Los fantasmas. I

V.B. Anglada


Otra de las preguntas que se hacen los investigadores en el campo de la Parapsicología es la que hace referencia a los llamados “fantasmas”, unos fenómenos psíquicos de cuya existencia se ha hecho constantemente eco la tradición, aunque sin explicar nunca en forma racional y científica el verdadero significado o procedencia de los mismos. Nuestra investigación desde el ángulo oculto nos ha permitido identificar a los siguientes tipos de “fantasmas”:

a. Fantasmas de los Pantanos, aprovechando las condiciones semietéricas que se producen en los mismos a causa de la humedad sucia de las aguas encharcadas.

b. Fantasmas de las Casas Encantadas, creados por las emanaciones psíquicas de altas tensiones emocionales.

c. Fantasmas de los Castillos, de los que nos ha hablado mucho la tradición y que han llenado muchas páginas de literatura ocultista, de misterio y de terror en todos los tiempos.

d. Fantasmas, o Entidades psíquicas creadas y mantenidas en objetividad astral por arte de “imposición mágica”.



a. Fantasmas de los Pantanos.

Ese tipo de “formas psíquicas” surgen habitualmente por condensación del vaho húmedo que se origina en los lugares pantanosos y constituyen la actividad de ciertos devas semietéricos, llamados esotéricamente ASURAS, los cuales habitan en las capas poco profundas del suelo y aprovechan aquellas condiciones de “sucia humedad” para adquirir consistencia y objetividad física, aunque sea de carácter vaporoso. Los ASURAS tienen una forma muy parecida a la humana y, aunque generalmente son de evolución inferior, poseen un gran poder psíquico sobre los éteres densos, los cuales modelan de acuerdo con las necesidades inherentes a su propia evolución. Suelen acudir prestos a las invocaciones de los hombres y se convierten en fieles servidores de aquellos que hayan logrado someterlos a su voluntad, tal como es el caso de los magos negros que utilizan el poder psíquico de los ASURAS para provocar situaciones conflictivas en los ambientes sociales del mundo.

Los ASURAS, tal como decíamos antes, realizan su evolución en las capas semietéricas del suelo. Por su especial condición y grado de evolución dentro del reino dévico “no tienen conciencia del bien ni del mal” y se limitan a obedecer ciegamente las órdenes de aquellas personas cuya voluntad es fuerte y poseen altos secretos o conocimientos mágicos. Sin embargo, suelen ser extremadamente peligrosos si una vez invocados no se les puede dominar, pues en tal caso, y al igual que en el caso del Aprendiz de Brujo, el dominador pasa a ser dominado y el ASURA se convierte entonces en una entidad maléfica y obsesiva que dificulta enormemente la evolución espiritual de las personas sujetas a su poder. De ahí la prudente reticencia del Maestro en facilitar a sus discípulos ciertas claves de invocación de los devas ASURAS, haciéndolo solamente y en casos muy especiales cuando se trata de discípulos que poseen una bien reconocida sabiduría y un profundo control espiritual.

Otro tipo de “fantasmas de los pantanos” suelen ser simples cascarones astrales de personas o de animales fallecidos que vivieron en las cercanías de aquellos lugares pantanosos y que los ASURAS vivificaron con su tremendo poder psíquico. En tal caso, el vaho húmedo que producen el barro y las aguas encharcadas es utilizado como agente sustanciador o cohesivo de la forma etérica del cascarón astral y que suelen ser los fantasmas que muchas personas han podido ver “flotando” por encima de los lugares pantanosos y también en las márgenes de los ríos y en las cercanías de los lagos. La condición óptima para ese tipo de manifestaciones etéricas o ectoplásmicas es la existencia de “sucia humedad”, pues este elemento posee cualidades de sustanciación física que el ASURA utiliza para hacerse visible o para materializar cascarones astrales de personas fallecidas de baja vibración espiritual o de animales muertos en proceso de putrefacción, de desintegración física.

Otra especie particular de ASURAS, que no habitan en las cercanías de los pantanos o lugares análogos, poseen una cierta percepción física y comprenden instintivamente el lenguaje humano. Estos son particularmente invocados por algunas personas, singularmente las que habitan en los pueblecitos de la alta montaña, para pedirles el hallazgo de objetos perdidos, obtener ciertos favores -un buen matrimonio o una excelente cosecha, por ejemplo- o simplemente para tener suerte en la vida personal.

