la responsabilídad de nuestras acciones. Lo que sucede entonces es que la energía que llega a casa desde los pobres papá y mamá — recuerda que ellos también son dioses— la energía que llega a casa desde tu hermano, hermana, de tu esposo, tu esposa o tu amante, cuando empiezas a asumir la responsabilidad, observa cómo funciona la conciencia... Porque si ella controla la energía, al quitar el Yo de allí fuera y colocarlo aquí adentro, la energía empieza a evaporarse de papá y mamá y se mueve hacai ti, pasa por esas bandas. Regresa a casa.

Entonces la noche oscura del alma se presenta cuando la energía pasa velozmente a través del cuerpo emocional. En otras palabras, anteriormente había sido enviada a través del cuerpo emocional en forma de sentimiento, para crear. ¿Recuerdas que hemos aprendido eso? De modo que ahora regresa a casa y hace impacto en el mismo sentimiento. La energía se purifica solamente al regresar al reino físico del cuerpo emocional. Dicho de un modo más sencillo, cuando recuperas tu poder de alguien a quien habías convertido en tu tirano, esa energía comienza a regresar a ti en forma de tirano. La energía es una forma de pensamiento, es tiránica, llega al cuerpo emocional y es como una especie de carga invertida.

En vez de salir de aquí y ser afectada hormonalmente, procede de allí afuera, pasa por la banda de energía y llega al cuerpo como una carga directa. Es una carga invertida en el cerebro. Lo que hace es activar el campo y produce sufrimiento. De ahí provienen las lágrimas y las lamentaciones. De ahí proviene la angustia. Y si alguien pregunta: «¿Qué te pasa?» «No sé». Pues bien, esto es lo que pasa: estás cosechando lo que has sembrado. ¿Entiendes?

Ahora, esto es muy difícil de digerir, porque siempre te he enseñado que debes tener alegría, y lo continuaré haciendo, pero debemos liberarnos de nuestras cargas. Tenemos que terminar lo que empezamos; tenemos que hacer regresar la energía al templo y construirlo dentro de nosotros. Ese es el Yo. Eso es redefinirlo, y es doloroso. Nadie quiere asumir la responsabilidad de algo que le ha servido tan bien durante tantos años. Nadie quiere admitir el hecho de que es él quien ha vivido en el pasado de una situación y que las personas implicadas hace tiempo que ya no están. A nadie le gusta reconocer que así fue como vivió su vida. Es difícil.

Pero cuando la energía pasa por la noche oscura del alma, esta en casa y el Yo comienza a definirse. Esto es juicio puro. Te diré algo que no te dije anoche y que será evidente a lo largo de este curso, y es el hecho de que el sendero espiritual es un sendero de purga y limpieza. No se trata de la limpieza del cuerpo ni del colon; no es eso. No estoy hablando en esos términos. Tengo que ser muy claro.

Ahora, la energía entre dos puntos de conciencia define el tiempo, su velocidad, su impulso; eso es definir el tiempo. En este cuerpo tenemos dos niveles de conciencia. Tenemos la conciencia cuerpo-mente y la conciencia divina. Por lo tanto, el tiempo rebota entre las dos. Si tomamos ese hecho y lo entendemos como un impulso, el cuerpo está continuamente sometido a una presión emocional, y eso significa que si es así, las emociones que se mueven desde dentro de él agotan el abastecimiento de hormonas y energía que lo gobiernan. Y esos componentes fundamentales de la parte física tangible se agotan todos los días al recordarnos de lo que hicimos impunemente en la juventud, pero cuyas consecuencias se ven ahora en la edad madura. De modo que todos los días el trauma emocional de tu pasado sigue corroyendo poco a poco, y eso es el tiempo. Por eso, cuando uno se adueña de las cargas del pasado y recupera su poder, cesa la reacción del pasado.

¿Comprendes? Volviendo al tema de la ascensión, toda ascensión se convierte, simplemente, en el apogeo natural por haberse adueñado de las propias cargas. En este punto el maestro camina verdaderamente sobre la faz de la tierra.

La vida espiritual verdadera es aquella en la que nacemos para entender el Yo, sanarlo y dedicar toda una vida al arte de su sanación. Lo que sucede entonces y que es tan diferente a lo que le sucede al grupo que está inventando computadoras al otro lado del río, es que la vida espiritual es eterna, así que cuando sanamos el Yo, pertenecemos a las eras, pertenecemos a la eternidad. Cuando nos enfocamos en lo que nos ha dado la vida, lo que realmente somos, y nos esforzamos por convertirnos en ello y por entender su metodología y su ciencia, la mecánica de cómo funciona, cuando dedicamos una vida a hacer esto, entonces ese Espíritu será nuestra recompensa en una existencia sin fin. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Que así sea.

Ahora, esta escuela trata de definir el Yo. Nosotros sólo lo hacemos más duro. ¿No es esa una frase interesante? Nos lo ponemos duro. Así se ve desde otra perspectiva ¿verdad? ¿Cuál fue la tercera cosa que aprendiste? En la orientación aprendiste sobre ir a la luz, el día del juicio, y cómo en esa revisión en la luz te conviertes en todas las cosas, tanto en el sujeto como en el Observador. También aprendimos que después de esta revisión de nuestra vida, a pesar de ser tan perturbadora, allí en el Plano Sublime estamos más cerca de nuestro elemento natural que cuando estamos aquí, en esta tierra extraña. Y allí tenernos un lugar al cual ir a contemplar. Aprendimos que hay diferentes salas de contemplación: pizzerías en el cuarto plano, sentados junto a un lago tranquilo que aparece al instante, sentados en algún lugar del Vacío. Los llamamos los salones de contemplación—y esto es lo importante— en los cuales tenemos la capacidad de reflexión. Ahora nos hemos separado de nuestro ego alterado.