Tales invocaciones son siempre de carácter mágico por cuanto está implicado un ferviente deseo que esencialmente es voluntad, pero debido a la sencillez e ingenuidad de las mismas no suelen ser peligrosas, ya que, afortunadamente, el poder invocado es muy limitado y la respuesta mágica no va más allá del hallazgo de las cosas perdidas o de la dispensación de ciertos favores a cargo del ASURA que se sintió particularmente invocado, pero puede tener muy desagradables consecuencias cuando la invocación tiene carácter maléfico y deliberadamente se intenta causar mal a alguien, ya sea en su vida o en su hacienda. Esto ocurre desgraciadamente y puede llegar a provocar fenómenos tales como: muerte de ganado, pérdida de cosechas, el corrientemente llamado “mal de ojo” o las extrañas enfermedades que suelen contraer inesperadamente ciertas personas.

Tengamos en cuenta, sin embargo, y habrá que hacerse énfasis sobre este asunto, que los ASURAS no son los responsables directos de dichos fenómenos, sino que se limitan a obedecer ciegamente la voluntad de aquellos seres humanos cuyas pasiones, ambiciones, odios o envidias crean el necesario vínculo psíquico para que aquellos males puedan ser provocados. Esotéricamente deberemos ser cada vez más conscientes del poder invocativo que posee nuestro cuerpo astral o psíquico, y por tal motivo se hace cada vez más necesario un potente desarrollo mental y un eficiente control de nuestras tendencias emocionales.


b. Fantasmas de las Casas Encantadas.

Son más frecuentes de lo que realmente se cree y todos habremos oído hablar de casas o mansiones en donde tienen lugar fenómenos psíquicos, tales como movimientos de muebles, ruidos en las paredes, puertas que se abren y cierran misteriosamente, etc., efectos que fueron examinados en el apartado correspondiente a “los duendes del hogar”, pero acompañados en este caso de apariciones de fantasmas, o de cascarones astrales vitalizados, cuyo campo magnético posee una alta tensión psíquica. En un principio tales fantasmas fueron quizá la expresión real de alguna entidad humana que habitó en aquella casa y que en virtud de una potente pasión astral o psíquica se sintió fatalmente atraída hacia ella, utilizando el ectoplasma ambiental que “fabrican” los devas inferiores para materializarse y producir fenómenos externos de carácter psíquico.

Tal es el caso del avaro guardando todavía después de muerto sus queridos tesoros escondidos, del amante que no se resigna a perder a la persona amada que tuvo que abandonar en el momento de la muerte o de aquél que después de haber dejado el cuerpo físico continúa persiguiendo encarnizadamente a su enemigo desde el plano astral y es capaz todavía de perjudicarle en su salud o en sus intereses materiales. Sin embargo, y viendo tales fenómenos de materialización desde el ángulo esotérico, se aprecia en la casi totalidad de los casos que los fantasmas de las casas encantadas no son almas humanas, sino simples espectros de las formas que las caracterizó durante el proceso de su existencia kármica, vivificados artificialmente por los devas, los cuales los dotan de objetividad y proyección psíquica.

Dichos vehículos fueron oportunamente abandonados por el alma, pero debido a su alta radiación psíquica inferior atrajeron la atención de algunos potentes devas en sintonía con la misma, los cuales desde entonces se constituyeron en habitantes de los mismos convirtiéndolos en fantasmas. Al llegar aquí démonos cuenta de la similitud del proceso de creación de un fantasma, ya se trate de un fantasma de los pantanos, que utiliza como vehículo cohesivo de materialización la “sucia humedad” de las aguas encharcadas, o de un fantasma de las casas encantadas, el cual, para manifestarse, tendrá necesidad de utilizar la “sucia pasión” contenida todavía como un rescoldo de grandes odios o ambiciones mantenido psíquicamente en los cascarones astrales abandonados por ciertas personas de acusadas tendencias psíquicas. La Ley de Sustanciación es idéntica en ambos casos, y tal como hemos dicho en muchas ocasiones, siempre hay un deva tras cualquier tipo de expresión humana.

La ley de vibración, idéntica a la de semejanza, obliga a estas naturales “reacciones del éter” y a sus posteriores expresiones en forma de fantasmas, de egregores o de cualquier tipo de ambiente social.


c. Fantasmas de los Castillos.