Podemos conservar el aspecto de nuestro último cuerpo si deseamos que nos ayude a recordar lo que debemos hacer, pero nos hemos separado de él. Ya no nos importa a quién dejamos en la Tierra. Ni nos importa qué pasó con nuestros bienes personales después de la muerte. No nos importa en lo más mínimo.

Por mucho que digan los abogados, no nos importa. Y realmente somos muy diferentes de lo que fuimos en esa existencia humana. Pero la tenemos presente, porque ahora, teniendo en cuenta lo cosechado en esa vida, debemos ser capaces de contemplar, sabiendo que la contemplación es nuestro orden natural, porque en cuanto lo hacemos, se manifiesta. Y debemos reflexionar sobre cómo resolver los asuntos que, una vez más, en otra vida, no fuimos capaces de solucionar.

En aquel lugar todos sabemos cuán cobarde es el cuerpo, el ser humano. Lo sabemos. ¿Cómo, sin embargo, nos internamos en esa orbe de experiencia y cómo podemos plasmar lo que queremos en un cerebro que obviamente no va a recordar? Mientras entendamos la unicidad, Dios es uno, entonces las cosas gratas de nuestra vida se pasarán genéticamente. Si engendramos hijos en esa vida pasada, entonces sucederá algo honroso y es que habremos creado un linaje. Y la ventaja de eso es que nuestras actitudes se hacen carne en la siguiente generación. ¿Y qué mejor lugar para aterrizar y resolver nuestras cargas que el grupo genético al que concurrentemente tratamos de hacerle frente?

En este lugar, entonces, nos esforzamos por encontrar esa linea de potencial y por crear nuestro futuro para poder solucionar nuestros asuntos. Porque, repito, no se trata de ser una buena o mala persona; se trata de lo que hacemos con las oportunidades y a qué nivel de conciencia lo hacemos. ¿Las abordamos con el humano que es instintivamente cobarde, o con el espíritu que es todopoderoso? Se trata de crear y experimentar para que el alma tenga otra piedra, otra herramienta con la cual construir una nueva realidad basada esa sabiduría.

Por eso es esto tan importante.

Sabemos todo esto, pero también sabemos que nuestros asuntos inconclusos, como hemos aprendido, no se pueden completar en plano Sublime. Allí podemos ver el fin de todo, porque podemos ver lo que somos en otros reinos. Se nos da la oportunidad de jugar allí. Se nos brinda la ocasión de ver lo que seríamos si fuéramos esta vida o esa vida o aquélla. ¿Comprendes? Solamente estamos limitados por lo que sabemos.

Podemos hacerlo todo: tomar nuestra siguiente encarnación y recorrerla toda. Podemos visualizar la vida más ideal, pero en realidad no la vamos a vivir. No ganaremos la esencia de la sabiduría a menos que regresemos al lugar de su origen, o sea, aquí abajo, al plano de la demostración, el plano espeso, viscoso y almibarado. Es aquí donde nos tenemos que definir y donde tenemos que hacerlo conocido.

Entonces, ¿cómo transferimos nuestra conciencia sublime y resplandeciente, la que imagina y al instante es? ¿Cómo podemos transferirle esa magia al cuerpo? Bien. Sabemos que la única manera de hacerlo es trazar en el Plano Sublime un rumbo de lo que queremos alcanzar aquí. ¿Cómo lo vamos a lograr? Vamos a impregnar las bandas que rodean al tejido del bebé en la matriz. El bebé se alimentará de esas bandas. Pero lo más importante es que hemos establecido el programa en el alma, que es la que recuerda. Y el alma es lo que le dará vida a la criatura en el útero. El alma va a crear el latido rítmico del corazón. Como ella (el alma) se llama el señor del cuerpo, también tiene jurisdicción sobre el papel que jugarán los genes en la formación del cuerpo. El alma va a hacer eso. Pero no hará que el cerebro recuerde lo que aún no tiene. ¿Comprendes?

Solamente puede almacenarlo en el cerebelo inferior, el único lugar donde se le permite hacerlo. Ahora sabemos eso; cuando estamos en el Plano Sublime lo sabemos.

Entonces, ¿qué es ser una persona espiritual? Es ser el Yo totalmente, plenamente. El Yo debe ser todas las cosas y todas las personas. Si lo que queremos es ser espirituales, no deberíamos tener rencores contra nadie. Si no los tenemos en el Plano Sublime donde la manifestación es instantánea, ¿por qué insistimos en hacerlo aquí?

Segundo, deberíamos perdonar a todos, porque al hacerlo nos perdonamos a nosotros mismos. Al perdonarnos nos quitamos el resentimiento y recuperamos nuestro poder. Cuando aprendemos que cada persona es nosotros, tal como somos, entonces somos espirituales, pues no hay razón para no ser en la Tierra lo que somos en el cielo. Sencillamente tenemos que escoger serlo y observar las condiciones para serlo. Si no hacemos trampa en el cielo, ¿por qué la hacemos aquí? Si no existe la duda en el cielo, ¿por qué insistimos en experimentarla aquí? Si no hay mala voluntad allí, ¿por qué nos empecinamos en ella aquí? ¿Empiezas a entender?

Por más libertad. ¿No es cierto que la verdad nos hace libres? Así es, en verdad. Dios, que siempre anhelemos esa libertad. Que así sea. Por la vida.



RAMTHA
Extracto de NACIMIENTO MUERTE Y REENCARNACIÓN. El Libro Azul

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