Hecha esta aclaración, vamos a examinar ahora el tipo de fantasmas corrientemente denominados “de los castillos”, por ser en estos lugares en donde suelen aparecer y hacerse visibles. Son aparentemente una mezcla de las dos especies de fantasmas anteriormente descritos por muchas de las circunstancias que concurren en el fenómeno de su manifestación, tales como los fosos pantanosos que rodean los castillos medievales, llenos de “sucia humedad”, o las grandes piedras con que fueron construidos, las cuales, tal como fue oportunamente indicado en otras partes de ese Tratado, suelen constituir las mansiones de cierto tipo de Gnomos o espíritus de la tierra.

Pero a ese contenido densamente etérico habrá que añadir también una tremenda potencialidad psíquica, ya que según la tradición oculta “los fantasmas de los castillos” son entidades humanas en proceso de expiación kármica por efecto de algunos terribles actos cometidos en el pasado, asegurando que tales almas están condenadas a vagar por aquellos lugares en tanto no hayan consumado completamente los efectos de una larga secuela de espantosas iniquidades, profundas ambiciones, sangrientos odios e intensas pasiones.

Nuestra opinión esotérica -que no niega totalmente la tradición oculta- añade, sin embargo, a ese contexto el sentido correcto de la ley kármica de justicia, la cual “no puede permitir” un encadenamiento demasiado prolongado a los cuerpos astrales después de la muerte del cuerpo físico ni tampoco a “lugares definidos” (castillos, cercanías de las tumbas, determinadas habitaciones, etc.), por cuanto el alma espiritual es genuinamente libre y después de un tiempo prudencial de expiación, marcado por la justicia de la ley, deberá abandonar oportuna y definitivamente el vehículo astral causa de su encadenamiento. Así, con su deuda kármica sobre los hombros -tal como esotéricamente se dice- el alma penetrará en ciertos definidos niveles del plano mental en donde quedará sumida en un estado místico de “recopilación” de todos los hechos y las experiencias pasadas.

Durante este obligado proceso se dará absolutamente cuenta de todos sus errores y equivocaciones y, después de un trascendente acto de contrición espiritual y de formulación de votos de enmienda ante el supremo Juez monádico, dejará “la pesada carga kármica” a un lado y penetrará en el Devachán, un estado de conciencia incluyente que situará al alma en el centro de las dos orillas de la separatividad humana, preparándola para la formulación de un nuevo destino y señalándole el camino de un nuevo nacimiento.

Ahora bien, lo que realmente ocurre con los fantasmas de los castillos es un hecho psíquico que se realiza de acuerdo con el principio de vibración, que es una ley del Universo. En virtud de la misma, el cuerpo astral abandonado, conteniendo todavía una intensa carga psíquica, atrae la atención de algunos devas inferiores en sintonía con sus densas vibraciones magnéticas, y en forma parecida al fenómeno de “la mediuminidad corriente”, se apropian de aquel vehículo abandonado, lo vitalizan con energía etérica y mantienen cohesivamente unidas sus moléculas, impidiendo así el normal proceso de su desintegración. Un cuerpo astral vitalizado por devas inferiores, aunque dotados de gran potencia psíquica, puede perdurar, bajo la forma objetiva de la persona que lo habitaba, durante largos ciclos de tiempo.

Y estos “cascarones astrales”, vitalizados por espíritus inferiores de la Naturaleza, suelen ser los verdaderos “fantasmas de los castillos”, perceptibles a la vista y hasta cierto punto tangibles y a los cuales hace referencia la tradición oculta. Sin embargo, oportunamente, la Ley infinita de restitución que actúa en todos los planos del Universo destruirá todos estos fantasmas o cascarones astrales y consumirá en el éter sus residuos bajo la acción de los Ángeles de la Espada Flamígera, una especie particular de devas procedentes de los subplanos superiores del plano astral, los cuales, utilizando la parte de fuego destructor del primer Rayo a su disposición, efectuará la misteriosa alquimia de destruir o aniquilar toda forma de vida gastada e incapaz de seguir evolucionando.

Los devas inferiores que animan dichos cascarones abandonarán entonces la morada que kármicamente no les pertenecía y, siguiendo las leyes imperturbables de la evolución, retornarán al éter, la sustancia infinita de la que surgen y a la que retornan cíclicamente todos los devas de la Naturaleza, sea cual fuere su Jerarquía.


d. Fantasmas o entidades psíquicas animadas por arte de imposición mágica

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Vicente Beltran Anglada

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